República Mexicana, 5 de diciembre de 1999

-¿Por qué pelean ya, Demetrio?
Demetrio, las cejas muy juntas
toma distraído una piedrecita y
la arroja al fondo del cañón. Se mantiene
pensativo viendo el desfiladero, y dice:
-Mira esa piedra cómo ya no se para...
Los de abajo. Mariano Azuela

Pero nada mejor que el sueño para engendrar el
porvenir. La utopía de hoy es carne y hueso
mañana.
Los miserables. Víctor Hugo


Al pueblo de México
A los pueblos del mundo


Muchas son las esperanzas y sueños que tiene cada uno de los mexicanos que anhela un país donde pueda vivir en paz y darle a su familia lo necesario para vivir dignamente, sin tener que ser humillado y envilecido para lograrlo. Sin tener que ser asaltado por los buitres financieros de la banca, sin tener que ser perseguido, encarcelado, torturado, desaparecido y asesinado por los cuerpos represivos militares y policiacos. Sin tener que pagar el endeudamiento y el robo que otros han solicitado y consumado para “rescatar” a otros que están saqueando a la nación entera; sin tener que sufrir la marginación, discriminación y expatriación en su propia tierra; sin tener que ser despojado de las tradiciones y costumbres ancestrales que nos heredaron nuestros antepasados; sin tener que ser reducido a simple mercancía que puede ser subastada al gusto y antojo de cualquier hijo del neoliberalismo. Pero también son muchas las trabas que ponen en el camino los opresores.

Al finalizar el penúltimo año del siglo veinte y haciendo un recuento retrospectivo de los acontecimientos relevantes durante este año, podemos decir que el saldo no podía ser más desastroso.

Para todos los mexicanos que padecemos la opresión social, en sus diversas formas, el calvario neoliberal continúa creciendo. Se agrandó por obra y gracia de Zedillo y sus secuaces, que se han dedicado a resolverle los problemas a los que se han apoderado de toda la riqueza nacional, mientras destina sumas estratosféricas de dinero para rescatar a los grandes banqueros y al selecto grupo de empresarios que han saqueado a la nación una y mil veces; deja que la planta industrial continúe desplomándose, haciendo más insoportables las condiciones de vida de millones de trabajadores; deja que se hunda el agro mexicano, agravando la situación de miles de familias de pequeños productores y agravando la precaria situación de millones de campesinos que ya de por sí estaban condenados a la miseria y al despojo, con las reformas al artículo 27 hechas desde el sexenio pasado; se cierra hasta el absurdo negándose a reconocer los legítimos y justos derechos que tienen todos los grupo indígenas del país a conservar sus costumbres y tradiciones y a recibir el apoyo necesario para que puedan hacerlo, ahí está el ejemplo concreto en la negativa gubernamental a respetar los acuerdos de San Andrés. Condena a la educación al naufragio, dándole un carácter más elitista y pretendiendo privatizar uno de los principales centros de estudios del país, como es la UNAM, negándose a dar solución satisfactoria a las legítimas demandas planteadas por el CGH, apostándole a desgasta al movimiento y preparando una posible salida represiva, y alienta la solución represiva y militar ante los diversos conflictos que existen en el país.

¿Qué pretende el gobierno federal? ¿Acaso quiere eternizar la impunidad de sus acciones contra luchadores sociales e indefensos ciudadanos? ¿Aún no quiere entender que la globalización de la antidemocracia, la opresión y la represión inevitablemente han traído consigo la globalización de la solidaridad y el apoyo entre millones de seres humanos que anhelamos la democracia, la justicia y la libertad en nuestro país y en todo el mundo? ¿Qué lectura le da el gobierno neoliberal a las históricas manifestaciones de repudio al neoliberalismo hechas por los pueblos de todo el mundo, resaltando particularmente las que se llevaron a cabo en Seattle, en abierto rechazo a la OMC? ¿Acaso concibe que todos los que luchamos por un nuevo proyecto social podemos olvidar que las masacres de Aguas Blancas, de Acteal, de El Charco y de El Bosque fueron planificadas por el alto mando del Ejército y con la total anuencia del gobierno federal? ¿Cree el gobierno que los mexicanos no tenemos memoria histórica y que podemos olvidar esos crímenes de lesa humanidad? ¿Será posible que los Echeverría Alvarez, los López Portillo, los De la Madrid Hurtado, los Salinas de Gortari, los Zedillo y los criminales del alto mando militar y policiaco de las últimas cuatro décadas sigan resistiéndose a poner sus barbas a remojar después de ver lo que le está sucediendo a su colega Pinochet ante el juicio justo e implacable de los pueblos torturados y oprimidos? ¿A qué le apuesta el gobierno cuando destina cuantiosos recursos al fortalecimiento de su estrategia contrainsurgente, sin importarle que aumente la pobreza y la miseria de la mayoría de los mexicanos?

La respuesta que hasta hoy ha dado el gobierno a los añejos reclamos de justicia, democracia e igualdad que han hecho todos los sectores de la sociedad en lucha, ha sido la misma: negarse a resolver satisfactoriamente dichos reclamos y castigar generalmente con métodos violentos a quienes se han atrevido a reclamar o a inconformarse. No importa cuál haya sido la vía o el método usado por el sector u organización para demandar la solución a sus problemas. La respuesta para todos ha sido la misma: la demagogia oficialista, el engaño, la persecución, las balas, las masacres, la cárcel, la tortura, la desaparición y el asesinato.

Es mentira que el gobierno establezca trato preferente para determinada forma de lucha. A todos por igual los quiere aniquilar o cooptar. Como ejemplo, durante el pasado sexenio salinista y actual zedillista, el PRD –según sus propios voceros– acumuló una cifra de más de 600 muertos por motivos políticos, lo cual representa una cifra superior y escalofriante a lado de las bajas que, en conjunto, han tenido el EZLN, el EPR y el ERPI, por citar a los grupos armados más conocidos hasta hoy (por supuesto, esto no se debe confundir con una apología del método de las armas).

Para el gobierno, todos los luchadores sociales legales y pacíficos son guerrilleros potenciales y todos los guerrilleros son delincuentes, terroristas, trasnochados, etcétera, etcétera. En ambos casos, el objetivo estratégico del gobierno es uno sólo: aniquilarlos. Que para fines propagandísticos le quiera vender a la sociedad la idea de que el luchador que actúe en la legalidad y de manera pacífica va a ser oído y respetado y que además le van a resolver sus demandas... es un cuento. Y si alguien lo pone en duda, que haga una remembranza de todas las masacres que han realizado los sucesivos gobiernos en las últimas cuatro décadas y se podrá constatar que la gran mayoría de las víctimas, si no es que todas, no portaban arma alguna.

La respuesta general que ha dado el gobierno federal como solución a las demandas de los diversos sectores sociales oprimidos se concreta en la guerra de baja intensidad, aplicándola en todo el país. Ha militarizado la mayor parte del país, usando de pretexto el viejo discurso del “combate al narcotráfico”, demostrando, en los hechos, que no solamente no lo combate sino que lo protege y fortalece (en algunos lugares con total descaro). Operativamente ha reforzado sus fuerzas contrainsurgentes, poniendo en acción a la Policía Federa Preventiva, fuerza contrainsurgente selecta, diseminándola en todo el país, y destinándola fundamentalmente a combatir a los movimientos y organizaciones democráticas e insurgentes, como lo demostraron recientemente en la detención de los integrantes del ERPI, uno de los cuales, el comandante Antonio, fue desaparecido y torturado durante varios días.

También ha creado y fortalecido a diversos grupos paramilitares, que bajo la conducción directa del Ejército federal, lleva a cabo intimidaciones y asesinatos contra comunidades campesinas e indígenas con el objetivo de implantar el terror entre la población, para que no proteste ni luche por sus demandas. Son típicas acciones de guerra sicológica, que complementan con la guerra sucia, secuestrando, torturando y amenazando de muerte a ciudadanos que luchan por la defensa de los derechos humanos. En este aspecto, sobresale la situación particular que existe en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde desde hace varios años se ha desatado la violencia criminal y demencial en contra de las mujeres, estando desaparecidas hasta la fecha más de 150, teniendo el gobierno estatal una actitud que esencialmente entorpece las investigaciones sobre el caso. Si a esto se le agrega la circunstancia de que en su mayoría son mujeres de extracción humilde y que son trabajadoras de las maquiladoras, tenemos un cuadro que encaja en el modus operandi de los escuadrones de la muerte, que muy probablemente realizan acciones de terror en esos lugares, en prevención de movimientos de inconformidad y protesta social.

¿A dónde quiere llegar el gobierno con estas políticas de horca y cuchillo? ¿Cuándo entenderá que mientras no sean atacadas las causas sociales que generan inconformidades y rebeliones resultarán infructuosas todas las medidas coercitivas que aplique contra la lucha popular insurgente, porque el espíritu irredento de los pueblos es inatrapable e inagotable? ¿Está consciente el gobierno de que con ese tipo de acciones represivas lo único que hace es echarle más leña al fuego?

Para garantizar la continuidad del proyecto neoliberal imperante y hacer todo lo posible para que nada cambie, el gobierno nuevamente ha desoído la propuesta que en diversas formas está planteando la sociedad desde hace varios años, teniendo como eje principal la conformación de un nuevo pacto social, donde la democracia, la justicia y la libertad sean letra viva, sean una realidad palpable. Sigue remando contra la historia, reforzando a toda costa la estructura arcaica del viejo partido de Estado y apostándole a lo incierto. Todo lo anterior constituye parte de las razones por las que hoy damos a conocer la siguiente declaración:

Somos mexicanos insertados en el espectro político nacional desde hace varios años y luchamos por la realización de un nuevo proyecto social que satisfaga las demandas de justicia, democracia y libertad para todos los mexicanos.

Somos revolucionarios que desde hace años, con los fusiles en las manos y protegidos con el apoyo consciente de diversos sectores de la sociedad, estamos contribuyendo a construir y fortalecer el movimiento social que incorpore a todos los sectores en lucha de nuestro pueblo para hacer valer la soberanía popular y lograr cristalizar los sueños de justicia e igualdad por el que han caído combatiendo miles de mexicanos en el presente siglo, teniendo como arma principal sus ideales.

Estamos plenamente convencidos de que la lucha de todos los mexicanos no tiene patente ni transita nada más por un sola vía o camino. En la actual fase de globalización capitalista, al mismo tiempo que se globaliza la opresión y la represión también se globaliza la solidaridad y las diversas formas y métodos de lucha que adoptan los pueblos.

Desde hace varios años hemos comprobado la importancia fundamental que tienen las diversas expresiones de la lucha legal y pacífica en el proceso revolucionario, tales como la lucha electoral, sindical, peticionista, etcétera. Y también hemos aprendido que estas formas de lucha no están reñidas con la lucha armada revolucionaria sino que se complementan. En ambos casos, el objetivo estratégico es el mismo y la diferencia de métodos no tiene por qué ser motivo de confrontaciones, descalificaciones y pronunciamientos excluyentes entre las agrupaciones democráticas y revolucionarias legales y las organizaciones clandestinas que llevan a cabo la lucha armada revolucionaria.

Reconozcámoslo o no, el México actual es el resultado del conjunto de esfuerzos que han aportado los miles de mexicanos, independientemente del carácter legal o pacífico, o clandestino y armado que tenga su participación revolucionaria. Todos, sin excepción, con sus aciertos y errores, han aportado su grano de arena. Nadie puede adjudicarse la autoría exclusiva de lo que existe. Al único que le interesa pontificar y promover a “iluminados vanguardistas” es el Estado mexicano, que siempre trata de aplicar la máxima maquiavélica de “divide y vencerás”. Trata de inventar a revolucionarios “buenos” para confrontarlos con revolucionarios “malos”, a ver qué incauto cae en el garlito.

Por lo tanto, creemos que la actitud más sana y constructiva que podemos tener entre las fuerzas democráticas y revolucionarias que sustentamos métodos distintos en las formas de lucha, es el de respeto y solidaridad moral, como premisa para poder construir una relación política incluyente, como expresión del principio de pluralismo y de diversidad ideológica y política que debe prevalecer en el movimiento social en su conjunto. Y tomando como base el hecho de que enfrentamos a un enemigo común: el gobierno federal y su proyecto neoliberal.

Hoy queremos dar a conocer ante el pueblo de México y los pueblos del mundo la existencia de una nueva organización revolucionaria: el Ejército Villista Revolucionario del Pueblo (EVRP).

Una organización que agrupa en sus filas a compañeros que en su mayoría tienen varios años de estar participando en la lucha armada revolucionaria, impulsando también todas las formas de lucha que han coadyuvado a fortalecer el movimiento democrático y revolucionario que se libra actualmente en el país.

Una organización integrada por compañeros que provienen de los estratos y clases sociales oprimidas, predominantemente de los obreros y campesinos.

Una organización que tiene como objetivos estratégicos el unir su esfuerzo al de todos los mexicanos que luchan por un nuevo proyecto social que tenga como eje la aplicación verdadera de la soberanía popular, que haga posible la instauración de la democracia, la libertad y la justicia para beneficio de todos los mexicanos.

Una organización que se asume como parte inseparable del pueblo y que hace suyas todas las demandas y reclamos que de él emanan.

Una organización que se reserva el derecho legítimo de realizar acciones de hostigamiento y autodefensa cuantas veces lo considere pertinente contra el Ejército federal, los diversos cuerpos militares y policiacos represivos y los grupos paramilitares y de choque existentes en el país, ya que constituyen la fuerza material que está puesta al servicio exclusivo de los grupos oligárquicos nacionales y extranjeros, que son los principales responsables y beneficiarios de la miseria, la mortandad y la explotación salvaje de nuestro pueblo y de los pueblos del mundo.

Una organización que está dispuesta a brindar su solidaridad incondicional a cualquier sector, movimiento o agrupación social y política que sea objeto de la represión criminal del gobierno federal.

Finalmente, desde nuestras trincheras de lucha enviamos un saludo fraterno a todas las organizaciones democráticas y revolucionarias del país, que utilizando las más diversas formas de lucha libran una lucha sin cuartel contra el neoliberalismo y el gobierno federal y los grupos oligárquicos que se benefician de dicho proyecto.

También aprovechamos para enviar un saludo revolucionario y nuestra solidaridad a todas las organizaciones progresistas, democráticas y revolucionarias que en diversas partes del mundo enfrentan con firmeza al autoritarismo, al racismo, a la prepotencia y la soberbia antihumana del capitalismo salvaje y su expresión más palpable y brutal, el neoliberalismo, enemigo de la humanidad.


Comando Central del
Ejército Villista Revolucionario del Pueblo

República Mexicana, 5 de diciembre de 1999