Vigencia del marxismo

VIGENCIA DEL MARXISMO


Hoy los comunistas tenemos una tarea histórica de una importancia vital para el movimiento revolucionario internacional, más aun cuando la correlación de fuerzas a nivel mundial favorece a la gran burguesía, mientras que los pueblos organizados se encuentran en una etapa de resistencia, de reorganización y reestructuración en diferentes partes del mundo por fuerzas anticapitalistas, contrarias a la política imperialista de hambre y sometimiento en el mundo. Dentro de esta resistencia esta la lucha armada revolucionaria en diferentes países como la lucha del pueblo vasco, irlandés, palestino, filipino, peruano, colombiano y mexicano. También están las luchas de protesta y resistencia popular antiimperialista del mundo y de América latina.

Nuestra tarea en estos momentos como partido consiste en:

1. Reivindicar la vigencia del marxismo leninismo como el arma teórica de los pueblos explotados.

2. Reivindicar la revolución socialista como única vía de derrotar al capitalismo y,

3. Reivindicar la sociedad socialista como única alternativa viable a la sociedad capitalista.

Esta tarea comprende dos aspectos que al mismo tiempo se van conjugando; el teórico y el práctico.

En el aspecto teórico tenemos la necesidad de fundamentar por qué el marxismo leninismo a sido vigente y es vigente para la lucha revolucionaria en México y en el mundo.

En el aspecto práctico debemos retomar el objetivo de crear cuadros comunistas que concienticen al pueblo mexicano de la justeza de la lucha socialista. Cuadros política y militarmente capaces e ideológicamente consolidados.

Nacimiento de la concepción marxista-leninista

A mediados del siglo XIX, el marxismo surge en virtud de una exigencia histórica, que es tanto teórica como práctica:

Teórica:

En tanto es la expresión de las nuevas condiciones históricas y de las nuevas fuerzas sociales que surgieron con el capitalismo y como respuesta a los problemas filosóficos planteados anteriormente.

Práctica:

En tanto se propone la transformación revolucionaria del sistema capitalista.

Transformación que abre la posibilidad a la construcción de una sociedad radicalmente distinta, es decir socialista.

El marxismo leninismo tiene tres principales fuentes; la filosofía clásica alemana, el socialismo utópico y la economía política inglesa.

Carlos Marx y Federico Engels fueron los fundadores del marxismo leninismo, ellos expresaron en sus obras las nuevas condiciones históricas que surgieron con el capitalismo. Descubrieron las leyes en las que se rige el capitalismo y sus nefastas consecuencias para toda la humanidad. Lucharon por la solución a los problemas del capitalismo mediante la construcción de una sociedad radicalmente distinta que llamaron comunista. Lenin es quien con la práctica revolucionaria demuestra en el marxismo su contenido dialéctico, el papel transformador del hombre, el carácter crítico y revolucionario de la teoría, el elevado papel de la política concretada en lucha por la hegemonía de la clase obrera en todas las revoluciones y la combinación de su papel de dirección en alianza con el campesinado y sus aliados históricos bajo la dirección del Partido en la época del imperialismo.

El marxismo leninismo es una concepción científica del mundo que interpreta la realidad y sirve de guía para su transformación revolucionaria.

La filosofía marxista leninista.

La filosofía marxista leninista es el resultado de una larga trayectoria del desarrollo del pensamiento filosófico, es la superación por un lado del idealismo y del materialismo tradicional y por otro, es la expresión de una nueva clase social que a finales del siglo XIX se encontraba en expansión en la mayoría de los países: el proletariado.

El método de la filosofía marxista es la dialéctica materialista, método que es aplicado en la investigación de la naturaleza, la sociedad y en el pensamiento humano.

La aplicación de la dialéctica al desarrollo del problema fundamental de la filosofía, no sólo nos dice que la materia tiene primacía sobre el pensamiento, sino, nos permite demostrar científicamente esta primacía, fundamentar que es posible conocer el mundo, que este mundo constituye un proceso dialéctico y que existen leyes objetivas con independencia de nuestra conciencia.

Pero, la filosofía marxista no significa simplemente una solución materialista al problema fundamental de la filosofía, aunque la solución que se dé sea dialéctica. Si sólo nos limitáramos a solucionar el problema fundamental de la filosofía, aunque sea de una manera dialéctica, nuestro materialismo se limitaría a interpretar el mundo, y ese materialismo no sería marxismo, lo novedoso del marxismo radica, precisamente, en no limitarse a interpretar el mundo, ya que de lo que se trata es de trasformarlo. En otras palabras, el propio problema fundamental de la filosofía es resuelto en y por medio de la práctica, y es así entonces, que la práctica o praxis pasa ha ser el nuevo objeto de estudio de la filosofía marxista. De lo que se trata es de transformar el mundo por medio de la práctica revolucionaria.

Tenemos entonces, que al quedar resuelto el problema fundamental de la filosofía por el marxismo, la práctica revolucionaria y la comprensión de ésta, es lo que determina y continuará determinando el conocimiento filosófico, el desarrollo de las categorías y conceptos del materialismo dialéctico e histórico.

El significado de la revolución operada en la filosofía por el marxismo-leninismo.

En la XI Tesis sobre Feuerbach, Marx expresa el rasgo diferencial decisivo del materialismo dialéctico e histórico con las filosofías anteriores: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diverso modo, pero de lo que se trata es de transformarlo.” De ahí que las anteriores filosofías no giraran en torno a la práctica, a la actividad revolucionaria práctica de los hombres, único modo de cambiar el mundo, sino, principalmente, en torno a la actividad espiritual, a la contemplación, a la interpretación del mundo

La filosofía marxista en oposición a las filosofías anteriores a ella, concede principal importancia a la actividad práctica transformadora del hombre y del mundo. Eso no quiere decir que, el marxismo desprecie la importancia del factor teórico, ya que fueron precisamente Marx y Engels quienes dotaron de una teoría revolucionaria al proletariado: el materialismo histórico y dialéctico.

Ahora bien, para que la teoría se convierta en un poder real para el proletariado necesita vincularse a la práctica, someterse y apoyarse en ella como su fundamento.

El marxismo es la filosofía que, coloca en el centro mismo de todos los problemas la práctica y esta nueva concepción es una superación dialéctica tanto del materialismo tradicional como del idealismo, lo cual quiere decir que tanto el materialismo como el idealismo han contribuido esencialmente a la aparición del marxismo.

La categoría de praxis pasa a ser en el marxismo la categoría central. A la luz de ella hay que abordar los problemas del conocimiento de la historia, de la sociedad y del hombre mismo. Como dice Marx: la realidad o irrealidad de nuestro pensamiento es una cuestión escolástica al margen de la práctica, “los problemas filosóficos fundamentales tienen que plantearse en la relación con la actividad practica humana que pasa a ser así, no sólo la primacía desde un punto antropológico (puesto que el hombre es lo que es, en y por la praxis), histórico (puesto que la historia es, en definitiva historia de la praxis humana), sino también gnoseológico (como fundamento, fin del conocimiento y criterio de verdad) y ontológico (ya que el problema de las relaciones entre hombre y naturaleza, o entre el pensamiento y el ser, no puede resolverse al margen de la práctica” (1).

Así, por ejemplo, los trabajadores no creen que puedan eliminar mediante el sólo pensamiento a los patrones explotadores, ni a la humillación a que son sometidos, saben que el trabajo, el dinero y la explotación son muy reales y que sólo con la lucha real, con la actividad práctica revolucionaria se podrán liberar de tan pesado yugo. Es decir, el proletariado al interiorizar las condiciones de vida de opresión y explotación, inicia un proceso de proletarización, concentrando sus esfuerzos a la consecución de los objetivos históricos.

La filosofía marxista tiene que enriquecer constantemente sus principios y sus tesis, tiene que nutrirse de los conocimientos alcanzados por la Ciencia, por las experiencias revolucionarias y por los cambios de las condiciones históricas, la filosofía marxista no es un dogma es un guía para la acción.

El Marxismo-Leninismo como critica y conocimiento de lo existente, como proyecto emancipatorio y como práctica consciente.

Marxismo-Leninismo es una critica en dos sentidos, primero es una crítica de lo existente, critica del capitalismo y de los males que trae consigo y segundo es autocrítica de los errores que se comenten en la lucha por transformar la realidad y en la construcción del socialismo. Ahora bien, la critica presupone una relación con la realidad que se va a transformar, se critica lo que se quiere transformar.

Pero el Marxismo-Leninismo no es sólo critica de lo existente, sino también, es conocimiento de lo que se quiere transformar, conocimiento científico del capitalismo, de sus leyes y contradicciones. Este conocimiento permite tener un proyecto revolucionario, el cual aspire a transformar lo existente, proyecto que se traduce en la lucha de los pueblos por una sociedad socialista. El conocimiento es indispensable para el desarrollo de una práctica acorde con el proyecto de emancipación socialista que se quiere hacer realidad.

El socialismo es una posibilidad de resolver las contradicciones capitalistas y se vuelve una posibilidad real, cuando los explotados toman conciencia de su necesidad.

Por último, el Marxismo-Leninismo es una realidad de emancipación del proletariado como práctica consciente y delimita las practicas adecuadas de las inadecuadas en el proceso de transición a la sociedad socialista. Y esto es porque esta concepción científica del mundo posee valores y normas morales que corresponden a la etapa histórica de transición de una sociedad en descomposición a una sociedad que de nuevos impulsos al desarrollo de la humanidad.

El Marxismo-Leninismo, arma ideológica del proletariado.

En las diferentes etapas históricas por las que ha pasado la humanidad siempre ha habido una férrea lucha entre las diferentes clases sociales, pero esta lucha no sólo sé a dado en el plano político, económico y militar, sino también en el plano ideológico. El factor ideológico reviste de una gran importancia para el proletariado en la lucha contra la burguesía, ya que es uno de los factores fundamentales para garantizar no sólo el triunfo de la revolución, sino la efectiva construcción del socialismo.

La lucha ideológica se da también dentro del movimiento revolucionario, esta lucha ideológica se traduce en la toma de posiciones políticas distintas y en su mayoría opuestas. Tal es el caso de la lucha contra el reformismo, el revisionismo, el aventurerismo, etc.

El Marxismo-Leninismo es el sustento ideológico del proletariado; es el conjunto de ideas y concepciones de una clase social que lucha por liberarse de la opresión capitalista, además de justificar el actuar revolucionario del proletariado.

Es por eso que debemos de dotarnos de una ideología proletaria, la cual tiene como base la práctica revolucionaria, la comprensión de ésta y la convivencia partidaria.

El tener una ideología proletaria no es un acto de fe, no se puede adquirir la ideología proletaria sin tener un conocimiento del capitalismo y de la teoría marxista leninista. Una cosa es decir en el discurso que poseemos la ideología proletaria y otra poder explicar con fundamentos el por qué la poseemos.

Por lo anterior, el término del “fin de las ideologías”, es impulsado por el imperialismo con la intención de desechar la alternativa socialista y poner al capitalismo como omnipotente y perpetuo.

A más de una década del triunfo de la contrarrevolución en los países exsocialistas, de la “caída del muro de Berlín”, es decir, de que el capitalismo de manera triunfal declaró la muerte del socialismo y el “fin de las ideología“, y reinstauró su régimen en la URSS y en los países de Europa del este, que llevaron a la confusión y a la desilusión de algunos sectores de masas y a militantes y movimientos que se decían revolucionarios y que enarbolaban las banderas del marxismo-leninismo.

Este acontecimiento de vital relevancia para el mundo entero, en especial para los revolucionarios. El capitalismo mundial se regocijaba con la caída del socialismo real en la URSS y en los países de Europa del este, esto llevó a que los enemigos del marxismo, declararan caduca y sin validez la teoría marxista-leninista. Impulsando una amplia campaña publicitaria, anunciaron el “fin de las ideologías”, y el triunfo del capitalismo y sus valores como única alternativa, el derrumbe del socialismo en la URSS y países de Europa del este significó el triunfo de la contrarrevolución sostenida por las fuerzas procapitalistas internas y externas.

Esto fue aprovechado por aquellos que sólo buscaban mayores espacios dentro del sistema, que haciendo eco de las calumnias y mentiras del capitalismo, renegaron de la validez y vigencia de los planteamientos teórico-científicos del marxismo-leninismo y pretendieron hacer creer al mundo entero que había que adecuarla a la globalización neoliberal. En torno a esto, algunos se agruparon en la socialdemocracia y la “tercera vía”, lo cual supuestamente garantizaría la solución de las necesidades de las masas explotadas, sin tener que impulsar la lucha armada revolucionaria para conseguir el poder.

Sin embargo, después de una década ésta corriente ha demostrado su verdadera esencia, en los lugares en los que logró llegar al gobierno (Francia, Inglaterra, Italia, Alemania), en donde ha contribuido al afianzamiento del Capitalismo, la mediatización de la lucha de clases y el freno del descontento popular.

En América Latina y México, algunos movimientos revolucionarios, organizaciones, partidos políticos legales e intelectuales, que se decían de revolucionarios, ante la confusión por los postulados de la nueva corriente, por la falta de comprensión para ubicar los errores que se cometieron en los países ex socialistas, y por así convenir a sus intereses de clase, se apartaron de los principales postulados del marxismo leninismo y se acogieron a la Socialdemocracia, logrando con ello sólo las migajas que el sistema capitalista les dio; dejando de lado los principales objetivos que enarbolaron al inicio: la lucha por la erradicación de la explotación del hombre por el hombre.

Como Partido y Ejército no hemos estado al margen de estos acontecimientos, sino por el contrario, se impulsó una etapa de análisis y discusión al interior de nuestras filas, que dio como resultado la reafirmación de que la guía fundamental de nuestro accionar político militar sigue siendo la teoría científica del marxismo leninismo y que a través de la estrategia de guerra popular prolongada y en torno a ella todas las formas de lucha es como lograremos la toma del poder político, la instauración de la dictadura del proletariado y la construcción del socialismo en México.

Así, el marxismo leninismo logra que la militancia tenga una mayor claridad y comprensión de lo que significa ser verdaderos revolucionarios y evitar que por falta de elementos teórico-políticos, una práctica revolucionaria o por desviaciones políticas, en determinado momento del proceso revolucionario se sacrifiquen los objetivos generales de la revolución por aparentes logros parciales, que finalmente nos alejen de nuestros objetivos estratégicos.

A lo largo de estos años hemos visto cómo se ha manipulado a la opinión pública con grandes mentiras o con información sesgada en detrimento de la legitimidad de la lucha revolucionaria. Presentando al capitalismo como lo último en el desarrollo social de la humanidad, maximizando sus valores que descansan en el individualismo, el interés personal, el egoísmo, el lucro y la indiferencia hacia lo colectivo.

El marxismo-leninismo no ha fracasado, los acontecimientos sucedidos en la URSS y el resto de los países ex socialistas de Europa, se debieron a un conjunto de causas internas y externas, pero fundamentalmente fueron los errores de quienes eran o se suponía que eran la vanguardia y que paulatinamente los dirigentes de estos países, fueron abandonando los principios fundamentales de la construcción del socialismo, sumado a la falta de solidez ideológica lo que dio como resultado el derrumbe de todo el edificio social.

Los principales cuadros dirigentes de los países exsocialistas, abandonaron la teoría viva y creadora del marxismo-leninismo. Traicionaron la teoría de la revolución proletaria. Siendo las principales causas que los llevaron al retorno del capitalismo:

-El alejamiento de la defensa de los intereses del proletariado.

-El autoritarismo por parte de los aparatos burocráticos del Estado y del Partido.

-La reproducción de profundas desigualdades y añejos conflictos sociales no resueltos, como las guerras interétnicas.

Los principios marxistas leninistas, fueron durante mucho tiempo olvidados, distorsionados, reformados, liquidados o, en el mejor de los casos, reservados exclusivamente para explicación abstracta en los manuales y clases de filosofía, pero no aplicados, no utilizados como instrumento de transformación continua de la realidad social.

En estos años se intensificó el intento de ocultar que fue el marxismo-leninismo quien inauguró una revolución en el campo del pensamiento filosófico y dio nacimiento a la ciencia y al método que aborda la realidad, partiendo de la realidad y su movimiento, que descubrió el papel revolucionario de la clase obrera moderna como resultado del estudio concreto del capitalismo, pero también, previó la desaparición de la clase luego de cumplir su misión hegemónica de conquistar el poder político y construir el socialismo y el comunismo.

En ésta década han tratado de desconocer la lucha de clases y la necesidad de la violencia revolucionaria de las masas, se han olvidado que sus principales postulados han estado presentes en todos los cambios históricos de nuestro tiempo y que ésta teoría ha estado presente en el parto de todas las revoluciones. Por tanto el marxismo-leninismo se mantiene vivo y actuante.

El marxismo leninismo no enseña fórmulas, ni prepara recetas, ni establece dogmas; sino por el contrario, expresa teoría y práctica, ciencia y acción e implica algo más que un “sueño palaciego”, una utopía o un simple capricho pueril.

Marx y Engels desarrollaron y unieron lo más avanzado del pensamiento de su época al estudio concreto del capitalismo y sus leyes de desarrollo y a la crítica de la economía política, para deducir el papel de la clase obrera y la necesidad histórica de la revolución socialista y el avance hacia el comunismo. Mientras que Lenin, realizó una ardua tarea de desarrollo y defensa de los principios del marxismo y a la vez de continuarlo, por lo que es parte inseparable del cuerpo orgánico del marxismo. Lenin fue el genio político que dio continuidad teórica y práctica a la revolución socialista. En esta relación teórica científica y práctica revolucionaria, la historia anudó los lazos definitivos entre Marx, Engels y Lenin.

Lenin es quien con la práctica revolucionaria demuestra en el marxismo su contenido dialéctico, el papel transformador del hombre, el carácter crítico y revolucionario de la teoría, el elevado papel de la política concretada en lucha por la hegemonía de la clase obrera en todas las revoluciones y la combinación de su papel de dirección en alianza con el campesinado y sus aliados históricos bajo la dirección del Partido en la época del imperialismo.

Él fundamentó la teoría del partido para la revolución, donde las relaciones orgánicas entre el centralismo y democracia dentro del proceso dialéctico, incluyen la posibilidad de un partido de masas y de la conducción a las clases explotadas. El leninismo elaboró la teoría de la revolución socialista en el período del imperialismo, es decir, de la época del tránsito del capitalismo al socialismo.

Al marxismo-leninismo hay que valorarlo en su teoría, en su método dialéctico y en su previsión de la llegada histórica inevitable de la revolución socialista y el papel histórico universal de la clase obrera. La realidad del mundo ostenta la mejor prueba de su carácter siempre vivo. Nada autoriza a considerarlo un sistema acabado. En él no se encuentran fórmulas o recetas para todos los nuevos fenómenos contemporáneos y tampoco se puede cargarle la culpa del retardo que en tantos campos de la teoría y del accionar político tiene el movimiento revolucionario en el mundo.

La negación que se hace de la vigencia del marxismo-leninismo es tendenciosa, ya que acusan que en sus textos clásicos no hay respuesta a todos los nuevos problemas concretos de cada partido, de cada país, pretenden ver a ésta teoría como si fuera un inventario de fórmulas y recetas para todos los usos. Buscan ocultar que la verdad del marxismo leninismo se encuentra en el contenido de todo el proceso histórico contemporáneo, es decir en el conocimiento científico de nuestra realidad y de la transformación de ésta. Otros detractores son los que al defender la aparente pureza del marxismo, sólo han defendido la concepción intelectual más pobre, más impotente y más acomodaticia que es el eclecticismo, aunque ellos se cuelguen la túnica de la amplitud del pensamiento crítico.

Ser marxista-leninista no consiste sólo en autonombrarse defensor y propagador de él sino de llevarlo a la práctica. Estamos en una época de confrontación contra el imperialismo y de una aguda lucha de clases. Son momentos de ardua y tenaz lucha donde no puede permitirse la coexistencia pacífica mientras el imperialismo y sus cómplices tratan de aplastar de diferentes formas todo brote del movimiento revolucionario y del descontento popular. El mundo de hoy comprueba que las condiciones objetivas están dadas para impulsar la estrategia de guerra popular prolongada y en torno a ella todas las formas de lucha.

Marx es universal porque es comunista. No se puede ser comunista sin tener una visión científica del mundo que nos rodea, sin tener la disposición y entrega de vivir con el pueblo, con las masas y con la clase obrera. Ser comunista es ser marxista-leninista, esta afirmación la hacemos hoy, cuando hay quienes proclaman una supuesta crisis del marxismo. Estos son los mismos que pretenden ocultar que los que están hoy en crisis que determina el capitalismo, son los planteamientos del revisionismo y la socialdemocracia.

Las condiciones económicas, políticas y sociales no han cambiado, sino por el contrario se han agudizado y los planteamientos de las corrientes antimarxistas tampoco han variado. ¿Que pretenden los que hoy elevan la bandera de un socialismo sin marxismo muy en boga en Europa? Mostrarse al mundo como los modernizadores de la materia teórica que en verdad están destruyendo. No estudian al marxismo-leninismo como una fuente inspiradora y mucho menos como la teoría científica revolucionaria de nuestro tiempo. No estudian su validez científica de la relación entre principios y actitud creadora, de su carácter de fundamento del pensamiento revolucionario moderno, y que es lo que ha guiado la transformación histórica que hemos vivido y seguimos viviendo.

A pesar de los errores cometidos en los países exsocialistas, no podemos negar que los comunistas de nuestro tiempo continúan considerando la vigencia del socialismo como una necesidad de la realidad y en una perspectiva real de la humanidad. Y que con ello tornaron el marxismo-leninismo en eje inspirador de nuestro tiempo. Y que hoy sigue siendo la base histórica de los procesos actuales.

Vivimos en un mundo complejo y al mismo tiempo asistimos a la más grande revolución científica y tecnológica. Pero en este mundo, donde el hombre ha invadido el cosmos y desintegrado el átomo, la mayoría de la humanidad carece de pan, de techo, de educación, de asistencia médica y promoción cultural. Se vive en la amenaza de una nueva guerra mundial, el atraso y el subdesarrollo. Por ello, podemos decir, que la historia actual en sus cambios y en su desarrollo, corrobora lo acertado de Marx y Lenin.

El marxismo-leninismo continúa enriqueciéndose en el desarrollo de la historia y que los revolucionarios deben asimilar continuamente en forma crítica, lo que no exenta de cometer errores; Pero tampoco se puede deducir de los errores cometidos una invalidación parcial o total de ésta teoría científica.

Esta teoría es el reflejo conceptual de nuestra época, pero también tenemos presente que frente a ella están las ideas de sus acérrimos enemigos que no dudan en atacarla, negarla y satanizarla, pero siempre existen, las fuerzas revolucionarias que giran en torno al marxismo-leninismo para defenderlo y llevarlo a la práctica.

VALIDEZ DEL MARXISMO-LENINISMO.

En el mundo hubo una redefinición ante el marxismo-leninismo y ante la caída del socialismo real. Hoy podríamos clasificar tres posiciones políticas que suscitaron estos acontecimientos en el mundo entero.

1.- Para unos, la caída de los países ex socialistas significa sencillamente la muerte del marxismo. Entre ellos encontramos a los enemigos tradicionales del marxismo, que alguien llamó “compañeros temporales de viaje”, y que no tardaron en esconder con vergüenza su pasado “marxista”.

Es obvio que esta línea, identifica el fin de un modelo de sociedad con el fin de la concepción que presuntamente le sirvió de fundamento, quizás el único punto de coincidencia que durante mucho tiempo existió entre los voceros oficiales del socialismo europeo y sus críticos más reaccionarios de Occidente. Los socialistas afirmaban que ésta era la única forma y los únicos métodos verdaderamente marxistas-leninistas que garantizaban el triunfo del socialismo y por ende garantizaban su transición al comunismo. Mientras que los capitalistas aprovechaban los errores cometidos para mostrar a la clase trabajadora del mundo entero, que el socialismo no garantizaba la solución a sus principales necesidades, que era un engaño y una utopía que con el socialismo se ponía fin a la miseria y explotación en la que viven.

Está claro que los clásicos no diseñaron –y ni siquiera lo pretendieron- los cambios exactos de un socialismo universal, ahistórico, al estilo de lo que después sería el “único modelo” del socialismo. ¿Porqué entonces colocar como iguales la concepción elaborada por ellos y el modelo fracasado del socialismo europeo?. Esta concepción es antimarxista y contrarrevolucionaria, al negarle a la teoría científica del marxismo-leninismo toda actividad creadora, que se desarrolla y enriquece con la experiencia histórico concreta de los diferentes procesos revolucionarios en el mundo.

2.- Otros han mantenido una actitud dogmática que se amparan bajo el pretexto de ser fieles al legado del marxismo adoptan ante éste una posición de “fe” escolástica, ellos ven en la caída del “socialismo real” no el producto de profundas contradicciones sociales no resueltas, sino la consecuencia inequívoca y negativa actitud de individuos miembros del partido, llevando a la cabeza a Kruschev como iniciador y a Gorvachov como consumador de la traición al proletariado.

Entre ellos es frecuente encontrar a manera de ejemplo, la tesis de que el socialismo puede triunfar sólo a lo Marx, es decir, sólo en los países capitalistas desarrollados y en varios de ellos al mismo tiempo. Bajo este planteamiento, ¿qué queda de los estudios leninistas sobre el imperialismo, el desarrollo desigual del capitalismo, de su papel real a favor de los movimientos de liberación? ¿Dónde ubican la experiencia del socialismo cubano, vietnamita, chino y coreano viva y resistente a pesar de todos los embates del imperio norteamericano?. Para ellos, los sistemas sociales de éstos países no es socialismo.

3.- La actitud “renovadora” es la más generalizada que se fundamentan en la supuesta necesidad de desarrollarlo y actualizarlo en correspondencia con las nuevas circunstancias. Pretenden mezclar al marxismo con otras corrientes en boga, desvirtuándolo, ya que establecen la pérdida de su identidad en aras de su asociación con publicaciones de moda; tal es el caso del contubernio que se propone entre marxismo y neoliberalismo, o la intención de “actualizar” al marxismo en el espíritu socialdemócrata.

Lenin hizo una caracterización muy importante de estas posiciones políticas reaccionarias y que van a estar determinadas por la conducta que según ellos deben seguir para adaptarse a los acontecimientos del día, a los virajes de las minucias políticas, olvidándose de los intereses fundamentales del proletariado y los rasgos principales del régimen capitalista, así como de toda evolución del capitalismo y sacrificar los objetivos estratégicos del proletariado por migajas.

No es sólo un método y una teoría, es también ideología. Y la ideología transciende a las masas convirtiéndose en elemento componente de su conciencia social y de esta forma, en fuerza material para la transformación del mundo.

Al derrumbarse el campo socialista, el marxismo-leninismo “perdió” credibilidad entre las masas, y fue sustituido en muchos casos por la confusión ideológica. Sin embargo, día a día en la lucha revolucionaria va recobrando la confianza y estableciéndose más firmemente entre las masas desprotegidas, que hoy con los “nuevos” gobiernos socialdemócratas, no ven solución a sus principales necesidades.

Cabe destacar los principios esenciales a tomar en cuenta para cualquier aportación que se pretenda hacer del marxismo-leninismo:

Una acertada teoría revolucionaria sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la experiencia práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario.

La fusión dentro del marxismo-leninismo de la objetividad científica y el compromiso ideológico con las masas trabajadoras.

El cambio sustentado en la verdad es en sí misma revolucionaria, al tiempo que la revolución necesita de las verdades más profundas y objetivas para mantener su empuje entre las masas.

Después de lo anterior, nos hacemos la pregunta ¿qué marxismo esta en crisis? El marxismo que distorsiona la teoría marxista-leninista y constituye la institucionalización del dogma y su encubrimiento con los más diversos razonamientos que reproducen los fenómenos externos de la vida social en calidad de representación y prejuicio.

Está en crisis el marxismo, cuyo recurso es la apelación y exaltación de la autoridad, con el objetivo de canonizar frases y otorgarle “argumentos” incuestionables de la conciencia científica y la lucha por la emancipación de la clase obrera. Este es el marxismo de las citas, de teorizar, es el que en una cita de los clásicos ve un eslabón de la demostración.

El marxismo ecléctico está en crisis, que goza con aquellos postulados de cada teoría y doctrina el cual se dedica a coleccionarlos. Es este el marxismo que encuentra su expresión más acabada en las aulas universitarias, donde se entrelazan ideas con una confusa variedad de concepciones ajenas a él; esté se ofrece en charola al estudiante que lo habrá de memorizar, codificar, reproducir hasta el hartazgo.

Algunas otras preguntas que nos hacemos para reafirmar la vigencia de la teoría marxista-leninista son: ¿Vivimos en un mundo diferente del de la gran propiedad privada capitalista? ¿ha cambiado la esencia fundamental del régimen de propiedad privada que centraliza el capital y el poder?; ¿No sigue el capitalismo subordinando todas las formas de conciencia, todos los valores humanos, toda la cultura universal? ¿vivimos o no en el mundo de la polarización extrema de la riqueza y la pobreza? ¿Existe o no la contradicción entre el capital y el trabajo, que es el motor del desarrollo del sistema social imperante en nuestra época?

Con toda certeza podemos afirmar que la base del desarrollo del presente régimen político y económico sigue siendo la esclavitud asalariada, la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción y la disociación de los productores de sus propias condiciones de vida.

Mientras existan las condiciones arriba señaladas, la ciencia social se verá obligada a volver una y otra vez a los postulados del marxismo-leninismo, se verá forzada a pensar con sus categorías, en tanto que son categorías objetivas de la realidad capitalista. El marxismo leninismo sobrevive y sobrevivirá al derrumbe del “socialismo” mientras la fuerza de trabajo sea una mercancía y las relaciones sociales vivan enajenadas de sus propios productores.

Es de destacar que el marxismo-leninismo cuenta con cuatro pilares fundamentales: 1) el materialismo filosófico sustentado en la perspectiva histórico-social; 2) la comprensión dialéctica del mundo; 3) el humanismo en su pretensión concreta de realización del ideal comunista; y 4) el carácter práctico-revolucionario de sus proyecciones en todos los planos de la vida social.

Hoy el capitalismo por su forma de existencia y reproducción que le es propia, continúa basándose en la compra de la mercancía fuerza de trabajo por su precio y no por su valor; por mucho que pretendan modificar a éste sistema, sólo podrá regenerar relaciones capitalistas que benefician al capital transnacional.

Lo anterior, viene a confirmar que el comunismo mantendrá su vigencia en tanto se conciba como originariamente fue concebido por Marx y Lenin, esto es, como una teoría crítica de todo lo existente y que aspira a la superación del actual estado de las cosas.

Surgen voces reformistas y socialdemócratas que pretextando el desarrollo de las luchas de los pueblos de América latina plantean que la dictadura del proletariado es improcedente como consigna de lucha en la actualidad y como estrategia para conquistar el poder, sin embargo este postulado sigue siendo válido en tanto que la clase obrera tendrá necesariamente que ser la vanguardia en el proceso histórico hacia la construcción del socialismo. Así mismo, la teoría de la existencia de la lucha de clases existirá mientras se mantengan las condiciones históricas actuales de predominio del capital, independientemente de las modalidades que éste tome.

Es el mejor momento para propiciar una reactivación y un mayor impulso del pensamiento marxista-leninista a nivel mundial. Tomemos en cuenta que hoy la tarea es defender y dar continuidad a la idea original del marxismo-leninismo, y para lograrlo, hay que pensar en la unidad dialéctica de sus tres elementos: el filosófico, el científico y el ideológico-político.

No olvidemos que si algo está orgánicamente unido a la concepción dialéctica del mundo, es la actitud práctico-crítica revolucionaria que se espera de un marxista-leninista.

NO PERMITIREMOS QUE LAS IDEAS DE LA SOCIALDEMOCRACIA O “TERCERA VÍA” TRASTOQUEN NUESTRA IDEOLOGÍA MARXISTA-LENINISTA.

Las contrarrevoluciones en Europa del este y en la URSS, han evidenciado la necesidad de prevenir y vencer a las diferentes corrientes revisionistas y reaccionarias, impulsando como base la práctica y el trabajo en las masas; seleccionando, formando, vigilando y evaluando a los cuadros dirigentes; sin dejar de aplicar nuestro principio organizativo del centralismo democrático, la lucha ideológica y la disciplina leninista.

No olvidemos que en estos países, y durante años, mostraron una fachada socialista, mientras que se venían desarrollando concepciones revisionistas que hoy podemos constatar y que le abrieron nuevamente el camino al capitalismo. Esto fue posible porque se dejó que avanzara desde las cúpulas dirigentes la descomposición ideológica, el burocratismo y la rutina, se perdió el espíritu y la vigilancia revolucionaria, las normas y enseñanzas del marxismo-leninismo.

Las causas fundamentales que llevaron a la caída del socialismo real, fueron la debilidad ideológica y la capitulación política de un número importante de los cuadros dirigentes y el no combatir las tendencias contrarrevolucionarias, derechistas y socialdemócratas en el seno de los partidos comunistas, así como los acontecimientos a nivel internacional que se fueron dando y que repercutieron en éstos países.

Estos acontecimientos han agudizado de forma dramática la crisis económica mundial y las condiciones de vida y de trabajo de las masas en los países imperialistas. Ante esto la oligarquía busca una salida en el racismo, el nacionalismo, el fascismo y la guerra. Las condiciones de vida de los pueblos del tercer mundo, son cada día más agudas: el hambre y la explotación, la miseria, las dictaduras e intervenciones militares son una constante. El imperialismo fomenta en los pueblos explotados la emigración que le permite obtener mano de obra barata y fuerza bélica para sus guerras invasoras, convirtiéndolos en mercenarios.

No hay ningún límite a la bestialidad del sistema imperialista: solo la insurrección popular y la revolución socialista pueden poner fin a este sistema. En esta nueva revolución, los partidos marxistas leninistas deben jugar el papel fundamental de conducción revolucionaria para la liberación de los pueblos oprimidos.

Sólo la ideología marxista-leninista nos permite analizar y comprender los problemas económicos, sociales, políticos y militares del mundo y trazar la vía hacia la solución, la vía del socialismo.

Hoy, podemos afirmar que el derrumbe en los países del Este ha demostrado que el adversario al que enfrentamos es poderoso, por lo que los comunistas sólo lograremos vencer y llegar al triunfo, al constituirnos en una auténtica vanguardia del proletariado con el lineamiento político de GPP para la toma del poder político, la instauración de la dictadura del proletariado y la construcción del socialismo.

La aparente victoria del capitalismo sobre el marxismo leninismo, no es más que propaganda, porque el capitalismo mundial no ha vencido, sólo ha puesto en evidencia estructuras caducas que no tenían nada de socialistas más que el membrete. El capitalismo ganó la batalla pero no la guerra, ya que en la actualidad en los diferentes pueblos del mundo el pensamiento de Marx y Lenin continúa siendo vigente reflejándose en los movimientos revolucionarios que luchan consecuentemente contra la burguesía y el imperialismo.

Lo que pasó después de 65 años en la URSS y los países de Europa del este, fue sólo la derrota histórica del revisionismo, que liquidó los principios marxistas-leninistas y restableció poco a poco los valores y las ideas capitalistas. Por ello, afirmamos que los socialdemócratas o partidarios de la “tercera vía”, representan en el seno de los partidos revolucionarios, marxistas-leninistas, el retorno al capitalismo.

Con la declaración de la “muerte” del socialismo, resurgen con mayor ahínco y a nivel mundial, las luchas entre las grandes potencias imperialistas, se agrava la desestabilización mundial, se acentúa la brutal opresión sobre los países pobres, se agudizan los problemas políticos, sociales, económicos y las guerras civiles en Europa del este y la ex URSS, todo ello, como resultado de la euforia del Capitalismo que se autoproclama como vencedor histórico.

Hoy más que nunca se hace necesario impulsar y consolidar la unidad partidaria que se crea y forja en la lucha sin descanso, consciente y revolucionaria. Como militantes, debemos esforzarnos y vigilar que el partido no pierda su espíritu revolucionario, que no se contamine por el burocratismo ni la rutina. No convirtamos el marxismo-leninismo en frases huecas, sin valor para la acción revolucionaria. Para lograrlo, el partido y los militante tienen la responsabilidad personal de su propia formación y transformación permanente, a través de la crítica y la autocrítica, la participación en la práctica y en la lucha, el estudio profundo y sistemático de la teoría marxista leninista.

Los resultados que a corto, mediano y largo plazo se tengan, dependerán de la actitud que cada uno de nosotros como militante partidista asuma, dependerá de la nueva apreciación y asimilación que hagamos de nuestras responsabilidades con y para el partido, dependerá de la reorganización e impulso que se de del trabajo de dirección, dependerá de cómo reimpulsemos el trabajo en el Partido, en el Ejército y en el Frente de Masas, dependerá del tiempo que tarde la necesaria depuración que se ha venido dando al interior del Partido, de las desviaciones político-ideológicas que en los últimos años se gestaron al interior de nuestras filas; pero sobre todo, dependerá de la manera en que retomemos y asimilemos la experiencia vivida y las posibilidades que hoy se nos presentan como partido para el impulso del trabajo revolucionario.

Basándonos en la exigencia de una actitud correcta ante la vida, de la vigilancia revolucionaria, del centralismo democrático, debemos prever y evita la infiltración de provocadores, aventureros, fanfarrones, charlatanes, corruptos, oportunistas, reformistas y socialdemócratas, que puedan minar la cohesión interna del nuestro Partido.

Los auténticos revolucionarios del mundo nos mantendremos sin plegarnos ante la soberbia y la prepotencia del imperialismo. No traicionaremos a nuestros muertos, no traicionaremos a nuestros presos, no traicionaremos a nuestros compañeros torturados ni desaparecidos y no traicionaremos a los pueblos hermanos que luchan por la transformación revolucionaria de la sociedad.

RESCATEMOS LA ACTITUD Y LOS VALORES DEL REVOLUCIONARIO (*)

En estos momento es una condición necesaria y una exigencia fundamental para el cumplimiento del lineamiento político y de nuestros objetivos estratégicos, el esfuerzo constante de la militancia por tener una actitud correcta ante la vida, acorde a nuestra condición de revolucionarios.

La actitud ante la vida es la forma concreta y cotidiana en que nos comportamos en todos los actos de nuestra existencia, de tal manera que, si nos esmeramos en consolidar una moral revolucionaria, nuestra actitud como militantes debe ser de responsabilidad ante el trabajo y el estudio, de justeza ante nuestros actos, de sencillez al realizar desde las más mínimas hasta las más altas tareas y responsabilidades, de fomentar relaciones fraternas, camaraderiles, de respeto y ayuda mutua entre los compañeros y compañeras, ante la pareja, el matrimonio y los hijos, de impulsar y fomentar la educación integral del individuo, y construir relaciones sociales respetuosas.

Para impulsar y consolidar la actitud correcta ante la vida, se cuenta con una metodología de construcción, basada en el estudio y aplicación sistemática de la psicología dialéctica, esforzándonos por generar el equilibrio emocional en los cuadros partidarios, para que se adquiera la capacidad de ubicar los errores cometidos como colectividad o individuos concretos y de una manera razonable los rectifiquemos, recurriendo a la crítica y autocrítica, entendiendo que esta es implacable pero justa y creadora, que esta basada en la premisa marxista de que “... la crítica no arranca de la esclavitud, las sombrías y escuetas cadenas para que el hombre las soporte, sino para que las sacuda y de ellas puedan brotar las flores vivas ...”; (2) en la práctica ponemos al descubierto nuestros errores, deficiencias y actitudes negativas de egoísmo, individualismo y mentira, etc, no para resignarnos a ser eternamente incapaces, mediocres y arrastrar los vicios y deformaciones del sistema, sino para que nos esforcemos en el intento de la construcción del hombre nuevo.

Una característica de la actitud revolucionaria, es la exigencia al aplicar la crítica y la autocrítica, dentro del partido, para evitar las desviaciones, la corrupción y el solapamiento de actitudes incorrectas. Ante este principio, la militancia y el partido somos intransigentes, pues de ello depende en gran medida el desarrollo y consolidación del Partido y del movimiento revolucionario. Debe de haber un esfuerzo de la militancia por desechar las fugas y los refugios propios del sistema, ante los problemas personales y los vicios. Esto no significa que los revolucionarios somos hombres fríos e insensibles, somos seres humanos, capaces de sentir, amar, reír y llorar. Pero es en la vida colectiva dentro del partido, donde encontramos la realización personal.

Todo militante revolucionario debe aspirar a la reeducación y a la formación del hombre nuevo, esforzándose cada día por eliminar los vicios y defectos adquiridos dentro del capitalismo, para construir y consolidar en cada uno de nosotros la moral revolucionaria y ser ejemplo entre las masas, que al conocernos encuentre en nosotros una relación verdaderamente solidaria y una práctica política consecuente y se integre a nuestras filas.

Formarnos como verdaderos revolucionarios, no es una tarea fácil. Hemos luchado y seguiremos luchando incansablemente contra cada manifestación de actitudes incorrectas que pudieran minar la cohesión interna y la unidad ideológica, utilizando como método, para combatir el liberalismo y los intentos de infiltración, la convivencia colectiva y la vigilancia revolucionaria, siendo la actitud práctica del individuo hacia la crítica lo que va definiendo a los que verdaderamente quieren hacer la revolución y a quienes por circunstancias de emotividad o por crisis vital del individuo, escogen a la revolución como escape a sus problemas psicosociales . En el camino nos encontraremos entre otros, a individuos que se propusieron hacer la revolución con un romanticismo producto de la incomprensión, y que más tarde se retirarán al no encontrar en la lucha la fuente de sus aspiraciones personales. Este tipo de individuos por su actitud tendrán una respuesta lógica que es la expulsión y así depurar a nuestro partido.

Para quienes no han vivido la revolución y existe la aspiración de hacerlo les decimos: el revolucionario es un ciudadano común que desarrolla en secreto las tareas partidarias, y se prepara y esfuerza por ser mejor cada día.

Todo militante debe esforzarse en el trabajo diario por erradicar la concepción mágica del revolucionario, porque hay quienes al enfrentarse a la realidad y ver destruidas sus concepciones subjetivas acerca de la revolución, no tienen la capacidad de situarse a la altura de las necesidades y por su incapacidad y debilidad ideológica, con grandes problemas de devaluación y golpeados duramente por el sistema, claudican y en su mediocridad acusan al Partido de ser el responsable de su carácter endeble, tratando de justificar ante ellos mismos y ante el pueblo su claudicación.

Cabe destacar la diferencia que existe entre un Partido revolucionario y las organizaciones y partidos políticos oportunistas que se dicen de izquierda, estos últimos solapan y promueven actitudes que en nada contribuyen al desarrollo de la lucha popular; hablan de transformar la sociedad sin intentar jamás transformarse ellos mismos. Encontramos en su interior toda una gama de vicios, fruto de la descomposición social, faltos de preparación política e ideológica, y por su composición social pequeño burguesa están condenados a seguir empantanados, sirviendo fielmente a los intereses del Estado y el imperialismo.

Es con el esfuerzo permanente por lograr tener una actitud moral y política correctas, que se adquiere el derecho a ser militante revolucionario. Para el partido es la única garantía para preservar una actitud digna ante cualquier circunstancia, Nos basamos en el ejemplo de compañeros que dentro y fuera del Partido han dejado una gran lección de consecuencia revolucionaria, al morir en la tortura sin dar a conocer uno sólo de los secretos de la revolución.

Como consecuencia de una actitud correcta ante la vida, debe existir una actitud correcta ante el enemigo que rechace la corrupción, las presiones y los condicionamientos a cambio de la traición, la delación, la pérdida del honor, del decoro y la dignidad humana.

Como revolucionarios concluimos que la actitud correcta ante la vida, es la búsqueda universal del hombre por su realización personal.

Un principio fundamental del partido, es que todo militante se forma en la práctica revolucionaria y en el trabajo de construcción dentro del pueblo. Esta es la mejor escuela de cuadros partidistas; es precisamente en la práctica donde se va transformando el militante, a la vez que transforma la realidad. Su sustento es la relación con el pueblo, la base social de la que obtiene los recursos para su movilización; Cada militante es producto del pueblo, a él se debe íntegramente y está en estrecha relación con el.

Dentro del proceso de formación de todo militante, se impulsan las escuelas de educación político-militar, realizadas con base en el desarrollo alcanzado por cada militante, en éstas escuelas se analiza y profundiza la línea política, se transmiten las experiencias del Partido. Impulsando como guía el método dialéctico, se estudia sociología, psicología y pedagogía, para hacer más eficaz la enseñanza y más fructífera la estancia de los militantes en las escuelas; a sus preguntas y dudas con respecto al trabajo que desarrollan diariamente. Otro de los aspectos importantes en la formación de la militancia, es la convivencia. Es en ella donde se manifiestan los intereses e inclinaciones, errores, aciertos, dudas, capacidades, necesidades, carácter, etc., que son tomados en cuenta para la construcción revolucionaria, al permitirnos ubicar qué aspectos del compañero hay que fortalecer, cuales hay que depurar, y cuales hay que fomentar. Sabemos que todos tenemos alguno problema o deficiencia personal, pero no hay que cejar en el reclutamiento de lo más avanzado de nuestro pueblo. En nuestro andar revolucionario, nos hemos encontrado con compañeros que arrastran vicios, deformaciones y desequilibrios emocionales, que no son superados en un tiempo razonable que se establece como parámetro, y son depurados de las filas partidistas. Ubicamos que en la mayoría de estos casos, la problemática de estos individuos es de tipo médico y no de carácter político.

El método de la crítica y la autocrítica tienen un valor fundamental, en cuanto permite conocer cual es la disponibilidad a cambiar, partiendo de la actitud que se asume ante la crítica, y si en la práctica se hacen esfuerzos por superar los vicios, deformaciones y errores y si hay disposición por lograr una conducta política y personal acorde a los principios revolucionarios.

La metodología implementada en la formación del militante tiene por objeto crear hombres conscientes, que se esmeren en su proletarización ideológica, capaces en lo político y en lo militar, hombres con una cultura integral, que sean intelectuales revolucionarios, con los valores y sentimientos superiores que caracterizan al hombre nuevo. Esto es lo que lleva a los militantes a adquirir la capacidad de dirigir al pueblo a la victoria final, asumiendo el papel que les corresponde desarrollar.

La formación del militante tiende a ser integral, es decir, lograr una formación en los aspectos teórico, político, ideológico, militar, técnico, organizativo, moral y cultural. Otro aspecto de relevancia es el informativo, al conocer los sucesos más relevantes en el aspecto económico, político, social y militar que se dan en nuestro país y en el mundo, poniendo especial atención en los pueblos que libran luchas de liberación.

La educación del militante revolucionario da prioridad a la formación de los cuadros integrales, como una necesidad inmediata para ampliar y consolidar la estructura existente. Históricamente y a lo largo de las luchas revolucionarias, ha quedado demostrado que las capacidades se adquieren cuando el hombre se lo propone y aún más cuando las necesidades se lo exigen.

Todo militante debe proponerse adquirir una mayor capacidad en todos los aspectos, transformarse en un revolucionario íntegro, capaz de garantizar la continuidad del Partido y del proceso revolucionario. Para ello debe contar con una preparación en todos los aspectos, con capacidad de análisis y alternativas, con una madurez emocional y política y una correcta actitud ante la vida.


(*) Retomado de la segunda entrevista al PROCUP, realizada por la revista ¡Por esto! , mayo de 1986.

(1) Sánchez Vázquez: Filosofía de la praxis, Ed. Grijalbo.
(2) Marx, Carlos: La sagrada familia.