A mi pueblo

A MI PUEBLO

El revolucionario ama la vida. Porque, aunque sufre internamente sus dolores y los dolores de todos sus hermanos, vive para aplastar ese dolor. Por eso, a pesar de tanto dolor, es feliz.

El revolucionario ama el mundo. Porque, aunque vive en un mundo de miseria, injusticia, odio; aunque sufre más que nadie la miseria de todo el mundo, vive para cambiar ese mundo. Por eso ama al mundo el revolucionario; porque aunque vive en un mundo-infierno vive para transformarlo en un mundo-cielo.

Vive en un mundo de odio y lucha para volverlo mundo de amor. Ser revolucionario es amar al mundo, amar la vida, ser feliz. Por eso no huye de la vida, sabe que es su obligación vivir para luchar y le gusta vivir. ¡Pero tampoco huye de la muerte!

Porque también muriendo se combate; porque también muriendo se transforma al mundo. Porque también muriendo se ama la vida ¡Porque también muriendo se vive! Por eso también le gusta morir.

Y para el revolucionario peruano no es desgracia morir. No puede ser desgracia que mi sangre vaya a ese río combatiente y rojo por donde está corriendo y luchando la sangre de Lucho Zapata, de De La Puente, de Lobatón, de Heraud, de Vallejos, de Velando. No es desgracia dar un abrazo ¡Tierra o Muerte! a Remigio Huamán en la sangre Padre, la de Túpac Amaru el eterno.

Morir para la vida como un vietnamita, es felicidad. Morir para la muerte del imperialismo, del capitalismo, del gamonalismo. Morir para la muerte del hambre, la miseria, la ignorancia. Morir no es desgracia cuando se ve cerca la aurora. Cuando se nota, se siente el despertar masivo del campesinado. Cuando se ve a los obreros reconstruyendo paso a paso la auténtica Central Obrera de Mariátegui para barrer con el capitalismo y sus aliados. Cuando se ve al estudiantado marchar de la mano con obreros y campesinos, consciente de su misión histórica.

No es desgracia la muerte militante. Para el revolucionario eso es morir de muerte natural. ¿Cómo no morir feliz sabiendo que antes que mi sangre coagule muchos gorilas estarán preparando viajecitos “por motivos de salud” hacia Miami o cualquier otra guarida de traidores? ¿Cómo no morir feliz sabiendo que ése será el comienzo del éxodo de la gusanería? SI, porque mi pueblo está demostrando que toda la oligarquía peruana y sus lacayos tendrán que apresurarse en seguirles.

Porque se acerca el día. ¡Y ellos también lo saben!
¡TIERRA O MUERTE! VENCEREMOS.

El Frontón, 24 de noviembre de 1966

HUGO BLANCO G.