La lucha por la transformación de Nicaragua

LA LUCHA POR LA TRANSFORMACIÓN DE NICARAGUA

(Tomado de una copia mecanográfica encontrada en el Archivo de la OSN (Oficina de Seguridad Nacional) de la dictadura militar somocista. Data de 1960.)

La lucha contra la dictadura encabezada por la familia Somoza es una lucha por lograr la transformación de Nicaragua. Esto equivale a decir que nos proponemos liquidar el sistema económico y político que impera en nuestro país para sustituirlo por un sistema nuevo y superior.

La estructura semicolonial y feudal

La estructura económica en que se apoya la dictadura es de tipo semicolonial y semifeudal. Nuestro país forma parte del mundo oprimido por el imperialismo cuya capital se encuentra en Washington. La producción de Nicaragua en su mayor parte se encuentra orientada a satisfacer las demandas del mercado exterior y sufrimos lo que es conocido con el nombre de monocultivismo, o sea que la mayor parte de la producción está constituida por una escasa variedad de artículos. Por otro lado, importamos del exterior la mayor parte de los artículos manufacturados que consumimos. Las mejores tierras de nuestro país se encuentran en manos de la oligarquía latifundista.

El rasgo feudal de la sociedad nicaragüense presenta un relieve todavía más pronunciado que en muchos países de América Latina si observamos que las mismas personas que controlan el aparato dictatorial estatal son las que a su vez controlan la vida económica. Y ya sabemos que en el medioevo precisamente el rey era también el primer latifundista.

La dictadura somocista, a la vez que sirve de instrumento del sistema económico que pintamos atrás, funciona como agencia del Departamento de Estado norteamericano en Nicaragua.

El ejército creado por los invasores

La principal fuerza de la dictadura es la Guardia Nacional, es decir el ejército que fue creado por los invasores norteamericanos, quienes al ser obligados a desocupar el país por la lucha de los patriotas sandinistas, dejaron como jefe de ese ejército traidor al vagabundo Anastasio Somoza García Ocupando esa odiosa posición, para demostrar que era razonable la confianza que tenían en él los invasores, organizó el asesinato de numerosos patriotas y principalmente el de Augusto César Sandino, el prócer más brillante en la historia de Nicaragua. Esto ocurrió el 21 de febrero de 1934. Somoza siempre contó con el respaldo de los piratas yanquis y el día que murió a consecuencia de los balazos justicieros que le disparó el héroe Rigoberto López Pérez, los norteamericanos derramaron lágrimas de pesar.

Con el país en esas condiciones han sido las amplias masas del pueblo las que han soportado los mayores sufrimientos. La miseria y el hambre, el analfabetismo y la persecución se han concentrado en las espaldas de los hombres sencillos del pueblo. Nuestros campesinos solamente penas conocen en la vida que llevan. La clase obrera de Nicaragua sufre una pavorosa desocupación crónica. Diariamente quedan empobrecidos a media calle multitud de comerciantes medios. Los estudiantes que proclaman su amor a la libertad han pagado con la vida ese delito. En el ejército, o sea la Guardia Nacional, son ascendidos preferentemente y ocupan las mejores posiciones los más serviles y criminales

La masa mayoritaria

Podemos llegar ya a la conclusión de que es el pueblo, la masa mayoritaria, la más sufrida la que posee mayor interés en el país porque se lleve a efecto una transformación, o sea que se realice una revolución que, por decirlo, invierta y vuelva al revés todos los órdenes de la vida en Nicaragua. De tal manera que los dominadores se conviertan en dominados y los dominados en dominadores

La lucha opositora dominada por fuerzas derechistas
Pero en el proceso histórico de nuestra Patria bajo el dominio de la dictadura somocista, ha ocurrido el fenómeno que consiste en que la lucha opositora ha estado dominada por fuerzas derechistas cuyo Estado Mayor ha sido el Partido Conservador. Este partido está controlado por una camarilla que representa los intereses de los grandes ricos conservadores, millonarios comerciantes, empresarios o latifundistas. Estos ricos han soñado con el poder en sus manos solamente para sustituir a los Somoza en el primer lugar como millonarios. El punto fundamental está en que el Partido Conservador no representa intereses inconciliables con la dictadura. En gran medida la camarilla infames enemigos empleando como principal método la lucha armada. Solamente el pueblo alzado en armas es capaz de liquidar a la dictadura somocista.

La necesidad de sostener la lucha armada ha sido acogida en Nicaragua después del triunfo de la revolución cubana, aunque se han cometido toda una serie de errores que han acarreado dolorosos fracasos. En este trabajo señalaremos algunas características de nuestra lucha que pensamos deben tenerse presente para echar adelante una acción exitosa. Es urgente que superemos el aventurerismo y la desesperación, teniendo el cuidado al hacer esta advertencia de que también valoramos la importancia que tiene la audacia y la rapidez al accionar. O sea que el peligro del aventurerismo no debe ser tomado como pretexto para caminar a paso de tortuga.

Al planificar la guerra del pueblo contra la dictadura, en primer lugar debemos partir del hecho real de nuestra inferioridad material con respecto a las fuerzas somocistas. Por consiguiente nuestra estrategia, es decir la línea general de la guerra es de uno contra diez. Es la guerra de guerrillas del pueblo contra la Guardia Nacional; es la continuación de la lucha que contra ese mismo ejército y contra los invasores yanquis sostuvo el gran patriota Sandino con su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional.

Los campesinos: base del ejército revolucionario
La principal base popular del Ejército Revolucionario la constituyen los campesinos, por lo cual en esencia nuestra guerra tiene que ser una guerra agraria, una guerra por el rescate a favor de los campesinos medios y pobres de las tierras que los grandes hacendados les han arrebatado con maña y fuerza. El soldado revolucionario se ganará la confianza del campesinado dándole pruebas de sinceridad y honradez porque esto es más convincente que la más ardorosa proclama. El Ejército Defensor del Pueblo debe estar identificado con las calamidades de la vida del campesino.

El ciudadano acostumbrado a la vida de la ciudad debe marchar al campo solamente si posee ciertos conocimientos o aptitudes que lo hagan indispensable. La lucha guerrillera en el campo es tremendamente penosa. Durante mucho tiempo se lleva una vida errante y es que precisamente la movilidad es una de las ventajas que lleva el guerrillero sobre las fuerzas dictatoriales. Batista sospechaba, según lo declaró cierta vez, que los barbudos poseían ciertas armas secretas que les permitían pelear con éxito. Fidel Castro confirmó la sospecha declarando que realmente sus fuerzas poseían armas secretas y seguidamente las señaló tocándose las piernas, y exclamando: "nuestras armas secretas son las piernas".

Si la estrategia es de uno contra diez, la táctica o sea la línea a seguir en cada batalla es de diez contra uno. Las fuerzas guerrilleras solamente deben pelear cuando previamente pueda calcularse que la batalla será victoriosa y que será de provecho para la continuación de la guerra.

Es indudable que la cantidad y calidad de las armas tienen importancia en el éxito de la guerra, pero es conveniente no exagerar esta verdad. Debemos recordar que al finalizar la guerra del pueblo de Cuba contra la oprobiosa tiranía de Batista, éste poseía mayores y mejores armas que los rebeldes y sin embargo fue derrotado. Eso ocurrió así porque lo fundamental es la elevada moral del soldado del pueblo.

Otras formas de lucha

La lucha armada sin el auxilio de otras formas de lucha no puede conducirnos a la victoria. Hemos dicho antes que la lucha legal en nuestro país no puede ser el principal medio para derrocar la dictadura. Es preciso que no extrememos el significado de esta tesis porque sería peligroso para el éxito de la lucha armada negarse absolutamente a aprovechar las pocas puertas legales para dar salida, con las lógicas limitaciones, a la mayor cantidad de denuncias sobre los problemas soportados por el pueblo.

Las puertas legales, por estrechas que sean, deben ocuparse para ligarse con el pueblo. Empleando el cerebro tenemos que encontrar la manera de poder hablar legalmente siendo leales a los principios revolucionarios, manteniendo la distancia con los oportunistas y los traidores.

La actividad clandestina es auxiliar importante de la lucha armada. Esta actividad organiza los mítines relámpagos, la pinta de paredes, la volante subversiva, etcétera. Podemos incluir en esta actividad la radio clandestina que en contacto directo con los combatientes tiene la posibilidad de comunicar la verdad al pueblo, propagar la noticia de los crímenes que la dictadura pretende mantener ocultos, refutar las mentiras propaladas por la propaganda dictatorial. La participación del pueblo en la lucha tendrá su mayor expresión en la huelga general de brazos caídos, en el momento en que las fuerzas del Ejército Revolucionario hayan adquirido el desarrollo que permite asestar severos golpes a la Guardia Nacional, que le acarrearán una profunda desmoralización.

La lucha del pueblo se lleva a cabo de una manera en que el Ejército Defensor del Pueblo ocupa la posición de vanguardia. Sin el auxilio de las otras formas de lucha puede ocurrir que aun alcanzándose algún progreso serio en la actividad militar, la lucha en general sufra un estancamiento. La historia de Nicaragua ofrece ejemplos formidables, siendo el principal de ellos la lucha de los patriotas sandinistas contra los invasores yanquis y contra los nicaragüenses traidores. Ocurrió que, dado el momento histórico que vivía tanto Nicaragua como el resto de América Latina, los diversos sectores del pueblo carecían de la madurez suficiente para comprender la responsabilidad que les cabía en la lucha antiimperialista y la pelea se centró en las montañas dando maravilloso resultado la táctica guerrillera. Y aunque los sandinistas dieron un magnífico ejemplo de patriotismo y sentaron un brillante precedente, no lograron tomar el poder.

El aventurerismo

El aventurerismo conduce al inútil derramamiento de sangre; se caracteriza porque es la decisión de combatir sin tener claridad sobre el desarrollo que la lucha habrá de tener en el futuro y entonces resulta que las dificultades que el aventurero no previo lo sorprenden sin la preparación para superarlas. Por lo tanto es fundamental tener entendido el desarrollo de la lucha armada, las diversas fases que la integran. Por supuesto que no debe ni pensarse en que los guerrilleros podrán en los primeros días o semanas obtener las victorias que los arriben al poder. En la primera fase se propondrá el objetivo de mantenerse, de conservarse la fuerza inicial. En la segunda fase deberá consolidarse lo que se ha ganado en la primera. En la tercera fase, lograda la fuerza necesaria, se encamina el Ejército Defensor del Pueblo a derrotar definitivamente la dictadura, acompañando las acciones militares de la huelga general que impide que se frustre la lucha por las maniobras de los enemigos del pueblo.

La defensiva estratégica

Podemos también dividir en dos fases la estrategia militar de los revolucionarios. La primera fase es la defensiva estratégica, esto quiere decir que en la primera fase, dada la debilidad material de las fuerzas revolucionarias, no puede existir el propósito de lograr la victoria definitiva, sino solamente el de defender lo que se tiene y alcanzar un progreso limitado. Pero si esta fase es defensiva en el sentido estratégico o sea que es defensiva su línea general, no acontece así en el sentido táctico o sea en el sentido de conducir cada batalla porque nuestras fuerzas, para vencer con mayor facilidad, deben poseer la iniciativa o lo que es lo mismo llevar la ofensiva en cada batalla. La segunda fase es la ofensiva estratégica y se propone el tener la fuerza material y moral suficiente para derrotar definitivamente a la dictadura tomando en cuenta los elementos que hemos dejado expuestos en el curso del presente trabajo.

Para alcanzar la victoria en la guerra es natural que la valentía es indispensable, pero comprendamos que no es suficiente. Más bien, la valentía es suficiente para decidirse a participar en un combate. Y participar en el combate no es el último fin del soldado. Hace falta lo fundamental que es alcanzar la victoria. Ya en esto entra en juego algo más que la valentía y es el empleo del cerebro, el empleo de los cinco sentidos que posee el hombre, que iluminan el campo de batalla y nos enseñan en qué puntos es más débil el enemigo, en qué puntos es inferior materialmente con relación a nosotros.

Nadie en el mundo debe tomar más en cuenta la realidad como el soldado revolucionario. Porque está corriendo peligro la vida de seres humanos de calidad moral ejemplar y porque del éxito de éstos en la lucha depende el cambio de la dolorosa suerte del pueblo nicaragüense que durante siglos y siglos solamente penas ha conocido en la vida. Tomar en cuenta la realidad significa subordinar nuestra conducta a esa realidad y no a nuestros deseos caprichosos. Es fundamental escuchar la voz de la realidad. Ella nos dirá que ciertas batallas victoriosas pueden traer la derrota de la guerra y que por consiguiente cuando nos preparemos para una batalla debemos vincular ésta con el futuro de la guerra. En la guerra de 1926 las fuerzas conservadoras, al lograr la victoria en Chinandega sobre los liberales comandados por Parajón, quedaron profundamente averiadas para poder enfrentarse a las fuerzas constitucionalistas que procedían de la Costa Atlántica.

El abastecimiento secreto

Para que nosotros tengamos la iniciativa necesitamos conocer el terreno, contar con una vigilancia eficiente incluyendo el servicio secreto de abastecimiento. Estos elementos nos preparan contra los ataques sorpresivos que son el principal enemigo de nuestra iniciativa. Si conocemos los pasos de las fuerzas somocistas, huiremos hacia otros puntos si somos inferiores materialmente o si los medios con que contamos hemos de utilizarlos en acciones planificadas. Pero no podremos huir y seremos aplastados, aunque conozcamos el terreno, si no tenemos nada para comer.

El terrorismo

Es de suma importancia referirse a nuestra posición frente al terrorismo, ya que en nuestro país la actividad de esa clase ha alcanzado cierto desarrollo y hasta hoy no hemos visto una explicación ajustada a la razón en la prensa nacional. Somos decididos opositores al terror de bombas y sabotajes aislados como base en la lucha contra la dictadura. Es completamente equivocado creer que la zozobra producida por las bombas liquidará la dictadura. El terror como sistema solamente lo emplean las fuerzas reaccionarias. Y tan cierto es que el terror no conduce a la victoria que si así fuera la dictadura vencería porque cuenta con los mejores medios para implantarlo. Sin embargo, sabemos que la dictadura está condenada a ser derrotada como ha acontecido en parte de los países de la tierra. La bomba y el sabotaje pueden emplearse para auxiliar una específica acción armada. Pero aún entonces debe tenerse sumo cuidado para impedir que resulten víctimas inocentes. En una palabra, las bombas y el sabotaje deben emplearse cuando sea indispensable en la obtención de una victoria armada.

Ciertos terroristas hablan de quebrar la economía desplegando sabotajes en los centros de trabajo. En realidad estos elementos son simples charlatanes, que no hablan con seriedad o conocen superficialmente nada más, los principios políticos revolucionarios. La economía de Nicaragua por esencia es una economía en quiebra, que sufre crisis permanente. Esa es la característica de la economía semicolonial y semifeudal. Y precisamente nuestra lucha es por liquidar el instrumento político de esa economía y desarrollar un sistema que se caracterice por el auge en la producción. En una palabra la economía de Nicaragua no necesita de bombas y de sabotaje para llegar a la quiebra, porque como lo dejamos dicho tal rasgo es su esencia.

La calidad contra la cantidad

La calidad es una categoría que merece primera atención. La lucha revolucionaria del pueblo es la lucha de la calidad contra la cantidad. La razón es calidad y la ametralladora es cantidad. No es el fusil revolucionario el que vence sino su brillante razón. Los organizadores y

dirigentes revolucionarios no deben aceptar en las filas a todo el que manifiesta voluntad de acompañarlos sino solamente al que ofrezca cualidades humanas especiales. El guerrillero es un soldado escogido. El ejército guerrillero es por definición un ejército poco numeroso y eso al fin de cuentas le da la ventaja de ocultarse con facilidad y tal ventaja es una que lo caracteriza.

La moralidad revolucionaria

La moral revolucionaria vence a la inmoralidad dictatorial. El Ejército Defensor del Pueblo no se propone exterminar físicamente a los componentes de la Guardia Nacional. El guerrillero solamente dispara a la hora del combate. El guerrillero respeta la vida de los prisioneros somocistas y solamente los ajusticia cuando son responsables de horrendos crímenes. El guerrillero no saquea ni roba y aun a los prisioneros les respeta sus bienes, su dinero, su reloj. El guerrillero considera que una gran proporción de los componentes de la Guardia Nacional son hombres desorientados que ignoran los elevados propósitos de los revolucionarios. El Ejército Defensor del Pueblo le ofrece a los prisioneros la oportunidad de ver la realidad revolucionaria y en la primera ocasión les da libertad. Cuando regrese a la Guardia inevitablemente narrará su experiencia y mostrará a sus compañeros que sus bienes no se los tocaron. En las guerras revolucionarias de otros pueblos se ha visto incluso que enemigos capturados por segunda vez han sido libertados nuevamente. Llega un momento en que el conocimiento de estos ejemplos se ha extendido en las filas de la Guardia y el soldado termina por no tener odio a los revolucionarios y no son pocos los que deciden pasarse a las filas populares.

Por el contrario, el Estado Mayor de la Guardia está dominado por la inmoralidad; ellos se saben malvados y creen que ésa debe ser la posición del hombre ante la vida. Ellos no respetan por sistema la vida del prisionero revolucionario. Ahí están los ejemplos de Manuel Díaz y Sotelo y los mártires de "El Dorado": Eduardo Medina, Héctor Zelaya, Enrique Albizú, José Matey y Tomás Palacios. La camarilla somocista que controla la Guardia Nacional es consciente de que defiende los intereses de los opresores del pueblo nicaragüense. Para ellos el mal es su razón de ser. Excepcionalmente se encuentran en posiciones responsables de la Guardia hombres interesados o deseosos de hacer bien; pero éstos a la larga terminan por desertar y ocupar un lugar en las columnas del pueblo.

La unidad

La unidad juega un papel decisivo en el triunfo. En Nicaragua mucho se ha hablado de la unidad, tal vez hasta demasiado en relación con lo que se ha hecho. Con frecuencia los nicaragüenses hemos jugado a la unidad. Un punto tan fundamental debe ser abordado con la mayor seriedad y profundidad. En primer lugar debemos referirnos a la médula de la unidad y que nosotros la miramos en orientar la actividad de fuerzas diversas hacia un objetivo determinado. Por consiguiente no se trata de escoger un presidente o un secretario general, craso error en que abundantemente hemos caído.

Si no se logra la unidad en la acción no se está logrando la unidad que se necesita. A menudo observamos que ciertos revolucionarios se oponen a algunos elementos como compañeros en la unidad, poniendo como argumento que se trata de elementos que en el futuro traicionarán y que no son completamente revolucionarios. Esto tiene una buena dosis de sectarismo. Porque sencillamente si en el presente no son traidores no hay razón para que nos adelantemos a romper o distanciarnos de ellos.

Es necesario que al hacer la unidad nos preocupemos por garantizarle a la lucha sus objetivos revolucionarios. La garantía para que la lucha no pierda su orientación revolucionaria depende de que la dirección de las fuerzas antisomocistas esté en manos revolucionarias. Señalemos entonces el camino que conduce a la dirección de la lucha y comprendamos que no es el de proclamarlo día y noche a los cuatro vientos. La lucha la dirige aquella fuerza que le propina a las fuerzas de la dictadura los más severos golpes. Y la fuerza que conquistará esa gloria será la que cuente con el respaldo del campesinado, respaldo que solamente podrá lograrse practicando una línea agraria de entregar la tierra. Antes hemos apuntado que la dictadura somocista no ha sido derrocada por el dominio que ha ejercido en la oposición el ala derechista que controla el Partido Conservador. El derrocamiento de la dictadura estará cercano, el día en que las fuerzas revolucionarias la golpeen duramente y se coloquen por tal motivo en la dirección de la oposición.

El sectarismo

El sectarismo es el principal enemigo de la unidad. Debemos de tener el cuidado de saber distinguir entre las diversas fuerzas políticas del país, los elementos que coinciden con nuestras aspiraciones, aunque esa coincidencia sea mínima. El sectario se empeña en ver solamente lo que diferencia y lo que separa. Es muy importante comprender que en las filas del Partido Conservador hay representativos del pueblo que si son convencidos mediante una paciente explicación pueden acompañarnos en la lucha. Lo mismo ocurre dentro del gobierno, la Guardia y dentro de otras instituciones nacionales. Hay que estar claro de que no se precisa sustentar determinada ideología, filosofía o creencia para ser partidario de la transformación radical del sistema económico y político que impera en Nicaragua. La transformación de Nicaragua no es cuestión de ideología sino cuestión de amar a nuestro pueblo y ansiar fervorosamente su mejoramiento. Debemos de creer en la calidad revolucionaria del conservador que rompa con la dirección de su partido para decidirse por enmontañarse para combatir en la guerra agraria, diferenciándola del charlatán que hablando hasta por los codos de la transformación del país no coopera con la acción en la lucha.

Es necesario para que progrese la unidad que sepamos separar al dirigente traidor del hombre desorientado. A los vacilantes debemos atraerlos a fin de impedir que se decidan por apoyar la dictadura. El centro de nuestros ataques debe ser la familia Somoza y su grupo voraz y sanguinario. Debemos reunir los esfuerzos necesarios, con audacia y paciencia, para aislar el centro de nuestros ataques. Debemos aprovechar a todos los elementos que en el momento puedan contribuir con algún aporte.

La conveniencia de expresar los objetivos revolucionarios
Tiene interés referirse a la conveniencia de expresar los objetivos revolucionarios que se propone la lucha ya que algunos sectores hablan en sentido contrario. En primer lugar debemos distinguir dos clases de elementos que sustentan tal posición. Por un lado se encuentran aquellos que en verdad tienen propósitos reaccionarios y esa es la sencilla razón que los empuja a oponerse a declarar los objetivos revolucionarios. Pero por otro lado están los que de buena fe piensan que conviene ocultar los propósitos revolucionarios, que con ello se favorece a la revolución. La experiencia nos da pruebas para rebatir este punto de vista. Citemos el caso de la invasión que estuvo bajo el control de la camarilla derechista de la oposición y que tenía como figura principal a Pedro Joaquín Chamorro. Vemos claramente que esa fuerza fue derrotada, aunque no presentaron un programa revolucionario y más bien contaba con el respaldo de las fuerzas proyanquis del interior y del exterior del país. Esto quiere decir que la victoria no depende del ocultamiento del programa revolucionario. Para que triunfe la lucha contra la dictadura somocista se hace indispensable el apoyo del pueblo, lo cual es prácticamente imposible de lograr si ocultamos nuestros anhelos a favor del campesino y por el cumplimiento de una Reforma Agraria Revolucionaria.

La jactancia izquierdista

Al plantear la tesis anterior conviene tener presente que si bien es conveniente manifestar nuestra decisión de transformar el sistema económico y social de Nicaragua, también nos acarrearía un gran perjuicio caer en la ostentación o en la jactancia revolucionaria izquierdista. Nosotros no debemos insistir solamente en machacar el carácter precolonial o profeudal del régimen, sino que con la mayor fuerza debemos denunciar la serie de vicios del régimen como el empleo de parientes, el ascenso de los incapaces, los robos, etcétera.

Si el ocultamiento del programa revolucionario es una expresión de derechismo, la ostentación exhibicionista representa el izquierdismo infantil.

La juventud

Hablemos ahora del papel que le toca desempeñar a la juventud del pueblo nicaragüense en esta etapa histórica que vivimos hoy. Con el mayor énfasis hemos dejado planteado el carácter popular de las fuerzas políticas que han de formar el Ejército Defensor del Pueblo. Estamos convencidos que ese planteamiento no da una idea completa de las fuerzas que deben colocarse a la cabeza de la lucha.

Esa responsabilidad histórica, esa obligación de las fuerzas políticas que reflejan los intereses de las diversas capas del pueblo ha existido siempre. Pero esas capas no han sido capaces de asumir a la altura de las circunstancias esa exigencia histórica. Durante muchos años la clase media urbana de Nicaragua no ha sido capaz de independizarse de los viejos partidos políticos liberal y conservador y a lo más que ha llegado es a constituir minúsculos grupos que muchas veces han llegado al ridículo de no contar ni con las personas suficientes para componer una reducida directiva nacional. Ya no digamos que han carecido de organismos en los diversos departamentos en que se divide el país.

La generación de 1944

En Nicaragua existe la situación de que las viejas generaciones de las capas progresistas no fueron capaces en su juventud de alcanzar desarrollo y madurez política. La generación de 1944 que actualmente anda cerca de los cuarenta años de edad, a pesar de la combatividad de que dio muestras, no continuó su desarrollo y la generalidad de sus miembros más destacados o han sido absorbidos por los viejos partidos o no militan en ninguno.

La generación de 1926

La generación de 1926 es la que en la historia de Nicaragua ha dado mejores demostraciones de combatividad y de allí fue que surgió Sandino y su glorioso Ejército Defensor de la Soberanía Nacional. El movimiento político nacional encabezado por ese ejército es el movimiento más poderoso que ha surgido en la historia del país para enfrentarse a los partidos liberal y conservador. La limitada experiencia de los pueblos de América Latina en la lucha contra el imperialismo yanqui, el también limitado desarrollo ideológico revolucionario de la época y unidos estos dos elementos a la sanguinaria represión que culminó con el asesinato de Augusto César Sandino, impidieron que progresara en Nicaragua una fuerza política representativa de los intereses populares.

La generación que está iniciando su vida revolucionaria es la que históricamente carga con la responsabilidad de superar los errores y las deficiencias manifestadas por las generaciones pasadas.

La juventud presenta cualidades naturales para cumplir con rapidez una tarea histórica. Nuestra generación, la que recientemente ha iniciado su vida revolucionaria, ha dado pruebas de poseer una elevada combatividad, superior a la generación de 1944. Este último año de lucha hemos sufrido dolorosas pérdidas. Ahí está "El Chaparral", el "23 de Julio", "El Dorado", etcétera.

Alcanzaremos la victoria si somos capaces de prepararnos para dirigir con sabiduría la lucha. Esa sabiduría podremos adquirirla si sabemos aprender. Es preciso que tomemos en serio la responsabilidad que la historia ha depositado en nuestras manos. Hemos demostrado combatividad, pero nos hace falta sabiduría. Debemos aprender en cada minuto. Al acostarnos debemos soñar con la Nueva Nicaragua. Tenemos que ser humildes y superar la tontería de la vanidad. Debemos ser conscientes de nuestros defectos, practicar la autocrítica. El pueblo es franco y más el pueblo de Nicaragua y si pretendemos compartir sus anhelos debemos ser francos como él. Todos los días debemos estudiar nuestra experiencia y también la experiencia de otros pueblos hermanos. Todos los días debemos estar en contacto con nuestra realidad y con los problemas de nuestro pueblo.

Nuestra generación

En gran medida a nuestra generación le está tocando iniciar una lucha revolucionaria que desde el asesinato del gran Sandino permaneció aproximadamente estancada.

Nosotros podemos triunfar. Estamos luchando en una época que presenta varios rasgos nuevos positivos. Somos la generación de la revolución cubana, la generación fidelista. Las fuerzas antiimperialistas de todos los continentes se encuentran a la ofensiva y suman victoria tras victoria. El imperialismo está agonizando en todo el mundo. La opresión de los pueblos débiles se está convirtiendo definitivamente en cosa del pasado.

Nuestra generación presenta cualidades neutrales para poder cumplir con las exigencias de la lucha revolucionaria. Nuestra generación puede educarse en el espíritu revolucionario y lo puede asimilar con rapidez porque no posee los hábitos de las generaciones que nos preceden y que conservadurizan, es decir que están acomodadas a sus viejos hábitos, a los hábitos que la condujeron al fracaso histórico.

Somos los descendientes de Sandino, los que estábamos muy niños o no habíamos nacido cuando vilmente lo asesinaron. Ahora hemos crecido y ya somos hombres. Luchemos como él luchó, sinceramente, sin escatimar sacrificios, para que su sueño en una Patria Libre y en un pueblo feliz se haga realidad.