Uribe, paraco…

URIBE, PARACO...

Por: Iván Márquez / Integrante del Secretariado de las FARC-EP

Con gritos de ¡asesino, asesino! y ¡Uribe, paraco, el pueblo está berraco!, fue recibido en Washington el Presidente narco-paramilitar de Colombia, Álvaro Uribe Vélez. Un prestigioso diario norteamericano reseñó que el mandatario de marras tuvo que regresar a su país en un lamentable estado de shock por circunstancias tan adversas. Así empiezan a repudiar los pueblos del mundo la tiranía de Bogotá.

A medida que Colombia se hunde cada día más en el infierno de la narco-para- política, bendecida por la Oficina Oval, crece y se disemina el convencimiento que sólo la intervención unida y enérgica del pueblo podrá restablecer la dignidad y la soberanía, y también que es condición sine quanom expulsar a los granujas y bandidos que se han tomado por asalto el Palacio de Nariño.

Desde la campaña misma de su primer cuatrienio el gobierno narco-paramilitar de Uribe empezó a cavar con los Mancuso, los 40, los Berna, el Alemán, y todos esos alias abominables de la muerte, su propia fosa común. Suena sarcástico, y qué le vamos a hacer, si es que Colombia es un triste país de fosas comunes.

Lo nuevo de esta fatigante crisis es el resquebrajamiento de la cohesión en el alto gobierno. Lo que se está dando ahora es una vulgar pelea entre perros y gatos: Francisco Santos, el Vicepresidente, conspirando contra Uribe. Quiere empuñar las riendas del gobierno… y Uribe apagando incendios, defendiendo a sus funcionarios salpicados, a sus huestes parlamentarias y protegiendo su rabo de paja. Ahí el pueblo colombiano no tiene nada que escoger. Tanto Uribe como Santos fueron elegidos con los mismos votos viciados, las masacres y los dólares, y las motosierras del paramilitarismo.

En un bando están entonces, el Presidente Uribe, sus narco-paracos de Itagüí, los más de 80 congresistas uribistas que reconoce Mancuso, los Araújo y Jorge Noguera… y también el gobierno de los Estados Unidos con sus intereses aritméticos. Y en la otra facción, los Santos del diario El Tiempo, es decir, Pacho el Vicepresidente y su primo Juan Manuel, Ministro de Defensa, ambos posando hipócritamente como palomas inmaculadas.

Desde hace algún tiempo el Vicepresidente anda exhibiendo feliz la cabeza de la ex cancillera María Consuelo Araújo quien tuvo que renunciar acusada de ser cuota del paramilitar Jorge 40 en el gabinete ministerial. Ahora afirma Santos que “30 ó 40 congresistas, de pronto más,” tendrán que ir a la cárcel en el marco del escándalo de la narco-para-política…, opinión que respalda su primo, el Ministro de Defensa Juan Manuel Santos.

Era obvio que la respuesta de algunos congresistas no se iba a hacer esperar. Muy airados y orondos reclamaron “presunción de inocencia”. Cómo sorprende escucharlos invocar ahora este derecho universal, acogido por Colombia como precepto constitucional, cuando nada hicieron para impedir la violación de este derecho en momentos en que Uribe desataba esa cacería de brujas, esas impresionantes redadas fascistas que colocaron tras las rejas a más de 150 mil ciudadanos inocentes. Tampoco se les ha escuchado una objeción a la antipatriótica extradición de más de 500 nacionales a los Estados Unidos sin que se les hubiese permitido defenderse aquí, o ser vencidos en juicio.

Nos parece bien que se reivindique el derecho de todos, no sólo de los parlamentarios, a la presunción de inocencia frente a un sistema jurídico injusto y arbitrario. Cuánto necesita Colombia un Poder Moral que actúe como dique que contenga los abusos del poder contra los ciudadanos.

Pero volvamos al enfrentamiento entre los cogollos: el Vicepresidente Santos tuvo que admitir que se reunió en épocas no muy lejanas en Valledupar, en casa de los Araujo, con los señores del narcotráfico y la muerte, Jorge 40 y Salvatore Mancuso…Valdría la pena averiguar también, con quiénes se reunió Uribe en esa misma ciudad el 8 de de agosto de 2002, un día después de su posesión como Presidente de la República.

Este es un gobierno despreciable que no merece credibilidad internacional ni nacional, así la actual administración de la Casa Blanca lo eleve al pedestal del engaño calificándolo como uno de los gobiernos más legítimos del mundo.

Son muy respetables las percepciones de personajes de la política mundial como el ex vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore, la presidenta del Congreso norteamericano Nancy Pelosi, los senadores James McGovern, Charles Rangel y muchos más, que cuestionan las actuaciones y métodos del gobierno del señor Uribe.

Y razón no les falta. Pinochet, por ejemplo, se quedó chiquito frente a las barbaridades del monstruo de los Andes que hoy gobierna a Colombia. Los gobiernos del mundo, como lo solicitaron las FARC en reciente carta abierta, debieran retirarle todo respaldo y credibilidad a este régimen de arbitrariedad. Acaba de revelar en indagatoria el señor Mancuso que el anterior Ministro de Interior y Justicia, Sabas Pretel de la Vega, se reunió con ellos a nombre de los empresarios…

Con razón resuenan todavía en la conciencia mundial esos gritos de denuncia del pueblo de los Estados Unidos contra Uribe. Esas consignas de indignación, acompañadas de la exigencia de que renuncie por ilegítimo e ilegal deben entonarse por los pueblos del mundo donde quiera el Presidente narco-paramilitar asome sus narices; y deben también presidir las próximas movilizaciones sociales en Colombia.

El pueblo que está perdiendo el miedo frente al terrorismo de Estado, tiene la palabra.

Montañas de Colombia, mayo 11 de 2007