Comando Edgard Sánchez, ejemplo imperecedero en la lucha por la liberación nacional y el socialismo

COMUNICADO

COMANDANTE NÉSTOR CERPA CARTOLINI - COMANDO EDGARD SÁNCHEZ, EJEMPLO IMPERECEDERO EN LA LUCHA POR LA LIBERACIÓN NACIONAL Y EL SOCIALISMO

¡Reuníos, reuníos!
¡Hombres del Perú, hombres perseguidos como piojos, hombres pisoteados, hombres tallados a sablazos, hombres que tienen una sola camisa!
¡Escuchad el cantar de la Guerra de los Pobres, oíd el cantar de Túpac Amaru!
(Manuel Scorza)

Al pueblo peruano, nuestro pueblo;
A las organizaciones sociales, populares y revolucionarias de Indoamérica y el mundo;
A la opinión pública internacional.

Al cumplirse este 22 de abril doce años de la caída en combate del comando “Edgard Sánchez” en la residencia del embajador japonés en Lima, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru manifiesta lo siguiente:

Nuestra organización decidió insurgir en armas a inicios de los años ochenta como resultante de la continuidad histórica de un largo y sacrificado proceso de resistencia y lucha de nuestro pueblo, no como el capricho de un puñado de hombres y mujeres violentos, tal cual pretende imporner el sistema de dominación a base de mentiras.

Nuestra decisión estaba enmarcada en una realidad histórica signada por el abuso, la opresión, la explotación económica, la exclusión social, el racismo y la muerte como forma de acabar con las justas protestas populares.

A lo largo de este difícil camino pusimos énfasis en la necesidad de construir un proyecto revolucionario que expresara y exprese la compleja diversidad social y cultural del Perú. No obstante, los gobernantes nacionales y las clases dominantes fueron incapaces de entender que es imposible el desarrollo de un país sólo para un puñado de ricos, a costa del sacrificio de la inmensa mayoría de peruanos. Los dominadores pues, respondieron con el lenguaje de la violencia y el arrasamiento.

Los derechos políticos y sociales en el Perú jamás han sido concedidos por los gobernantes de turno sino por el contrario, han tenido que ser arrebatados, conquistados, luego de duras y heroicas luchas populares. Cada derecho social ha costado en el Perú, cárcel, represión, sangre y muerte.

A partir de los 80, El PC del P - Sendero Luminoso desarrolló una estrategia de derrota que fue absolutamente funcional al enemigo. Sus acciones no sumaban al pueblo a la lucha sino por el contrario, lo apartaban haciendo del terror su principal forma de hacer política. Este terror fue usado contra el propio pueblo, contra las organizaciones sociales, populares y de izquierda.

En medio de ese panorama el Estado peruano desarrolló una política sistemática de violación de los derechos humanos; se arrasaron comunidades enteras y se acabó con la vida de miles de peruanos y peruanas. La gran mayoría de ellos indígenas quechua-hablantes. Es decir, el estado peruano mostró su característica de continuador colonial. Los gobiernos ‘democráticos’ de Fernando Belaúnde Terry y de Alan García cometieron un verdadero genocidio contra nuestro pueblo que fue continuado luego por el dictador Alberto Fujimori.

A pesar de la feroz represión la insurgencia avanzaba. Y el conjunto del sistema político peruano entró en crisis. La derecha y la oligarquía sustentadoras del capitalismo peruano sabían que no podrían sostenerse demasiado tiempo en esas circunstancias. El gobierno populista de Alan García estaba absolutamente desacreditado y la derecha no encontraba manera de mostrarse atractiva para la población. Es por ello que el desarrollo de reformas económicas y sociales de carácter neoliberal sólo tendría una manera de profundizarse y plasmarse: violentamente, a través de una dictadura abierta que dejara de lado la Constitución de 1979.

Este proceso fue fundamentalmente contrainsurgente. Era imposible el desarrollo completo del neoliberalismo en el Perú con un movimiento insurgente fuerte y en avance. Es así que notamos como neoliberalismo y violencia estatal son en el Perú caras de una misma moneda. El desarrollo del neoliberalismo implicaba restringir al máximo los espacios democráticos. Pero implicaba además tirar abajo todo el sistema liberal burgués. El poder mostró su verdadero rostro. Acabó con el Congreso de la República, cerró medios de comunicación, persiguió organizaciones políticas y sociales que actuaban en la legalidad y empezó un proceso selectivo de aniquilamiento de dirigentes populares y de militantes revolucionarios mientras paralelamente se encarcelaban a personas inocentes bajo la acusación de “Terrorismo”. El objetivo no era otro que generar terror en el pueblo. Apartar a la población de la práctica política y de los espacios políticos.

En estas condiciones el MRTA luchó. Hombres y mujeres pertenecientes a nuestras filas cayeron combatiendo por un Perú nuevo o continúan presos en condiciones inhumanas.

Sobre estas premisas, el fujimorismo se estableció como proyecto dictatorial narco-terrorista y contrainsurgente para la implantación violenta del neoliberalismo en nuestro país. Se implementó el shock económico más brutal que registra la historia de la humanidad, además del desmontaje del estado nacional, la privatización de las empresas públicas, el remate mafioso de sectores estratégicos de la nación a manos extranjeras. Jueces “sin rostro” condenaban a miles de peruanos a largas penas de prisión, el poder judicial se convirtió en una dependencia anexa a la policía antisubversiva. Los grupos de poder dueños de las empresas de comunicación se alinearon con la estrategia de guerra psico-social, a fin de construir el colchón mediático y servir de apoyo para encubrir los delitos que se cometían.

Esto marcó sin duda un momento difícil para nuestro pueblo. Que obligo a un doloroso proceso de repliegue y reflujo, abandonando temporalmente las victorias y logros alcanzados. La izquierda legal tampoco fue capaz de resistir pues también estaba desacreditada al haber hecho del “ser de izquierda” una manera de vivir. Su legalismo e institucionalismo la terminaron separando del pueblo.

Las Fuerzas Armadas fueron el partido político de Alberto Fujimori y su cúpula formó parte de la mafia gobernante que hicieron grandes negocios con el narcotráfico de la mano de Vladimiro Montesinos y Nicolás Hermosa Ríos. Fujimori elaboró una “nueva constitución” que hizo aprobar fraudulentamente. Luego se hizo reelegir. El panorama no podía ser más duro.

No obstante, a pesar de lo que decía la dictadura y la ofensiva de desinformación desplegada por los medios de comunicación el MRTA no había desaparecido. Ya en diciembre del año 95 se había desarrollado un combate en plena capital entre las fuerzas represivas y una veintena de combatientes tupacamaristas que estaban próximos a tomar el Congreso de la dictadura.

Abortada esa acción recayó en la Comandancia General de nuestra organización, al mando del Comandante Néstor Cerpa Cartolini, la tarea de infligir un golpe profundo en el corazón mismo del régimen fujimorista. Fue el comandante obrero Néstor Cerpa junto con otros 13 compañeros y compañeras del Frente Guerrillero ‘Juan Santos Atahualpa’ quienes realizaron la acción de asalto a la residencia del embajador del Japón.

Fue un golpe preciso y profundo. Hizo tambalear por un momento a la estructura política mafiosa de la dictadura. El propio dictador se salvó de caer bajo el control de nuestros compañeros. La moral de lucha tupacamarista y la tenacidad y astucia del pueblo peruano se puso una vez más de manifiesto. Se demostró que era posible golpear al enemigo. Que la dictadura no era invencible.

Premunidos de verdadera convicción y fe en el pueblo, nuestros compañeros mostraron decisión, paciencia y moral revolucionaria. Se inició una negociación que buscaba la liberación de nuestros compañeros presos y presas así como el cambio en la política económica llevada a cabo por la dictadura. Pero la dictadura, fiel guardián de los intereses de las transnacionales, preparo las condiciones para una criminal operación de intervención militar.

El 22 de abril en horas de la tarde se inicia el asalto militar por parte de las fuerzas represivas. En una proporción de diez a uno, ciento cuarenta comandos de las fuerzas armadas irrumpen por túneles en la residencia del embajador de Japón. Previamente y con ayuda del Cardenal Cipriani son introducidos en dicho recinto aparatos de escucha, vigilancia y comunicación.

El combate dio como resultado la masacre de los catorce miembros del comando ‘Edgard Sánchez’, con ensañamiento y repase de los caídos, dos de los cuales fueron capturados con vida y luego ejecutados.

El ejemplo de entrega y coraje de los combatientes tupacamaristas, lo señalamos, constituye ya parte de la historia de lucha revolucionaria del pueblo peruano y latinoamericano. Parte de la historia mundial de combate por un mundo nuevo.

Luego de esta muestra de entrega y sacrificio, nuestro pueblo en muestra de indomable coraje, reinicio un proceso constante de luchas, que fue debilitando cada vez más a la dictadura narcoterrorista culminando con su caída, producto de la presión social que demandaba democracia y fin del neoliberalismo.

Preferiríamos decir que las condiciones sociales que dieron origen al MRTA han sido superadas y que el Perú vive una nueva etapa de vida democrática para todos y todas y que la situación de miseria y opresión son parte del pasado. Pero no es así.

Muy por el contrario, los poderosos vuelven enceguecidos a repetir soberbios los errores del pasado. El neoliberalismo, proyecto histórico acabado en el mundo entero sigue teniendo en el Perú a uno de los pocos Estados empeñados en mantenerlo como proyecto de sociedad. La brecha entre ricos y pobres no ha disminuido y la exclusión social se ha fortalecido producto de la suscripción del TLC con Estados Unidos, Chile y próximamente con China.

Nuestras comunidades campesinas e indígenas se ven constantemente agredidas por las fuerzas policiales y criminalizadas por no querer que se privaticen sus ancestrales tierras, además de protestar contra las transnacionales mineras que contaminan su medio ambiente causando daños irreparables. Esto al mismo tiempo que el Estado renuncia a cobrarles los impuestos por sus ganancias que en los últimos años fueron enormes.

Se ha profundizado la criminalización contra el movimiento social. Dirigentes políticos y comunales son encarcelados por ejercer el derecho a la vida y oponerse a la construcción de represas que afectarán la disposición de agua de muchas comunidades. Hay procesados más de 30 campesinos de Majáz por oponerse a los crímenes ecológicos de la transnacional minera.

Dirigentes de izquierda son perseguidos a causa de sus ideas al igual que se busca la eliminación política de cualquier posible alternativa electoral que haga frente al neoliberalismo.

Lamentablemente ya no es extraño que las protestas sociales acaben con un saldo penoso de muertos. Muertos que resultan ser siempre hijos del pueblo.

Pero aún en medio de la obstinación suicida de nuestra clase dominante el pueblo va pasando nuevamente a la ofensiva. Y en esta ofensiva estamos presentes los tupacamaristas desarrollando pacientemente el proyecto estratégico, convencidos más que nunca de que la lucha y la victoria popular será nuestra.

Hoy más que nunca creemos y afirmamos que la paz es hija de la justicia social. Afirmamos también que un Perú nuevo será la obra de una vasta red de organizaciones populares y gente honesta que va desde la izquierda consecuente pasando por sectores nacionalistas que no están dispuestos a permitir la venta de la Patria. Pasa por nuestras comunidades andinas, amazónicas y también por nuestros barrios. Pasa por articular a los militares patriotas a un proyecto amplio de liberación nacional.

Alberto Fujimori, líder de la banda mafiosa que gobernó el Perú a nombre de los intereses transnacionales y de los empresarios corruptos del Perú ha sido condenado por crímenes de Lesa Humanidad. También le esperan condenas por corrupción y otros delitos. Ellos son los asesinos, ellos los terroristas. Ellos son los que manchan con sus vidas la historia de nuestro pueblo.

El MRTA como organización clandestina, político-militar actúa de diversas formas y en diversos niveles. En cada uno de ellos tiene como tarea contribuir a la unidad del pueblo en una perspectiva de refundación radical del país.

El MRTA vive y lucha. No nos rendimos, no nos entregamos. Lucharemos hasta vencer. El Comandante Néstor Cerpa vive en nuestros corazones y el futuro Perú liberado de miseria, de racismo, de exclusión y pobreza tendrá pintada en el alma la sonrisa de hombre-pueblo que tenía Evaristo.

Nos declaramos una y mil veces rebeldes frente a la legalidad del abuso. Mil veces rebeldes ante la corrupción elevada a forma de gobierno. No estamos dispuestos ni lo estaremos jamás a permitir un país donde solo haya democracia para el 5% de peruanos.

Los compañeros del comando ‘Edgard Sánchez’, son combustible inextinguible en la lucha por la liberación nacional y el socialismo. Con el Ejemplo de nuestro eterno Néstor avanzamos tejiendo el multicolor sueño que nos anima. Forjando a nuestro paso el acero poderoso que desterrará por siempre del Perú, toda forma de opresión.

Mientras haya hambre, miseria y opresión... EL MRTA NO SE RINDE CARAJO!

COMANDANTE NESTOR CERPA CARTOLINI.... VIVE, VUELVE Y VENCERÁ!

SIN LUCHAS... NO HAY VICTORIAS

CON LAS MASAS Y LAS ARMAS... PATRIA O MUERTE... VENCEREMOS!

Hay espacio para la esperanza!

KACHKANIRAQMI!!!

¡Aquí estamos... todavía somos!

MRTA
Dirección Estratégica
Abril-2009