El anarquismo en los orígenes del MIR y las Brigadas del Pueblo

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Archivo digital
Tipo
Documento
País
Organización
Fecha
2011-12-26
Categoría
Comunicado
EL ANARQUISMO EN LOS ORÍGENES DEL MIR Y LAS BRIGADAS DEL PUEBLO

Por Felipe Del Solar y Andrés Pérez

Algunos antecedentes libertarios en la fundación y desarrollo del MIR

Hablando de las influencias del Anarquismo en el Chile de los años ´60 se puede reconocer la basta experiencia organizativa que había en el sector gremial, en donde núcleos anarquistas impulsaron la creación de frentes revolucionarios insurgentes. “Dichas orgánicas tuvieron un nexo más directo con los grupos que confluyeron en el MIR durante su primer congreso. Prueba clara de ello es la realización de este evento, en la sede del sindicato del cuero y calzado, en manos del anarcosindicalista Ernesto Miranda.”[1]

Clotario Blest, histórico referente sindicalista y anarquista-cristiano chileno llegará a formar el Movimiento 3 de Noviembre (M3N) en 1961. El M3N si bien tenía participación en la Central Única de Trabajadores (CUT), actuaba con el fin de articular con organizaciones de la izquierda revolucionaria.

Clotario Blest llegará a formar por un lado el “Comité de solidaridad con la Revolución Cubana” y la “Asociación de apoyo a la Revolución China”. Por el otro fundará junto a un grupo de anarquistas, anarcosindicalistas, trotskistas, maoístas, socialistas y comunistas disidentes el Movimiento de Fuerzas Revolucionarias (MFR). Una de las organizaciones políticas que impulsaban el MFR era la del dirigente del calzado Ernesto Miranda, el Movimiento Libertario 7 de Julio.[2]

Dentro del MFR empezaron a hacerse visibles las diferencias sobre la estrategia revolucionaria y se constituyeron dos tendencias internas: una que impulsaba el apoyo a la candidatura de Allende representada por trotskistas, socialistas y comunistas disidentes entre otros; la otra tendencia se abstuvo a cualquier apoyo electoral y estaba conformada por sectores anarquistas, maoístas y algunos comunistas independientes.

Mas tarde, el 15 de agosto de 1965, el MFR, el Partido Socialista Popular (PSP) y la Vanguardia Revolucionaria Marxista (VRM) entre otros, se fusionarán en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). La mayoría de los anarquistas no llegarán a dicha confluencia. Clotario Blest fue invitado especialmente a conformar el Comité Central del MIR. El viejo ex-presidente y fundador de la Central Única de Trabajadores finalmente desistió de aceptar el cargo.

Sin embargo durante la experiencia del MIR en el proceso revolucionario previo al golpe de Pinochet se pudieron ver prácticas de base de gran influencia o participación libertaria en cuanto a la concepción que se tenía sobre el Poder Popular. Los Comandos Comunales, Cordones Industriales y Comandos de Abastecimiento fueron los ensayos más significativos. Éstos “debían ser las mismas bases de la futura sociedad. Ciertamente, la falta de una alternativa anarco-comunista clara, no ayudó a que ésta última interpretación, que el mismo pueblo se daba en la lucha de forma intuitiva, se hubiera desarrollado, enriquecida por el acerbo teórico y práctico de las luchas y de la trayectoria del Anarquismo”[3]

Las Brigadas del Pueblo

“Se pueden provocar hechos que puedan ser asimilados por las personas, estos generan adherencia o no. Para hacer la revolución hay que crear hechos revolucionarios. Y nosotros creábamos hechos revolucionarios. Esa era la forma de crear la revolución. La estábamos haciendo creando resistencia”

Tras el golpe de Estado y el proceso de represión política que se hizo sentir en todo el país, surgieron durante la segunda mitad de los setenta, una serie de grupos de resistencia y combate, que a través de las armas y el sabotaje inauguran la dinámica de lucha dictatorial.

En ese contexto nacieron las Brigadas del Pueblo (BP), cuya existencia hemos conocido a través del testimonio directo de su fundador, quien nos entregó un detallado relato.

Este individuo conoció la ideología anarquista a través del marxismo, ya que durante el gobierno de la Unidad Popular, adhería de manera crítica, a esa corriente política. Después del 11 de septiembre de 1973, y siendo un preso político, se quebró su concepción marxista de la realidad, producto de su convivencia en los centros de detención con dirigentes de los partidos políticos de izquierda, quienes le provocaron gran desilusión.

Además, la influencia de pensadores como el filosofo Juan Rivano -a quien conoció en la cárcel- lo incentivaron a buscar y estudiar a los teóricos del anarquismo, a quienes ya conocía por la critica que les hacia Engels en su artículo “Bakuninistas en acción”.

Tras un periodo de estudio -sobre todo de Bakunin y Malatesta, a quienes considera pilares del anarquismo-, se convenció de que los cambios sociales no eran posibles a través del Estado y los partidos políticos. En ese sentido, buscó una manera de generar cambios en los sectores populares a través del anarquismo. Es así como, hacia 1976, surgió en él la idea de las Brigadas del Pueblo.

El primer paso fue la creación de un manifiesto que le permitiera ganar apoyo de otras personas, pues, según comenta, había “una necesidad vital de despertar a los sectores populares y de entregarles herramientas que les permitan resistir los duros embates de la dictadura”, los cuales se sentían con especial fuerza en las poblaciones.

El manifiesto fue publicado en varios países de Europa. Lo encontramos reproducido en 1981 en la revista El Diente Libre de Suecia y en la revista italiana Umanitá Nova de 1982.

El documento parte haciendo un análisis de la situación del poder mundial, de cómo el capitalismo se ha transformado en un nuevo imperio global.

En ese sentido, el llamado de las BP fue la “realización de una revolución social absoluta”. Para ello, criticaba las prácticas revolucionarias llevadas a cabo hasta ese entonces, ya que estas adolecían del germen subversivo que deberían haber tenido.

Ese argumento lo hace extensivo sobre todo a los procesos revolucionarios impulsados en la Unión Soviética, a los que critica enérgicamente, renegando de la dictadura del partido bolchevique. El manifiesto de las BP planteaba que la historia de abusos cometidos por los socialismos reales “es demasiado larga y repugnante para seguir nombrándola”.

La propuesta política de esa agrupación, ante este escenario de falsas revoluciones, era “una revuelta decidida y profunda, que sea capaz de destruir completamente a los gobiernos, a la policía política, al ejército mercenario y a todos los demás organismos del poder político que les permite a las clases sociales dominantes mantener sus privilegios económicos y su repugnante autoridad”.

Esa revuelta total debía ser impulsada al margen de los partidos políticos, fueran estos de izquierda o de derecha, “porque estos son organismos de poder jerárquicos dirigidos por un puñado de pequeños burgueses corrompidos y autoritarios, dispuestos a gobernar la revolución para extender su dominio y sus privilegios sociales a expensas del trabajo colectivo de las masas populares”.

Además de desarrollar una crítica histórica acerca del papel que ha tenido la revolución, las BP planteaban que los verdaderos revolucionarios debían “preparara las masas para la revuelta popular contra los regimenes de explotación y sus Estados políticos militares que los sostienen brutalmente en todo el mundo (…) Pero, esa revuelta de las masas populares, esa revuelta social del pueblo debe ser completa, absoluta. No debe dejar en pie a ningún organismo ni tampoco a ningún privilegio social que nos recuerde el viejo Estado y al viejo régimen económico derrumbado por la revolución”.

I.as BP reivindicaban la revolución popular y total como la única salida para escapar de la situación de opresión e injusticia que los alienaba. Sus esperanzas estaban dirigidas a los cambios que vendrían en el futuro: “cuando llegue la revolución social, llega el día de la razón, de la libertad y de la justicia social; con la revolución se abren las puertas del entendimiento y los pueblos se sacuden la ignorancia que los sometía; con la revolución llega la libertad, porque con ella los pueblos destruyen el poder del Estado que le servía a la clase gobernante para someternos por la fuerza; pero también llega la justicia social, porque con la revolución los pueblos pueden expropiar a las clases expropiadoras y fundar una sociedad igualitaria”.

Esa propuesta ideológica, que mezclaba elementos del marxismo y el anarquismo, generaba interés en los trabajadores y jóvenes populares del sector norte de Santiago, con los que intercambiaban ideas, debatían y desarrollaban cursos sobre teoría política anarquista, utilizando como locales sus propias casas, o sedes de grupos católicos.

Posteriormente, cuando ya existía un grupo cohesionado y disciplinado, comenzaba la puesta en práctica de la resistencia popular clandestina.

Durante los primeros anos de los `70, el fundador de las BP -de quien recibimos éste testimonio- obtuvo entrenamiento militar especialmente de los Tupamaros que vinieron a Chile y de militantes de Brasil y Uruguay, de quienes aprendió mecanismos de guerrilla urbana, como fabricación de explosivos caseros de considerable poder.

Cada BP contaron con 8 o 9 integrantes. Con el tiempo llegaron a articular tres brigadas que funcionaban de forma coordinada en las poblaciones de la zona norte de Santiago.

Su principal forma de acción, fueron los atentados con explosivos contra el Banco del Estado y el Banco de Chile, la distribuidora de agua potable EMOS, lugares cercanos a comisarías de Carabineros, por nombrar algunos puntos. Los vehículos de locomoción colectiva no escaparon a sus acciones: “Casi con el ultimo pasajero hacíamos detonar una bomba. Nosotros nos habíamos bajado una cuadra antes. El micro quedaba completamente destruido en el lugar donde estaba colocada la bomba. El chofer debía abandonarlo, pues de inmediato se producía un incendio”. Por lo general se hacían varias acciones consecutivas y muy coordinadas.

Es singular su reticencia al uso de armas de fuego, ya que a las que tenían acceso eran de muy mala calidad. Además, explica el fundador de las BP, “uno puede construir una bomba de cinco kilos y eso es mucho mas fuerte que pegar un par de balazos”.

Esas acciones se complementaban con la actuación constante en las barricadas, nacidas en los sectores populares para manifestar el repudio a la dictadura, donde en más de alguna ocasión convivieron con el MIR, con los que no tuvieron problemas, pero mantuvieron cierta distancia.

Las acciones eran realizadas en función del acontecer nacional, vale decir, como respuesta a medidas represivas del gobierno y para fechas paradigmáticas. Daban fuertes golpes, que preparaban con gran detenimiento. Antes de llevar a cabo una acción revisaban el lugar y se ubicaban en distintos puestos, Algunos vigilaban, mientras otros colocaban las cargas explosivas.

Además de la acción violenta generaron un sostenido despliegue propagandístico, ya sea por medio de un boletín titulado La Protesta con gran cantidad de panfletos, algunos manifiestos y constantes actividades culturales. El financiamiento para sus acciones, lo conseguían gracias al apoyo de los pobladores, quienes colaboraban activamente en esas campanas, pues -a su juicio- “el anarquismo en los sectores populares tiene alta acogida”.

Las BP buscaron “ayudar a la caída de la dictadura mediante la acción directa de corte popular y militar, y difundir nuestro análisis más profundo respecto a la realidad”, Se situaron dentro del marco general de protesta y resistencia, pero a la vez generaron un espacio diferenciador. Si bien no se distanciaron tanto en las acciones, si lo hicieron en el discurso y en el referente al cual evocan, ya que -era necesario dar una lectura anárquica a las masas”.

De esa manera, esos grupos organizados horizontalmente e integrados por personas de entre 30 y 40 anos -además de algunos jóvenes- funcionaron durante todo el periodo de protestas nacionales. Es decir, hasta el año ’86-87 aproximadamente, intentando generar un referente anarquista adecuado a su situación social y en relación a la realidad histórica en que adecuado a su situación social y en relación a la realidad histórica en que se veían envueltos. De esa manera, funcionaron y generaron resistencia libertaria. El haberse hecho parte de agitadas movilizaciones los integró a un contexto general, pero a la vez los diferencio en su discurso.

Tras la caída de la dictadura muchos de sus integrantes salieron fuera del país cambiaron de domicilio o simplemente se alejaron de la actividad política. Quienes quedan aun en el barrio han enfocado sus fuerzas a actividades culturales, a través de las cuales siguen difundiendo su ideología, a la vez que preparan a nuevas generaciones para cuando las circunstancias históricas nuevamente lo requieran.
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[1] Valdés Navarro; Pedro Alfonso. “Elementos teóricos en la formación y desarrollo del MIR durante el período 1965-1970”; Universidad de Valparaíso, 2006.

[2] El Movimiento Libertario “7 de Julio”, orgánica específica anarquista de fuerte influencia teórica malatestiana, tuvo presencia fuerte en Osorno, Temuco, Concepción, Linares y Talca.

[3] Gutierrez, José Antonio; “Los Libertarios y las lecciones del Golpe de Estado en Chile (11 de Septiembre de 1973)”; archivo revista Hombre y Sociedad, 2003.

Extraído de “Anarquistas: Presencia libertaria en Chile” de Felipe del Solar y Andrés Pérez, RIL editores, 2008.

Fuente: Noticias de la Rebelión