Carlos Fonseca: "No hay islas en la lucha revolucionaria"

Entrevista a Carlos Fonseca

"NO HAY ISLAS EN LA LUCHA REVOLUCIONARIA"

Periódico Universidad, San José, Costa Rica, 1970.

-¿ Qué papel le atribuye usted a la universidad en el proceso de cambio social?

-Tanto los estudiantes como los demás elementos que integran la universidad, juegan un papel importantísimo en el proceso revolucionario. Pero éste debe estar vinculado con el de los demás sectores populares. A los obreros y campesinos les corresponde la parte estratégica, mientras que a los universitarios, sobre todo en estos países sumidos en el analfabetismo, les corresponde ser el sustento ideológico, para facilitar la existencia de una adecuada conciencia revolucionaria. Muchas veces se dice que el sector universitario está participando en la lucha revolucionaria, y sin embargo, no hay vinculación entre el estudiante y la fábrica, el barrio, o el campo, o incluso las prisiones. Es pues necesaria una identificación de los estudiantes como obreros, como campesinos, como pobres, como humillados, como explotados, como oprimidos. La participación revolucionaria debe ser integral, debe ser intelectual y práctica a la vez. Es necesario entregarle tiempo a la lucha, y las clases enemigas han comprendido muy bien la importancia de este factor tiempo. Por ejemplo, los técnicos de Estados Unidos tratan de atiborrar los programas de estudios, con el fin, no de que se eleve la preparación, sino de ocupar el tiempo de los estudiantes, e impedirles una militancia revolucionaria.

(Interviene el joven Humberto Ortega Saavedra para decir: También vale la pena hacer notar la participación del estudiante joven, los liceístas y los de primeros años en la universidad, pues los que llegan a los últimos años de carreras profesionales es porque no tienen interés en la revolución; son muy pocas las excepciones de los que siguen siendo revolucionarios cuando ya están ligados a su profesión. Me refiero a los que comienzan la militancia revolucionaria cuando ya están por graduarse, pues en ese momento, ya están también comprometidos con el sistema que les está ofreciendo posibilidades para alinearse en él. Entonces puede ser más grande la atracción del sistema que la fuerza de la militancia que se inició tarde).

-Desearíamos saber su opinión sobre el estudiante costarricense, Carlos.

-Hemos tenido contacto y hemos observado actividades de los estudiantes de Costa Rica. Sin ningún interés de exagerar cualidades o defectos, pues ninguna de las dos cosas es positiva, creemos que participan en buena medida de la inquietud de la juventud mundial, de las juventudes de los pueblos oprimidos. Aquí tenemos como ejemplo al compañero Plutarco Hernández, quien era estudiante costarricense y ha corrido los riesgos de los miembros del Frente Sandinista. Se habla del conformismo del estudiante costarricense de una manera exagerada, lo que nosotros sí observamos, es que en Costa Rica tiene mucha influencia el sector político conformista, el cual ha detenido el movimiento estudiantil. Pero los hechos indican que esta influencia es cada día más limitada. Las jornadas en contra de las leyes que favorecen a los inversionistas de Estados Unidos, es un ejemplo de la decadencia del dominio de este sector, y todo lo hemos podido ver. Sabemos que cada día crecen elementos más revolucionarios, más identificados con el pueblo, elementos de la juventud conscientes que solamente un cambio radical puede transformar la realidad costarricense, que en gran medida participa de los problemas que sufren los pueblos oprimidos. Aquí, precisamente, en esta penitenciaría central, vivimos nosotros parte fundamental del drama de prisión de los costarricenses: problemas de la explotación de los vicios, de la malversación del presupuesto supuestamente dedicado a favorecer a los prisioneros; el abandono en que se encuentran miles que están en prisión que padecen no sólo miseria material, sino la más horrenda miseria humana. Esto no pasa en África, ni en el sudeste asiático, esto pasa aquí, en la capital de Costa Rica. Cada día los estudiantes se comprometen mejor y se disponen a actuar de acuerdo con esta realidad.

-Carlos, ¿qué elementos de solidaridad encuentra usted entre el grupo que representa y el resto de los revolucionarios latinoamericanos?

-El elemento de solidaridad fundamental es la unidad en el enfrentamiento con un enemigo común: tupamaros, sandinistas, guerrilleros de Guatemala, Colombia, Brasil, Venezuela, de toda la América Latina, se enfrentan al mismo enemigo imperialista, que saquea nuestros recursos. Cada día se coordina mejor la lucha para enfrentarlos y para que la victoria' de nuestros pueblos sea una sola. Ya no hay islas en la lucha revolucionaria. Al originarse en una serie de países, la juventud latinoamericana se inspira en el camino hacia la revolución, hacia la liberación definitiva.

-La victoria del doctor Allende, en Chile, ha traído una aparente alternativa al cambio social que no es precisamente a través de la violencia. ¿Cree usted que es factible esta forma de transformación para el resto de América Latina, dadas las actuales circunstancias?

-Indudablemente sentimos una gran satisfacción por la importante victoria que ha tenido el pueblo de Chile. Creemos que a medida que se desarrollen los acontecimientos, se va a confirmar el hecho de que el enemigo se niega a renunciar a sus problemas. En Chile están desempeñando un papel bastante acentuado las formas no violentas de lucha, pero no podemos trasladar este ejemplo a otros países de América Latina. El movimiento socialista chileno, prácticamente se remonta a mediados del siglo pasado. En Centro América el movimiento clasista por una transformación social de reivindicación proletaria, es hasta en este siglo, y ya un poco avanzado, que alcanza importancia. Mantenemos nuestra posición de que la garantía fundamental del triunfo revolucionario son los oprimidos y explotados en armas. La violencia es el medio fundamental de lograr la transformación de una sociedad no revolucionaria. Para nosotros, esto es indiscutible. Lo que sí puede discutirse, es el mayor o menor grado que asuma, pues puede variar de un país a otro. Es el propio sistema el que impone la violencia, las propias clases que se favorecen con el sistema caduco, los contrabandistas, los malversadores, los inversionistas, todos estos elementos que nunca se ha visto que cedan voluntariamente sus intereses.

-La pasividad y conformismo de gran parte de los costarricenses, se debe no a falta de motivos, sino más bien de motivación. ¿Qué acciones concretas cree que sean más efectivas para motivar a un pueblo?

-Es posible que en cierto momento haya que enfrentar el problema de llevar a cabo acciones que asusten al pueblo, pero viendo bien las cosas, aquí en Costa Rica, ¿quién está haciendo cosas que asusten? Entonces, por qué hablar de un problema que no existe. El peligro que existe, más bien, es el de estar haciendo cosas que causan un tremendo sueño, un tremendo letargo, es decir, no se está encauzando la preocupación por la realidad del pueblo. No podrá haber un movimiento revolucionario si no hay revolucionarios, y no podrá haber revolucionarios, mientras no haya personas que le dediquen su vida entera, su tiempo entero, su sueño, su vigilia, a la pena del pueblo.

-¿Qué lo motivó a usted para intervenir en el movimiento revolucionario, Carlos?

-La convicción de que en estos países, la persona que tiene el privilegio de adquirir cierta instrucción, tiene el deber de entregar estos conocimientos, por modestos que sean, al destino de las mayorías que no han tenido la oportunidad de tocar un papel, de tocar un libro. Haber puesto los pies en la universidad es una facultad que multiplica nuestra obligación de participar en el afán de hacer la liberación por el cambio revolucionario, por el cambio social.

-¿Cuál es la opinión del compañero Plutarco?*

-Ver la miseria, la prostitución, el analfabetismo y la mala forma en que viven nuestros pueblos, nos induce a participar en la revolución. La forma en que son oprimidos, explotados, todo esto a nosotros nos inclina a rebelarnos, a buscar algo mejor para el pueblo, a tratar de lograr otra forma de desarrollo. Analizándolo económicamente llegamos al convencimiento de que esa explotación es inicua. El economista argentino, Raúl Prebisch, decía que por cada dólar que invierte Estados Unidos en América Latina, saca cinco. Ya pueden comprender en qué forma es evidente la explotación en nuestros países. Por otro lado, Estados Unidos prefiere que estos países vivan en el subdesarrollo, vivan del monocultivo. Además, no les conviene que estos pueblos comercien entre sí, y lo hacen sólo en un diez por ciento, de manera que Estados Unidos absorbe prácticamente todo el comercio.

-Carlos, ¿qué tiene que decir respecto a la relación entre Nicaragua y Costa Rica?

-Es bueno referirse al derecho constitucional y universal al asilo que tienen, en Costa Rica, los perseguidos por la tiranía que oprime a Nicaragua. Ese derecho ha sido vulnerado, y esta situación corre peligro de empeorar. Hay amenazas contra la vida de los compañeros perseguidos por la tiranía en Nicaragua, por parte de los propios cuerpos represivos de Costa Rica. Sabemos que hay solidaridad de parte de un sector amplio del pueblo de Costa Rica, pero también hay sectores que son hostiles a esta solidaridad. Nosotros decimos que la hay, porque hemos visto a muchos costarricenses hacer grandes sacrificios por la revolución nicaragüense. Confiamos en que el ejemplo de estas personas se extienda y nuestro pueblo reciba el respaldo fraterno del de Costa Rica. Pero esta unión no es sólo en la lucha de un pueblo sino que también es, en gran medida, la lucha propia, pues los intereses de esa tiranía se proyectan directamente en Costa Rica, por lo que es interés propio de los costarricenses respaldar las protestas contra ella. Es oportuno recordar que el Congreso de Estudiantes Universitarios Centroamericanos, que se celebró en Tegucigalpa en 1960, estableció el 23 de julio como día de los estudiantes universitarios centroamericanos. Esta fecha corresponde al desfile de estudiantes nicaragüenses ametrallados en 1959. Muchos perecieron y otros resultaron heridos. Pero lamentablemente este acuerdo no ha sido cumplido y se ha pasado por alto la conmemoración de ese día.

-¿Qué diferencias esenciales de fondo y forma, si las hay, ve usted entre el régimen nicaragüense y el costarricense?

-Ambos son víctimas del imperialismo y la oligarquía. En los dos países se mantienen estos intereses antipopulares por medio de la fuerza y el engaño. En Costa Rica se hace más uso del engaño y en Nicaragua de la violencia, pero en ambas partes se usan las dos.

-¿Considera que el uso de la violencia hace más difícil la concientización del pueblo?

-Ya quisiéramos nosotros las posibilidades que hay aquí de vincularse a una serie de sectores populares sin gran represión. Las posibilidades que existen en Costa Rica de ligarse a las masas, son un factor que puede acelerar su organización y la lucha revolucionaria. Pero los revolucionarios deben aprovechar las más diversas situaciones como por ejemplo, en Costa Rica, los valores tradicionales de super-democracia y respeto a la vida. Nosotros quisiéramos que en Nicaragua existieran las mismas condiciones de menos violencia. Y, no porque queremos que haya sangre, sino porque queremos que haya menos sangre, utilizaríamos la situación para desarrollar con mayor fuerza nuestra conexión revolucionaria.

Sabemos de la lucha popular nicaragüense que durante días pasados encabezaron los estudiantes contra la tiranía del país. Se expresó solidaridad de una serie de lugares. En Costa Rica se dijo que el movimiento estudiantil haría un desfile que no se llevó a cabo. Nos extrañó que se prometiera gritar contra una tiranía que está masacrando, que está arrancándonos vida y sangre a los nicaragüenses y que al fin no se hiciera nada.

-El desfile no se hizo porque se dijo que habían desaparecido los motivos por los que se iba a hacer. ¿Qué opinión tiene de ésto, Carlos?

-Me parece como si estuviéramos en el Polo Norte y no apenas a unas pulgadas de esa tiranía que llega hasta Costa Rica, a Guanacaste. ¡Cómo no saber que hoy y mañana seguirá siendo necesario exigir al régimen que oprime a Nicaragua, respeto a las vidas, para frenar al menos la opresión! Prometa o no prometa esta tiranía, los pueblos tienen que exigirle que cese en sus desmanes contra el pueblo mártir de Nicaragua. Muchas personas se preguntan cómo es posible que se haya prolongado por 40 años la tiranía que sufre Nicaragua. Quiero decir una cuestión al respecto. Esta tiranía fue impuesta por una intervención extranjera, estadounidense, de miles de hombres, no fue una farsita electoral la que la impuso, sino una intervención de miles de soldados de Estados Unidos que organizó y estableció un ejército de criminales, de miles de hombres, los dotó de tanques, de aviones, de ametralladoras, de cañones, y con este tipo de instrumentos se ha mantenido.
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*Plutarco Hernández, de nacionalidad costarricense, en ese entonces militante sandinista, abandona la lucha en 1978.