La tortura de los presos políticos en las cárceles de Colombia

LA TORTURA DE LOS PRESOS POLÍTICOS EN LAS CÁRCELES DE COLOMBIA

Mucho se habla del drama de los “secuestrados” a manos de la insurgencia, de las cadenas, de la selva y de las condiciones que viven en el cautiverio los prisioneros de guerra que están en poder de las fuerzas guerrilleras. Los medios de información, propiedad de los dueños del país y manejados por los gobernantes que por décadas han usurpado el poder, han montado un show político para sacar provecho económico de esta situación y deslegitimar la lucha armada en Colombia, señalando a la insurgencia de terroristas, narcotraficantes y barbaros, a fin de descalificar nuestro actuar como revolucionarios.

Marchas, campañas, programas radiales y televisivos, periodistas incondicionales con el régimen, políticos de ultraderecha, ONG, todos al unísono realizan grandes despliegues mediáticos y publicitarios encaminados a deslegitimar el ideario de la lucha armada, socavar la moral insurgente, restarnos el respaldo popular y desfigurar nuestra imagen en el exterior.

El ELN a lo largo de su historia revolucionaria siempre ha tenido una clara posición de respeto a la vida e integridad física y mental de los prisioneros de guerra, brindándoles un trato digno y humano como lo establecen los códigos internos y los estatutos de nuestra organización; sobre los cuales toda la militancia Elena realiza un consciente y responsable acatamiento. Los alimentos, vestimenta y cuidados de salud que reciben nuestros prisioneros de guerra son los mismos a que tienen derecho nuestros combatientes y mandos guerrilleros. No les causamos torturas físicas ni mentales a los prisioneros de guerra que están bajo nuestro cuidado. El lenguaje y el trato que les damos es respetuoso y está cargado de la convicción en la justeza de nuestra lucha armada. Con argumentos, ejemplo y humildad tratamos de mostrar a los prisioneros de guerra quiénes son los verdaderos verdugos del país, y cómo ellos hacen parte de ese engranaje criminal del Estado que reprime a sus propios hermanos, a su propio pueblo.

Como fuerza irregular operamos en los campos, selvas y montañas a lo largo y ancho del territorio colombiano. En medio de estas condiciones hemos vivido por más de 46 años, lejos de los lujos y comodidades que tienen las guarniciones de los militares del Estado colombiano. No tenemos cárceles, y es bajo el rigor del constante movimiento como mantenemos y cuidamos a los prisioneros de guerra.

Un panorama muy distinto es el que afrontan nuestros prisioneros de guerra y demás presos políticos del Estado colombiano; la tortura, la represión, la crueldad y el trato inhumano son el común denominador que padecen los 7.500 presos políticos recluidos actualmente en las más de 140 cárceles colombianas, manejadas por el represor y torturador Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC).

Las cárceles colombianas son verdaderas cloacas convertidas en botaderos de seres humanos, diseñadas para hacer sentir a los presos políticos el rigor de caer en manos del Estado. Antes de llegar allí, desde el momento mismo de la captura, nuestros prisioneros de guerra son sometidos a torturas permanentes e inhumanas que buscan quebrar nuestro espíritu revolucionario, quebrantar nuestra moral y lograr que traicionemos a las organizaciones insurgentes a las que pertenecemos, pretendiendo que entreguemos a otros compañeros de lucha y al pueblo que heroica y libremente ha decidido apoyarnos.

Sí logramos soportar la tortura y no deciden matarnos, somos llevados a una cárcel en la que se nos aísla, señala, maltrata y somete a todo tipo de atropellos y vejámenes. No tenemos la posibilidad de un juicio justo ni de un abogado que nos defienda de procesos arbitrarios y amañados por delitos que asocian a la rebelión como terrorismo, secuestro, homicidio, extorsión, entre otros, aunque contradictoriamente no se reconozca nuestra condición de rebeldes dentro del conflicto armado interno que vive el país.

Como respuesta a la crisis social, política y económica que tiene el país, el Estado colombiano criminaliza y reprime a todos aquellos que se manifiestan contra esta ignominia. Estudiantes, defensores de derechos humanos, sindicalistas, profesores, indígenas, líderes campesinos, mujeres e insurgentes son el blanco de los ataques del Estado y sus fuerzas criminales, que buscan acallar el sentir de un pueblo que reclama a gritos los cambios estructurales que el país necesita.

Tres recientes casos de miembros del ELN ilustran los vejámenes e inhumanos tratos que soportan los presos políticos en Colombia. Arcesio Lemus conocido como “Silvio” fue uno de los fundadores del frente guerrillero Bolcheviques del Líbano, que opera en el departamento del Tolima. A sus 67 años de edad, el compañero Silvio se encontraba recluido en la cárcel de alta seguridad Doña Juana en el municipio de la Dorada, departamento de Caldas, aquejado por una terrible enfermedad que se agravó por sus deplorables condiciones de vida, en medio de la tortura permanente y la falta de atención médica por parte del INPEC y la entidad prestadora de salud CAPRECOM. Fue así como nuestro querido y entrañable compañero murió el día 30 de Junio de 2010, luego que caer en estado de coma a causa de una hidrocefalia.

El compañero José Albeiro Manjarrez Cupitre de 30 años de edad, fue capturado el 2 de Marzo de 2008 en el hospital regional del Magdalena Medio en Barrancabermeja, donde se encontraba recuperándose de unas graves heridas recibidas en combate en el Sur de Bolívar. Condenado a 28 años de prisión fue llevado a la cárcel de alta seguridad de Palogordo en el municipio de Girón, departamento de Santander. A pesar de las huelgas de hambre de sus compañeros del patio 3 y de los innumerables derechos de petición enviados al INPEC y a la entidad prestadora de salud CAPRECOM, nunca recibió la atención médica especializada que necesitaba por padecer cáncer de estómago en estado terminal. Su enfermedad nunca fue reconocida por la entidad prestadora de salud y, a través de engaños, justificaban que sólo se trataba de una “gastritis aguda”. El 12 de Enero de 2011 luego de un largo y tortuoso padecimiento, murió en pabellón de sanidad en la cárcel Modelo de Bucaramanga. Fue enviado como N.N a medicina legal y nunca se le informó a su familia que Albeiro había muerto.

El 25 de Mayo de 2002 el compañero Diomedes Meneses fue sorprendido junto al compañero Boris en el corregimiento de Gramal, en municipio de Tona, departamento de Santander, por miembros del Gaula que irrumpen en el sitio y sin mediar palabras abren fuego asesinando a nuestro compañero Boris. Diomedes quedó gravemente herido y fue torturado para que diera información sobre otros miembros del ELN. En la tortura le sacan un ojo, le arrancaron las uñas y como no delató a nadie, intentaron degollarlo. Luego de darlo por muerto, y después de estar 2 días en la morgue, un médico se da cuenta que está vivo y lo trasladan a un hospital. Allí sobrevive a 2 intentos de asesinato por parte de Guala y el DAS, posteriormente es trasladado a una cárcel en Santander. Debido a las torturas que recibió durante su captura quedó parapléjico. Actualmente se encuentra recluido en la cárcel de alta seguridad de Palogordo, sobreviviendo en condiciones de tortura permanente y enfrentando la falta de atención médica por la que le fue amputada una de sus piernas por gangrena.

¡NO MÁS MENTIRAS DE LOS MEDIOS DE DESINFORMACIÓN EN COLOMBIA, QUE CALLAN Y GUARDAN SILENCIO CÓMPLICE FRENTE A LAS TORTURAS DE NUESTROS PRESOS POLÍTICOS!
¡PODRÁN ATAR NUESTRAS MANOS, TORTURAS NUESTROS CUERPOS, PERO JAMÁS PODRÁN DETENER NUESTROS SUEÑOS DE JUSTICIA Y LIBERTAD!

¡POR NUESTROS COMPAÑEROS CAÍDOS, NI UN MINUTO DE SILENCIO TODA UNA VIDA DE COMBATE!

¡COLOMBIA PARA LOS TRABAJADORES!
¡NI UN PASO ATRÁS, LIBERACIÓN O MUERTE!
EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL - ELN

¡POR UN NUEVO GOBIERNO DE NACIÓN PAZ Y EQUIDAD!

Dirección Frente de Guerra Central

Montañas del Oriente Antioqueño, del Eje Cafetero y el Tolima
Febrero de 2011