Elecciones de marzo: Un avance popular

Elecciones de marzo:
UN AVANCE POPULAR
Oligarcas, yanquis y oportunistas pierden terreno

Colombia, abril 3 de 2006

El resultado electoral del 12 de marzo refrendó que NO es posible la unidad nacional en torno a los intereses de la oligarquía pro yanqui, razón del fracaso de la maniobra electoral del candidato-presidente al llamar, el jueves 23 de marzo, a un “acuerdo nacional” en torno a sus tesis y figura incendiaria del conflicto que sacude y polariza la sociedad.

Álvaro Uribe confirma el aserto arrodillándose ante la medida imperialista, injerencista y guerrerista de extradición de 50 guerrilleros declarados narcotraficantes, haciendo la propuesta de impuesto de guerra e incrementos a los tributos que lesionan al pueblo.

Un corolario del 12 de marzo es que Colombia necesita un verdadero debate político sobre los factores estructurales que la sumergen en la crisis general expresada en el conflicto político, económico, social y armado que se extiende y profundiza.

La “seguridad democrática” y la leyes de reforma política y garantías electorales, cumplieron su papel negando más las libertades políticas. Hubo elecciones pero no hubo debate. Se ocultaron las propuestas opuestas al modelo de dependencia del imperialismo yanqui, de opresión y explotación del hombre por el hombre. Los comunistas y demás revolucionarios, las gentes que miran a la izquierda, los demócratas y amantes del progreso no tememos polemizar con Uribe pero él y su establecimiento se niegan a ello y no dan las garantías y libertades para hacerlo en su ausencia.

La cortina de humo sigue con referencias superficiales a guarismos electorales y la estruendosa publicidad aplaza la controversia y oculta las debilidades políticas del tirano Uribe, develadas con el frío y profundo análisis de los comicios de marzo.

No funcionó el llamado gubernamental a derrotar la abstención con una votación que mostrara la popularidad mediática de Uribe y sus seguidores y rechazara el mal llamado terrorismo. No cabe asignar a la guerrilla un sabotaje que propiciara la abstención, si bien efectuó algunas acciones para conjurar trampas electorales de los uribistas.

Los votos obtenidos por la clientela de Uribe no llegan a 7 millones (incluyendo el fraude electoral), entre 27 millones de colombianos con ese derecho. Es decir, la ilegitimidad brilla al mirar el real apoyo electoral del gobierno: 26%. La cifra enlaza con el rechazo a sus medidas en barrios, fábricas, universidades, colegios, veredas y en las multitudinarias manifestaciones públicas que soportan la condena legal y la brutalidad paramilitar y policial, propias del terrorismo de Estado que dejan éxodos masivos, desapariciones, muertes, y detenciones de quienes reclaman derechos de movilización, petición, huelga, y organización política y social, así como la solución política al conflicto y el acuerdo humanitario.

La maquinaria oficial con recursos del narcoparamilitarismo copó espacios publicitarios de los grandes medios, compró y obligó el voto en muchos lugares, aseguró el fraude pero aún así no aumentó la votación del fascista Uribe en 2002. La demagogia asistencialista y el nuevo estilo dulzarrón del Uribe-candidato no tramaron las mayorías oprimidas que con la abstención, el voto en blanco y el apoyo a las listas opositoras repitieron su protesta.

En contraste, la oposición creció. Los partidos tradicionales viejos y nuevos, confirmaron sus clientelas y desprestigio al incluir corruptos de siempre y sus sucesores.

El Polo Democrático Alternativo superó votaciones de la historia electoral de la franja democrática, de izquierda y revolucionaria, desafiando una cruda represión, el gran poder del dinero narco y la falta de garantías con la abierta injerencia terrorista narcoparamilitar que estrenó su legalidad. No se avanzó más electoralmente por manifestaciones grupistas y la dispersión en micro campañas en busca del “voto preferente”. Así se perdió contundencia y se desperdiciaron valiosos apoyos a la corriente más avanzada.

Al interior del Polo, la corriente socialdemócrata opuesta al trabajo unitario contra el proyecto fascista de Estado Comunitario sufrió un golpe político. La derrota de Navarro en la consulta polista lo demuestra, a ella se agregan castigos electorales y pérdidas de curul de los Dussan, Tunubalá, Birry, Piñacué, Mockus y otros líderes de partidos que posan de izquierda pero pregonan la conciliación de clases, condenan la resistencia popular armada y las acciones revolucionarias. También hay derrotas de burócratas sindicales venidos a candidatos para combatir el partidismo proletario.

El avance electoral de la oposición refleja la pérdida de apoyo a Uribe y sus partidos entre la capa media en grandes ciudades, el progreso de la tendencia al ascenso de la lucha social y la polarización frente al régimen que lanza a los obreros y al pueblo hacia la oposición que prospera y potencia el papel de los comunistas y demás revolucionarios.

La jornada en las urnas definió la candidatura presidencial del PDA en Carlos Gaviria, facilitando el trabajo político por una oposición más amplia que el Polo. La candidatura de Álvaro Leyva también da pujanza al choque con las políticas enarboladas por Uribe.

Los chalaneos de Serpa, la esencia oligárquica del liberalismo, su debilidad y oposición formal lo acercan al pacto con Uribe, muy a pesar de los esfuerzos de la corriente crítica al interior de ese partido que se enfrenta a su jefe único, el ex presidente neoliberal César Gaviria Trujillo.

Los anuncios de endureciendo del régimen lanzados por el gobierno no son señal de fortaleza, muestran vulnerabilidades que lo pueden llevar a una fracaso más temprano de lo esperado, dadas las actuales circunstancias de quiebre del Plan Patriota y la ampliación de la oposición de masas que obligan al “furibismo” a vestirse de oveja. Sus proclamas revelan que lo electoral no es el elemento único y definitivo para mantener el gobierno y el poder, que los oligarcas e imperialistas yanquis sienten pisadas que pueden desestabilizar el sistema y deben conjurarse día a día, no sólo en las elecciones.

Es imperativo celebrar un Primero de Mayo de unidad y combate al imperialista TLC, al guerrerismo, por libertades políticas y sindicales, exigiendo mejoras económicas y sociales para los obreros, campesinos y todo el pueblo. La fecha obrera será un espacio de lucha que proyectará batallas populares y la Presidencia para Carlos Gaviria Díaz, pensando en ser gobierno, inspirados en la necesidad de acumular fuerzas para la lucha por el poder popular y el socialismo.

¡Viva el movimiento de oposición al régimen! ¡Abajo la reelección de Uribe!
¡Arriba la unidad popular en América Latina y el Caribe!
¡Combatiendo Unidos Venceremos!

Comité Ejecutivo Central
Partido Comunista de Colombia (Marxista-Leninista)

¡40 años de lucha por el poder popular y el socialismo!