El 24 de mayo de 1822: Su verdad histórica

EL 24 DE MAYO DE 1822: SU VERDAD HISTORICA

Cuando en sustantivo diálogo, se habló de la trascendencia de revitalizar la razón de la lucha libertaria, surgió el tema del 24 de Mayo y varias mentes entrecruzaron existencias y fijaron sus adentros en conjunción se plantearon si podría referirme sobre la fecha heroica. Me sentí honrado por haberme dado una nueva oportunidad para compartir el enriquecimiento intelectual y cultural de tan trascendental fecha de liberación bolivariana.

Y, al recibir el honroso encargo, medité sobre si sería de interés solo la evocación de los movimientos militares de las tropas comandadas por el joven de 27 años de edad, General de Brigada, Antonio José de Sucre o, también compartir las raíces de la sublimidad libertaria de los conductores de la erradicación del colonialismo español de las Américas, o de la abolición del estatus socio-económico-políticos imperante. Creí necesario ensamblar los tres segmentos, para lograr ideas globales de la trascendencia del suceso, de ciento cincuenta minutos, celebrada en las faltas sur orientales del Pichincha.

Comenzaré, pues, por trascender los engendros del pensamiento libertario de los líderes de la emancipación de la América Española.

Entonces, la supuesta herejía, la “de los anticristo”, era penada con la muerte, usualmente en las hogueras; por estar, contra las entonces supuestas “sagradas escrituras”. Para ello establecieron la denominada “Santa Inquisición”, aquella guillotina del pensamiento libre, del desarrollo de la ciencia y la cultura. Era la libertina-conservadora Iglesia contra la abierta libertad de los Masones, o lo que es lo mismo, eran los días del oscurantismo programado y la esclavitud, contra la ciencia y la libertad. Eran los días del oscurantismo extremo domeñado por Iglesia; pero no hay que olvidar que hasta hoy se penaliza contra quienes pretenden pensar diferente de quienes se pretenden los amos de turno del Planeta.

La humanidad no estaría como estuvo ni como está, solo si los denominados pontífices de entonces y de ahora, del catolicismo, del cristianismo, pusieran e indujeran a poner en práctica los postulados de las escrituras que leen y participan. Como esto no fue y, creemos no lo será, hubo y existen seres abanderados de los postulados de esa gran trascendencia histórica, filosófica y literaria: La Biblia.

Todos sabemos que la Biblia es un ensamble de escritos dispersos, algunos de los cuales trazados centenas, cuando no miles de años antes del nacimiento de Jesús; pero, los textos se acomodaron en función de los poderes políticos y económicos representados en la Iglesia y el Estado. Sin embargo, eran latentes las ideas liberadoras, trascendiendo el inmemorial tiempo, desde antes de los días de Noé. Acaso de Hermes, quien no resume tiempo ni espacio. Pensemos y grafiquemos a Moisés, por la idea que tenemos de él. Eran los días de los iniciados, donde según Aristófanes nadie podía iniciarse si “era culpable de un crimen contra su país o contra la seguridad pública”, De esta sustantiva no vamos hablar, aunque si de sus descendientes. De los Dionisíacos de Asia Menor, seres dotados de ciencia y, para identificarse, entre sí, practicaron toques y trascendencias simbólicas.

Jesús se formó con los Dionisíacos. La supuesta misteriosa desaparición, fue su preparación trascendental y, paradójicamente, fue víctima del imperio de la Iglesia oscurantista, metálica y esclavista, por la sublimidad de trascender ideas libertarias en el pueblo, en los pueblos. Esta historia es apasionante, no vamos a ir más allá; pero, es presupuesto necesario para llegar al cuarto lustro del Siglo XVIII, cuando en Londres se fundó la masónica “Logia Americana”, gestada por el abanderado de las ideas libertarias de América: Francisco de Miranda, con la participación de Simón Bolívar, José de San Martín, Bernardo O’ Higgins, Nariño, entre tantos soñadores libertadores.

Luego de esa primaria cobija del pensamiento libertario, pero ya con antecedentes en Francia para hacer posible la Revolución en este país y que irradió a la autonomía estadounidense con Jorge Washington y a las gestas independentistas del sur del Continente Americano, encabezadas por Miranda, las ideas se consolidaron en la española ciudad de Cádiz, con la formación de la Logia “Lautaro”, en donde ya figuran el uruguayo Artigas, los sacerdotes Morelos e Hidalgo de México y tantos y tantos hombres más, cuyos nombres sería largo mencionar y que figuran en cada una de las geografías, donde robustecieron y condujeron gestas libertarias. Todos estos supuestos “herejes”, en todos sus partes militares, en todos sus documentos de Estado, en su cotidianidad, subrayaron a Dios, como sustantivo de sus acciones, por su trascendencia liberadora que representa, mas no a la sumisa que se orquesta en las iglesias y los púlpitos.

Una anécdota histórica: La Logia “Lautaro” de Buenos Aires, como otras similares y del mismo nombre en lo que hoy son Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, tuvo papel decisivo en la vida política y administrativa del vecino país del sur. Cuando después de triunfalmente haber ingresado José de San Martín a Lima, éste se negó a ocupar la Presidencia del Perú, pero dicha sociedad secreta “le exige ponerse a la cabeza de la administración del Perú”. Fue acción concertada de Bolívar, Sucre, O’Higgins, Artigas.

Antonio José de Sucre, fue aprovechado discípulo de las sustancias masónicas subrayadas por Bolívar y trascendió con creces a las enseñanzas de surcar por el camino del Bien, con espíritu de renunciación, de sacrificio, de bondad, de fe, de abnegación, de amor, de equidad, de respeto a la verdad, del valor del silencio, del análisis, del diálogo, de la persuasión positiva, de la libertad, de la democracia. Equilibrio que llevará hasta el trágico fin de sus días físico-terrenales.

El libertador Bolívar, magistralmente resumió la existencia. En su epitafio, hizo un trazo digno, sublime y transparente de lo que fue el Gran Mariscal de Ayacucho, el hacedor de las epopeyas y bizarrías libertarias:

“Como soldado, fuiste la victoria;
“Como magistrado, la justicia;
“Como ciudadano, el patriotismo;
“Como vencedor, la clemencia;
“Como amigo, la lealtad;
“Para la Gloria las tienes todo ya: Lo que te falta, solo a Dios le corresponde darlo”.

Dispensen. He visto necesaria la digresión, para entender el espíritu libertario y combativo para anochecer el colonialismo español y amanecer la libertad, la democracia, que hasta hoy esperamos hagan luz.

Estaba tentado a resumir los episodios militares del 24 de Mayo de 1822; pero creo más trascendente invitar al Comandante General de la División del Sur. Antonio José de Sucre, con su parte militar al Ministro de Defensa de Colombia, de esos días. Escuchémosle:

“República de Colombia.- Ejército Libertador.- Comandancia General de la División del Sur.

“Cuartel General en Quito, a 28 de Mayo de 1822-12- Señor Ministro:-

“Después de la pequeña victoria de nuestros granaderos y dragones sobre toda la caballería enemiga, en Riobamba, ninguna cosa había ocurrido en particular. Los cuerpos de la división se movieron el 28 (de abril), y llegaron a Latacunga el 2 ( de mayo). Los españoles estaban situados en el pueblo de Machachi, y cubrían los inaccesibles pasos de Jalupana y la Viudita. Fue necesario excusarlos, haciendo una marcha sobre su flanco izquierdo; y moviéndose el 13 llegamos el 17 al valle de Chillo (cuatro leguas de la Capital), habiendo dormido y pasado los helados del Cotopaxi. El enemigo pudo penetrar nuestra operación, y ocupó a Quito el mismo día 16 por la noche.

“La Colina de Puengasí, que divide el valle de Chillo de esta ciudad, es de difícil acceso; pero pudimos burlar los puntos del enemigo y pasarla el 20. El 21 bajamos al llano de Turubamba (que es el ejido de la capital) y presentamos batalla, que creíamos aceptarían los españoles, por la ventaja del terreno a su favor: pero ellos ocupaban posiciones impenetrables; y después de algunas maniobras, que preciso situar la división en el pueblo de Chillogallo, una milla distante del enemigo. El 22 y 23 los provocamos nuevamente a combate, y desesperados de conseguirlo, resolvimos marchar por la noche a colocarnos en el Ejido del Norte de la ciudad, que es mejor terreno, y que nos ponía entre Quito y pasto, adelantando al efecto, al señor General Córdova con dos compañías del batallón Magdalena. Un escabroso camino nos retardó mucho la marcha porque; pero a las ocho de la mañana del 24 llegamos a las alturas del Pichincha, que dominan a Quito, dejando a tras nuestro parque, cubierto con el batallón Albión. Mientras las tropas reposaban, las compañías de cazadores de Paya (del Perú) dirigido por el señor Coronel Santa cruz, Comandante dela División del Perú. A las nueve y media, dio la compañía de Cazadores con toda la división española que marchaba por nuestra derecha a la posición que teníamos; y roto el fuego se sostuvo mientras conservó municiones; pero en oportunidad llegó el batallón Trujillo, y se comprometió el combate: muy inmediatamente las dos compañías de Yaguachi reforzaron este batallón conducido por el señor Coronel morales, en persona. El resto de nuestra infantería, a las órdenes del señor General Mires, seguía el movimiento, excepto las dos compañías del Magdalena, con que el señor Coronel Córdova marchó a situarse por la espalda del enemigo; pero, encontrando obstáculos invencibles, tuvo que volverse. El batallón Paya, pudo estar formado, pero consumidos los cartuchos de estos dos cuerpos, tuvieron que retirarse, no obstante su brillante comportamiento. El enemigo se adelantó, por consiguiente, algún poco; y como el terreno apenas permitiese entrar más de un batallón al combate, se dio orden a Paya que marchase a bayoneta y lo ejecutó con un brío que hizo perder al enemigo, en el acto, la ventaja que había obtenido; y comprometido nuevamente el fuego, la maleza del terreno permitió que los españoles aún se sostuviesen. El enemigo destacó tres compañías de Aragón, a flanquearnos por la izquierda; y a favor de la espesura del bosque conseguían estar ya sobre la cima, cuando llegaron las compañías de Albión, que se habían atrasado con el parque y entrando con la bizarría que siempre ha distinguido a este cuerpo, puso en completa derrota a los de Aragón. Entre tanto el señor General Córdova tuvo la orden de relevar a Paya con las dos compañías del Magdalena; y este Jefe, cuya intrepidez es muy conocida, cargó con denuedo admirable; y desordenando al enemigo y derrotándolo, la victoria corono a las doce del día, a los soldados de la libertad. Reforzado este Jefe con los cazadores de Paya, con una compañía de Yaguachi y con las tres de Albión, persiguió a los españoles, entrándose hasta la capital, y obligándola sus restos a encerrarse en el fuerte del Panecillo.

“Aprovechando de este momento, pensé ahorrar la sangre, que nos costaría la toma del fuerte y la defensa que permitía aún la ciudad, e intime verbalmente al general Aymerich por medio del edecán O’Leary, para que se rindiese; y en tanto me puse en marcha con los cuerpos y me situé en los arrabales, destinando antes al señor Coronel Ibarra (que había acompañado en el combate a la infantería) que fuese con nuestra caballería a perseguir a la del enemigo, que observaba se dirigía a Pasto. El General Aymerich ofreció entregarse en capitulación, que fue convenida y ratificada al siguiente día, en los términos que verá V.S. en la copia que tengo el honor de someter a la aprobación de S.E.

“Los resultados de la jornada de Pichincha han sido la ocupación de la ciudad y sus fuertes el 25 por la tarde, la posesión y tranquilidad de todo el departamento, y la toma de 1.100 prisioneros de tropa, 160 oficinales, 14 piezas de artillería, 1.700 fusiles, fornituras, cornetas, banderas, cajas de guerra y cuantos elementos de guerra poseía el ejército español.

“Cuatrocientos cadáveres enemigos y doscientos nuestros han regado con su sangre el campo de batalla: además tenemos 190 heridos de los españoles y 140 de los nuestros. Entre los primeros contamos al Teniente Molina y al Subteniente Mendoza; y entre los segundos, a los Capitanes Cabal, castro y Alzura; y a los tenientes Calderón y Ramírez, y a los Subtenientes Borrero y Arango.

“Los cuerpos todos han cumplido su deber: Jefes, oficiales y tropa se disputaban la gloria del triunfo. El Boletín que dará el estado mayor recomendará a los Jefes y subalternos que se han distinguido; y yo cumpliré con el deber de ponerlos en consideración del Gobierno; en tanto hago una particular memoria de la conducta del teniente CALDERON, que habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá; pero el Gobierno de la república sabrá compensar a su familia los servicios de este oficial heroico.

“La caballería española va dispersa y perseguida por el cuerpo del Comandante Cestaris, que antes había yo interpuesto entre Quito y Pasto. El 26 han salido comisionados de ambos Gobiernos para intimar la rendición de Pasto, que creo será realizada por el Libertador: otros Oficiales marchan para Esmeraldas y Babarcoas; de manera que, en breve, el reposo y la paz serán los primeros bienes de que gozarán estos países, después que la República les ha dado Independencia y Libertad.

“La División del Sur ha dedicado sus trofeos y laureles al Libertador de Colombia.- Dios Guarde a V.S. muchos años.- A. J. De Sucre

El parte militar compartido no amerita comentarios. Por si solo retrata la gesta; Sin embargo de ello, encrespó su semblante ante el ulterior irreal e infundado auto elogio de Andrés de Santa Cruz y de sus tropas, del Comandante General de la División del Perú, quien había subrayado, en el Rímac, que fueron definidores en los combates del Pichincha. Posición impropia, irreal, faltante a la verdad, provocando en Sucre inusual y airado encrespamiento y rechazo

Es extenso el alegato sustantivo de Sucre sobre el comportamiento de las tropas peruanas en la gesta del Pichincha, por lo que solo compartiré dos acápites que resumen la actuación peruana de esos días:

“Simplemente voy a recordar a esos...con los hechos, y a decirles que recuerden con vergüenza que la única vez que sus tropas han visto la victoria, ha sido cuando las bayonetas de Colombia la han presentado, trayéndolos escoltados desde Cuenca, de donde quisieron volverse para el Perú, y de donde (excepto el escuadrón de Granaderos) los han traído por fuerza, para que alguna vez ciñesen su frente con un laurel de los bosques de ellos y sombrear a Colombia. Concluiré diciéndoles que como vuelvan a hablar de esto, publico su conducta infame, metalizada, devastadora en nuestro país, insubordinación que caracterizó su tropa, y que haré conocer sus hechos tan abominables como ellos son. Tengo datos y documentos para presentarlos al público con la figura detestable que ellos hicieron en nuestra campaña del Sur, y los pondré como son, en la imprenta, para corresponderles en conducta hostil...

“...Tienen el valor de decir que les debemos los servicios hechos por la División de Santa Cruz sobre Quito, pero olvidan que éstos eran solo retribución escasa de los que les hacía el Numancia en Lima, y que los que ahora fue a prestarles nuestra División eran puro favor, y el ardiente deseo de pelear contra los españoles, por cuya razón volaron, apenas llegaron a Guayaquil”.

Para que Sucre adjetive, la razón y las razones deben haber sido extraordinarias. Dispensen. Es como cuando un ser está profundamente enamorado y proyectado y su parte adjunta dice que no le llame más, o se vaya al cairo, sin que medien fundamentos y sustentos, pero es comprensible porque se encuentran en otra historia, extraordinariamente distinta a la liberadora. Algo de esto ocurrió entre Sucre y las tropas del Perú en esos días. Las tropas peruanas, ulteriormente invasoras con el cuencano La Mar, fueron atendidas en sumo grado durante su estada de cinco meses en la Real Audiencia y, para regresar a su país, fueron recompensados con creces, pese a su limitada intervención en el Pichincha.

Es que Sucre, como lo ha subrayado Bolívar en su epitafio, fue clemente con los vencidos y leal con sus amigos, sublime con sus sentimientos. En el epílogo de la gesta del Pichincha concedió capitulación ventajosa, a los españoles, evitándoles humillación y vergüenza. A las descritas tropas peruanas, rellenó de condecoraciones, para salvaguardar la fortaleza y unidad libertadora ante los ocupantes españoles.

En la capitulación, luego de la derrota de los españoles, ¡Qué magnánimo Sucre!, éste solo recibía la fortaleza del “Panecillo”, mientras las tropas españolas salían de ella con los honores de la guerra.

Obvio, Quito y cuánto estaba bajo la dominación española, a norte y sur de la misma, con todos los pertrechos de boca y de guerra y almacenes existentes, también pasaron a jurisdicción y administración de los libertadores.

La magnanimidad de Sucre nunca tuvo límites: Por ello, no se logra entender por qué Sucre, mantuvo los honores militares para las tropas vencidas y decidió que los oficiales “conservarán sus armas, equipos y caballos y que aquellos que deseen pasar a España serán conducidos por cuenta del Gobierno de Colombia hasta La Habana”.

Ese espíritu fue consustancial con la trascendencia masónica de Sucre, lo que repetirá con los militar y políticamente derrotados en Ayacucho y Tarquí, como también para beneficiar a los familiares de sus compañeros, heroicamente quedados en la ruta libertaria. No es anecdótica en Sucre alguna circunstancia relatada por algún historiador, en el sentido de que una madre quedó en la indigencia por carecer del sustento de su hijo, lastimosamente tributado en la campaña libertadora. Sucre pidió al administrador que de su sueldo le descuente un valor y le entregue a la deuda, hasta que la República le conceda la pensión correspondiente. Como este gesto y mucho más, Sucre fue cotidiano cuando primer Intendente del Distrito del Sur, como vencedor en Ayacucho, como Presidente de Bolivia, como parlamentario colombiano, mejor ecuatoriano, en el Congreso de Santa Fe de Bogotá.

Permítanme una licencia en esta parte: El Congreso Nacional ecuatoriano, jamás recuerda a Sucre, como sustantivo representante de esta latitud y que en el cumplimiento de su deber, a su retorno a Quito, fue asesinado en Berruecos, por las ordas conservadoras que ya asaltaban las patrias liberales y liberadas.

En este aniversario que debe estar lleno de evocativas excelencias, es necesario y lastimoso también referirnos a esas incomprensibles omisiones oficiales, porque Sucre no solo fue militar. Fue Parlamentario. Fue Estadista. Precursor de los derechos humanos. Implícito legislador de las modernas reglas de la guerra.

Volvamos a las ortodoxas líneas de esta intervención: Concomitante a la conclusión de la victoria independentista, vinieron las consecuencias jurídicas, políticas, económicas y sociales:

En lo jurídico-político-administrativo: Quedó para la historia la jurisdicción de España sobre la Presidencia de Quito, que inmediatamente entró a formar parte de Colombia, surgiendo, por primera vez, la noción de ecuatorianidad, por cuanto estos territorios liberados, ulteriormente integrados por varias provincias, formaron el primer Ecuador, nombre que inmediatamente cesó para denominarlo Distrito del Sur de Colombia.

Permítanme una necesaria digresión. Si bien en ese instante se habló de una personería jurídica y política como Ecuador, este sustantivo y superlativo nombre, comenzó a gestarse en las cartas emitidas desde Quito hacia Francia, por los personeros de la Misión Geodésica Francesa, que vino a esta latitud a medir el cuarto de meridiano terrestre, para determinar la geometría del Planeta. Ecuador era solo denunciado como la gran latitud geográfica, para significar el centro del Planeta, asimilando la misma trascendencia de nuestros primeros habitantes, quienes subrayaron a esta latitud con el nombre de Quitu.

Ulteriormente, el Congreso Constituyente de Riobamba de 1830 asimiló el nombre del Ecuador, cuando sus miembros integraron los Departamentos de Azuay, Guayas y Quito con el nombre de “Estado del Ecuador”, el “que se une y confedera con los demás Estados de Colombia en una sola Nación con el nombre de República de Colombia”, conforme rezan los dos primeros artículos de la Constitución de este año.

Sí…... No. No es verdad aquello que hasta hoy se enseña en las aulas escolares. La República del Ecuador no nació con el Congreso Constituyente de Riobamba, celebrado el 11 de septiembre de 1830, ello solo ocurre en Ambato, con la Convención Constituyente de 1835. Quienes tengan interés en certificar lo expresado, están convidados para hacerlo.

Dispensen la extensión de esta digresión necesaria. Retomo las consecuencias del 24 de Mayo de 1822. En lo jurídico, se abolieron las lacerantes Leyes de Indias; las célebres “Cédulas Reales”: se desterraron los privilegios de la nobleza española; se liberó a los criollos de la hegemonía conquistadora; fueron proclamadas las igualdades de los derechos civiles y políticos de los habitantes de la Presidencia de Quito; terminaron los impuestos que iban a parar a las arcas Reales, vale decir: Los tributos de indios, que eran los de mayor volumen y que cubrían la mitad de todos los impuestos; los diezmos que cobraba el Estado; las alcabalas que eran el 2 por ciento sobre la venta de tiendas y mercados; el almofaritazgo, un impuesto para la importación de mercaderías; los derechos de aduanas, que eran un gravamen sobre comestibles; los donativos graciosos, que eran ciertas regalías a favor del Rey; la media anata, un impuesto por haber obtenido un título o poseer un cargo público; los estancos, imposiciones sobre los monopolios de la sal, pimienta, azogue y naipes; la quinta parte de oro, porcentaje impositivo sobre el metal conseguido en lavaderos y minas y hasta el extraído de los sepulcros; la décima parte de plata, similar al anterior pero de plata; el arrendamiento y la venta de empleos, impuesto por esos conceptos pagados a las personas influyentes y magistrados.

Igualmente, en esos días concluyeron aquellos en que los habitantes tenían serias limitaciones para acceder a las enseñanzas media y superior, porque para llegar a esos niveles se exigían “limpieza de sangre”, “legitimidad de nacimiento” y “aptitudes comprobadas, que se traducían en riqueza e influencias”. Fue el fin de los días en que la mujer solo aprendía a leer en caracteres impresos y se juzgaba peligroso el que aprenda a escribir.

Este fue el trazado teórico. No faltó quien exclame que era el “último día de despotismo y primero de lo mismo”. De esta materia, si existe otra oportunidad y paciencia para escucharme me referiré puntualmente en otro momento.

He transgredido la ortodoxia del recuerdo de tan magna fecha. Les agradezco su paciencia que he observado profundamente revestida de interés para esta palabra que no tiene ánimo sino solo para compartir pasajes trascendentes de la historia Patria, lastimosamente enajenados de los textos de historia, porque a los detentadores de los poderes económico y político no les interesa que tengamos auténtica identidad, como ciudadanos ecuatorianos, con nuestra geografía, con nuestra historia.

Mayo, 2005.

Welly Panta

Con Bolívar, Alfaro Y el Che
Hasta la victoria siempre

PAL-ELA
ECUADOR