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El Machete (Enero-Marzo de 1995)

EL MACHETE
ÓRGANO OFICIAL DEL EPB-MACHETEROS

ENERO-FEBRERO-MARZO DE 1995
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DE LA JAIBERÍA A LA CORRUPCIÓN

Las voces críticas de la corrup­ción, ese mal que corroe mente, corazón y espíritu, crecen. No sólo en amplitud masificada, sino también en energía denunciativa. El pueblo, ese cuerpo invisible, pero omnipresente; etéreo, pero voluminoso; paciente, pero implacable; ese pueblo que su­fre los efectos nocivos que emanan de los inhumanos y despiadados ac­tos de bandidaje provocados por quie­nes escoge para que les de protec­ción y organice su desenvolvimiento y bienestar social; ese pueblo, se encuentra actualmente desamparado y sin Norte que tenga como objetivo, en primer lugar, sus derechos: eco­nómicos, políticos y sociales. La fra­se «servir al pueblo», tantas veces pronunciada por quienes en realidad sólo piensan en servirse del pueblo para lograr sus ambiciones persona­les, ha perdido su significado intrín­seco.

Los valores que esta sociedad ha ido moldeando hasta convertirlos en aspiraciones de vida para todos los componentes de la sociedad, sin im­portar su ubicación en los estratos so­ciales que la definen como tal; esos valores que, obedeciendo a la impla­cable ley de causa y efecto toman cuerpo filosófico conformando la sub­consciente conciencia social, son los valores que engendran la corrupción.

El sistema se ha encargado de enterrar, o por lo menos colocar en un lugar apartado y desvirtuado, el sentido de importancia que la colec­tividad debe tener en la conciencia de todo ser humano (Entendemos por colectividad a los miembros de una comunidad; los trabajadores en una fabrica o agencia; los residentes en barrios, ciudades o municipios; en fin, el pueblo). Ha suplantado al es­píritu colectivo, en nivel de importan­cia, con el culto reverente y deificad

al «yo», o sea al individualismo. La egolatría se impone como eje central de la vida y de la sobrevivencia. La hipocresía se convierte en arte; el mentir y manipular, en «astucia y listería», y la exaltación ilimitada de unos mal orientados derechos indivi­duales, en razón de la vida.

Para arribar a semejantes conclu­siones, no hay que someterse a una rigurosa disciplina de estudio o inves­tigación social. Basta echar una ojea­da a nuestro alrededor. Eso sí, tiene que ser una ojeada desprendida de ese «yo» que es capaz de moldear las cosas a conveniencia propia. Tie­ne que ser una ojeada depurada todo lo más que sea posible de los intere­ses personales ya deformados por esa misma realidad de la que todos somos parte.

¿Cuáles son los elementos sobre-salientes que moldean la corrupción y que saltan a la vista? La vida con­vertida en mercado de consumo para todo y para todos; la lucha desenfre­nada y sin consideraciones o contem­placiones por alcanzar «posiciones» y una ubicación ultra-privilegiada en las estructuras del sistema; la menti­ra y el engaño; la irremediable desconfianza; la ambición personal desvirtuada y el desbocado afán de enriquecimiento; la jaibería. masificada y, todo ello, convertido en modo de vida por los estrategas e ideólogos del sistema que en última instancia no son sino los que llevan las rien­das económicas del mismo y establecen, directa o indirectamente, los mecanismos de control y re­glamentación social, o sea, las leyes que rigen la sociedad.

Las instituciones creadas por los capitalistas y poderes económicos para regir y regular la vida cotidiana de la ciudadanía y para protegerla de toda eventualidad que amenace a la sociedad no son sino el más grande ejemplo de corrupción. La Legislatura, las agencias administrativas del sis­tema político, las agencias estatales de servicios, etc., están pla9adas
El pueblo vive momentos muy difíciles. La voz de Protesta proveniente de 105 sectores que otrora se mantenía pasiva y premeditadamente desen­tendida, ahora comienza a dar señales de preocu­pación ante la magnitud del deterioro de la calidad de vida. Ya los afectados no son tan sólo aquellos sectores mayoritarios de la población que siem­pre han sido víctimas de las condiciones que tie­nen que sufrir como asalariados o desempleados. El crimen, y sus efectos, ha victimizado a sectores sociales mas allá de lo que tradicionalmente era «tolerable». También está clamando muchas vidas de personas privilegiadas que se han nutrido del sistema hasta la saciedad sin jamás proferir un grito de preocupación o protesta ante lo que la mayoría del pueblo ha venido sufriendo durante décadas.

La justicia no está en «la caridad» que propo­nen y propagan como acto generoso de humani­dad. Con ello sólo pretenden sosegar el complejo de culpa que en su fuero interno cargan y, a la vez, congraciarse con las victimas. Eso es parte de lo que crean para engañar al pueblo y conver­tirse en líderes de «campañas humanitarias», que también les rinde beneficios. La justicia no está en el sistema. Ahí está la causa de los males.

Para que exista justicia real y duradera, el pue­blo tiene que decidirse a luchar fuertemente para lograr unos cambios que den al traste con todos aquellos elementos que engendran los males que vivimos. En otras palabras, se impone un cambio verdadero, no sólo de políticos, o de seres huma­nos que fungen como los «salvadores» o «ricos filántropos» que reparten una pequeña fracción de las enormes ganancias que como empresarios y propietarios han obtenido a través de toda su exis­tencia y sobre las espaldas del pueblo. Ese cam­bio sólo puede llegar cuando logremos desarrollar una fuerza organizada para la lucha, cuando sea­mos capaces de lanzarnos a conquistar nuestra libertad fundamental en estos momentos. Eso no es otra cosa que nuestra libertad política. Sólo ella nos permitirá echar mano a las herramientas a ser diseminadas hacia el pueblo para que, al fin, éste haga lo que le corresponde hacer: una revolución económica, política y social.
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OSCAR Y EL SUPERPRESIDIO

Hace algunas semanas sufrimos un golpe contun­dente al enfrentarnos al televisor y ver un reportaje sobre un Superpresidio que el gobierno de los Estados Unidos acababa de «inaugurar». Vi­mos a nuestro compañero Oscar López ser conducido a través de unos pasillos blancos, totalmente encadenado de pies, manos y cintura. La imagen llegó muy clara a través de la televisión y, a pesar de que fue breve, vimos a un compañe­ro de mayor edad, con algunas canas que antes no tenía y en unas condicio­nes carcelarias diseñadas para romper hasta la última fibra del espíritu. Fue impactante.

Tenemos a Oscar presente día a día, así como a los otros quince compañeros que también cumplen sen­tencias por luchar por la libertad de su patria. Nos pre­guntamos ¿qué más pretenden hacerle a Oscar? Du­rante sus últimos años de encarcelamiento en la pri­sión de Marion ha estado confinado a su celda por más de 23 horas diarias, sólo se le permitía una salida al patio una vez por semana y las condiciones eran sumamente restrictivas. Así, que ¿qué más pueden ha­cerle a Oscar?

Pues, encerrarlo en una celda, que está aislada de las otras celdas; en una galera que está aislada de las otras galeras; en una unidad que está aislada de las otras unidades. En su celda tiene una ventana de cua­tro y media pulgadas de ancho por cuatro pies de lar­go y a través de la cual el preso sólo ve «un pedacito de cielo» según las mismas palabras de Oscar. No hay privacidad alguna pues toda la vigilancia es electróni­ca. Las puertas se abren y se cierran electrónicamente para minimizar contacto con los guardias. Se trata de aislar al preso de todo contacto humano.

Las visitas son a través de teléfono en un cuarto con un cristal a través del cual se ve a la visita pero nunca hay contacto físico. Las llamadas telefónicas son solamente dos al mes, de quince minutos cada una y pagadas por el preso.

Por las noches Oscar es despertado cada hora para asegurar que no se ha escapado; no se le permi­te el necesario descanso y esto ocurre noche tras no­che. En la galera donde se encuentra Oscar hay un

total de cuatro presos, uno de ellos con problemas mentales que se pasa la noche y el día gritando por lo cual no hay descanso mental ni físico.

«Los presos necesitan solidaridad y ayuda. Hay presos que no reciben ni una carta. En un sitio como Marion uno po­día regalarle sellos o un café a otro pre­so. Le podía dar material para que leye­ra. El que no tenía siempre encontraba ayuda. En Marion yo salía al patio una vez a la semana y desde allí veía árbo­les, animales, pájaros, oía el ruido del tren y el canto de chicharras. Corría sobre la tierra y la olía. Podía agarrar yerba en mis manos y dejar que las mariposas me rodearan. Pero aquí no hay nada de eso. El diálogo era algo que se practicaba en Marion. Y siempre uno encontraba un preso interesado en asuntos políticos. Si un preso necesitaba ayuda en materias de educa­ción, uno podía dársela. Si un preso quería aprender algo siempre había alguien que se lo enseñara. ¿Pero, qué va a pasar aquí con los presos que no tienen nada? ¿Qué va a pasar aquí con presos que necesitan aten­ción psicológica? Sin solidaridad y sin apoyo, los que no tienen nada serán los más vulnerables. Ello es una crueldad. »

Oscar fue trasladado a Florence el 21 de diciem­bre de 1994, justo al comienzo del periodo navideño. La instalación carcelaria estaba apenas terminada y los defectos de construcción eran numerosos. El pol­vo de la construcción se adhería a las paredes y como el sistema de aire es cerrado, ese mismo polvo se res­piraba sin saber cuán detrimental a la salud es. No tenemos constancia de que las condiciones hayan cam­biado.

Está en cada uno de nosotros trabajar para que Oscar sea sacado de esa prisión. Están tratando de hacerle un daño irreparable y tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para evitarlo. Colabora con las campañas a favor de la excarcelación de nues­tros patriotas encarcelados, en especial con la de Oscar, que en estos momentos es inminente. De paso, envíale una carta, una nota o una postal; a Oscar le alegrará saber de ti o conocerte (la dirección aparece en la página 11 de este Boletín).
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ROSSELLÓ, EL SINDICALISMO Y LA INDEPENDENCIA

Desde 1993 el gobierno colonial de la Isla tiene un nuevo gobernador, el Dr. Pe­dro Rosselló. A diferencia de los anterio­res, carece de experiencia política y admi­nistrativa. No debemos olvidar que es una figura creada, fabricado por los grandes in­tereses para sus intereses. Vino a destruir el sistema público; a desacreditarlo, por dos razones principales: la privatización y la anexión. Ambas van agarradas de la mano como si fueran una sola; ambas representan la aniquilación del movimiento sindical y de la lucha por la independencia patria.

No olvidemos las expresiones de Rosselló en el sentido de que los empleados públicos eran parásitos del gobierno. De sus palabras se desprende su menosprecio a di­cho sector.

A pesar de estas deficiencias, al gober­nador le han proyectado una imagen en el pueblo capaz de salir airoso ante una divi­sión de su partido y ante la amenaza real que representan los sindicatos en Puerto Rico. Al no lograr la mayoría simple la estadidad en la consulta, la división que existía ya internamente, salió a la luz pú­blica. Las peleas que veremos en los próximos meses o años no deben apartarnos de los objetivos fundamentales que trae Rosselló para su "compromiso de cambio". El objetivo de la estadidad vía un "plebisci­to" no se pudo lograr inmediatamente, pero se va a seguir abonando el terreno con la privatización del sector público para, de ganar las próximas elecciones, intentarlo nuevamente.

¿Y qué tiene que ver la privatización con la anexión? La estadidad es bien difícil

de lograr por muchas razones, pero casi im­posible mientras el gasto público sea tan alto, según la mentalidad norteamericana, que a fin de cuentas pagarían un estado que no aporta al tesoro federal. La "estadidad después" representa la privatización ahora.

Ante esta realidad los trabajadores or­ganizados tenemos que aumentar la militancia pero enfocando el verdadero pro­blema. Para ilustrar lo que debe ser nuestro verdadero objetivo veamos unas experien­cias recientes en el movimiento sindical del sector público. Los maestros se encontraban en una encrucijada porque el gobierno de Rosselló les montó escuelas privadas en las escuelas públicas y las llamó escuelas de la comunidad. La protesta se generalizó tanto que las tres organizaciones que represen- tan a los maestros se unieron. Cuando la administración de Hernández Colón cam­bió el curso escolar y lo llevó al ritmo del curso escolar norteamericano, cambiando nuestras vidas y costumbres, nuestro vera­no y nuestras necesidades, nadie protestó. La diferencia está en que el primero es un ob­jetivo económico y el segundo es uno político-social; la diferencia está en que uno afecta a los maestros y el otro afecta a todo un pueblo.

Otra experiencia es la de los trabaja­dores de Acueductos y Alcantarillados. Se pinta un cuadro tétrico de la autoridad; cla­ro, siempre hay aumentos para la gerencia que se faja recogiendo chavos para la cam­paña, y se propone privatizar; -¡cuidado!- la parte administrativa solamente. Los lí­deres de la unión aceptan la oferta del go­bierno y son respaldados por el liderato de una central obrera. A la par con la privatización un aumento al pueblo consumidor. ¿Quién asegura que la privatización de la agencia no va a ser completa, con tiempo? ¿ Quién asegura los derechos adquiridos, el liderato de la unión o el gobierno? Con la privatización las leyes federales aplican, ¿qué garantías entonces hay? Otra vez la diferencia es a quién afecta finalmente esta decisión, a los trabajadores de una agencia en particular o al pueblo en general.

No debemos desviar nuestra lucha sindical hacia las cuestiones económica sola­mente, tenemos que abrirnos hacia lucha nacional. Nuestra misión ha de ser la de junto al pueblo trabajador construir mundo nuevo de justicia e igualdad, una nueva sociedad donde no exista rivalidad ni guerra entre hermanos, donde la economía no determine la moral.

La privatización limitada es un engan­che para el objetivo final del gobierno colonial de turno, que es la anexión en cuerpo y alma del pueblo puertorriqueño a los Esta­dos Unidos.

Los trabajadores debemos insertarnos en las luchas nacionales y sociales de nues­tro pueblo, convertirnos en una verdadera fuerza política capaz de contrarrestar el crimen que se comete contra nuestra nación Si matar a una persona es un crimen, qué no será matar un pueblo, una nacionalidad. En la colonia la negociación económica no puede estar por encima de nuestra razón de existir como puertorriqueños; el diálogo no es con los que tienen el poder y reparten migajas, es con el pueblo que quiere libertades...
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EL COMANDO SUR O "LA DANZA DE LOS MILLONES"

La reclamación de dignidad hecha por el pueblo pa­nameño bajo el. liderato del General Omar Torrijos en 1977, ha obligado al gobierno de los Estados Unidos a retirar sus efectivos militares de suelo panameño para el año 1999. La «mudanza» de esa gigantesca base militar estratégica, que bajo el titulo de «Comando Sur» se ha mantenido en ese país desde que era construido el Ca­nal de Panamá, ha causado un gran revuelo entre los más acérrimos vendepatrias existentes en Puerto Rico.

Como siempre, estos ultra-yanquis encabezados por Romero Barceló, por Baltasar Corrada del Rio, por el General Emilio Díaz Colón y por el Gobernador Pedro Rosselló González, no han perdido un instante para hacer todo lo posible por lograr que esa base sea instalada en Puerto Rico. A ellos no les importa el enorme daño que eso pueda causar al pueblo. Se imaginan no sólo nadan­do en los millones de dólares que supuestamente esa base habría de generar y circular en Puerto Rico, sino en lo que ello puede representar como hecho consumado y casi irreversible en aras de la integración de Puerto Rico al sistema militar de los Estados Unidos y, por ende, a la «estadificación», sorbo a sorbo, de la patria y pueblo puer­torriqueño.

El peruano asistente del gobernador, Alberto Goachet, no ha escatimado en donar el patrimonio del pueblo trabajador puertorriqueño al esfuerzo para atraer a los pentagonistas yanquis. Les ha ofrecido un «paque­te muy sustancial» según sus propias palabras. Ese «pa­quete» incluye: una red de platos de satélites, facilidades de transportación, hoteles de alta calidad en servicios a costos reducidos, puertos para sus barcos, y otros bene­ficios marginales. (Quizás se refería a los múltiples bares de prostitución que rodean a todas las bases militares yanquis).

El hecho de que este Comando Sur haya planificado y coordinado la invasión a Panamá en diciembre de 1989 constituye para los vendepatrias un aliciente adicional. Piensan que si eso fríe así allá, qué no seria en Puerto Rico si el pueblo decidiera levantarse en armas para lu­char por su libertad e independencia. Todo ello los hace sentir más seguros.

Nada importa que la propia confesión de los oficia­les militares del Comando Sur en cuanto a los propósitos de dicho centro de invasiones estratégicas admita que el propósito es para mantener a raya a todos los países de América Latina. A esos efectos, el Capitán Jim Knotts, oficial portavoz del Comando Sur, ha expresado que «desde el punto de vista militar sería bueno que la nueva sede (del Comando Sur) estuviera accesible a América Central y del Sur, y que su cultura tuera similar» A esos efectos, ese oficial esta entusiasmado porque Puerto Rico «llena esos requisitos».

Pero lo que a todas luces es inmoral es que, aún cuan­do queda meridianamente claro que el propósito de este instrumento de planificación y acción estratégica militar no es otro que el de mantener bajo control y a raya a todas las naciones del continente que amenacen con li­berarse del tutelaje y del sistema yanqui, los elementos lacayos de Puerto Rico, esos que no piensan sino en sus bolsillos, en sus intereses y en su hegemonía sobre el pueblo puertorriqueño, prefieren permanecer como ma­rionetas al servicio de los gringos.

A todo esto, los representantes del Partido Independentista Puertorriqueño continúan en su coque­teo con los yanquis, sometidos a las reglas del juego y soñando que esos bandidos están en camino de «ceder­les» el poder y la independencia, bajo la tutela del Parti­do Independentista. Esa es la tragedia mayor. La timidez del señor Orellana, al expresar que todo esto es un mero truco de publicidad del gobernador Roselló, y que nada de esto es en realidad factible, le hace un gran daño a nuestro pueblo y a la lucha, de por si muy difícil, que los patriotas puertorriqueños tenemos por delante.
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TARIFAS Y DEVALUACIÓN DE LA MONEDA: SE PIERDE CENTRAL AGUIRRE

25 de enero de 1899 San Juan, Puerto Rico - La situación económica en Puer­to Rico está en caos. Las tarifas impuestas a los productos puertorriqueños dificultan su venta en el exte­rior. La devaluación de la moneda no permite adquirir bienes y servicios esenciales, mucho menos los recursos necesarios para sembrar las nuevas cosechas. Los bancos están a punto de embargar las propiedades de muchos puertorriqueños.

Ante esta situación el gobierno mi­litar ha ordenado una suspensión so­bre todos los embargos de propieda­des. Al congelarse las tierras han con­gelado simultáneamente la economía ya que los agricultores ahora no pue­den utilizar sus tierras como colateral para adquirir los créditos necesarios para sembrar las cosechas futuras. Los agricultores se han visto obligados a vender parte de sus propiedades para levantar los fondos necesarios para mantener una operación viable. Se an­ticipa que los puertorriqueños dejarán de ser dueños de sus propias tierras, pues no les queda más remedio que vender para poder subsistir.

Algunos insinúan que dentro de algunos años gran parte de la tierra puer­torriqueña pertenecerá a extranjeros, primordialmente a los norteamericanos en busca de «oportunidades en las colonias», quienes son los que tienen di­nero. Las familias puertorriqueñas ve­rán sus fincas reducirse a pequeños predios de terreno y a los extranjeros apoderarse de las mejores tierras a pre­cios de oportunidad. Como un ejem­plo de esta situación se cita el caso del Sr. John Luce, un financiero de Boston que representa a la firma «Kidder and Peabody», quien en agosto de 1898 consiguió abrir un banco en la isla el cual inmediatamente fue nombrado representante fiscal para las fuerzas que ocupan a Puerto Rico. Todos los fondos provenientes de tarifas se de­positan en el banco Luce, el cual ade­más está autorizado a realizar las fun­ciones de casa de cambio intercambiando dólares por pesos. Tan fructífero ha sido en sus negocios que Luce acaba de comprar la Central Aguirre, de alrededor de 2,000 cuer­das. Esto es tan sólo un ejemplo de lo que traerán los tiempos futuros.

(Adaptación del libro The Disenchanted Island de R. Fernández)

TESORO DE ESTADOS UNIDOS ROBA A LOS PUERTORRIQUEÑOS

17 de diciembre de 1899 San Juan, Puerto Rico -El General Miles, a tan ­­solo cinco meses después de haber invadido la Isla de Puerto Rico, ha declarado el dólar americano como la única divisa legal en la Isla y ha establecido la razón de cambio en sesenta centavos con respecto al peso. Los puertorriqueños han emi­tido su voz de protesta, ya que pre­vio a la invasión la razón de cambio en los mercados internacionales era de setenta y cinco centavos con res­pecto al dólar, - a pesar de que fuen­tes cercanas al ejército estadouni­dense aseguran que el valor real del peso, dado su tan alto contenido de plata, es de ochenta y cinco centa­vos con respecto al dólar.

Los consumidores han manifes­tado ser víctimas del abuso, más aún cuando los salarios han sido ajustados de acuerdo a la nueva es­cala, pero los precios de los comestibles y productos se mantienen en la misma escala de precios previa a la devaluación. Significa esto que los trabajadores ganan menos y tie­nen que pagar los productos al mis­mo precio que antes.

El Sr. William Dinwiddie, quien hizo un estudio de la isla para 1899, manifiesta en el mismo que el Tesoro de los Estados Unidos roba a los puertorriqueños. Calculando en 386 granos de plata el peso y 412.5 granos el dólar la diferencia es tan sólo de un ocho por ciento. Enton­ces, «¿qué argumento puede desplegarse para defender a nues­tro gobierno de la más severa críti­ca por haber, bajo el poder militar, establecido una razón de cambio ar­bitraria, donde cada peso recauda­do por nuestro Tesoro a razón de cincuenta centavos [y luego sesen­ta centavos] pueda ser fundido nue­vamente, y tras añadirle un valor de plata equivalente a cinco centa­vos, convertirlo en uno de nuestros propios dólares de plata?». Esta pregunta no ha sido contestad al propio Dinwiddie y tampoco al pue­blo puertorriqueño.

(Adaptación del libro The Disenchanted Island de R. Fernández)
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PLUTONIO: DESTRUCCIÓN Y MUERTE

En días recientes, hemos visto una gran activación por parte de la organización ambientalista puertorriqueña Misión industrial, levantando conciencia sobre los peligros y amenaza a la vida y al ambiente que puede generarse en caso de accidentarse uno de los buques que transporta Plutonio hacia el Japón. Las peligrosas aguas del Canal de la Mona, muy bien pueden constituir el escenario de destrucción y muerte pues es la ruta preferida por los que planifican el traslado de dicho material radioactivo desde Cherburgo Francia, pasando por el Canal de La Mona y luego por el Canal de Panamá en su ruta hacia el Japón.

Desde hace algún tiempo, el grupo de ambientalistas de «Green Peace» que navegan en el buque «Rainbow Warrior», han estado en primera fila ayudando a levantar la indignación en todo el mundo al denunciar las peligrosas aventuras en las cuales los grandes consorcios industriales se involucran cegados por sus ganancias sin tomar en consideración la salud y seguridad de los pueblos y del medio ambiente. En esta ocasión, esos ambientalistas se unieron al clamor puertorriqueño, cuya conciencia ha sido levantada por el esfuerzo de los ambientalistas locales.

El efecto de las campañas, que también contaron con el apoyo de numerosos ambientalistas de todo el mundo, logró obligar al gobernador de Puerto Rico, y a otros politiqueros a quienes jamás les ha importado la defensa del medio ambiente, a unirse al clamor del pueblo y expresar, tras un emplazamiento directo, su oposición al paso del buque japonés con su carga letal por aguas cercanas a nuestra Patria

Más de una docena de países han negado el paso por sus aguas territoriales al buque con Plutonio. No es para menos. Basta pensar; como dijera el ambientalista Jorge Fernández Porto en un importante artículo publicado hace dos años, que «De poder repartirse una libra de PuO(Oxido de plutonio) a través de toda la atmósfera terrestre, potencialmente le podría causar cáncer a todos los miembros de la especie humana». Y, si tomáramos en consideración que un solo gramo de dicho elemento puede causar cáncer y matar a 22 mil personas, entonces puede tener una idea mucho más gráfica del enorme peligro que este material radioactivo representa para la humanidad, y, en este caso, para nuestro pueblo.

Todo esto podría parecer superable si el transporte de este isótopo se puede hacer con tal seguridad que un accidente sería imposible. No obstante, esto, con- forme a lo expresado por los

ambientalistas y científicos, no son así. Cada envase de plutonio no puede contener más de 8 libras de material y se transportarían 357 envases en cada uno de los 30 viajes que se estiman Con cada viaje aumentan las pro- b a - habilidades de un accidente.

El ritmo acelerado de desarrollo no marcha a la par con el ritmo de masificación de los conocimientos y de la tecnología, de los controles obligatorios que deben ser impuestos por los pueblos de todo el planeta y, mucho menos, de la seguridad y tranquilidad que el ser humano necesita para ir progresando hacia el futuro, pero sin peligros para la humanidad. La prisa es motivada por ansias de dominio más que por deseos de progreso. El deseo de progreso, sano y bien canalizado, toma en consideración, en primer lugar, al género humano y al planeta, como máxima expresión de garantías para la sobrevivencia.

No podemos dejar de señalar que toda esta lamentable situación se produce como consecuencia directa del afán de lucro y de poder; tanto por parte de los grandes consorcios que configuran el sistema de producción mundial, al igual que de las naciones poderosas que sólo piensan en mantener su hegemonía sobre la humanidad. El desbalance, por ende es negativo y, como estamos viendo, altamente peligroso.