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Saludo enviado al acto en homenaje a los 43 años del MIR

SALUDO ENVIADO AL ACTO REALIZADO EN SANTIAGO EN HOMENAJE A LOS 43 AÑOS DEL MIR

Primero que nada, queremos saludar a todos aquellos que desde las salas de clases de liceos y universidades, se han incorporado en forma organizada y consciente a la lucha de clases en nuestro país, tomando una posición clara y firme junto al pueblo y los trabajadores.

Han sido los estudiantes secundarios los que han destrabado finalmente las ruedas de la historia, después de 17 años de democracia restringida y policial, mostrando al conjunto del pueblo que es posible enfrentar al Estado Contrainsurgente, al Gobierno de turno, a los políticos oficiales y a los poderosos medios de comunicación controlados por los dueños del poder y la riqueza, si la lucha es justa, si la lucha es masiva, si la lucha se realiza en forma independiente de las clases dominantes, si la lucha es generosa y colectiva.

Les agradecemos entonces, la oportunidad de poder hacer llegar nuestra palabra a las compañeras y compañeros asistentes a este acto.

El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile, es una organización político-militar, que desde 1965 hace un aporte a través de distintas expresiones políticas, sociales, culturales y armadas, a la construcción del proyecto revolucionario en Chile. El MIR hunde sus raíces en la historia de resistencia, rebeldía y lucha de los trabajadores, pobladores, estudiantes y el conjunto de los sectores populares de nuestro país, y se proyecta en el presente como una matriz cultural que nutre a varias generaciones de revolucionarios, así como a diversas organizaciones políticas y sociales, nacional e internacionalmente.

El MIR trabaja por la organización independiente del conjunto de los trabajadores, de los pobres del campo y la ciudad, de los marginados, los excluidos, los explotados y los oprimidos por un orden social injusto, impuesto a sangre y fuego por los dueños del poder y la riqueza; El MIR trabaja por convertir esa organización en fuerza, y esa fuerza en poder para los trabajadores.

Este 15 de agosto se cumplen 43 años de lucha de nuestra organización. La fundación del MIR constituyó un momento de síntesis de décadas de división, dispersión, desconfianzas y discusiones inútiles al interior de la izquierda revolucionaria, planteando la superación de la política reformista de conciliación de clases de los partidos comunista y socialista, a través del impulso teórico y práctico de una política revolucionaria en el país.

El inicio de las acciones armadas por parte de nuestra organización, supuso el rompimiento definitivo con la fijación electoralista e institucional de la vieja izquierda en el país, cuya máxima y trágica expresión fueron los tres años de gobierno constitucional de la Unidad Popular, el Golpe Militar y el suicidio del presidente Allende en La Moneda.

La concepción del Poder Popular y su impulso como política revolucionaria, recogida de la experiencia práctica de organización de los trabajadores y el pueblo, superando la concepción burocrática, sectaria y burguesa de gobierno de la izquierda tradicional, estableció uno de los más importantes criterios diferenciadores entre una política revolucionaria y una reformista, vigente hasta el día de hoy.

La decisión política de nuestra organización, de quedarse en el país a combatir a la Dictadura, de no dejar abandonado a su suerte al pueblo trabajador que creyó en el gobierno popular, impulsando inmediatamente y en forma unitaria la lucha de Resistencia contra la Dictadura, constituye la máxima muestra de consecuencia ética revolucionaria en nuestra historia.

A pesar del costo humano que nuestra organización debió pagar, bajo el acoso implacable y brutal del enemigo, fue la lucha clandestina emprendida por nuestra organización, la que permitió mantener viva la llama del proyecto revolucionario y popular en el país, contribuyendo a generar las condiciones para la ampliación de la lucha antidictatorial a partir del año 1980, y la radicalización de las luchas populares desde los años 1982 a 1986, cuando el resto de la izquierda terminó de darse cuenta que los militares no dejarían voluntariamente el poder.

Son los años de lucha urbana de las milicias de la resistencia popular, son las operaciones de la Fuerza Central del MIR, de la experiencia guerrillera de Neltume y Nahuelbuta, de los Paros Comunales de Pudahuel, Lota y Coronel, pero también, de las Marchas del Hambre, de las primeras huelgas combativas de trabajadores contra el capital, de Radio Liberación, de la lucha incansable por la defensa de los Derechos Humanos, por la libertad de los presos políticos, por la democratización de las universidades, por el derecho a la vivienda, al pan, al trabajo, por una salida popular al régimen de los militares. Y aunque el conjunto de la izquierda se vio fortalecida en la lucha, el desgaste, las vacilaciones y claudicación de algunos, permitieron abrir la brecha que terminaría en la derrota de la alternativa popular y en una salida política negociada a la dictadura.

Ante las nuevas condiciones políticas y como resultado de la crisis provocada por un grupo fraccional del MIR, que terminaría integrándose en masa al Partido Socialista, nuestra organización perdió la centralidad estratégica, nuestros militantes y dirigentes perdieron la confianza mutua y el MIR se dispersó en la absolutización de prácticas unilaterales, de las que finalmente sólo un pequeño núcleo logró conservar temporalmente una visión más integral de la lucha revolucionaria, sentando las bases de una política de enfrentamiento al Estado Contrainsurgente, al itinerario de transición pactada a esta democracia restringida y policial, y a la consolidación del acuerdo inter burgués entre las clases dominantes.

Sin embargo, la inmadurez de la nueva dirigencia, los vacíos en su formación política e ideológica y un nuevo contexto histórico, abortaron la continuidad de la política revolucionaria del MIR en los años noventa.

Cientos de militantes experimentados terminaron por abandonar las filas de la organización en este periodo, canalizando a través de la lucha social su ideario revolucionario, desarrollando importantes pero aisladas experiencias de lucha y también, emprendiendo la creación de nuevas organizaciones, la mayor parte de las cuales hoy ha dejado de existir.

A fines de los años noventa comenzamos a notar una incipiente reversión en la tendencia de la lucha de clases en el país. Comenzamos a notar signos de desgaste en las clases dominantes que hoy nadie puede negar, y un ascenso paulatino pero sostenido de la lucha social: un nuevo ciclo de luchas populares.

Un pequeño grupo de militantes, provenientes de distintas generaciones y experiencias de organización del MIR, emprendimos la tarea de recuperar la centralidad política e ideológica de nuestra organización, para dar cuenta de estas nuevas condiciones de lucha social y política e intervenir activamente en ellas.

Frente a la posibilidad de seguir haciendo la política del MIR, agregando sólo una nueva sigla al ya fragmentado campo de la izquierda revolucionaria, preferimos reivindicar las tareas inconclusas planteadas por el MIR, reivindicar una línea de pensamiento político revolucionario original que nutre a la totalidad de experiencias de organización de la izquierda revolucionaria actual, asumir el sentido y proyección de nuestra propia historia y darle continuidad al proyecto revolucionario de la organización en las nuevas condiciones políticas, sociales, económicas y culturales de nuestro país y del mundo.

Hoy como ayer, hace 43 años, nos unimos buscando superar la división, dispersión, desconfianzas y discusiones inútiles al interior de la izquierda revolucionaria.

Hoy como ayer, nos unimos planteando la necesidad de superar la política reformista de conciliación de clases de los partidos tradicionales de la izquierda, a través del impulso teórico y práctico de una política revolucionaria en el país.

Hoy como ayer, el trasfondo de nuestro proceso de organización es un ciclo de mayor movilización social frente a las duras condiciones de explotación y opresión impuestas por los dueños del poder y la riqueza, y la necesidad de una alternativa ideológica, política y social a las ofertas excluyentes de país que nos ofrecen las clases dominantes y el reformismo.

Hoy como ayer, nos unimos para liberar el impulso revolucionario de los sectores populares más concientes y combativos, para apoyar sus luchas, para fortalecer sus organizaciones, para proporcionar un instrumento político que permita desarrollar aún más su conciencia y sentar las bases de un nuevo proyecto político popular.

Consideramos que, aunque estamos en pleno desarrollo de un ciclo de movilización popular, nuestro país vive en términos generales un periodo de estabilización de la lucha de clases.

Esto significa que, si bien existen importantes contradicciones y pugnas al interior del actual bloque en el poder, articuladas en torno al desgaste del actual modelo de crecimiento económico capitalista en el país y al desgaste del principal agente político hegemónico, la Concertación, impactando las condiciones de gobernabilidad del sistema en su conjunto, sin embargo, la actual correlación de fuerzas favorece ampliamente a las clases dominantes.

Estas, han logrado conformar un bloque histórico, conducido por el gran empresariado de los grupos económicos y las trasnacionales, integrando al empresariado exportador mediano y pequeño y a los sectores medios, ligados al sector más moderno y dinámico de la economía; Bloque en el que participan en forma subordinada los medianos, pequeño y micro empresarios de la industria, el comercio y la agricultura nacional, y que perjudica a los trabajadores en su conjunto, a los pobres del campo y la ciudad, a los pueblos indígenas, que no caben en el actual modelo de desarrollo; a los inmigrantes y a los sectores medios asalariados y algunas categorías de profesionales, todos los cuales ven constantemente amenazados sus puestos de trabajo y deteriorarse sus condiciones de vida, constituyendo el desempleo, la precariedad laboral, la marginalidad, la pobreza y la superexplotación los mayores problemas que enfrentan.

Se generan hoy las condiciones para un reacomodo de las clases y fracciones de clase que participan de este acuerdo interburgués, dándose las condiciones para una reedición de los tres tercios tradicionales en la política institucional, con un desplazamiento general de las propuestas políticas hacia la derecha, lo que implica un cambio en la estructura del estado contrainsurgente y las principales políticas públicas que desde este son impulsadas.

Esta metamorfosis del bloque en el poder, a la vez que permite la inclusión de organizaciones políticas antes excluidas, buscando ganar gobernabilidad para el modelo de dominación, vía coopción, alterando la confi-guración del régimen de democracia restringida y policial, genera las condiciones para una mayor movilización social, en un contexto de fuerte crisis económica para los trabajadores y el pueblo y de niveles de exclusión y descom-posición social extremos, similares a los vividos los primeros decenios del siglo XX.

Ya distintos sectores hablan de un nuevo pacto social, gracias a la incorporación formal y subordinada del Partido Comunista al sistema. Un nuevo pacto social, similar al que se negoció con los partidos de la izquierda reformista al inicio de la transición, que le entregaron un cheque en blanco a la Concertación y que retrasó e impidió el desarrollo autónomo de una política popular de los trabajadores y el pueblo, con independencia de clase frente a los negociados de la Concertación con el empresariado.

Frente a este nuevo intento de negociación de los intereses del pueblo, la experiencia histórica muestra que la única esperanza real para los explotados y margi-nados del país, para los trabajadores y pobres del campo y la ciudad, será romper ellos mismos esta situación de estabilización de la lucha de clases, acumulando fuerza social revolucionaria a través de todos y cada uno de los enfrentamientos parciales contra el empresariado y la oligarquía dominante, que permita alterar la correlación de fuerzas entre los sectores oprimidos y el bloque en el poder, y abrir un nuevo periodo de la lucha de clases en Chile.

Es por esto que nuestro objetivo estratégico para el periodo, es que el MIR -este MIR-, contribuya a la acumulación de fuerza social revolucionaria y a la polarización de la contradicción principal que cruza nuestra sociedad, entre explotados y explotadores, buscando la crisis del acuerdo interburgués y el surgimiento de un nuevo proyecto político popular.

Esto implica en términos generales:

a) Avanzar en la articulación de la alianza social de clase y multiétnica de los explotados, excluidos y oprimidos, a través de la movilización, la organización y el impulso a la lucha de todo el pueblo;

b) Avanzar en el logro de la unidad política de los revolucionarios y la izquierda, a través de la construcción y fortalecimiento de la fuerza propia y el impulso de una política amplia de reagrupación de fuerzas, sobre la base de un acuerdo programático, que vaya más allá de la simple reunión de siglas vacías de pueblo, que ha sido la constante durante los últimos diez años;

c) Desarrollar, extender y legitimar el ejercicio de la violencia por parte de los trabajadores y el pueblo, como base de una política militar revolucionaria, a través del desarrollo creciente de las acciones directas de masas, de la autodefensa de masas y del impulso al accionar miliciano de la organización, enmarcado dentro de los límites de la lucha política y reivindicativa de los trabajadores y el pueblo;

d) Avanzar en la articulación internacional de la lucha anticapitalista en la región, a través de la solidaridad activa con los pueblos en lucha, el desarrollo del pensamiento regional revolucionario y la coordinación y apoyo mutuo de las fuerzas revolucionarias del continente.

La única manera de impulsar estos objetivos, es hacerlo prácticamente. Esto se traduce en concreto en:

a) El esfuerzo de construcción de una organización nacional, buscando integrar a los sectores más concientes y combativos de los trabajadores y el pueblo. Una organización socialmente arraigada, combativa y experimentada, de carácter político militar y clandestino.

Hoy estamos en las fases iniciales de constitución de una organización de este tipo, arrastrando todavía una serie de deficiencias y lastres de la anterior etapa de dispersión y desarticulación de los revolucionarios.

b) En el impulso de una política revolucionaria, “La Política de los pobres del campo y la ciudad”, que teniendo en perspectiva la acumulación de fuerza social revolucionaria, dinamice el desarrollo de la lucha reivindicativa y política de los sectores populares, el fortalecimiento de sus organizaciones naturales, la elevación de sus niveles de conciencia política de clase, contribuya a su organización, a su unidad y al logro concreto de un mejoramiento en sus condiciones de vida, de trabajo o de estudio.

Creemos que esto parte por recoger e Impulsar las plata-formas de lucha sectoriales que ya existen en muchos lugares; Por apoyar y extender las formas de organización y de lucha que el mis-mo pueblo se está dando para combatir a la dictadura del capital.

Esto significa hoy, por ejemplo, apoyar las luchas estudiantiles, fortaleciendo las formas de organización que se han dado los mismos estudiantes secundarios, a nivel de zonales comunales y a nivel nacional, generando las condiciones de continuidad de la organización y lucha estudiantil, en el entendido que el esfuerzo desarrollado por los secundarios ataca uno de los pilares sectoriales de las políticas públicas del estado neoliberal en el país y que la aprobación de la LGE en el senado en ningún caso resuelve las contradicciones del modelo educacional en el país.

También, apoyar las luchas de los trabajadores subcontratistas en las distintas ramas industriales y de servicios, contra el régimen de subcontratación, contra el actual código laboral y contra las políticas de flexibilización, explotación y desprotección laboral impulsadas por el empresariado y el gobierno. Apoyar las luchas de los trabajadores organizados por el mantenimiento y mejora de su nivel salarial, por su participación en las tremendas ganancias que a pesar de la crisis social están obteniendo las grandes empresas, e Impulsar la lucha de los pobladores contra la especulación y el lucro en las políticas habitacionales, contra el deterioro de sus condiciones de vida producto de las alzas sostenidas en el precio de los alimentos, servicios básicos y transporte público, así como contra la inseguridad y la represión policial.

c) En el impulso a la acción directa de los sectores populares, en la toma y defensa de sus derechos, frente a un empresariado explotador y a un régimen político que les expropia el contenido político de sus luchas. En el fortalecimiento y extensión de la autodefensa de masas frente a la represión policial y en el impulso a la lucha miliciana en apoyo de las luchas reivindicativas y políticas del pueblo.

d) En el impulso, fortalecimiento y extensión de una política comunicacional de la izquierda revolucionaria, y el desarrollo del sistema de instrumentos necesarios para ella, que informe sobre las luchas y los avances que va logrando el pueblo movilizado, que entregue los elementos de reflexión y análisis que permitan a los dirigentes y militantes, a los luchadores sociales y políti-cos, al pueblo no organizado, ir acercándose a una perspectiva común, y que haga la denuncia permanente de las políticas que favorecen a los dueños del poder y la riqueza.

e) En el impulso de organizaciones sectoriales o de frente que levanten esa propuesta política popular, así como en el desarrollo de un instrumento organizativo que nos permita intervenir en la lucha política nacional en forma abierta, aprovechando todos los espacios que sean necesarios para impulsar esa propuesta.

f) En el impulso de iniciativas concretas y permanentes de cooperación entre las organizaciones que componen la izquierda revolucionaria en el país, en el sentido de impulsar los puntos ya señalados.

Somos ambiciosos. Es cierto. Y reconocemos que nuestra organización hoy día dista mucho, muchísimo, de ser la adecuada a estos objetivos básicos que planteamos. Sin embargo, si no lo fuéra-mos, no aspiraríamos a ser revolucionarios y nos conformaríamos y acomodaríamos con esta realidad de explotación, injusticias y abusos que significa la mantención del actual sistema político y económico que rige en el país.

Creemos que esta realidad debe ser transformada y estamos convencidos de que ese es un proceso de mayorías. No nos basta con manifestar periódicamente y públicamente nuestro descontento, sin lograr cambiar nada sustancial.

A pesar de que la misma brutalidad de las condiciones de vida y de trabajo del capitalismo engendran y desarrollan espontáneamente la conciencia, la lucha y la organización del pueblo, la extensión de estas y la conformación de un proyecto político popular son procesos que deben ser estimulados y desarrollados por las organizaciones políticas del pueblo.

Hemos decidido hacer un aporte a ese esfuerzo. Por eso, nuestro homenaje a los 43 años de lucha del MIR, es impulsar en forma consecuente y perseverante la política revolucionaria del MIR y construir todos los instrumentos necesarios para llevarla a cabo.

Les invitamos a integrarse a este esfuerzo.

Con la experiencia,

Con la juventud,

Con la Fuerza y con la Unidad

Es luchando como avanza el pueblo