A Fidel Castro sobre la invasión

A FIDEL CASTRO SOBRE LA INVASIÓN

Ernesto Che Guevara

7 de octubre.- Hacemos contacto con tres prácticos del Escambray, que traen un rosario de quejas por la actuación de Gutiérrez Menoyo, informándome que Bordón había sido tomado preso y había existido una situación que llegó a estar cerca de una batalla campal entre los grupos. Me pareció que había muchos trapos sucios que sacar al sol en toda esta cuestión y mandé a uno de ellos ordenándole a Bordón que avanzara a mi encuentro. Este día, para tratar de limpiar la escoria de la columna, ordené el licenciamiento de todo el que lo solicitara; siete aprovecharon la oportunidad y doy sus nombres para la historia negativa de esta Revolución: Víctor Sarduy, Juan Nogueras, Ernesto Magaña, Rigoberto Solís, Oscar Macías, Teodoro Reyes y Rigoberto Alarcón. Un día antes se había extraviado y sospecho que desertó Pardillo, del pelotón de Joel.

A partir de ese momento la aviación siguió matemáticamente nuestros pasos, bombardeando el monte que habíamos dejado el día anterior, mientras salían a cortarnos el paso por el río Jatibonico. En uno de esos bombardeos estalló en el aire un Jet de retropropulsión cuya noticia habrás oído por el radio. El día 10 de octubre nos alcanzó la aviación ametrallando el monte en que estábamos. Fueron las avionetas y no hubo víctimas. La vanguardia tomó al día siguiente un batey que comunicaba con una arrocera próxima y nos enteramos de que el Ejército conocía nuestra situación por conversaciones telefónicas que interceptamos “Las ratas” estaban perfectamente localizadas (aunque, previendo esto, hicimos abandono del monte y nos encerramos en una casa rodeada de potreros donde permanecimos todo el día sin movernos). Según los informes recogidos de las conversaciones del ejército, éstos no nos creían capaces de caminar las dos leguas que nos separaban del Jatibonico. Por supuesto, las hicimos esa noche, cruzamos el río a nado, aunque mojando casi todo el armamento e hicimos una legua más hasta llegar al refugio segurote un monte. El paso del Jatibonico fue como el símbolo de un pasaje de las tinieblas a la luz. Ramiro dice que fue como un conmutador eléctrico que encendiera la luz y es una imagen exacta. Pero desde el día anterior azulaban las sierras a lo lejos y hasta el más remiso lomero sentía unas ansias terribles de llegar.

Caminamos luego una jornada agotadora entre fangales, cruzamos arroceras y cañaverales, cruzamos el río Zaza, que debe ser uno de los más anchos de Cuba, cruzamos el último cordón de guardias en la carretera de Trinidad a Sancti Spíritus, el día 15 por la noche, y comenzó nuestra fatigosa tarea política.

He oído el desastre de Vega, evidentemente es producto de la impericia, a Ramiro no le hubiera pasado eso, pero déjenos un tiempo y demostraremos que su presencia aquí es positiva para la Revolución.

Sierra del Escambray, octubre 23 de 1958