Comunicado 4

“Y si todos fuéramos capaces de unirnos, para que nuestros golpes fueran más sólidos y certeros, para que la ayuda de todo tipo a los pueblos en lucha fuera aún más efectiva, ¡qué grande sería el futuro, y qué cercano”!
(Ernesto Guevara de la Serna ).

A Filiberto Ojeda Ríos, fundador y dirigente del Ejército Popular Boricua-Macheteros, asesinado el 24 de septiembre por el FBI.

8 de Octubre: Día del guerrillero Heroico

COMUNICADO GUERRILLERO NO. 4


Al pueblo de Guerrero:
A los pueblos de México, Mesoamérica, Latinoamérica y el Mundo:
A las organizaciones democráticas y revolucionarias:

En abril de 1967, pocos meses antes de su captura y de su muerte en las trincheras de Bolivia, Ernesto “Che” Guevara envió su histórico “Mensaje a los Pueblos del Mundo a través de la Tricontinental”.

En este mensaje, Guevara formuló un análisis de las luchas de los pueblos de América, África y Asia, así como del gran enemigo del género humano: el imperialismo norteamericano; refrendando su confianza en la capacidad de los pueblos para conquistar su libertad, advirtiendo que dicha conquista nunca se daría sin librar los más duros combates. Pero, sobre todo, señalando que había llegado la hora de “atemperar nuestras discrepancias y ponerlo todo al servicio de la lucha”.

Desde entonces han transcurrido 38 años. El mismo número de años que, bajo el acoso caciquil y la represión gubernamental, tiene la lucha armada revolucionaria emprendida por el Profesor Lucio Cabañas Barrientos y el Partido de los Pobres, en la región de Costa Grande y en la Sierra de Atoyac, en el estado de Guerrero. Lucha revolucionaria a la que dieron continuidad los sobrevivientes y bases de apoyo del Partido de los Pobres, y a la que pretende seguir dando continuidad nuestro propio proyecto; el Comando Popular Revolucionario ‘La Patria es Primero’.

Para nosotros, los ideales de Guevara, de Genaro y de Lucio, como la de tantos otros revolucionarios, se mantienen plenamente vigentes. Por eso, somos y nos sentimos parte de las luchas que a nivel continental se han venido librando contra las oligarquías locales y las estrategias de dominación imperialista, que han reconfigurado radicalmente la geopolítica mundial y, a partir de la cual, pareciera que vivimos en varios mundos al mismo tiempo.

Unos mundos son grandes, otros medianos y otros pequeños. Los grandes contienen a los más pequeños; pero los pequeños contienen también a los grandes. Unos son tristes, algunos son alegres y hay otros imprecisos. Pero la tristeza y la alegría, siendo evidentes casi siempre, no son ajenas una de la otra de manera absoluta. Algunos son luminosos, otros como boca de lobo. Pudiendo vislumbrarse puntos oscuros en la luz y puntos luminosos en la oscuridad.

Seguramente hay matices entre uno y otro extremo de los mundos que percibimos, además de que no son ajenos, unos de otros. Muchas veces la grandeza de unos está construida sobre la disminución de otros; la luminosidad de los unos está construida sobre la oscuridad de los otros; la alegría de los primeros está levantada sobre la penuria de los segundos. Y también habrá matices y gradaciones en la relación que vincula una condición con otra.

Por eso cuando sentimos, decimos y pensamos que en el estado de Guerrero convivimos en relación estrecha los continuadores de culturas mesoamericanas, los que somos productos del mestizaje colonial, los expatriados de la modernidad y hasta los que usufructúan nuestros recursos naturales y culturales, estamos sintiendo, pensando y viviendo realidades que sienten, piensan y viven nuestros hermanos afrodescendientes, aguarunas, barasanas, caribes, cashinahuas, esquimales, hopis, incas, kiowas, kwakiutles, mapuches, muiscas, navajos, okangones, onas, pápagos, penobscotes, quechuas, sioux, tahltanes, tewas, xingús, yaganes, yukis, zuñis, piqueteros, cocaleros, agraristas, sin tierra, obreros, desempleados, desplazados, migrantes, homosexuales, de la misma forma que ellos sienten, piensan y viven la realidad nuestra.

Somos como un crisol en relación con las culturas, clases, grupos y sectores sociales que conforman la población de nuestra patria grande. Por eso decimos que la mezcla que se produce en este continente social que es nuestro estado, poco tiene de diferente con las demás entidades del México que también constituimos. Y poco tiene de diferente respecto a los demás pueblos y comunidades que han ido constituyéndose a lo largo del continente geográfico americano.

Y si bien puede resultar un lugar común decir que nuestras culturas, nuestros pueblos, nuestras naciones y nuestras comunidades estamos inmersos en la problemática que genera el sistema neoliberal, creemos conveniente manifestar nuestro convencimiento de que no estamos hablando únicamente de políticas y prácticas económicas. Estamos siendo parte de un fenómeno que alcanza los distintos aspectos de la producción y reproducción material de la vida humana. Y todavía más, alcanza esas partes tan íntimas del ser como el sentir y el pensar.

Han sido varios siglos de resistir el colonialismo y el capitalismo; ya son varias décadas de resistir el neoliberalismo. Y en esos siglos, y en esas décadas, hemos venido conociendo, aprendiendo, entendiendo.

En la década de los 60’s los gobiernos imperialistas utilizaron en esta región del mundo las intervenciones directas en asuntos de los otros países. Por su parte, al interior de cada estado nacional se trataba de identificar los liderazgos en los movimientos sociales, políticos y armados para eliminarlos físicamente y, con ello, desvirtuar y/o frenar a los grupos, organizaciones y partidos opositores.

En los años 70’s, cuando se implementa en Sudamérica la estrategia neoliberal, se diversifican las maneras de contrarrestar a los movimientos populares. Los miles de asesinados y desaparecidos entre la Tierra de Fuego y el Río Bravo dan cuenta de la ferocidad con que actuaron los gobiernos neoliberales, militares y civiles, que se fueron sucediendo desde entonces. La Operación Cóndor sudamericana y la Guerra Sucia mexicana fueron una y la misma.

Pero hubo más que muertos y desaparecidos. Hubo –y hay– la intención de romper con la fuente imprescindible de cualquier proyecto alternativo. Se intentó –se intenta– desaparecer la socialidad colectiva y comunitaria. A lo largo del continente –y en medio de los diferentes sectores, grupos y clases sociales– hay sistemáticos esfuerzos por acabar con todo lo que signifique colectividad. La tierra, las relaciones personales, laborales, ciudadanas están siendo llevadas a un nivel de individualismo y atomización extrema. Y son variados los instrumentos que se utilizan.

En México, la reforma salinista del artículo 27 constitucional y la instrumentación de programas como el de certificación de derechos ejidales (PROCEDE), son algunos de los instrumentos con los que se pretende acabar con la forma de propiedad colectiva (comunal o ejidal) sobre la tierra; la competencia y mercantilización es el instrumento para fragmentar las relaciones personales; la flexibilidad laboral es el instrumento utilizado para romper con la solidaridad en el mundo del trabajo y la inseguridad es el medio instrumentado para fracturar los vínculos entre los ciudadanos.

Ya se ha consignado por otros que el modelo neoliberal ha ido destruyendo las sociedades tradicionales, debilitando a los Estados nacionales al poner en el centro de la sociedad al mercado como eje regulador de todos los ámbitos de la vida. De manera particular en el estado de Guerrero, cuando arreciaron los intentos por acabar con los movimientos populares armados, se construyeron instituciones oficiales que sirvieron de cobertura a las medidas de carácter contrainsurgente. La historia del Instituto Mexicano del Café (INMECAFE) es añeja y repetida desde entonces. Pero eso no fue suficiente para minar la solidaridad intercomunitaria, los lazos interfamiliares, el apoyo de la población a su representación armada, las prácticas colectivistas para solucionar los problemas económicos, políticos y sociales.

Entonces se intensificó la producción, el tráfico y el consumo de droga estimuladas por el Estado a través de sus instituciones, fundamentalmente el ejército y el propio INMECAFE. Vieja es también la historia de los militares que viajaban en helicópteros oficiales, por las diversas regiones del estado, repartiendo semillas de marihuana. Y tenemos que reconocer que tal estrategia gubernamental fue más efectiva en el largo plazo pues fue imponiéndose la competencia como lógica que anima la relación entre las familias y las comunidades. Competencia para lograr los beneficios económicos del tráfico de drogas, competencia por tener la mayor y mejor producción, competencia por tener el mayor acercamiento al ejército como comprador y consumidor.

Para enfrentar y resistir esa lógica y las prácticas que engendra es que adoptamos como forma de hacer política la reconstrucción de las formas de relacionarnos entre nosotros como personas, como pueblos y como comunidades. Por eso dijimos antes que estamos abocados a conjugar democráticamente los objetivos y las voluntades de los pueblos y las comunidades desde abajo. La verdad de nuestra causa se ha ido conformando desde la pobreza, la represión y la injusticia que padecemos, pero también desde la perspectiva de futuro que vamos aprendiendo y practicando.

Y cuando hablamos de reconstruir las formas de relación estamos diciendo que promovemos entre las personas, entre los pueblos, entre las comunidades, entre las regiones y entre las organizaciones el diálogo, los acuerdos y la ayuda práctica. Una especie de tequio extendido y profundizado.

Hemos sido afortunados. Esa reconstrucción de las formas de relacionarnos se asume y se extiende poco a poco entre nuestros compañeros y entre aquellos que no son parte directa de nuestra estructura político-militar. Y eso tiene implicaciones concretas.

Los primeros afectados, en la Región de Costa Grande y la Sierra de Atoyac, han sido los que tienen como forma de vida el tráfico de recursos naturales, de influencias políticas, de puestos públicos, de estupefacientes, de armas y de personas. Son ellos los que desde nuestra aparición pública han querido identificar de manera policíaca a nuestras estructuras y agredirnos como lo habían venido haciendo con los compañeros de otras organizaciones sociales, e incluso armadas, en varias regiones del estado. Es en este contexto que se produce el choque de nuestra estructura con Miguel Ángel Mesino y la red de complicidades y estructuras que habían venido tejiendo, con los resultados ya conocidos.

Con la misma intensidad se han visto afectados aquellos que, asumiéndose como los únicos revolucionarios en México desde hace medio siglo, presumen la lógica con que actúan. Lógica patrimonialista que los lleva a sentirse dueños de movimientos sociales, de regiones geográficas y de personas. Lógica también oportunista que los hace gritar atrapen al ladrón mientras se embolsan el producto del trabajo de otros. Lógica usurera que los lleva a buscar plusvalía en cada movimiento de su ser, en cada palabra emitida, en cada acto realizado. Lógica clínica que los hace colocarse por encima de los demás para diagnosticar como enfermedades mentales cualquier discrepancia política. Lógica gerencial que les permite certificar sin rubor quiénes son los buenos y quiénes los malos, quiénes los revolucionarios auténticos (ellos mismos) y quiénes los seudorevolucionarios (antes era el estado el que promovía la idea de la guerrilla mala y la guerrilla buena). Lógica carcelaria que justifica el secuestro y la desaparición forzada de militantes de otras estructuras. Lógica mamífera y felina que los lleva a repartir su pastel con mentalidad de león.

A ellos les decimos que revisen su propia historia y se fijen en que ahora son ellos los que apuntan su dedo (dedos de la mano derecha con que soltaron las piedritas) para que el Estado sepa dónde dirigir la mirada; en que ahora son ellos los que alientan (y justifican) a quienes piden la intervención de la PGR para encubrir las detenciones y torturas que el ejército, la SIEDO y la AFI están realizando ahora mismo para localizar a quienes suponen compañeros nuestros. Son ellos y otros como ellos los que promueven y exigen a las organizaciones clandestinas y legales “palabras de aliento a las víctimas”, a sabiendas de la actividad delincuencial que, al amparo de la imagen de luchador social, desarrollaba Miguel Ángel Mesino; llegando al extremo de corresponsabilizar a dichas organizaciones, si no cumplen sus provocaciones políticas. Son ellos y otros como ellos los que aprovechan la ocasión para intentar aislarnos políticamente y, en su añeja lógica, preparar las condiciones para asesinarnos, como lo hicieron y lo han hecho con otros revolucionarios.

Estamos evitando al máximo la confrontación entre organizaciones políticas y creemos necesario atemperar las discrepancias que han atomizado a la izquierda, sobre la base del reconocimiento y del respeto. Ratificamos nuestra disposición a respaldar los diversos esfuerzos que a lo largo del país existen. Respaldar hasta donde nuestras fuerzas, pocas o muchas, pero siempre potenciables, alcancen.

Queremos hacer honor a la palabra que vamos empeñando en cada una de las comunidades que nos respaldan. Por eso, así como Nanahuatzin no dudó en arrojarse al fuego, nosotros no dudamos en dar a conocer nuestras acciones.

¡Por un modelo de desarrollo digno y justo para México y para la América Nuestra!

¡A combatir la ofensiva imperialista, construyendo y articulando poder popular!

¡¡¡SER PUEBLO, HACER PUEBLO Y ESTAR CON EL PUEBLO!!!

COMANDO POPULAR REVOLUCIONARIO “LA PATRIA ES PRIMERO”
(CPR-LPEP)

Estado de Guerrero, a 8 de Octubre de 2005