Declaración conjunta de cuatro organizaciones marxistas-leninistas latinoamericanas

COMUNICADO DE PRENSA

En un lugar de América Latina, durante los días 29 y 30 Septiembre de 1978, ha tenido lugar un Encuentro entre las Delegaciones de los Comités Centrales del Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista), del Partido Comunista Revolucionario de Chile, del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador y del Comité Político Nacional del Partido Bandera Roja de Venezuela.

Este Encuentro ha tenido como principal objetivo el intercambiar experiencias acerca de la lucha revolucionaria de clases en los respectivos países, analizar las características y tareas comunes de esta lucha en el plano continental, examinar la actual situación y los problemas fundamentales que enfrenta el Movimiento Comunista Marxista Leninista Internacional y establecer los deberes que, conforme al Internacionalismo Proletario, todos y cada uno de nuestros Partidos tienen que asumir en defensa del marxismo-leninismo y la Revolución Socialista y Proletaria Mundial.

Unánimemente, las Delegaciones de los Partidos reunidos han resuelto publicar una Declaración Conjunta en la cual expresan su opinión sobre los problemas debatidos y las tareas que se comprometen a impulsar.

América Latina, 8 de Octubre de 1978.
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DECLARACION CONJUNTA

Las Delegaciones de los Comités Centrales del Partido Comunista de Colombia (m-l), del Partido Comunista Revolucionario de Chile, del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador y del Comité Político Nacional del Partido Bandera Roja de Venezuela, reunidos en Septiembre de 1978, en un lugar del Continente, expresan en la siguiente Declaración Conjunta sus puntos de vista acerca de los problemas fundamentales que enfrenta la lucha revolucionaria de clases en nuestros países y sobre la situación actual por la que atraviesa el Movimiento Comunista Marxista Leninista Internacional.

I. La dominación del imperialismo norteamericano en América Latina

América Latina se ha transformado en el «patio trasero» del imperialismo norteamericano, desde cuando éste, hace alrededor de 1OO años, desplazó en lo fundamental la dominación del imperialismo inglés, exceptuándose a Cuba, que hoy se ha convertido en un eslabón más de la dependencia del social-imperialismo soviético.

El imperialismo norteamericano, como todo imperialismo, se caracteriza por la exportación de capitales, la rapiña por el reparto de mercados y áreas de influencia, la explotación y el saqueo de recursos naturales y materias primas de otros países y la expoliación y opresión en todas las esferas contra el proletariado de su país y contra el proletariado y los pueblos por él dominados.

El imperialismo, como capitalismo agonizante, está afectado por crisis periódicas que son cada vez más agudas y cuyos ciclos se repiten con más frecuencia. En la actualidad atraviesa por una profunda crisis en todos los órdenes, no obstante lo cual conserva aún cierta capacidad de maniobra que le permite sortearla en forma transitoria, utilizando diversas formas y métodos para descargarla sobre el proletariado y los pueblos del mundo, particularmente en los de América Latina. Pero ninguna de sus innovaciones creadas con el afán de encubrir su dominación o de trasladar su crisis, modifican su carácter agresivo, explotador y opresor.

Los monopolios norteamericanos explotan directamente las diversas ramas de la economía de nuestros países. Tienen fuertes inversiones asociadas con el Estado o con capitalistas particulares en numerosas empresas clave de todo tipo. Ha logrado generar una fuerte dependencia de la economía de nuestros países a través del control de la tecnología, del comercio, del financiamiento y de préstamos usureros por medio de instituciones de crédito manejadas por el gobierno norteamericano o por Bancos privados de ese país. Obtienen una parte importante de la plusvalía extraída a los obreros directamente a través de empresas mixtas, de comercio o del arrendamiento de patentes (royalties) a las empresas de nuestros países. Controlan la tecnología para obtener pingues utilidades a través de los contratos de transferencia o de servicios. Se benefician del monopolio comercial que han impuesto a nuestras naciones vendiendo a elevados precios repuestos, maquinaria, combustible, excedentes agrícolas, etc., mientras se llevan las materias primas del Continente y otros productos a bajo precio. Particularmente, en los últimos años, ha intensificado sus inversiones directas para apoderarse por completo de la industria manufacturera. Los acuerdos de integración, tales como ALALC, Pacto Andino, Mercado Común Centroamericano, SELA, etc., sirven a estos intereses del imperialismo.

Los sistemas de opresión contra los pueblos, considerando las inevitables particularidades de cada país en líneas generales, se amoldan a las necesidades de la política de explotación y dominación del imperialismo norteamericano en el Continente y en el plano mundial. En el período de la Segunda Guerra Mundial, presionado por la lucha económica y política de las masas populares y debido a la necesidad de aliarse con la Unión Soviética para combatir al fascismo, permitieron la formación de frentes únicos antifascistas y toleraron la existencia en América Latina de democracias burguesas en las que tenían vigencia ciertos derechos democráticos relativamente amplios. Terminada la Guerra Mundial y en los marcos de la guerra fría contra la URSS, el imperialismo norteamericano comenzó a propiciar dictaduras legales o abiertas en diversos países y a eliminar las garantías democráticas anteriormente establecidas. Posteriormente, temeroso de que el ejemplo de la Revolución Cubana se extendiese a otros países del Continente, propiciaron la llamada «Alianza para el Progreso». Mediante esta política impulsaron algunas reformas que afectaban en cierto grado a algunos monopolios criollos y especialmente a los sectores latifundistas, con vista a apoderarse de la industria manufacturera en algunos países del Continente. Para concretar esta política, aceptaron nuevamente la vigencia de regímenes de democracia burguesa y estimularon demagógicamente tendencias populistas. Claro ejemplo de esta política fue el gobierno de la Democracia Cristiana en Chile, entre los años 1964-1970, ligado estrechamente a estos planes del imperialismo norteamericano. Más adelante, ante el fracaso de esta política demagógica, no obstante haber logrado intensificar la explotación y el saqueo de nuestros países, y frente al ascenso de la lucha de las masas, propiciaron en casi todos los países latinoamericanos la instauración de feroces golpes de estado, o utilizando regímenes seudo-democráticos tan sanguinarios como esas dictaduras. Por último, en la actualidad, dado el fuerte repudio que han recibido estos sanguinarios regímenes militares fascistas y su aislamiento interno e internacional, dada la crisis económica y la situación explosiva que ha generado la superexplotación de las masas en nuestros países, el imperialismo norteamericano está haciendo esfuerzos para facilitar la reinstalación de regímenes -siempre a su servicio- en que se acepten ciertos derechos propios de las democracias burguesas. Pero, asegurando que estos regímenes de recambio, queden bajo la tutela de las fuerzas armadas reaccionarias, prestas a reprimir al pueblo y a reimplantar la dictadura abierta, cuando peligre su dominación.

Los cambios respecto a los sistemas de opresión vigentes en nuestro Continente, ya sea la implantación de regímenes de dictadura que ejercen una brutal represión, o de regímenes represivos en que tienen vigencia ciertos derechos democráticos burgueses, dependen, más que de los cambios políticos en el gobierno de los Estados Unidos y de las contradicciones en el seno de las clases dominantes en cada país, del poderoso ascenso de la lucha de las masas. Frente al constante ascenso de las luchas democráticas y antiimperialistas de nuestros pueblos, el imperialismo y la reacción interna acuden a la represión y a la implantación de sanguinarias dictaduras que barren con todos los derechos democráticos, tratando así de defender sus intereses y privilegios reaccionarios. Por otra parte, este mismo desarrollo de la lucha popular, pese al terror y a la arbitrariedad fascista, obligan a menudo a los sectores reaccionarios y al imperialismo a tomar la iniciativa y a favorecer la implantación de regímenes democráticos en los que se otorguen ciertas libertades. Se proponen así, con la complicidad de los oportunistas, aminorar la presión revolucionaria, temerosos que desemboque en un poderoso e incontrolable movimiento de masas capaz de derrocar a la dictadura que han impuesto.

Precisamente, en el presente, junto con el desarrollo cada vez más ostensible de la lucha revolucionaria de masas en el Continente, en ascenso no obstante la represión predominante, existe de parte del gobierno norteamericano el intento de presentarse como «defensor» de los derechos humanos y como «opuesto» a las dictaduras fascistas.

Los revisionistas con el pretexto de que hay que obtener del imperialismo yanqui un reemplazo de las actuales dictaduras, frenan la lucha popular tendiente a su derrocamiento y a la destrucción de sus aparatos represivos. Se ofrecen como apaciguadores de la lucha de clases a cambio de recibir la limosna de ciertos derechos y garantías legales, el reemplazo de dictaduras abiertas por otras encubiertas también al servicio del imperialismo. Un reemplazo de las actuales dictaduras provocado por el propio imperialismo yanqui y los reaccionarios locales, conducirá sin duda, a formas de gobierno que continuarán sirviendo a la política de explotación del imperialismo y de sus aliados reaccionarios en cada país. En último término, lo que buscan es dejar intacto el sistema represivo, aunque disfrazado bajo un régimen aparentemente democrático, listo para reimplantar la dictadura cuando el pueblo intensifique sus luchas y la democracia burguesa sea incapaz de frenarlas. Y este es el juego al cual sirven los revisionistas al tratar de frenar la lucha antidictatorial de las masas populares.

La política del imperialismo norteamericano y de las clases dominantes en nuestros países, hasta ahora, se concreta en un ciclo infernal de: dictaduras legales que reemplazan a los regímenes fascistas y de regímenes fascistas que sustituyen a esas democracias burguesas, de gobiernos civiles derrocados por los militares y de gobiernos militares a los que suceden reaccionarios de civil. Ambos tipos de gobierno, pese a sus diferencias y a las particularidades que asumen en cada país tienen en común el estar al servicio del imperialismo norteamericano y de los reaccionarios internos (salvo en Cuba que sirve al social-imperialismo soviético). Ambos explotan al pueblo y se oponen a sus luchas a través de la represión y del engaño, aunque utilizando éstas armas en un grado diferente. Ambos, además, concentran los poderes fundamentales del ejecutivo y tienen como pilar básico de su dictadura -legal o abierta- a las fuerzas armadas.
Nuestros partidos coinciden en la necesidad de aprovechar las diferentes coyunturas políticas que como consecuencia de las luchas de nuestros pueblos y de los vaivenes de la política del imperialismo y sus lacayos, se dan en nuestros países. En el fragor de la lucha de clases, debemos disputar palmo a palmo la dirección de las masas populares, luchar por la democracia y aprovechar al máximo la apertura democrática y la legalidad burguesa que arrancamos a nuestros enemigos.

Este ciclo «democracia burguesa - dictadura abierta» no se ha roto, fundamentalmente, por las limitaciones que adolece el movimiento revolucionario y popular. De nosotros y sólo de nosotros depende que la lucha en el futuro se libre en todos los planos, y planteando la alternativa popular revolucionaria ponga fin a este juego del imperialismo y la reacción.

Estos gobiernos de uno u otro tipo, al mantener la dependencia de nuestras naciones y pueblos del imperialismo norteamericano y de otros imperialismos menores al mantener la explotación por parte de los sectores más reaccionarios en cada país, condenan a nuestras economías a la deformación y al atraso e impiden eliminar las formas pre-capitalistas que subsisten en la agricultura en el Continente, intensificando la crisis económica-social. Someten a nuestros pueblos al hambre, a padecer todo tipo de enfermedades sociales, a la vejez y muerte prematura, a sufrir la escasez de viviendas, el analfabetismo, la desocupación crónica abierta o disfrazada y todos los males fruto de la explotación y la miseria, que se acentúan con el desequilibrio entre el crecimiento de la población y el lento crecimiento económico de los países de América Latina.

Nuestros pueblos, y en primer lugar el proletariado de América Latina, no se resignan por cierto a esas condiciones de explotación, opresión y miseria. Luchan resueltamente contra ellas pese a la feroz represión que en determinados momentos desatan las clases reaccionarias y el imperialismo.

Si bien, lo sectores reaccionarios de nuestros países, que sirven a la vez de instrumentos a la dominación imperialista, difieren de un país a otro y tienen a menudo contradicciones secundarias entre si, no vacilan en unirse y apoyarse mutuamente para mantener al pueblo encadenado y oponerse a su lucha revolucionaria. Particularmente evidente, es la interrelación y coordinación de las policías y fuerzas armadas reaccionarias del Continente. El propio imperialismo norteamericano, enemigo común de nuestros pueblos, se ha encargado de establecer sólidos vínculos entre las fuerzas policiales y militares de los países de Latinoamérica, a través de la Junta Interamericana de Defensa, mediante diversos pactos y acuerdos de ayuda mutua, promoviendo reuniones periódicas de sus Altos Mandos, educando a sus efectivos en Panamá, en Tolemaida (Colombia) y otras escuelas comunes, uniformando sus armamentos y técnicas, efectuando maniobras conjuntas como las Operaciones Unitas, intercambiando informaciones policiales y experiencias en los métodos de tortura y otros procedimientos represivos. Particular atención merece el siniestro papel de espionaje que desarrolla la CIA, que a su vez utiliza, dirige y coordina las fuerzas represivas de nuestros países según sus necesidades.

En el aspecto político y económico, como es sabido, el imperialismo norteamericano trata de unificar al Continente mediante diversos organismos. En el aspecto político, a través de la organización de Estados Americanos (OEA) y de otros organismos de diferente carácter. Promueve así mismo, la división y el control del movimiento sindical a través de la intervención de centrales sindicales y agentes a su servicio. En el aspecto económico, son conocidos los organismos regionales y sub-regionales que el imperialismo impulsa para unificar y controlar la economía de acuerdo a sus intereses. Respecto a lo ideológico, podemos constatar como la dependencia cultural respecto al imperialismo y la pérdida de los valores culturales propios de nuestros pueblos se hacen cada día mayor. También, en este aspecto, existen numerosos acuerdos de los gobiernos reaccionarios del Continente, de las Universidades y diversas instituciones con el imperialismo norteamericano. Todo esto, sin considerar la enajenación y decadencia cultural que a diario y en gran escala, el imperialismo está introduciendo a través de los medios de comunicación como plantean los revisionistas chinos, promotores de la teoría de «los tres mundos» -so pretexto de que son opuestos al social-imperialismo soviético.

Es preciso tener claro que, la oposición actual de los reaccionarios al social-imperialismo soviético es absolutamente diferente a la oposición y lucha de los pueblos en su contra. Lo mismo sucede con la oposición que los sectores ligados al revisionismo soviético mantienen respecto al imperialismo norteamericano. A decir verdad, nuestros pueblos que luchan en primer lugar contra el imperialismo norteamericano lo hacen a partir de su propios intereses, por los auténticos intereses de la liberación y el socialismo, y no confunden estos intereses con los del social-imperialismo soviético y sus agentes en Latinoamérica, que levantan consignas anti-norteamericanas, pero, con el fin último de crear condiciones para reemplazar esta dominación por la del social-imperialismo soviético.

Los reaccionarios se oponen al social-imperialismo soviético, porque este promueve a través de sus agentes revisionistas el reemplazo del sistema de explotación existente en nuestros países por otro: el capitalismo de estado. Porque este cambio de sistema de explotación se hace a expensas de algunos sectores de la vieja burguesía que sería reemplazada por otra crecida al amparo del aparato estatal, y porque además, pretende desplazar la dominación norteamericana sobre nuestros pueblos, para implantar la del social-imperialismo soviético. La oposición de los sectores reaccionarios al social-imperialismo soviético, no tiene nada de progresista y de favorable a los pueblos. Sólo tiende a mantener y a reforzar el actual sistema de explotación y dominación imperialista. Los revisionistas chinos, al levantar su teoría de «los tres mundos», en la que propician la alianza del pueblo con estos sectores reaccionarios y con el propio imperialismo norteamericano -con el pretexto de que se oponen al social-imperialismo soviético- no son más que sirvientes de la actual dominación norteamericana y reaccionaria sobre América Latina. Es claro que esto lo hacen en beneficio de sus propias aspiraciones hegemónicas en oposición al social-imperialismo soviético.

Los revisionistas criollos pro-soviéticos, por su parte, se oponen y levantan consignas contra el imperialismo norteamericano, con el único objeto de engañar a los pueblos y utilizarlos en sus fines de minar la dominación yanqui y crear condiciones para reemplazarla por la dominación soviética. Lo que buscan en último término, no es la liberación de nuestros pueblos ni menos la construcción de un auténtico socialismo sino, por el contrario, la implantación de regímenes de dictadura social-fascista a semejanza de los de Europa Oriental y Cuba, desarrollar un tipo de capitalismo de estado y reemplazar la dominación norteamericana por la del social-imperialismo soviético. Esto corresponde a la lucha por esferas de influencia, por un nuevo reparto del planeta y por la hegemonía mundial del social-imperialismo soviético contra el imperialismo norteamericano.

En la lucha revolucionaria de los pueblos, es preciso también tener en cuenta que el imperialismo norteamericano, para ejercer su dominación y explotación sobre nuestros países no se apoya tan sólo en sus aliados tradicionales, los sectores monopolistas y latifundistas. En especial, los sectores monopolistas norteamericanos, interesados en desarrollar el capitalismo dependiente en América Latina y en apoderarse de las industrias manufactureras clave, se han apoyado, en algunos de nuestros países, en sectores capitalistas más dinámicos, capaces incluso de emprender algunas reformas a expensas de los sectores más retrógrados y de encabezar corrientes populistas demagógicas. Estos sectores burgueses pro-yanquis arrastran sectores de masas, no sólo haciendo reformas demagógicas con los poderosos medios que les proporciona el imperialismo, sino también, echando mano de prejuicios religiosos, nacionalistas o de otro tipo y, especialmente, promoviendo el anticomunismo sobre la base de presentar como tal los regímenes de explotación y dominación existente en la URSS y demás países sometidos a ella. Estos sectores, en la medida en que surjan o revivan contarán no sólo con el apoyo del imperialismo norteamericano, sino qué también con el ferviente y poderoso apoyo de los revisionistas chinos, propulsores de la teoría de «los tres mundos». El dejarse deslumbrar por esta demagogia reformista, el no comprender que son peligrosos enemigos de la revolución, el impresionarse por sus contradicciones secundarias con los explotadores más retrógrados, nos dejaría a merced de las maniobras del imperialismo del cual son sirvientes, nos impediría apartar a las masas de su engaño y avanzar por el camino de la auténtica liberación y del socialismo.

Nuestros Partidos comparten el criterio de que el imperialismo norteamericano es el enemigo común y más importante que explota y oprime a los pueblos de nuestro Continente. Esta superpotencia es para nosotros el enemigo principal, lo que no significa que debamos descuidar la lucha contra otros imperialismos, que también explotan a nuestros pueblos, que se asocian al imperialismo norteamericano y son utilizados por él. Todo esto tampoco significa descuidar la lucha contra la otra superpotencia, el social-imperialismo soviético, que no sólo cuenta con los partidos revisionistas que son sus agentes, sino que además, cuenta también con la total dependencia de Cuba para sus planes de penetración. Esta superpotencia ya se ha introducido en algunos países de América Latina, donde realiza inversiones, explota a nuestros pueblos, desarrolla un gran intercambio comercial desigual, así como también penetra en las fuerzas armadas reaccionarias del Continente.

La presencia del social-imperialismo soviético en América Latina, tanto a través de los partidos revisionistas y del gobierno de Cuba, como de los medios comerciales, políticos y militares que desarrolla directamente, condiciona en cierta medida la política del imperialismo norteamericano en el Continente. Si bien, esta pugna inter-imperialista no ha alcanzado el grado de agudización que observamos en otras partes del mundo, como en África, el Medio Oriente y Europa, es importante que nuestros partidos la consideren como un hecho que cada vez tenderá más a distorsionar el carácter de la lucha antiimperialista de nuestros pueblos. Ejemplo de esto ha sido la utilización, por parte de Cuba en el pasado, de las tácticas guerrilleras pequeño-burguesas para desviar la verdadera lucha revolucionaria de las masas y dificultar su dirección proletaria. Pero, además de estos objetivos contrarrevolucionarios, utilizó de estos movimientos guerrilleros como un medio de negociar y chantajear a los gobiernos burgueses de nuestros países para su reconocimiento diplomático, y la posibilidad de establecer vínculos comerciales. Estas negociaciones, en las cuales tranzó su apoyo a los grupos guerrilleros las ha venido desarrollando con el propio imperialismo norteamericano con el objeto de que este renuncie al bloqueo económico sobre Cuba. Hoy es claro que estas maniobras correspondían enteramente a los objetivos del social-imperialismo soviético, interesado en abrir el camino de Cuba en América Latina, para luego utilizarla como un instrumento más, diplomático, comercial y si las condiciones se lo permiten también militar (como lo hace actualmente en África), para sus propósitos de dominación en el Continente.

El social-imperialismo soviético, en algunos países ha logrado penetrar aún en forma incipiente y hace esfuerzos para extender y profundizar su penetración en América Latina. Sin embargo, esto no modifica el hecho de que el imperialismo norteamericano siga siendo el enemigo principal de nuestros pueblos. Los Partidos marxista-leninistas deben estar atentos para combatir con firmeza los esfuerzos que el social-imperialismo soviético realiza directamente, o a través de sus peones de Europa Oriental, tendientes a explotar las riquezas del Continente y a sus pueblos, desalojando al imperialismo norteamericano. Esta punga inter-imperialista ha recaído brutalmente sobre nuestros pueblos cuando el imperialismo norteamericano ha intervenido para derrocar a gobiernos favorables al social-imperialismo soviético, como ocurrió en Perú y Chile. Sin embargo, la implantación de una serie de dictaduras proyanqui, no ha logrado impedir la penetración soviética en Latinoamérica mediante el comercio, el otorgamiento de créditos y la financiación de diversos proyectos.

El comercio del social-imperialismo con América Latina, desigual y favorable a la metrópoli como el de todo imperialismo, pasa ya de los 5.000 millones de dólares anuales. Entre los países que tienen mayor intercambio con la URSS están Perú, con más de 168 millones de dólares anuales; Argentina, con más de 400 millones de dólares anuales, Brasil, con alrededor de 500 millones de dólares anuales con la URSS y cerca de 300 millones de dólares con otros países del CAME. Incluso, el régimen de Pinochet en Chile ha comenzado a reabrir su comercio con los países del CAME y, recientemente, ha vendido a la URSS una partida de molibdeno, un importante mineral estratégico. El contenido de estos intercambios comerciales es el habitual entre los países imperialistas y los países dependientes: la URSS vende maquinaria o productos elaborados a alto precio y nuestros países materias primas y productos semi-elaborados a bajo precio. Así por ejemplo, Argentina le vende carne y vino, mientras adquiere de la URSS maquinarias. Todo este comercio está acompañado por la otorgación de créditos financieros a las burguesías de nuestros países para la realización de diversos proyectos, por cierto, atados a la obligación de adquisiciones en la URSS. Argentina ha recibido 600 millones de dólares para la adquisición de equipos eléctricos en la URSS, y Uruguay, 59 millones de dólares para elementos similares necesarios para la construcción del complejo hidroeléctrico en los ríos Paraná y Uruguay.

En Colombia, recientemente, se ha firmado un convenio con el gobierno de la URSS para la realización de los Proyectos de la Represa de Urrá por un valor de 400 millones de dólares. Simultáneamente la adecuación del río Sinú para estas obras será financiada por el BID, con un empréstito de 40 millones de dólares. Es importante señalar que esta inversión conjunta entre las dos superpotencias se hace en el Alto Sinú, el corazón de la zona donde se desarrolla el trabajo de construcción de la base de apoyo revolucionaria, dirigida por el Partido Comunista de Colombia (m-l). Con la realización de este proyecto y sus obras complementarias se beneficiará en particular el imperialismo norteamericano con la interconexión eléctrica de la Costa Atlántica para explotar el níquel, gas natural, carbón, oro, etc., que hay en la región. Especial significado tiene la presencia en esta zona de las FARC, brazo armado del revisionismo, con miras a garantizar la inversión soviética, entre otras cosas.

Por sus planes, el socialimperialismo soviético cuenta con Cuba, que es hoy, bajo su entera dependencia, una importante base militar, económica, política e ideológica en el Continente. Es sabido que en la actualidad el estado cubano, dirigido por una burguesía burocrática pro-soviética, se ha transformado en un estado mercenario del social-imperialismo, que envía sus tropas a lugares lejanos como el África, donde hay decenas de miles de soldados cubanos, para servir los fines hegemónicos de dicha superpotencia. Sin duda, que Cuba aspira a cumplir este mismo papel en América Latina, no bien le sea posible hacerlo. Por ahora, ensaya activamente, con la cooperación de los revisionistas locales, sobornar a algunos jefes de las Fuerzas Armadas de América Latina para crear allí una base de sustentación para futuros golpes de estado pro-soviéticos. En Perú, con el gobierno de Velazco Alvarado alcanzaron un importante nivel de penetración en las Fuerzas Armadas, llegando a proporcionarles armas soviéticas a éstas, lo que constituyó una de las causas del golpe de estado que derribó a dicho gobierno.

II. La lucha de los pueblos latinoamericanos contra la dominación imperialista

La conciencia antiimperialista de nuestros pueblos es un hecho que se viene desarrollando desde hace más de cien años, desde el siglo pasado, cuando en varios países de América Latina surgieron clamores y lucha contra la explotación que ejercían las compañías monopolistas inglesas. Es un hecho, así mismo, que en estas luchas contra la dominación del capital inglés, como sucedió en Argentina y Chile, por ejemplo, el imperialismo norteamericano jugó un importante papel a través de sus agentes, apoyando sectores burgueses nativos con el objetivo de utilizarlos posteriormente para su propia política de penetración.

Ya en el presente siglo, cuando el imperialismo norteamericano ha pasado a ocupar en lo fundamental el papel de potencia imperialista dominante en el Continente, y no obstante los esfuerzos por enmascarar su penetración, podemos observar un creciente movimiento de las masas populares y de sectores intelectuales que combaten por liquidar su dominación y explotación.

Grandes jornadas contra el imperialismo yanqui se han desarrollado, prácticamente, en todos los países latinoamericanos, ya sea denunciando tratados económicos, políticos, culturales y militares que atentan contra el desarrollo, independencia y soberanía de nuestros pueblos. Así, por ejemplo, luchas contra el imperialismo norteamericano por la defensa y rescate de las riquezas básicas, por la defensa del mar territorial, por el derecho de los pueblos a la autodeterminación, por la defensa de los valores culturales nacionales en contra de la penetración ideológica imperialista, se han desarrollado en todo el Continente.

El propio imperialismo norteamericano ha dado motivos para desencadenar la lucha en su contra en forma más abierta aún. Así tenemos, como los pueblos de América Latina se han unido para luchar contra el atropello de los Marines yanquis en Santo Domingo, como apoyan la lucha del pueblo panameño en defensa de su soberanía sobre el Canal, como solidarizan con el pueblo de Puerto Rico que está sometido al dominio colonialista norteamericano, como se han opuesto en todos los países a las llamadas «Operaciones Unitas» y al desembarco de las tropas yanquis en nuestros puertos. La criminal guerra de agresión norteamericana contra el pueblo vietnamita fue también un motivo más de combate de los pueblos latinoamericanos contra el imperialismo yanqui, solidarizándose con la justa lucha de los pueblos indochinos.

Todos estos son ejemplos del nivel de conciencia antiimperialista de los pueblos latinoamericanos. Necesario es, aclarar también, que aún esa conciencia antiimperialista debe desarrollarse mucho más hasta lograr el nivel de una verdadera conciencia antiimperialista que no sólo apunte contra la dominación norteamericana, sino que además, se prevenga de las intenciones de los agentes del social-imperialismo soviético que, tras una máscara anti-yanqui, buscan solamente reemplazar su dominación por la soviética.

Pero, ha sido en la década de los años 60, con el surgimiento de los auténticos partidos marxista-leninistas en el Continente, cuando la conciencia antiimperialista ha adquirido una nueva vitalidad y el movimiento antiimperialista una correcta perspectiva. Podemos decir, por ejemplo, que la guerra popular que dirige al Partido Comunista de Colombia (m-l), es una clara expresión del nivel que viene adquiriendo la conciencia del combate antiimperialista en América Latina. Así mismo, exponentes de ello son las importantes luchas que los auténticos partidos marxista-leninistas encabezan contra la dominación y explotación imperialista en nuestros países. Por cierto, nuestros Partidos están conscientes de la necesidad de que la alternativa correcta que representan frente al combate antiimperialista debe desarrollarse hasta alcanzar el nivel de una verdadera fuerza revolucionaria de masas, que bajo la dirección de los marxista-leninistas y basada en el principio de la violencia revolucionaria sea capaz de destruir la dominación imperialista y reaccionaria y liberar definitivamente a nuestros pueblos, para conducirlos hacia la democracia popular y el socialismo.

Nuestros Partidos coinciden en la apreciación respecto a que las causas principales que impidieron un desarrollo correcto de la lucha antiimperialista de nuestros pueblos fue la ausencia de una política justa, nacida de los verdaderos intereses del proletariado y del pueblo, y a la falta de una dirección auténticamente proletaria, marxista-leninista, en esta lucha. Esto, debido a la transformación de los viejos partidos comunistas en partidos revisionistas o, simplemente, a la no existencia de verdaderos partidos marxista-leninistas en nuestros países. Situación que ha comenzado a variar desde el surgimiento de nuestros Partidos como vanguardias.

Lo anterior, ha determinado que las justas aspiraciones antiimperialistas de nuestros pueblos, hayan sido utilizadas por diferentes sectores burgueses en su propio beneficio y en favor de una u otra potencia imperialista. América Latina tiene numerosas y aleccionadoras experiencias negativas del fracaso de los movimientos «antiimperialistas» y pretendidamente revolucionarios, cuya dirección ha estado en manos de la burguesía o pequeña-burguesía. Allí están, por ejemplo, los fracasos de los movimientos populistas de pre-guerra, surgidos en diversos países del Continente, que si bien lograron levantar algunas consignas antiimperialistas y reformistas que atrajeron a vastos sectores de masas, se frustraron debido a la dirección inconsecuente y vacilante que les imprimieron los sectores y líderes burgueses que las encabezaron. Así es como fracasaron los movimientos peronista en Argentina, de Getulio Vargas en Brasil, de Ibañez en Chile y tantos otros que ni siquiera llegaron al gobierno de esos países, como los movimientos de Haya de la Torre en Perú, de Gaitán en Colombia, no obstante la confianza que vastos sectores de las masas depositaron en ellos.

Entre los movimientos dirigidos por la burguesía, es de fundamental importancia en la actualidad, tener en cuenta aquellos que encabezan los revisionistas en diversos países de América Latina, algunos de los cuales han alcanzado influencia de masas. En nuestra época en que los revisionistas ocupan el poder en varios países, entre ellos en una de las superpotencias, su política reviste un doble carácter reaccionario. Por un lado, al apartar al proletariado y al pueblo de la revolución, fingiendo ser su vanguardia y adulterando el marxismo-leninismo, sirven objetivamente los intereses de los sectores explotadores dominantes en nuestros países. Por otro lado, actualmente, con el sostén del social-imperialismo soviético y aprovechando la capacidad de éste para engañar a las masas, se proponen transformarse de agentes de la burguesía en burguesía gobernante, desplazando a algunos sectores burgueses tradicionales y aliándose con otros. Para nuestros pueblos, es de fundamental importancia comprender este doble carácter reaccionario de los revisionistas y desenmascarar su falso antiimperialismo, de estrepitosas consignas antinorteamericanas para ocultar sus serviles objetivos pro-soviéticos.

Tenemos también, en América Latina, el ejemplo negativo del movimiento «antiimperialista» y con pretensiones revolucionarias, promovido por los dirigentes cubanos. Este movimiento aventurero, que en apariencia pretendía oponerse al revisionismo, resultó en realidad un perfecto complemento a su política oportunista de derecha. Objetivamente, esta desviación oportunista pequeño-burguesa, al oponerse a la formación de auténticos partidos marxista-leninistas, al rechazar la necesidad de construir un frente único en torno al proletariado, al oponerse a la lucha por desenmascarar al revisionismo en el seno de las masas y en el ámbito internacional, al propiciar frentes de lucha armada aventureros, al margen de las masas, no ha hecho más que facilitar el engaño revisionista entre las masas populares. Particularmente, el fracaso de sus aventuras militares foquistas, le ha servido a los revisionistas para condenar la lucha armada en general y promover sus tesis oportunistas sobre la «vía pacífica» al poder.

Para encauzar correctamente el movimiento antiimperialista, es imprescindible comprender y desenmascarar el proyecto revisionista. Estos, se proponen sustituir el sistema tradicional de explotación basado en la propiedad privada, por un sistema de explotación en que primará el capitalismo de Estado, en el cual los revisionistas jugarán su papel de explotadores en calidad de burguesía burocrática estatal. Por otra parte, se proponen entrelazar sus intereses como burguesía burocrática estatal, con los sectores dominantes del social-imperialismo soviético, pues necesitan el apoyo de éste para su proyecto y por esta razón es que procuran facilitar su penetración en nuestros países. Este tipo de régimen, reaccionario y represivo, lo presentan como «construcción del socialismo». Este proyecto antimarxista y reaccionario, los conduce a formular las tesis revisionistas como la «vía pacífica» al poder.

La tal «vía pacifica» es predicada exclusivamente al pueblo, para impedir que éste, bajo una auténtica dirección proletaria, tome las armas y haga la revolución, puesto que ello frustraría sus planes reaccionarios. Los revisionistas, en cambio, en diversos lugares del mundo no vacilan en utilizar diversas formas de violencia armada, como la intervención con sus tropas, la utilización de mercenarios, la realización de golpes de estado con una parte de las fuerzas armadas burguesas, e incluso, la organización de fuerzas guerrilleras que sirven de fuerzas de choque para la defensa de sus intereses, como es el caso de las FARC en Colombia.

A su proyecto reaccionario se debe también, que defiendan contra el pueblo las leyes e instituciones del Estado burgués. Entre otras instituciones, la Fuerzas Armadas reaccionarias, a las que se proponen infiltrar en sus Altos Mandos. Plenamente coincidente con estos objetivos es lo declarado por los partidos revisionistas de América Latina reunidos en La Habana en 1975, cuando sostienen que: «en años recientes han tenido lugar profundos cambios ideológicos, políticos y sociales en las Fuerzas Armadas, los que las convierte de instrumentos utilizados por la oligarquía y el imperialismo en elementos de progreso y aún de potencialidad revolucionaria». Esto, después de los golpes de estado fascistas en Chile, Uruguay y Argentina. Su apoyo, pues, a las leyes o instituciones del Estado burgués, su prédica de la «vía pacífica» al poder, no son en la actualidad simples desviaciones oportunistas, sino, una estrategia consciente y coherente con sus planes reaccionarios. No se apartan del marxismo-leninismo porque estén «equivocados», sino porque son anti-marxistas, aunque se sirvan de una falsa adhesión a la ideología proletaria para engañar a las masas.

Nuestros Partidos consideran que, si bien los revisionistas, tanto para engañar a las masas como para desarrollar el capitalismo de estado, propician algunas reformas, no pueden ser confundidos con los sectores reformistas burgueses, que el proletariado debe agrupar tras su dirección. Los revisionistas pretenden engañar al proletariado presentándose falsamente como su partido de vanguardia, mientras falsifican su ideología y su política para impedirle jugar su papel dirigente, hacer la revolución y conquistar el poder. Los revisionistas, si bien impulsan reformas, no es en beneficio del proletariado y del pueblo o en defensa de ciertos sectores burgueses medios aplastados por el imperialismo y los grandes explotadores en cada país, sino para ocupar la plaza de los antiguos grandes explotadores, continuar explotando y oprimiendo al pueblo bajo el capitalismo de estado y sometiéndolo a la dominación del social-imperialismo soviético. El que los revisionistas arrastren tras si a sectores proletarios y populares que han logrado engañar, lejos de cambiar su carácter, justifica que se le combata en forma aún más intransigente, para apartar a dichos sectores de su nefasta influencia y ganarlos para la revolución.

Cuba es un ejemplo del destino que espera a nuestros países si se imponen regímenes de capitalismo de estado pro-soviéticos. Dicho país es hoy dependiente económica, política y militarmente del social-imperialismo. Este, con los métodos que ha aplicado en Europa Oriental, de deformar la economía de los países bajo su dependencia, de explotarlos y subordinarlos económicamente por completo para satisfacer, no las necesidades de sus pueblos, sino las del propio social-imperialismo soviético, que se opuso a que Cuba diversificara su producción y desarrollara una economía independiente, basándose en sus propias fuerzas. Con Cuba, al igual que con el resto de los países que ha logrado dominar, ha aplicado la llamada «división internacional del trabajo». Cuba hoy, es un simple abastecedor de azúcar y de algunos cítricos de los países del COMECON y en especial de la URSS. El 36% de las exportaciones cubanas corresponden al azúcar. Esta dependencia se ha hecho completa al incorporarse Cuba directamente al COMECON. Esto significa que ni siquiera Cuba tiene derecho a trazar en forma independiente sus planes económicos, sino que estos son decididos por los organismos supra-nacionales, creados para ese efecto por la URSS y controlados por ella, para ser aplicados en los países bajo su dependencia.

Por otra parte, el 70% del combustible, materias primas, trigo y productos industriales que se consumen en Cuba, provienen del COMECON. Entre los años '76 y '80 está previsto que este comercio, altamente perjudicial para los intereses del pueblo cubano se duplique. Si bien, el COMECON paga un precio un poco más alto que el del mercado internacional por el azúcar, el social-imperialismo se resarce de esto con creces, cobrando por los productos que vende a Cuba, precios entre un 10 y un 50% según el caso, más elevados que los del mercado internacional. Esta dependencia obliga a Cuba a endeudarse con créditos soviéticos y de otros países del COMECON progresivamente, generando otro tipo de dependencia, la dependencia política. Su deuda externa supera los 5.000 millones de dólares. Los créditos que recibe, están destinados en un 100% a adquisiciones que debe hacer en los países del COMECON. Esta dependencia absoluta respecto al área del social-imperialismo y la monstruosa deformación que ella ha impuesto a la economía cubana, determina que su pueblo carezca hasta de los artículos más indispensables que, simplemente, no existen en sus mercados. Esto, mientras la burguesía burocrática y militar instalada en el poder, dispone de los más sofisticados productos importados a los que sólo ella tiene acceso. Si la situación del pueblo no es aún peor y hay ciertos avances en el terreno de la educación (utilizada, eso sí, como vehículo ideológico por el social-imperialismo), en la salud y en algunos otros aspectos sociales, es tan sólo por el propósito del social-imperialismo de no exhibir un ejemplo aún más deplorable en América Latina de un país de dependencia. El ejemplo de Cuba, es una razón más para luchar contra los planes revisionistas y la penetración del social-imperialismo soviético en nuestro Continente.

La experiencia de lucha de los pueblos latinoamericanos demuestra reiteradamente que una lucha verdadera y consecuente contra el imperialismo y la reacción interna, sólo es posible si ella es conducida por el proletariado y sus vanguardias, los partidos marxista-leninistas de cada país. Al mismo tiempo, reafirma que esta lucha contra el imperialismo y la reacción, puede ser victoriosa y llevar a los pueblos a una auténtica liberación, solamente si se combate al mismo tiempo contra el revisionismo, desenmascarando su proyecto y derrotando su influencia nefasta entre las masas populares, destinado a transformar a nuestros países en nuevas dependencias del social-imperialismo soviético. La experiencia ha demostrado, por efecto negativo, que ningún sector burgués está en condiciones de liderar un auténtico movimiento antiimperialista. Los fracasos populistas en años pasados así lo demuestran. El ejemplo de Cuba y la experiencia revisionista, como la sufrida por el pueblo chileno, también constituyen una clara lección de que estos, al igual que la burguesía pro-norteamericana, no pueden conducir al pueblo a una verdadera liberación. Y los movimientos guerrilleros liderados por la pequeña-burguesía, hundidos en la derrota y el fracaso, son prueba elocuente.

Nuestros Partidos consideran que, dado el carácter de agentes del social-imperialismo soviético que tienen las camarillas dirigentes de los partidos revisionistas del Continente, no es posible ningún tipo de alianzas ni acción conjunta con ellas. No obstante esto, cabe dejar claro que debemos hacer lo posible por ganar para la lucha antiimperialista a aquellos sectores de las masas, que por años, estas camarillas revisionistas han engañado.

Nuestros Partidos apoyan resueltamente las luchas antiimperialistas que en los últimos años se vienen desarrollando en todo el Continente. Coinciden en la necesidad de hacer mayores esfuerzos para encauzarlas tras una alternativa y un programa correcto, que contemple las aspiraciones comunes largamente sentidas de nuestros pueblos. Coinciden en la necesidad de unir, tras este programa común y bajo la firme dirección del proletariado, a todos los sectores antiimperialistas susceptibles de ser unidos. Coinciden, así mismo, en la necesidad de elevar a un nivel cada vez mayor la lucha de clases con vistas a desarrollar la lucha armada popular victoriosa, único camino posible para derrotar definitivamente a los enemigos fundamentales y asegurar la completa liberación de nuestros pueblos, abriendo paso a la democracia popular y al socialismo. En este camino, apoyan resueltamente la guerra popular dirigida correctamente en sus respectivos países por el Partido Comunista de Colombia (m-l) y por el Partido Bandera Roja de Venezuela, que se ha mantenido y desarrollado como un ejemplo para todos los pueblos de nuestro Continente, como la alternativa correcta y la única posible frente a los fracasos populistas de la burguesía, o bien, de los revisionistas y, particularmente frente al foquismo propiciado por los sectores pequeño-burgueses apoyados por Cuba.

III. El Frente Único Antiimperialista, Antimonopolista y Antilatifundista

Nuestros Partidos tienen la misión histórica de agrupar en cada país a todas las fuerzas que tienen contradicciones objetivas y que son opuestas a los enemigos fundamentales de nuestros pueblos. El proletariado a través de su Partido debe dirigir y hegemonizar el Frente constituido por estas fuerzas, frente que, basándose en la alianza obrero-campesina, agrupe a la pequeña burguesía, semi-proletariado y otros sectores que teniendo contradicciones con el imperialismo y sus lacayos, son susceptibles de unir. Todas estas fuerzas pueden ser unidas por el proletariado, tras un programa antiimperialista, democrático y popular a condición de que éste ejerza firmemente su dirección y desarrolle sus propias fuerzas. Si bien, los sectores medios y otros no monopolistas de las burguesías, están atados por fuertes vínculos económicos, políticos e ideológicos con el imperialismo norteamericano y con los sectores monopolistas de cada país, no es menos cierto que estos vínculos son contradictorios pues encierran los procedimientos a través de los cuales el imperialismo y los grandes explotadores, se benefician a costa de ellos, limitan su desarrollo y, a menudo, los conducen a la quiebra. Si el proletariado ejerce firmemente la dirección, sobre la base de desarrollar sus fuerzas políticas, ideológicas y organizativas, puede aprovechar estas contradicciones en beneficio de la lucha antiimperialista y atraer tras su programa a éstos sectores ó, al menos, neutralizarlos cuando ello no le sea posible.

Si bien es correcto, de acuerdo con las condiciones de cada uno de nuestros países, movilizar a vastos sectores de la burguesía media y pequeña de la ciudad y del campo, contra los enemigos fundamentales, preciso es asegurar que la dirección de este frente único esté siempre en manos del proletariado. Esto es indispensable para el desarrollo y el éxito de esta lucha. Es inaceptable para los intereses del proletariado y del pueblo, que se favorezca o acepte la dirección en el frente único por la burguesía o pequeña-burguesía, pues su inconsecuencia y carácter vacilante conducirán la lucha a la derrota. Todavía mucho más inaceptable, por cierto, es pretender aliarse o entregarle la dirección del frente único, a la gran burguesía reaccionaria, con el pretexto de combatir al social-imperialismo soviético, como plantean los revisionistas chinos en su teoría de «los tres mundos». En tal caso, nuestros pueblos serían arrastrados a un frente único reaccionario, al servicio de sus enemigos y absolutamente opuesto a sus intereses.

Nuestros Partidos coinciden en la necesidad de fortalecer la unidad y los vínculos del proletariado y los pueblos latinoamericanos, con el fin de impulsar, desarrollar y dirigir un amplio movimiento en nuestros países, de las fuerzas antiimperialistas, democráticas y populares, a través de acciones comunes de lucha que eleven la conciencia antiimperialista de nuestros pueblos. Esto implica grandes responsabilidades para nuestros Partidos, para responder debidamente frente a las tareas revolucionarias planteadas, y hacer pesar la fuerza de centenares de millones de personas oprimidas y explotadas de América Latina, contra el imperialismo norteamericano y las fuerzas reaccionarias del Continente.

IV. Las tareas ideológicas y políticas de nuestros partidos

La lucha de nuestros pueblos por su liberación y por alcanzar el socialismo y el comunismo, se realiza en la época del capitalismo imperialista agonizante y de la revolución proletaria en ascenso. Esta época está caracterizada por las contradicciones fundamentales que ya definiera Lenin, a decir, la contradicción entre el proletariado y la burguesía; la contradicción entre el sistema socialista y el sistema capitalista; la contradicción entre los pueblos y naciones oprimidas y el imperialismo; y, la contradicción entre los Estados imperialistas y los grupos del capital monopolista entre sí.

Estas contradicciones están interrelacionadas y se influyen mutuamente. Dentro de un correcto análisis de la situación internacional no es posible negar o enmascarar alguna de ellas. Los cambios que se generan en la lucha de clases a nivel mundial, determinan que en ciertos períodos una u otra de estas contradicciones se torne de hecho en la más aguda, introduciendo cambios en la táctica revolucionaria. En la actual etapa la contradicción más aguda es aquella que expresa el enfrentamiento entre los pueblos y naciones oprimidos con el imperialismo, en particular, contra las dos superpotencias. En aras de la perspectiva estratégica, nuestros Partidos desarrollan su actividad basándose en la contradicción que enfrenta a la burguesía y al proletariado como contradicción antagónica que surge desde el mismo momento en que nace el modo capitalista de producción, y que rige el desarrollo de la lucha de clases hasta el momento mismo de la desaparición de las clases con la instauración de la sociedad comunista.

En la actualidad, el blanco principal de la lucha que deben organizar, impulsar y dirigir nuestros Partidos, agrupando diversos sectores sociales tras la dirección del proletariado, son los círculos dominantes de ambas superpotencias: el imperialismo norteamericano y el social-imperialismo soviético. Ninguna consideración sobre el desarrollo o expansión más rápida de una u otra de estas superpotencias, ni especulaciones subjetivas como las que hacen los revisionistas chinos sobre el carácter más agresivo de una de ellas y la debilidad de la otra, pueden conducirnos a olvidar el hecho objetivo de que ambas , son los más grandes explotadores y opresores de los pueblos del mundo en el presente. En sus círculos dominantes se ha concentrado el bastión más poderoso de la burguesía monopolista internacional. Cualquier alianza o tolerancia con respecto a una u otra superpotencia, con el pretexto de aprovechar las contradicciones entre ellos, nos llevaría de hecho a apoyar y consolidar la explotación que ejerce esa superpotencia sobre vastos sectores del mundo. Sería, pues, una alianza contra los intereses inmediatos y a largo plazo de los pueblos y, por lo mismo, inaceptable desde el punto de vista marxista-leninista.

Sin que signifique abandonar la lucha contra ambas superpotencias imperialistas en el plano mundial, en América Latina debemos centrar el blanco de la lucha contra el imperialismo norteamericano, que es la superpotencia dominante en nuestro Continente. Esto, sin dejar de movilizar también a nuestros pueblos contra la penetración del social-imperialismo soviético; contra la opresión que ejerce tanto contra el propio pueblo soviético, como contra la que, a través del Pacto de Varsovia, del COMECON y otros medios, ejerce contra los pueblos de otros países, y, en general, contra sus tendencias hegemónicas y belicistas en escala universal. La lucha contra las superpotencias en nuestro Continente, en particular contra la que ejerce actualmente su dominación, es inseparable de la lucha contra los sectores reaccionarios locales, en los que se apoya para mantener y extender su dominación sobre nuestros pueblos.

Una sostenida crisis general afecta a todo el mundo capitalista, incluyendo a los países donde los revisionistas han restaurado el capitalismo. En esta situación, y pese a los esfuerzos conciliadores de los ideólogos reformistas y revisionistas, la lucha de clases encabezada por el proletariado y su Partido y la lucha de los pueblos y naciones oprimidos del mundo, se desarrolla con ímpetu y se intensifica por doquier. Aún cuando la disputa existente entre las dos superpotencias imperialistas por un nuevo reparto del mundo acarrea la amenaza de una nueva guerra mundial, la tendencia fundamental de nuestra época, es la revolución, y hacia ella avanzan los pueblos resueltamente.

Frente a esto, los partidos revisionistas y otras fuerzas oportunistas, rivalizan en su empeño por frenar la lucha del proletariado y de los pueblos y por detener la revolución. Ciertos partidos revisionistas han llegado incluso a hacer abandono de su máscara marxista-leninista, renunciando abiertamente a la teoría revolucionaria proletaria, a la lucha de clases, al internacionalismo proletario, a la dictadura del proletariado, etc., como ha sucedido con los llamados «euro-revisionistas». Frente a estos ataques al marxismo-leninismo y a la ola de restauración capitalista de post-guerra en los países antes socialistas, pululan las teorías anti-marxistas, que dan al socialismo científico por fracasado. Sin embargo, ninguna de estas maniobras puede salvar al capitalismo, al imperialismo y al revisionismo de su agonía y muerte definitiva. El proletariado y los pueblos se resisten y luchan cada día más intensamente por cambiar su condición de explotados y oprimidos, y la burguesía ya no puede mantener esta situación, sino intensificando la violencia contra el pueblo, ya sea en forma de dictadura abierta o camuflada como en América Latina, o recurrir a la fascistización progresiva de los Estados burgueses, como sucede en Europa y otros países capitalistas. La burguesía, como uno de sus últimos recursos, lleva al extremo sus métodos propagandísticos destinados a confundir y engañar a los pueblos y a desacreditar la teoría revolucionaria marxista-leninista. Comprende que el marxismo-leninismo es la llama que, tarde o temprano, va a encender el barril de pólvora sobre el que están sentados.

Frente a esta situación, nuestros Partidos, los Partidos Comunistas fieles al marxismo-leninismo, tienen una misión histórica que cumplir: fundir el marxismo-leninismo con la gigantesca marejada de lucha del proletariado y los pueblos, para llevar la revolución adelante. Para cumplir esta tarea fundamental, para hacer frente al revisionismo moderno bajo todas sus formas, así como al social-chovinimo, para defender el sistema socialista, es indispensable fortalecer la práctica del internacionalismo proletario, de acuerdo como correctamente lo definiera Lenin: "El internacionalismo de hecho es uno y sólo uno: trabajar abnegadamente para desarrollar el movimiento revolucionario y la lucha revolucionaria en el propio país, apoyar (con la propaganda, con la ayuda moral y material) esta lucha, esta línea, y sólo esta, en todos los países sin excepción". (LENIN, O. T.XXIV).

En aras del internacionalismo proletario, es indispensable fortalecer la unidad y la cooperación entre los Partidos marxista-leninistas, basada en los principios, ya sea a través de contactos bilaterales o de reuniones multilaterales, de modo de intensificar las consultas mutuas, el intercambio de experiencias, la solidaridad, los acuerdos de principios y prácticos, para así ir forjando un Movimiento Comunista Internacional Marxista-Leninista poderoso, unido y capaz en el futuro de dar respuesta colectiva a las necesidades de la lucha revolucionaria, a través de una correcta Línea General formulada a la luz de los principios y de los actuales acontecimientos en el plano internacional.

En este plano, la reunión de Tirana de Partidos latinoamericanos y la Declaración Conjunta que allí fue elaborada y, posteriormente, hecha pública, constituye un importante avance en la unidad a la que siempre deben aspirar los comunistas: la unidad en torno a los principios marxista-leninistas, en oposición a una "unidad" formal a expensas de los principios y de su defensa intransigente. Esta nueva reunión de Partidos marxista-leninistas de América Latina, así como esta misma Declaración Conjunta, la concebimos como una contribución más a la unidad de principios y de acción y a la lucha contra las nuevas manifestaciones del revisionismo, que son tareas ineludibles de los Partidos auténticamente marxista-leninistas.

Saludamos, así mismo, y apoyamos calurosamente la reunión celebrada por cinco Partidos marxista-leninistas europeos y la Declaración Conjunta que han hecho pública como producto de dicha reunión. Todo esto demuestra que los auténticos Partidos Comunistas recogen y reafirman el camino internacionalista, minado seriamente por los revisionistas chinos que se proponían "dividirnos para reinar", con la esperanza de imponer así su reaccionaria y antimarxista teoría de "los tres mundos". Es por este camino de la unidad y la cooperación sobre la base de los principios, como fortaleceremos al Movimiento Comunista Internacional Marxista-Leninista, y lo templaremos transformándolo en una poderosa arma revolucionaria del proletariado; y no saboteando sus contactos y acuerdos, oponiéndose a sus reuniones y actos conjuntos, o promoviendo y sobornando a grupos oportunistas en aras de su seguidismo, complacencia o neutralidad frente a formulaciones oportunistas como la llamada teoría de "los tres mundos", como ha sido práctica de los revisionistas titoístas, jruchovistas y actualmente de la dirección revisionista china.

Junto con defender los principios del internacionalismo proletario, nos oponemos a la maniobra de los revisionistas chinos, de pretender que en un país pueda haber más de una vanguardia proletaria, marxista-leninista. Si bien, reconocemos que objetivamente existen diferentes niveles de desarrollo y experiencias entre nuestros Partidos, rechazamos el concepto inventado por Jruschov y aplicado también por los revisionistas que se apoderaron del poder en China, de que existe un "partido padre", que otorgue patente de marxista-leninista y decida por los demás la justeza o no justeza de las posiciones que adopten.
Nuestros Partidos consideran que, en la actualidad, luchar por desenmascarar y derrotar al revisionismo moderno, constituye una tarea de primer orden. El revisionismo moderno, dirigido principalmente por la camarilla social-imperialista, que apoya a los partidos revisionistas de todo el mundo, continúa siendo el mayor obstáculo para el desarrollo de la lucha revolucionaria, para la liberación y el socialismo. Pero, junto con oponernos al revisionismo pro-soviético, es importante, así mismo, combatir las demás variantes del oportunismo, tales como el titoísmo, el "euro-revisionismo", el trotskismo y, en particular, en Latinoamérica, el castrismo y otras derivaciones vanguardistas pequeño-burguesas.

Como consecuencia del golpe de estado contra-revolucionario que destruyó la dictadura del proletariado en China, llevando al poder a la camarilla reaccionaria de Teng Siao-ping y Hua Kuo-feng, se ha desencadenado una nueva ola de oportunismo, una variante del revisionismo moderno, sistematizada en la llamada teoría de "los tres mundos". Nuestros Partidos consideran que luchar contra esta nueva variante del revisionismo moderno, constituye también una tarea de primordial importancia, para defender el marxismo-leninismo, defender las enseñanzas de la revolución China, rescatar los aportes del camarada Mao Tse-tung al marxsismo-leninismo y para hacer avanzar la revolución mundial por un camino victorioso.

La teoría oportunista de "los tres mundos", reduce sin más las cuatro contradicciones fundamentales de nuestra época, a una sola: la existente entre los Estados imperialistas y los grupos monopolistas entre sí. En efecto, si bien pretende presentar a los países del llamado ''tercer mundo" como la "fuerza motriz de la historia", se refiere de hecho con ello, no a los pueblos de esos países, que son el sujeto fundamental de la contradicción con el imperialismo, sino a los gobiernos, por lo general, integrados por sectores de clase reaccionarios y al servicio de una u otra superpotencia imperialista. Es así, como a través de la teoría de "los tres mundos", han pretendido establecer una estrategia para el Movimiento Comunista Internacional, negando la contradicción entre el proletariado y la burguesía, entre el socialismo y el capitalismo y reduciendo la contradicción entre los pueblos y naciones oprimidas con el imperialismo (en especial el que los explota), a un aberrante frente, en que los pueblos deben subordinarse a sus gobiernos, a los sectores reaccionarios y hasta al imperialismo norteamericano, para oponerse, exclusivamente, al social-imperialismo soviético. Al borrar, pues, el contenido fundamental de esta contradicción, la oposición entre los pueblos y naciones oprimidas del mundo contra el imperialismo que los explota y contra los reaccionarios internos en los cuales apoya su dominación, de hecho suprimen absolutamente también el contenido de esta contradicción. La reducen, en realidad, a la contradicción entre las dos superpotencias y sus respectivos bloques militares y económicos subordinando al proletariado y a los pueblos a esta contradicción ínter imperialista.

La teoría de "los tres mundos", además, para fundamentar sus conclusiones anti-marxistas, niega intencionadamente el papel de la lucha de clases como motor de la historia. Divide al mundo en forma mecánica, unilateral y con un criterio meramente economicista, en: "primer mundo", donde se encontrarían las superpotencias, pero donde sólo el social imperialismo soviético es efectivamente reconocido como el enemigo a combatir; "segundo mundo", en el que se incluye explotadores y explotados de los países con desarrollo capitalista avanzado, a menudo, también imperialistas; y, "tercer mundo", donde sólo toman en consideración a los sectores dominantes, sean éstos monárquicos, fascistas o semi-feudales, de los países dependientes y atrasados, en el cual incluyen también a la propia China.

La absurda y reaccionaria teoría de "los tres mundos", desconoce que el socialismo, donde ejerce su dictadura el proletariado, se diferencia esencialmente de cualquiera de los regímenes de explotación. Ignora que lo que califica de "primer mundo", no es una realidad homogénea, sino que existen allí clases explotadas como el proletariado, que lucha contra los sectores dominantes. En el "segundo mundo", pretende que el proletariado, dejando a un lado su misión revolucionaria de conquistar el poder de manos de la burguesía monopolista (aliada del imperialismo norteamericano), se alíe con ella, refuerce sus bloques militares y económicos con el imperialismo yanqui y apoye su dominación imperialista sobre estos pueblos y naciones. Todo ello, en aras de combatir la amenaza del social-imperialismo soviético. Por último, en el llamado "tercer mundo", borra el papel dirigente del proletariado en la lucha de liberación y propicia que el pueblo entero se someta a la explotación y a la dirección de los sectores más reaccionarios, así como del imperialismo yanqui, en aras de la contradicción que estos sectores tienen con el social-imperialismo soviético.

La teoría de "los tres mundos", por consiguiente, al ocultar y de hecho rehuir el análisis de clase marxista-leninista, necesario para la formulación de una estrategia que se proponga aislar y combatir a los sectores dominantes de ambas superpotencias y a sus aliados en cada país, tiende a anular la dirección proletaria a nivel mundial, indispensable para el éxito de la lucha contra el principal bastión de la burguesía internacional: las dos superpotencias imperialistas. Además, también se propone frenar la dirección proletaria en cada país; con ello, compromete el porvenir de la revolución socialista en los países capitalistas avanzados, donde está a la orden del día, y el porvenir de la Revolución Democrático-Popular y su futuro socialista, en los países dependientes y atrasados. Más aún, al centrar unilateralmente la lucha contra los intentos hegemónicos del social-imperialismo soviético, apoya al imperialismo norteamericano y a otras burguesías imperialistas, ayudándoles a reforzar sus instrumentos de dominación que emplean, tanto contra los pueblos de sus países, como sobre los pueblos de las naciones oprimidas que explotan.

La teoría de "los tres mundos", sólo es posible comprenderla como un esfuerzo de la dirección revisionista que se ha apoderado del poder en China, para aprovechar la contradicción entre el imperialismo norteamericano y el social-imperialismo soviético, buscar aliados en el mundo, y hacerse un espacio en un posible nuevo reparto del planeta. Su alianza con las fuerzas burguesas ligadas al imperialismo norteamericano está destinada a disputar la hegemonía al social- imperialismo soviético y ocupar su plaza, como una nueva superpotencia en el plano internacional. En aras de estas pretensiones hegemónicas, los revisionistas chinos fomentan abiertamente el armamentismo del imperialismo norteamericano y de sus aliados, aplauden sus intervenciones armadas en África y otros lugares, los instan a mantener sus bases militares en el mundo y a fortalecer sus bloques militares, mientras ellos mismos desarrollan su propio armamentismo. De este modo, fomentan abiertamente una guerra que presentan en su propaganda como "inevitable" o "inminente". Como por otro lado se oponen, como hemos visto, a la lucha de clases revolucionaria del proletariado y de los pueblos, es fácil darse cuenta que al fomentar la guerra y oponerse abiertamente a la revolución, sólo aspiran a una guerra en la que los pueblos sirvan de carne de cañón a los imperialistas, y en la que se realice un nuevo reparto del mundo que les permita también a ellos adquirir zonas de influencia y de dominación. De esta manera, la dirección revisionista china, no sólo abandona la lucha por la paz, que es un deber de los marxista-leninistas, sino que, invocando una guerra inminente y tomando partido al lado del imperialismo norteamericano, abandona la misión central de los marxista-leninistas de hacer la revolución en escala mundial para impedir la guerra; o bien, si no es posible evitarla, aprovecharla en beneficio de la revolución y no de un nuevo reparto imperialista de mundo.

La teoría de "los tres mundos", ha sido combatida firmemente por el Partido del Trabajo de Albania, con el camarada Enver Hoxha a la cabeza. Está en total oposición a la línea internacional formulada por el camarada Mao Tse-tung y los marxista-leninistas chinos en su polémica pública contra el revisionismo soviético. Y ha sido denunciada y repudiada por todos los auténticos Partidos marxista-leninistas del mundo, pues, se aparta completamente del marxismo-leninismo, de los intereses de los pueblos y de la revolución.

Nuestros Partidos reconocen y valoran altamente la insobornable lucha del Partido del Trabajo de Albania, en defensa del marxismo-leninismo, del internacionalismo proletario y de la revolución mundial.

El desarrollo ininterrumpido de la construcción del Socialismo en la República Popular Socialista de Albania es, de por sí, la contribución de mayor valor que el P.T.A., con el camarada Enver Hoxha a la cabeza, hace a la revolución mundial. Hoy día, Albania es el único ejemplo de construcción de auténtico socialismo en el mundo. Defender a Albania Socialista es, por lo tanto, no sólo un deber de principios de los revolucionarios verdaderos, es además, una piedra de toque que identifica a los auténticos marxista-leninistas de los falsos. Desde el punto de vista práctico, en relación a la perspectiva de la lucha revolucionaria de nuestros pueblos, Albania Socialista constituye un claro ejemplo de lo que un pueblo puede lograr, si lucha por el correcto camino de la revolución, si cuenta con una dirección acertada, marxista-leninista, y si se apoya en sus propias fuerzas.

Nuestros Partidos, inspirados en un claro espíritu internacionalista, saludan calurosamente y apoyan con decisión a la República Popular Socialista de Albania, único país en el mundo en que se desarrolla y consolida el Socialismo, baluarte de la dictadura del proletariado. En medio de la confusión que ha producido en los pueblos la restauración del capitalismo en una serie de países donde el proletariado había conquistado el poder, y que para engañar a las masas siguen utilizando el rótulo de "socialismo", más ahora, cuando en China también se ha iniciado un proceso regresivo hacia el capitalismo, luego que los revisionistas allí desataran un golpe de Estado contra-revolucionario, el ejemplo de Albania, auténticamente socialista, es decisivo.

La decisión inquebrantable de la República Popular Socialista de Albania y del Partido del Trabajo de Albania, de no ceder ante ningún tipo de extorsión, de mantener incólume su defensa de la construcción del socialismo basado en sus propias fuerzas, del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario, constituye una poderosa contribución en interés de la lucha revolucionaria mundial. Nuestros Partidos repudian firmemente la actitud chovinista de gran potencia de los revisionistas chinos para con Albania Socialista. Al romper unilateral y brutalmente sus compromisos de ayuda económica y militar con Albania, mientras que por otra parte se abrazan con Tito y otorgan créditos a los países donde gobiernan revisionistas, fascistas y toda clase de reaccionarios, la camarilla revisionista actualmente en el poder en China se ha desenmascarado por completo. Está claro que lo que el grupo revisionista chino en el poder, inspirado por oscuros personajes tipo Teng siao-ping, al igual que Jruschov en el pasado, han utilizado el camino de las presiones y chantajes económicos y militares, para tratar de doblegar a un país socialista y a un Partido marxista-leninista y arrastrarlo a sus posiciones oportunistas, con el fin último de desarrollarse como una nueva superpotencia social-imperialista. Los nuevos revisionistas chinos han hecho esto no sólo con Albania y el Partido del Trabajo de Albania, sino que también lo han hecho con todos los Partidos que se han mantenido firmemente en las posiciones marxista-leninistas. Claro ejemplo de esto, son las presiones ejercidas contra los Partidos marxista-leninistas de Latinoamérica que firmaron la Declaración de Tirana, cuya publicación intentaron boicotear por todos los medios.

Nuestros Partidos valoran el hecho de que Albania Socialista, siendo un país pequeño, rodeado por las fuerzas militares del imperialismo norteamericano y del social-imperialismo soviético, que se desarrolla en medio del bloqueo y las constantes amenazas del imperialismo y la reacción mundial, continúa invariablemente firme en la senda del verdadero socialismo, al lado del proletariado y de los pueblos del mundo, apoyando sobre la base del internacionalismo proletario los auténticos Partidos marxista-leninistas y combatiendo decididamente por la revolución mundial. Esta misma actitud, consecuentemente revolucionaria, le ha ganado a Albania Socialista la admiración, el respeto y el apoyo de las masas populares y sectores progresistas de todo el mundo. Evidentemente, el proletariado y los Partidos Marxista-leninistas, están a la cabeza de esta lucha por defender a Albania Socialista y se solidarizan enteramente con el hermano Partido del Trabajo.

Frente a la utilización que los revisionistas chinos están haciendo de la obra y prestigio del camarada Mao Tse-tung, para desvirtuar su legado revolucionario y tratar de encubrir la restauración progresiva del capitalismo en China, así como para engañar a las masas populares con su reaccionaria teoría de "los tres mundos", nuestros Partidos consideran un deber ineludible y necesario desenmascarar la acción contra-revolucionaria de estos nuevos oportunistas y defender las grandes enseñanzas marxista-leninistas, que Mao Tse-tung dejara al proletariado y pueblos del mundo. El, a la cabeza del Partido Comunista de China supo conducir al pueblo de un gigantesco país, en el que vive lo cuarta parte de la humanidad, de un régimen colonial, semi-colonial y feudal, a transformarse en una democracia popular primero y en un país socialista más adelante. En la obra ideológica de Mao Tse-tung, en las grandes batallas que dirigió contra los enemigos internos y externos de China, en la lucha que emprendió contra la corriente revisionista que invadió a la casi totalidad de los Partidos Comunistas en el mundo de post-guerra y que condujo a la restauración del capitalismo en la mayor parte de los países que fueron socialistas, en sus batallas últimas por derrotar al revisionismo en China, por oponerse allí a la restauración del capitalismo y fortalecer la dictadura del proletariado, entre otras muchas acciones, se encuentran valiosas enseñanzas para el Movimiento Comunista Internacional Marxista-Leninista. No obstante el actual desenlace de las luchas que el camarada Mao Tse-tung encabezó contra las diferentes facciones revisionistas que se habían infiltrado en el partido, en el Ejército y en los órganos de poder, las valiosas enseñanzas que aportaron sobre cómo continuar la lucha de clases después de instaurado el socialismo en lo fundamental, sobre el papel del proletariado para ejercer su dictadura en todos los aspectos y en todos los terrenos, constituyen aportes objetivos que nadie puede negar y que nuestros partidos valoran en toda su magnitud. Son estos aportes de la revolución china, de los marxista-leninistas chinos y de Mao Tse-tung los que deben valorarse y defenderse en estos momentos, en contra de los revisionistas chinos que pretenden ocultarlos y deformarlos.

Nuestros Partidos expresan su confianza en que el proletariado de los países revisionistas retomará la vía revolucionaria, derrotará a sus enemigos y reimplantara la dictadura del proletariado. La restauración capitalista en los antiguos países socialistas y la transitoria derrota de la dictadura del proletariado en China, ratifican que la revolución no es un proceso lineal, sino un proceso de avances y retrocesos, retrocesos que no son inevitables. Albania Socialista es un claro ejemplo de que la restauración capitalista no es un fenómeno inevitable, de que se puede marchar ininterrumpidamente hacia la construcción del comunismo, venciendo todo tipo de presiones. Sean cuales fueren las dificultades que el proletariado enfrente en su lucha por la instauración plena del comunismo, al final logrará su objetivo histórico. Los marxista-leninistas, el proletariado y los pueblos revolucionarios del mundo, se unirán en sus luchas. La revolución proletaria triunfará en el mundo entero.

V. CONCLUSIONES.

1.- Nuestros Partidos consideran que los enemigos fundamentales de nuestros pueblos, son el imperialismo norteamericano, la burguesía pro-imperialista y los latifundistas. Estos sectores reaccionarios internos constituyen la base social de la dominación imperialista.

2.- Nuestros Partidos consideran que la esencia rapaz, opresora y beligerante del imperialismo norteamericano no ha variado. Sin embargo, coinciden en apreciar, que el imperialismo norteamericano, frente a la creciente conciencia y lucha de nuestros pueblos, utiliza nuevas formas para hacer más sutil y encubrir su dominación, saqueo y explotación, así como para frenar esta lucha de los pueblos. Esta nueva modalidad debe ser tomada en cuenta en los momentos de formular nuestra táctica de lucha frente a él.

3.- Nuestros Partidos reafirman, una vez más, el camino de la guerra popular dirigida por el proletariado, mediante su vanguardia marxista-leninista, como la única vía posible y correcta hacia le conquista del poder, la auténtica liberación e independencia de nuestros pueblos, la democracia popular y el socialismo.

4.- Nuestros Partidos coinciden en la necesidad de desarrollar una política de Frente Único dirigido por el proletariado, que agrupe y movilice, tras un programa común antiimperialista y anti-oligárquico, sobre la base de la unidad obrero-campesina, a todos los sectores posibles de unir, de acuerdo a las condiciones de cada país.

5.- Nuestros partidos coinciden en que en el momento actual las dos superpotencias imperialistas constituyen el enemigo principal de todos los pueblos del mundo. En América Latina, nuestros Partidos consideran que el enemigo principal sigue siendo el imperialismo norteamericano contra el cual debemos arreciar el combate hasta su completa liquidación. Al mismo tiempo, debemos oponernos y combatir la penetración que ha iniciado el social-imperialismo soviético en nuestro Continente, e impedir que, con la colaboración de los revisionistas criollos, lleve a cabo sus planes de reemplazar al imperialismo norteamericano como potencia dominante.

6.- Nuestros Partidos consideran que debemos hacer esfuerzos por impedir que con el pretexto de "ayudar" a la lucha por nuestra independencia nacional respecto al imperialismo norteamericano, intervengan otras potencias que tienen el propósito de ocupar el puesto que éste deje en el Continente. Al aprovechar las contradicciones interimperialistas en beneficio de nuestra lucha de liberación, debemos asegurarnos de no comprometer jamás la independencia y los intereses del proletariado y los pueblos con ninguna potencia extranjera.

7.- Nuestros Partidos recogen las valiosas experiencias de la lucha antiimperialista del proletariado y los pueblos latinoamericanos, extrayendo de ellas sus aspectos positivos. Consideramos como una tarea de primer orden, impulsar el desarrollo de la conciencia antiimperialista de los pueblos, dotándola de una dirección justa, que permita hacer avanzar la revolución por un camino victorioso.

8.- Nuestros Partidos se oponen y denuncian las maniobras del imperialismo y las clases dominantes, que atizan los conflictos fronterizos y territoriales, con el fin de dividir, encubrir, facilitar e incrementar la explotación que ejercen contra nuestros pueblos. Consideramos que estos problemas se resolverán definitivamente sólo cuando el proletariado y el pueblo estén en el poder en nuestros países. Actualmente, planteamos que estos problemas se deben tratar por la vía de las conversaciones y negociaciones.

9.- Nuestros Partidos reiteran nuevamente la importancia de aplicar la tesis leninista que nos enseña que, sólo es posible una lucha consecuente contra el imperialismo y los reaccionarios, si al mismo tiempo, se combate firmemente al revisionismo. Hoy día, cuando el revisionismo sigue constituyendo el mayor peligro para el movimiento revolucionario y frente a las diversas corrientes oportunistas, distintas en su forma pero idénticas en esencia, esta tesis adquiere una importancia mayor para defender el marxismo-leninismo y el avance y porvenir de la revolución.

10.- Nuestros Partidos reafirman la necesidad de denunciar el camino revisionista de la pretendida "vía pacífica", como una simple táctica para desmovilizar al proletariado y al pueblo, impedir que tome las armas contra sus enemigos, y en última instancia, frenar la revolución. Todo esto, con el fin de llevar adelante sus planes de reemplazar el régimen de explotación existente, por otro, de capitalismo de estado, similar al existente en los países donde dominan los revisionistas. Con esta táctica, al desmovilizar al proletariado y al pueblo, los revisionistas facilitan que el imperialismo y los reaccionarios desaten la represión y el fascismo. Esta es una de las lecciones desprendidas de la experiencia revisionista en Chile durante el gobierno de la U.P. Sin embargo, no podemos descartar la posibilidad de que, en determinadas condiciones, utilicen la táctica de crear grupos armados para imponer lo que más convenga a su política revisionista y pro-social-imperialista.

11.- Nuestros Partidos condenan resueltamente la teoría de "los tres mundos" que impulsan los revisionistas chinos. Esta "teoría" no tiene nada de nuevo, es un intento más de la burguesía para tratar de alargar sus días como clase en decadencia, condenada a su exterminio con el avance incontenible de la revolución socialista y proletaria mundial.

12.- Nuestros Partidos consideran como una tarea de principios, urgente y necesaria para hacer avanzar la revolución en escala mundial, la defensa de la teoría marxista-leninista. Consecuentemente con esto, debemos desarrollar la unidad y solidaridad activa de los auténticos Partidos Comunistas sobre la base de los principios del internacionalismo proletario. Como lo hemos expresado, la defensa del marxismo-leninismo es inseparable de la lucha contra el revisionismo moderno en todas sus variantes.

13.- Nuestros Partidos consideran que en la actualidad es decisivo y de principios, defender la construcción del socialismo en Albania. Al mismo tiempo nuestros Partidos apoyan al Gobierno de la República Popular Socialista de Albania y al Partido del Trabajo de Albania en su lucha por defender el marxismo-leninismo, la construcción del socialismo en su país, el fortalecimiento de la dictadura del proletariado, la unidad del Movimiento Comunista Internacional Marxista-leninista y, en última instancia, el desarrollo de la revolución mundial.

14.- Nuestros Partidos apoyan resueltamente al gobierno y al Partido del Trabajo de Albania, frente a la brutal decisión de los revisionistas chinos, de suspender sus compromisos de ayuda económica y militar a la República Popular Socialista de Albania. Condenan, así mismo, a los nuevos revisionistas chinos por este acto que les desenmascara en su intención de transformarse en una nueva superpotencia social-imperialista, con pretensiones hegemónicas en todo el mundo.

15.- Nuestros Partidos consideran que, frente a la utilización que los revisionistas chinos están haciendo de la obra y prestigio de Mao Tse-tung, para encubrir sus planes de restaurar el capitalismo en China, erigirse en una nueva superpotencia social-imperialista y engañar al proletariado y los pueblos con su nefasta teoría de "los tres mundos", es un deber ineludible salvaguardar sus enseñanzas revolucionarias, marxista-leninistas. Nuestros Partidos valoran altamente los aportes del camarada Mao Tse-tung a la revolución mundial.

16.- Nuestros Partidos reafirman, una vez más, que la tarea central de cada uno es organizar, impulsar y dirigir la revolución en cada país, a la cabeza del proletariado y las masas populares por la conquista del poder y la liquidación definitiva de los enemigos que explotan y oprimen a nuestros pueblos. De este modo, y de acuerdo a las condiciones de cada país, avanzar hacia la democracia popular y el socialismo. Esta será nuestra contribución concreta más importante a la causa del socialismo y la revolución mundial.

Septiembre 30 de 1978.

Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)
Partido Comunista Revolucionario de Chile
Partido Comunista Marxista-Leninista del Ecuador
Partido Bandera Roja de Venezuela.
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FUENTE: CAUSA ML, Nº 26. REVISTA POLÍTICA-TEÓRICA DEL PCR DE CHILE.
Digitalizado por Archivo Revolucionario Comunista (archivo.urc.cl)