Un hijo del campo colombiano

UN HIJO DEL CAMPO COLOMBIANO

Camaradas guerrilleros, milicianos, militantes del partido, activistas del Movimiento Bolivariano y masas que nos apoyan en campos y ciudades:

Hoy, con motivo de conmemorar el tercer aniversario de la caída en combate del Comandante Jorge Briceño, deseamos traer una vez más a la memoria colectiva el recuerdo de quién fuera uno de los más destacados y aguerridos combatientes farianos, fiel exponente de los mejores valores del campesino colombiano, de su legendaria capacidad de resistencia y lucha contra la violencia del régimen.

Los campos de la patria no han conocido un solo día de paz desde los albores de nuestra nacionalidad. Quizás más allá, desde cuando 5 siglos atrás los invasores europeos desembarcaron en las costas de estos territorios sin nombre, con todo su cargamento de ambiciones, violencia, odio y perfidia. Allí comenzó esta tragedia que no cesa, que todavía hoy, 527 años después, exige justicia por la tierra violentada a sus originales dueños, a sus pobladores arruinados y empobrecidos.

Esto explica porqué en las entrañas de los campos se cocina lenta pero inexorable el fermento del dolor y la rabia acumulada. De allí brotó el alzamiento comunero.Tambiénde indígenas, esclavos y campesinos pobres reunidos en ejército popular, bajo la genial conducción del Libertador, nació la primera independencia. Y del campo brotaron las guerrillas que enfrentando la brutal arremetida latifundista de mitad del siglo XX dieron origen al formidable movimiento campesino que años después cristalizaría en las FARC.

No es por tanto gratuito que ahora mismo desde el campocobre aliento y comience a generalizarse el rechazo a la actual embestida neocolonizadora, que como locomotora minera, proyectos agroindustriales, minero energéticos y tratados comerciales se ensaña de nuevo contra el campo, los campesinos y todo el pueblo colombiano.

El campo de nuestra patria ha parido dignos hijos de ella. Uno de ellos nuestro Comandante Jorge Briceño, nacido en la región del Sumapaz, la histórica comarca que en los años cincuenta del siglo pasado fue ejemplo de coraje y lucha campesina. Esa misma bravura y dignidad se descubre hoy en los hijos del Catatumbo, del Cauca, de Nariño, de Boyacá, de Cundinamarca, del Huila, del Caquetá, de la Orinoquía, de Antioquia, de la Costa, de todos los rincones de Colombia que hoy se agolpan para testificar su rebeldía, su inconformidad, su decisión de asumir al precio que sea la defensa de sus territorios, de su tierra, del fruto de su trabajo, de sus vidas.

Por eso se equivocan el Presidente Santos y sus señoritos burócratas al pensar que con acciones de fuerza o engañifas, van a detener lo que es ya clara señal de agotamiento del modelo de dominación y explotación del campo colombiano. Su sempiterna fórmula de represión, división, cooptación y chantaje ya no les sirve más. Eso se hace evidente con la propia dimensión del paro agrario, la solidaridad recabada por los campesinos en importantes sectores urbanos,y la firme persistencia de la protesta.

Se equivocan, como sucedió el 22 de septiembre hace 3 años, cuando todo el Establecimiento salió a vaticinar la pronta desaparición de las FARC. Hoy las FARC están sentadas dignamente en La Habana, desgranando propuestas para la solución civilizada a los múltiples problemas del pueblo colombiano, comenzando por los problemas del campo, con un pre acuerdo parcial firmado, que pudiera ser un acuerdo completo si existiera interés y voluntad real de paz por parte del gobierno y las élites dominantes.

Y se seguirán equivocando mientras sostengan que detrás de cada protesta, de cada colombiano que sale a exigir sus derechos, está el fantasma de las FARC y no las reales condiciones de vida de la gente del común que ellos tanto desprecian. El Presidente Santos tuvo su lección tras negar repetidamente la existencia del paro, y enfrentarse a la indignación nacional expresada en la solidaridad de todo el país con la justa protesta campesina.

Y vuelven a equivocarse cuando emplean el epíteto común de desadaptados,para señalar a quienes expresan su inconformidad enfrentando con piedras los matones del ESMAD, o rompiendo vitrinas como forma de repudio a esa sociedad consumista que les ofrece mercancías a las cuales jamás tendrán acceso. ¿Será que hay alguien que se resista a protestar en las condiciones en que viven la mayoría de los colombianos?

Cada día se evidencia más el temor de las clases dominantes a la movilización del pueblo. Es el mismo temor que demostraban cada vez que el Comandante Jorge, con su verbo irreverente, fustigaba al régimen y sus representantes. ¡Cómo los atormentaba ese rostro redondo de sonrisa fácil, rematado por una boina con la estrella dorada de cinco puntas! Por eso tanto odio, tanto despliegue de fuerza brutal y criminal. Vano intento de apagar la lucha, como si con muertos, con violencia y amenazas, fuera posible alcanzar la paz que necesita Colombia:la paz con justicia social y soberanía.

Esa paz, la verdadera paz, fue la causa por la que entregó su vida el aguerrido Comandante Jorge Briceño. Esa, la más noble y la más justa de todas las banderas: la liberación de nuestro pueblo del dominio, la dependencia y la explotación a la que ha sido sometido desde hace más de cinco siglos. Causa que se reaviva en los miles de jóvenes del campo y la ciudad movilizados por la defensa de sus derechos, que ratifican con la fuerza de su presencia en carreteras y calles, que las ideas del Comandante Jorge viven junto con él en el corazón de su pueblo.

¡Viva la memoria del Comandante Jorge Briceño!
¡Nacimos para vencer y no para ser vencidos!

SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL FARC-EP

Montañas de Colombia, 22 de septiembre de 2013