A los compañeros responsables del Movimiento 26 de Julio

Mayo 17 de 1957.

A los compañeros Responsables del Movimiento 26 de Julio

Espero que cuando reciban esta carta ya hayan re­cibido dos circulares anteriores, la primera tomando posesión de la Dirección y la segunda dictando los primeros acuerdos sobre organización y reestructu­ración.

Así mismo creo ya habrán recibido la orden de visitar todos los encargados de Organización a esta Dirección para coordinar rápidamente toda la mecá­nica del Movimiento y para comenzar a lanzar los planes de todas las secciones del Mov.

Les ruego como revolucionarios y les ordeno como militantes de una organización disciplinada que brin­den el máximo de esfuerzo a los planes que vamos a desarrollar y creo que está demás el recalcarles la importancia que tienen para nuestro triunfo.

Estamos viviendo momentos de mucha confusión, confusión que busca el gobierno y que secunda la pseudo-oposición con su torpeza, egoísmo y desme­dida ambición. El gobierno en su inteligente juego de afloja y recoge comete sin embargo sus errores como el de las intervenciones sindicales en momentos como estos que no les son convenientes. La pseudo­oposición en su ambición, se combate, se crítica, se desune y se destruye, pretendiendo cada una de sus facciones llegar a ocupar el punto culminante en los arreglos con el gobierno. Lo que resulta es que por turnos, unos primeros, otros después, conversan, cola­boran, le hacen el juego, luego hacen el ridículo y se retiran de sus pretendidas soluciones pacíficas con el gobierno, desengañando y confundiendo a la opinión pública. Y mientras ellos comulgan sonrientes con los personeros del régimen, una juventud gallarda se halla en la Sierra Maestra y un Movimiento Nacional labora en la clandestinidad combatiendo diariamente y siguiendo propias consignas.

Frente a la Demagogia, a la división, a la falta de ideario revolucionario, se funde y se logra, un pro­grama limpio, inteligente y nuevo, con una genera­ción honesta, valiente y revolucionaria, que recoge en sus filas a todos los que sienten y aspiran a una verdadera revolución.

Mientras la pseudo-oposición busca arreglos y en­tendimientos que logren salvar sus enmohecidos par­tidos y sus apetitos de siempre, surge en el Movimien­to 26 de Julio un nuevo concepto, una nueva idea, que recoge las frustraciones cubanas desde 1902 has­ta la fecha y trata de aprovechar las experiencias his­tóricas para unirlas a las necesidades económicas, políticas y sociales de nuestra patria y darles las ver­daderas soluciones. Pero hay más, no sólo aspiramos a derrotar una dictadura que mancha nuestra historia de pueblo amante de libertad; no sólo aspiramos a poner fin a la bancarrota económica, no sólo aspi­ramos a administrar y vivir honradamente, no sólo aspiramos a devolver la libertad y la seguridad al pueblo de Cuba, aspiramos y esto debe estar bien claro en todos los militantes del M-26-7 a encauzar a Cuba dentro de las corrientes políticas, económi­cas y sociales de nuestro siglo, aspiramos a conmover profundamente todos los sectores del país, aspiramos a crear planes revolucionarios que pongan a todos esos sectores a trabajar en beneficio de la Patria Nueva. Aspiramos a remover, derribar, destruir el sistema colonialista que aún impera, barrer con la burocracia, eliminar mecanismos superfluos, extraer los verdaderos valores e implantar de acuerdo con las particularidades de nuestra idiosincrasia las modernas corrientes filosóficas que imperan actualmente en el mundo, aspiramos no a poner parches para salir del paso sino a planear concienzuda y responsablemente la construcción de la Patria Nueva con la seriedad, inteligencia y desinteresado amor patrio que caracteriza al Movimiento 26 de Julio.

Esta idea, este sentir, estas proyecciones, deben ser ampliamente difundidas y discutidas dentro de todos los sectores del Movimiento. Tenemos que lograr la verdadera unidad ideológica, la plena iden­tificación de principios y propósitos para que sea sencillo el aunar las acciones de tantos militantes, coordinar sus esfuerzos y dirigirlos a puntos concretos.

Por ejemplo, creo que es muy vaga la idea que tie­nen los dirigentes del Movimiento acerca de cuál es nuestra conducta a seguir, cuáles planes trazar y qué hacer.

Vamos a analizar estos puntos.

La falta de una verdadera unidad, de un verdadero y mds acabado trabajo revolucionario, la falta de re­cursos y de medios bélicos, hizo que el brote insu­rreccional deI 30 de Noviembre no tuviera el empuje necesario como para derrocar el régimen. Esta expe­riencia nos ha costado un saldo doloroso de mártires, pero ganamos en madurez, en conciencia revolucio­naria, y nos demostró lo ineficaz de muchos de nues­tros procedimientos y de muchos de nuestros líderes. Ahora tras meses de trabajos agotadores, de expec­tación y de situaciones cambiantes, el Movimiento se consolida y se perfila, pero a su vez pierde mu­chos de sus valores que tenemos necesidad imperiosa de sustituir.

Analicemos que hay y qué debemos hacer.

Tenemos un grupo en la Sierra Maestra, un grupo alzado, un grupo creciente que hay que suplir de ar­mas, de municiones, de alimentos, de ropas, de medi­cinas, de equipo de todas clases. Para darles una idea aproximada de lo que esto cuesta hagamos unos cálculos ligeros.

Calculemos unos 200 hombres. Estos hombres con­sumen (fíjense bien) solamente 0.70 diarios de ali­mentos entre desayuno, almuerzo y comida. Multipli­cando tendremos $0.70 por 200 son $140 diarios, al mes unos $4 200.

El gasto mínimo de ropas, botas (esto se gasta bas­tante y tienen que ser de la mejor calidad) uniformes y equipo en general es de $7.00 mensuales por hom­bre, multiplicado por 200 son unos $1 400 mensuales que unido a lo anterior hacen unos S5,600 mensua­les. Si a todo esto unimos los gastos extras de com­pra en el clandestinaje, transporte, movilización y situación en el lugar definitivo, pago extra por la comida al campesino en la Sierra, pues el Mov. no se sostiene del abuso ni del dolor de los demás, tendría­mos que a pesar de toda Ja amplia cooperación de la ciudadania, de sus contribuciones en víveres y equi­pos, únicamente del grupo de la Sierra, los gastos serían bastante más de los 6000 pesos mensuales. Esto sin contar naturalmente los gastos de compra de armas que son mucho mayores.

¿Dónde recoger tal dinero?, ¿de dónde sacarlo? ¿dejaremos al abandono a nuestros bravos comba­tientes que arriesgan diariamente la vida y sufren mil penalidades y sacrificios? Es muy fácil y cómo­do comer diariamente y a su hora, tener un lecho y una casa, tener máquinas y ómnibus para trasladar­nos de sitio y no pensar en el frío, la lluvia, el ham­bre, las largas caminatas, los sufrimientos de la in­temperie y la amenaza constante del enemigo.

¿Sobre quién debe recaer la responsabilidad del mantenimiento del Dr. Fidel Castro y todos nuestros bravos compañeros?

Creo es nuestro deber pensar en esto un poquito más, salirnos de los marcos estrechos de egoísmo y recelos y contribuir generosa y responsablemente, cada militante, cada simpatizante a las tesorerías municipales y provinciales para que se remita a la Teso­rería Nacional quien lleva sobre sus hombros toda la responsabilidad desesperante del mantenimiento de este frente.

Es responsabilidad del Movimiento en todas las provincias y aún en los clubes del 26 de Julio del extranjero el preocuparse por crear los fondos necesarios para el mantenimiento de la Revolución. Y, si calculamos que no podemos quedarnos estáticos en un solo frente sino que debemos crear otros, veremos cuán necesaria es la creación de un presupuesto, de una tesorería estabilizada que pueda hacerle frente a todos estos gastos.

Pasando ya de este punto voy al siguiente que ya enuncié, hay que ir rápidamente a la creación de varios frentes más, en orden de efectividad e importancia, de ahí que sea labor de todas las Direcciones Provinciales y Municipales el hacer labor intensa en las regiones que pudieran utilizarse para futuros fren­tes, estudiarlas, hacer contactos, mantenerlos, apor­tar en fin todos los detalles a la Dirección Nacional pero en forma discreta, sin despertar revuelos, sin prometer nada, ni hablar más de la cuenta. La Di­rección Nacional hará los estudios y resolverá lo que crea más conveniente y posible.

El tercer punto es el trabajo efectivo de organiza­ción dentro del Movimiento.

No necesitamos aparatos inmensos de acción y sabotaje, necesitamos el menor número de hombres entrenados y disciplinados lo mejor posible.

Hay que estudiar los sabotajes, crear planes de trabajo y ponerlos a funcionar lo más rápido posible, teniendo normas estrictas de disciplina, silencio y or­ganización, castigando hasta con la vida los casos de delación e indiscreción. Todo el que caiga preso y bable está automáticamente sentenciado y esta sen­tencia debe cumplirse hasta en la cárcel. La maqui­naria de sabotaje tiene que ser perfecta, no puede tener errores.

Lo que si necesitamos en cantidad es un trabajo de proselitismo que nos sirva de cantera para retaguardia, a decir, para obtener lugares donde guardar (con seguridad) equipo, personas, etc, para obtener enlaces, informantes, etc.

Es nuestro fin primordial el hacer conspirar el ma­yor número de personas posibles cuanto más im­portantes mejor y hay muchas formas de hacerlo. Hay que ingeniarse para hacerlos conspirar en el caso e que no sean útiles en funciones determina­das, que sigan conspirando sin perjuicio de los cuadros básicos del Movimiento. Para eso se creó el Mo­vimiento de Resistencia Cívica, sección que bien controlada nos sirve para hacer conspirar profesionales, comerciantes, industriales, hombres de posición que no podrían ser captados en otra forma y que sirven de cantera para extraer elementos valiosos y respon­sables para nuestros cuadros dirigentes, para entre­nar y disciplinar a esas clases sociales, para difundir propaganda y para recaudar fondos.

Pero ocurre que nos olvidamos de la importancia de los obreros. Estos son los que bien administrados y dirigidos derrocarán al régimen. Parece mentira lo liviano y superfluo de nuestra actuación en este sec­tor. Tenemos que recobrar el tiempo perdido y dedi­carnos a barrenar en todas direcciones todos los sin­dicatos y organizaciones obreras, tenemos que inun­darnos de propaganda dirigida y sustanciosa que lle­gue al obrero y diga algo. Crear cuadros y dirigencias, doctrinarios, disciplinarios y entrenarlos hasta llegar a pequeñas pruebas de Huelgas Generales como ya se ha hecho en Guantánamo cuyo trabajo obrero es formidable y que ha demostrado en la práctica que esto se puede hacer.

La propaganda sólo se necesita dirigirla para que llegue a todos los sectores, no es imprescindible que sea tan numerosa como bien colocada para que corra en todos los sectores, eso si, se necesita propa­ganda bien hecha, que diga algo y que no pugne con la doctrina del Movimiento.

No puede permitirse la anarquía en la propaganda ésta sólo puede partir de la Dirección Nacional del Movimiento o de sus cuadros más responsables. Vuelvo a repetir y ya para finalizar que las normas inflexibles que deben operar en los cuadros básicos del Mov. son: disciplina, discreción y organización. Constantemente debemos machacar en estas normas y vigilar su estricta observancia. Sólo con la acción disciplinada y uniforme de nuestro Movimiento al­canzaremos la victoria que es nuestra meta.

Por la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio

David*
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* Frank País