Comunicado 8

COMUNICADO 8


A los damnificados de hoy, de ayer y de toda la vida.
A todas y todos, hermanas, hermanos:


Los superhuracanes son consecuencia del desequilibrio ecológico que genera la industria contaminante, principalmente en los países ricos mientras los afectados estamos aquí, incómodamente instalados en el subdesarrollo.

Cuando se sitúa a la ganancia por encima de cualquier otro valor, los dueños de todo no tienen reparo en arrasar bosques y selvas ni en destruir la capa de ozono, produciendo el efecto invernadero y los cambios climáticos que cada año producen mas damnificados entre los ya de por sí damnificados del sistema.

Las transnacionales son las que mas contaminan y contribuyen al calentamiento mundial porque la atmósfera no tiene fronteras. Los países industrializados, donde vive el 20% de la población mundial, producen más del 60% de las emisiones actuales de gases de invernadero. Estados Unidos, el mayor contaminador mundial, que en 1990 producía el 36.1% de estos gases, se niega a firmar acuerdos internacionales como el ya de por si insuficiente protocolo de Kyoto, que disminuiría estos efectos.

Las consecuencias de los huracanes, inundaciones y sequías ya son desastrosas en nuestro país y se pronostican tragedias peores mientras las transnacionales sigan destruyendo la capa de ozono y arrasando las selvas y bosques de niebla.

El calentamiento global está fundiendo el hielo ártico, aumentando dramáticamente el nivel del mar; los mares han aumentado su temperatura; se producen tormentas con vientos de 200 Km/h y más, son frecuentes las sequías y olas de calor, con sus consecuentes incendios forestales; hay intensas lluvias e inundaciones y los superhuracanes arrasan extensas zonas.

En nuestro país la degradación de los manglares y la deforestación han aumentado la fragilidad ante huracanes e inundaciones. La perdida de la capa vegetal ocasiona una mayor erosión, por eso cuando llueve el deslave de los suelos y los torrentes de agua son mayores y se azolvan los arroyos, los ríos y las presas y aumentan las inundaciones.

Así, en aras de una industria turística de la que una gran parte es narcolavadora, en nuestras costas anualmente se destruyen casi 10,000 hectáreas de manglares, sin atender al importante papel que juegan en la contención de las tormentas y en la preservación de las especies.

En los últimos 25 años las transnacionales han destruido 30 por ciento de la riqueza natural mundial y los científicos nos alertan sobre la crisis ecológica que sobrevendrá dentro de unos 40 a 70 años donde millones de personas, nuestros hijos podrían estar entre esas personas, pueden morir a causa de la escasez de agua, de alimentos y de los cambios climáticos.

Y no solo eso, sino que dentro de la visión que sitúa al hombre por encima del entorno ambiental, es decir la visión antropocéntrica, hay una élite económicamente privilegiada, los dueños de las transnacionales, que son los que producen el 90 por ciento de destrucción de la naturaleza.

Los malos gobernantes no ven ni escuchan las advertencias de la naturaleza y son cómplices de la devastación a nivel mundial. Los más tontos creen que reconstruyendo Cancún para diciembre o a mas tardar para semana santa, arreglan todo.

Primero llegó Stan, un huracán de categoría menor que causó grandes perdidas materiales en Chiapas, Veracruz y Oaxaca revelando que millones de mexicanos viven en condiciones que los hacen más vulnerables a los desastres naturales.

Los que viven más cerca de las corrientes de agua, en las sierras, en los terrenos más desfavorables, en las casas de cartón, paja, lámina, adobe o lo que encontrase, los ya damnificados de las políticas gubernamentales, los olvidados de siempre, los inundados de pobreza y miseria fueron nuevamente damnificados.

El alud de declaraciones en la escala Fox, no se hizo esperar, alcanzó la categoría 6. Las mismas promesas, las poses de ayer ante fotógrafos y camarógrafos, competían funcionarios federales, estatales y municipales por el mejor discurso.

Los resultados están a la vista, hacen poco y las necesidades son muchas. Ahí no hay hoy, hoy, sino peticiones de paciencia.

Después Vilma. En Quintana Roo y Yucatán el gobierno empresarial ha sido claro primero los empresarios a los que, además de sus seguros, les llegará la ayuda gubernamental.

Para los del otro Cancún, los del Quintana Roo profundo, los que viven refundidos en las colonias que no se ven, los que trabajan y trabajan para hacer de la industria turística una de las principales entradas de divisas: recamareras, lavacoches, albañiles, electricistas, plomeros, meseros, prostitutas, una mínima “ayuda” y represión.

Para los que hoy buscan alimentos y enseres entre las ruinas de la devastación natural y social, se mandó al ejército, la marina y la PFP para que los controlen.

La ayuda tarda en llegar, el saqueo es una consecuencia más, pero hay robo y hay rapiña. Roba el pobre que nunca ha tenido nada. Comete rapiña el funcionario que sustrae recursos destinados a la reconstrucción, que hace negocio con la tragedia, que obtiene concesiones para sus recomendados.

Mientras los partidos y los funcionarios se pelean por quedar bien repartiendo las despensas, nosotros debemos recordar que la “ayuda” se paga con dinero del pueblo, que diariamente entran al país millones de dólares por la venta del petróleo que alcanzan no solo para despensas sino para reconstruir las casas, escuelas, calles, etc.

Para los pobres, por las dudas, la aclaración foxiana: “nada será de gorra”.

Tanto en Chiapas, Yucatán, Quintana Roo, Veracruz, Oaxaca y en cualquier otro lugar que suceda, hay que responder organizadamente a las desgracias naturales.

Organizarse para luchar por:

Porque la ayuda llegue oportunamente hasta donde debe llegar, no se vuelva botín para el enriquecimiento individual o para el fortalecimiento de algún partido político. El gobierno no nos da nada gratuito, ya lo pagamos con nuestro sudor.

Exijamos que la ayuda no sea solo inmediatista sino que realmente sirva para mejorar las condiciones de vida de la población y aceptemos el apoyo, pero que no compren nuestro corazón.

Por defender las escasas propiedades que nos dejó la desgracia natural y social, por nuestras vidas, por resolver el abastecimiento.

Por evitar que la reconstrucción se vuelva un jugoso negocio de buitres gubernamentales y privados.

Por la conservación de los ecosistemas.

Porque más allá de las declaraciones, la preservación de los bosques, las aguas, los manglares, los arrecifes, se vuelvan efectivamente un asunto de seguridad nacional.

Por cambiar la intención individualista, antisolidaria y fragmentadora de las políticas neoliberales, por una actitud activa, crítica, organizada y solidaria no solo en el plano nacional sino también internacional que nos permita enfrentar cualquier contingencia ayudándonos unos con otros.

Hoy la movilización popular, tanto en las zonas afectadas como fuera de ellas, es necesaria para evitar que predominen los intereses de las grandes multinacionales y sus aliados y cómplices nacionales, responsables de buena parte de las emisiones de gases de invernadero y de la destrucción de nuestros recursos naturales.

La ayuda en especie y dinero es necesaria, si, pero no es todo.

Hoy está mas claro que los problemas ecológicos no pueden ser solo un asunto gubernamental, sino que cada ciudadano, desde su circunstancia, debe tomarlo en sus manos y luchar junto a los demás por su solución.

En todo el territorio nacional cada día son mayores los riesgos de sequías, inundaciones, huracanes, aumentan las víctimas de la contaminación tóxica, plomo, por ejemplo.

En las costas escasea la pesca por temporadas, en los ríos y laguna ya no abunda el camarón, como antes. Cada minuto se destruyen hectáreas de bosques y selvas. El gobierno federal da concesiones para explotar bosques que son de propiedad comunal.

Nuestros mantos acuíferos, la riqueza estratégica del tercer milenio se concesiona a particulares como las compañías refresqueras. Venden hoy lo que no les pertenece. Todo es mercancía para los saqueadores.

El neoliberalismo, intrínsecamente inmediatista, nos roba hoy el mañana. Luchar contra el capitalismo salvaje es luchar por el presente y el futuro de nuestros hijos.

Nos llaman a la resignación ante lo inevitable, Fox dice que sobrevivir ya es ganancia pero nos ocultan las causas de que los desastres naturales sean cada vez más intensos. Hay que actuar. Cambiemos el presente, cambiemos el futuro.

¡RESISTIREMOS Y SEREMOS MILLONES!

¡GLOBALICEMOS LA SOLIDARIDAD Y LA FRATERNIDAD ENTRE LOS PUEBLOS!

MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO LUCIO CABAÑAS BARRIENTOS.
(MRLCB)

República Mexicana a 28 de octubre de 2005