Carta abierta a la XIV Conferencia de Países No Alineados

11 de Septiembre de 2006

CARTA ABIERTA

Excelentísimo Señor Presidente de la XIV Conferencia del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL)

La Habana Cuba.

Colombia es un país inmensamente rico, con tres cordilleras, segundo lugar en biodiversidad, costas en dos océanos, todos los pisos térmicos y variados climas, con tierras fértiles que permiten una producción agrícola durante todo el año. Una población de 44 millones de habitantes y un potencial económicamente activo de gran laboriosidad que tendría, en condiciones de paz real, capacidad de producir lo suficiente para autoabastecerse y aportar, desde el punto de vista alimentario, a otros 60 millones de seres humanos que no tienen las mismas o similares posibilidades.

Pero venimos de una tragedia nacional, 60 años de terrorismo de Estado y de mayor generación de preocupaciones en la complejidad de la política internacional. Han sido etapas de grandes injusticias sociales, de creciente democracia restringida, tiempos de mayor dolor que se recrudecieron con la elección a la Presidencia de Colombia, del Dr. Mariano Ospina Pérez, de filiación conservadora. Iniciando ese periodo, 1946, se comenzó una represión violenta contra la oposición de entonces, fundamentalmente contra el liberalismo, lo que provocó una histórica protesta pacífica, que tuvo su más grande expresión en la manifestación del silencio, convocada por el líder del Partido Liberal Dr. Jorge Eliécer Gaitán. La Plaza de Bolívar en Bogotá, se llenó, nadie lanzó un grito, ni un viva, ni un abajo, sólo habló Gaitán. Su discurso fue la Oración por la Paz, no llamó al odio, no llamó al enfrentamiento, llamo a la reconciliación, al entendimiento y a la paz.

El 9 de abril de 1948, Gaitán fue asesinado y hasta el día de hoy el magnicidio permanece en la más absoluta impunidad, nadie sabe quién fue el autor intelectual, pues al autor material se dejó que la multitud enardecida lo destrozara físicamente, para que nadie supiera quién lo había inducido o contratado. Llama la atención que la CIA, a 58 años del hecho, no haya desclasificado los documentos sobre este magnicidio, pese a la gran incidencia que tuvo sobre el agitado desarrollo y aún no bien analizadas conclusiones de la Conferencia Panamericana que en ese momento se reunía en Bogotá.

Al pueblo colombiano le ha costado muy caro estos años de desastrosos gobiernos. Fueron 300 mil compatriotas asesinados entre 1948 y 1953. Se conoce este periodo como el de la política oficial de “sangre y fuego”. Hoy sigue la infame masacre.

Para entonces, la alta jerarquía liberal optó por el exilio y a los liberales de base les tocó irse a la montaña, empuñar las armas y combatir para defender las vidas, sus familias y proteger los pocos bienes que poseían.

En el año 1953 se gestó el golpe militar, aparentemente orientado por el general Gustavo Rojas Pinilla, que una vez consolidado llamó a las guerrillas a entregarse bajo el lema “Paz Justicia y Libertad”. La mayoría de guerrilleros que respondían a las directivas del Partido Liberal se entregaron, pero el resultado no fue la paz. Muy pronto el Gobierno militar convirtió en enemigos a todos aquellos que tenían un pensamiento diferente al oficial y bajo los parámetros anticomunistas de la IX Conferencia Panamericana se bombardearon regiones campesinas en Villarrica Tolima, causando la muerte violenta a hombres, mujeres y niños.

En el año de 1957 el general Rojas Pinilla fue obligado a abandonar el poder. El nuevo gobierno volvió a llamar a los guerrilleros a la paz y al trabajo. Estos aceptaron y regresaron a trabajar en las regiones campesinas de: Río Chiquito, Marquetalia, El Pato y El Guayabero. Allí se producía: maíz, plátano, yuca, café, frijol, cerdos, ganado y aves de corral, entre otros productos agrícolas. Una parte de estos productos se consumían por los pobladores o se vendían en las ciudades vecinas, convirtiéndose en un aporte al desarrollo del país, pero en 1964 nuevamente fueron atacados por el Estado colombiano. El Ejército Nacional, siguiendo las orientaciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos, quisieron arrasar estas regiones, temerosos de que fueran el germen de otra revolución como la cubana.

Esta persecución constante y sin precedentes es el origen de las FARC-EP, la guerrilla más antigua del mundo, que obligados durante 6 décadas de violencia oficial, han combatido contra un Estado injusto y violento, en el empeño de conquistar para el pueblo una paz digna con justicia social.

Durante todo este aciago periodo se han hecho varios intentos por conseguir la paz, hasta que en 1984 se firmaron los Acuerdos de la Uribe, una tregua y un cese bilateral de fuegos que duró hasta el 9 de diciembre de 1990, cuando fue rota por el presidente de la época César Gaviria Trujillo, quien a mansalva, sin haber terminado la tregua, bombardeo Casa Verde, Sede del Secretariado de las FARC, el día en que los colombianos elegían la Asamblea Nacional Constituyente.

Producto de los Acuerdos de la Uribe nació la Unión Patriótica, organización pluralista bien acogida por los trabajadores y la población, en corto tiempo de campaña electoral eligió 14 congresistas, 17 diputados, 10 alcaldes y 135 concejales. La reacción de la ultraderecha no se hizo esperar: dos de sus candidatos a la presidencia fueron asesinados: Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo. La mayoría de los congresistas, diputados, concejales y alcaldes fueron asesinados, junto a más de 4 mil dirigentes, activistas y simpatizantes del Partido Comunista y la Unión Patriótica. Igualmente fueron asesinados los candidatos: Carlos Pizarro León Gómez del M19 y Luis Carlos Galán Sarmiento del Nuevo Liberalismo, todos estos asesinatos han sido responsabilidad del Estado colombiano; por eso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, condenó al Estado por el genocidio contra la Unión Patriótica.

En un nuevo paso, por la búsqueda de la paz, el 7 de enero del año 1999 se instalaron los diálogos en San Vicente del Caguán, Departamento del Caquetá, entre el gobierno del Dr. Andrés Pastrana y las FARC-EP, pero paralelo a este importante proceso, los Estados Unidos, impusieron el Plan Colombia, plan de guerra dirigido a su vez contra la estabilidad de la región suramericana. Tres años más tarde, el 20 de febrero del 2003, el presidente Pastrana daba abruptamente por terminados los diálogos, sin haber tenido en cuenta a los 28 países amigos que apoyaban este nuevo esfuerzo de paz y sin haberle permitido al enviado del Secretario General de la ONU, James Lemoyne, desempeñar el papel de facilitador en que estaba empeñado.

Durante el proceso 1999-2003, se avanzó significativamente y se firmó, por los comisionados del gobierno de Pastrana y las FARC, la Agenda Común para el Cambio. Los puntos a discutir ya están identificados y rubricados con la firma de las dos partes. Solo falta la voluntad del gobierno actual para reiniciar un diálogo que conduzca hacia la paz en Colombia y a la estabilidad regional.

Excelentísimos Presidentes y delegaciones del Movimiento de Países No Alineados. Hacemos esta pequeña síntesis histórica para mostrar que la guerrilla no es la responsable de la violencia, como lo pregonan el Gobierno de Colombia y los grandes medios de comunicación que le son afectos.

Nos dirigimos a ustedes, no para pedirles que nos ayuden en la guerra, sino para pedirles que nos ayuden en la solución política al conflicto social y armado que padecemos los colombianos desde hace seis décadas.

Al presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, le hemos reiterado públicamente la propuesta que se le hizo desde el inicio de su primer gobierno, desmilitarizar dos Departamentos: el Putumayo y el Caquetá y retomar la Agenda Común por el Cambio para sentarnos con los partidos políticos, gremios económicos, la Iglesia, movimiento Sindical y de masas en general, los militares, los estudiantes, los campesinos, los indígenas y otras minorías, para que entre todos diseñemos la nueva Colombia, la que todos queremos, soberana, digna, pujante, justa y en paz.

Para el Acuerdo Humanitario, de parte de las FARC-EP, existen propuestas concretas y realizables a la luz del Derecho Internacional, correspondiendo al Gobierno dar los pasos pertinentes para avanzar en su desarrollo y concreción, lo que es esperado por la nación, la Comunidad Internacional y los familiares de los prisioneros políticos y de guerra de las dos partes.

Estamos dispuestos a enviar delegaciones nuestras a conversar con sus gobiernos en sus países, sobre nuestras propuestas para las salidas políticas, si contamos con garantías ciertas de sus partes; igualmente estamos dispuestos a recibir a sus delegados en nuestros campamentos para darles nuestra versión sobre el conflicto interno y explicarles nuestros esfuerzos y propuestas conducentes a conseguir la paz definitiva y duradera.

Atentamente,

Raúl Reyes
Jefe de la Comisión Internacional de las FARC-EP.

Montañas de Colombia, Septiembre de 2006