La organización de las masas

LA ORGANIZACIÓN DE LAS MASAS

Cualquier intento de los revolucionarios para organizar a las masas debe partir de un claro análisis de sus necesidades y deseos. No basta el conocer sus necesidades, es imprescindible conocer grado de disposición para la lucha, su real nivel de conciencia. Sucede muchas veces que, aún existiendo objetivamente las necesidades, las masas no han madurado lo suficiente como para tener conciencia y estar dispuestas a lograr un cambio de la situación. Partiendo de este elemento debemos tener siempre en cuenta que las formas organizativas no podemos imponerlas a las masas, que al contrario, aquellas deben corresponder a la política que se desarrolle y al grado de disposición del pueblo.

A nuestro juicio las grandes mayorías de los sectores explotados y oprimidos en los actuales momentos están dispuestas a la lucha reivindicativa, sea ésta política, económica o social. Su nivel de conciencia no ha llegado hasta el planteamiento de un cambio inmediato de las actuales estructuras de dominación capitalista. Bien es cierto, que esas mayorías intuyen la necesidad del cambio pero no han tomado plena conciencia de esa necesidad. Por eso, podemos ver claramente que el conjunto de sus luchas, en su mayoría espontáneas, se ubica a nivel reivindicativo y no al nivel del cambio estructural. Por tanto, creemos que la tarea principal de los revolucionarios en los actuales momentos es organizar y movilizar a las masas para la lucha reivindicativa. Partiendo de aquí debemos trabajar simultáneamente por elevar el nivel de conciencia de las masas, por elevar sus luchas a niveles superiores, por hacer que las masas tomen plena conciencia de la inevitabilidad del enfrentamiento definitivo entre pobres y ricos para lograr un auténtico cambio de las estructuras de dominación actuales. Es así como creemos que puede convertirles la lucha por la liberación nacional y el socialismo en una auténtica tarea de todo el pueblo venezolano. Paralelamente a la organización de las masas para la lucha reivindicativa, debemos trabajar en organizar a los sectores más avanzados de éstas para que unidos al partido de vanguardia sepan llevar a todo el pueblo la prédica por la liberación nacional y el socialismo. Es ganándonos a estos sectores más activos de las masas como lograremos aumentar el entusiasmo de los sectores intermedios y, arrastrar a los sectores más rezagados en la lucha política. Desde el punto de vista de clase, nuestro esfuerzo principal debemos dirigirlo hacia el proletariado, para lo cual debemos valernos de los cuadros más capaces de las organizaciones revolucionarias, así como también de otros sectores que sean más activos, como lo son los estudiantes y determinados sectores radicalizados de la pequeña burguesía.

Es la prédica por el socialismo revolucionario y la consecuencia con la lucha de las masas lo que nos diferencia con la política de los reformistas y revisionistas.

Para que las masas entiendas nuestras políticas y la hagan suya, debemos ser suficientemente explicativos, llevar a su seno la discusión y el análisis de todas las tareas que nos proponemos emprender. Es así como podemos motivarlas, ayudar a la formación de cuadros, hacer que estas eleven su nivel de conciencia y como podemos determinar nuestros aciertos y nuestros errores. Solo una ilimitada confianza en las masas nos permitirá mantener siempre una estrecha relación de estas con la vanguardia. La autosuficiencia, el sectarismo, el caudillismo y el espíritu prepotente de que hacen gala muchos individuos u organizaciones de la izquierda en nada ayudan a la vinculación revolucionaria con las masas, al contrario, crean escepticismo y engendran dudas hasta en las mismas filas de los sectores de avanzada. No debemos nunca olvidar este principio maoísta: “debemos ir a las masas, aprender de ellos, sintetizar sus experiencias y deducir de estos, principios y métodos aún mejores y sistemáticos y luego, explicarlos a las masas (hacer propaganda entre ellas) y llamarlas a ponerlos en práctica para resolver sus problemas y alcanzar la liberación y la felicidad”.

Debemos tener claro que no basta con hacerle llamados a las masas, es necesario luchar al lado de ellas, participar en todas sus tareas y ayudarlas en todo lo que esté a nuestro alcance para lograr que comprendan la naturaleza de la lucha revolucionaria.

Las masas aprenden de su propia experiencia, por eso la necesidad de estimularlas a organizarse y a luchar por sus problemas concretos. Es esta la única vía que permitirá una auténtica elevación de su conciencia política. En la medida que las masas empiezan a enfrentarse a sus explotadores y opresores van tomando conciencia de la necesidad del cambio revolucionario. Tratar de radicalizarlas, artificialmente, es una política errada, que más bien origina retardos en la lucha revolucionaria. Siempre debemos guardar el ritmo en todo movimiento de masas. No debemos nunca confundir nuestro deseo, con el deseo de las mayorías. Hay que ir de lo sencillo a lo complejo, de las luchas más simples a los grandes enfrentamientos. Así vamos educando a las masas y templando su espíritu de combate.

El trabajo de organizar la lucha revolucionaria no es nada fácil, por eso la impaciencia pequeño-burguesa es un elemento que hay que derrotar cuando nos planteamos esta tarea, que ha de ser paciente y sostenida, que nos convierte en alumnos y maestros y donde tenemos que analizar continuamente todos los fenómenos que ocurren. Por eso en la práctica vemos muchas veces como determinados individuos son capaces de desplegar en momentos propicios una intensa actividad agitativa, pero por su mentalidad no son capaces de plantearse seriamente la organización de las masas. Y cuando hacen algún intento esperan realizar un trabajo sin obstáculos y que rápidamente les va a dar resultados. Al enfrentarse a la realidad optan por abandonar esta importante tarea.

En cuanto a las estructuras organizativas de las masas, tenemos que partir del hecho de que en su gran mayoría dichas estructuras están en manos del reformismo y el revisionismo. Las organizaciones de obreros, campesinos, profesionales, marginales; etc., han devenido en estructuras burocráticas, que no garantizan ni siquiera la lucha consecuente por las más mínimas reivindicaciones. El espíritu de la conciliación y la entrega es el que priva.

Al plantear la disputa por la dirección de las masas, lógicamente nos planteamos la disputa por la hegemonía revolucionaria en todas sus organizaciones. Ahora bien, dado el carácter burocrático y entreguista de estas estructuras, es imprescindible establecer nuevas bases de funcionamiento y organización de estos instrumentos para que permitan en primer lugar la más amplia participación de todos los afiliados, esto es, que la directiva no sustituya a la organización, darle plena vigencia a las asambleas con poder absoluto de decisión, los equipos de dirección y coordinación del trabajo electos directamente y que sean integrados por elementos que formen parte activa de la organización; carácter revocable de todos los dirigentes y que esto lo pueda hacer la asamblea en cualquier momento; rendición periódica de cuentas y balances de todos los planes y tareas; división del trabajo, que permita que todos los miembros activos tengan responsabilidades específicas.

Lo otro es crear nuevas estructuras, donde no exista organización o donde la que exista ya no esté asistida de pueblo, sino que haya devenido en un simple mamotreto.

Noviembre del 73
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Fuente: Reformismo para consolidar al capitalismo o lucha revolucionaria popular. Caracas, Ediciones El Sable y la Espada, 1974, pp. 48-52.