Carta de intelectuales colombianos a la CGSB

CARTA DE INTELECTUALES COLOMBIANOS A LA COORDINADORA GUERRILLERA SIMÓN BOLÍVAR

Su lucha no propicia la justicia social

Santa Fe de Bogotá,
20 de noviembre de 1992
Señores
Coordinadora Guerrillera
Simón Bolívar:

Nuestra condición de demócratas convencidos, contrarios a la violencia y a las opciones autoritarias, nos da el derecho moral de poner en tela de juicio la legitimidad y la eficacia de la acción que ustedes sostienen desde hace años.

Estamos en contra de esa forma de lucha en el momento actual. Creemos que ella, en lugar de propiciar la justicia social, como parecía posible en sus orígenes, ha generado toda clase de extremismos, como el recrudecimiento de la reacción, el vandalismo paramilitar, la inclemencia de la delincuencia común, y los excesos de sectores de la fuerza pública, que condenamos con igual energía.

No creemos que ustedes expresen una voluntad popular libre. Por el contrario, su acción ha fomentado un clima de confusión política e ideológica, que ha terminado por convertir a Colombia en un campo de batalla donde la libertad de expresión más usual es la de las armas. Una situación semejante no puede conducir al sueño común de una sociedad democrática y feliz.

Su guerra, comprensible en sus orígenes, va ahora en sentido contrario de la historia. El secuestro, la coacción, las contribuciones forzosas, que son hoy su instrumento más fructífero, son a la vez violaciones abominables de los derechos humanos. El terrorismo, que estuvo siempre condenado por ustedes mismos como una forma ilegítima de la lucha revolucionaria, es hoy un recurso cotidiano. La corrupción, que ustedes rechazan, ha contaminado sus propias filas a través de sus negocios con el narcotráfico, haciendo caso omiso de su carácter reaccionario y de su contribución al deterioro social. Las incontables muertes inútiles de ambos lados, los atentados sistemáticos a la riqueza nacional, los desastres ecológicos, son tributos muy costosos e inmerecidos para un país que ya ha pagado demasiado.

Es la hora de una reflexión patriótica profunda, de una rectificación radical de años de equivocaciones y de la búsqueda seria de nuevas y novedosas formas de creación política, acordes con las realidades del mundo actual. Su guerra, señores, perdió hace tiempo su vigencia histórica, y reconocerlo de buen corazón será también una victoria política.

Antonio Caballero, periodista; Gabriel García Márquez, escritor; Nicolás Buenaventura, historiador; Fernando Botero, pintor, Eduardo Pizarro, sociólogo; Apolinar Díaz Callejas, abogado; Alvaro Camacho, sociólogo; Enrique Santos Calderón, periodista; Roberto Sáenz, profesor; María Jimena Duzán, periodista; Hernando Corral, periodista; Socorro Ramírez, internacionalista; Carlos Vicente de Roux, abogado; Daniel Samper, periodista; Luis Alberto Restrepo, filósofo; Pilar Gaitán, politóloga; Salomón Kalmanovitz, economista; Alejandro Reyes, sociólogo; Fernando Cano, periodista; Rubén Sánchez, politólogo; Juan Antonio Roda, pintor; Nora Segura, socióloga; Hernando Valencia Villa, abogado; Alvaro Guzmán, sociólogo; Gonzalo Sánchez, historiador; María Emma Wills, politóloga; Iván Orozco, abogado; José Antonio Ocampo, economista; Jaime Garzón, humorista; María Teresa Garcés, ex-constituyente; Hermes Tovar, historiador; Myriam Bautista, periodista; Eduardo Lora, economista; Marisol Cano, periodista; Doris Salcedo, escultora; Elisabeth Ungar, politóloga; Elssy Bonilla, socióloga; Miriam Jimeno, antropóloga; Jaime Zuluaga, abogado; Poly Martínez, periodista; Ricardo Camacho, director de teatro; Fernán González, historiador - sacerdote; Jorge Restrepo, periodista; Claudia Steiner, investigadora; Santiago Pombo, editor; Mariana Serrano, politóloga; Javier Guerrero, historiador; (siguen las firmas)
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Fuente: El Tiempo ("Lecturas Dominicales"), Bogotá, 29 de noviembre de 1992.