Respuesta al Clamor Social por la Paz

RESPUESTA AL CLAMOR SOCIAL POR LA PAZ

Un respetuoso saludo enviamos a ustedes desde el ELN, señores firmantes de la carta Clamor por la paz, del pasado 10 de diciembre del año anterior.

Nos merece toda consideración su misiva, llena de contenido y búsquedas de paz, propósito que nos identifica porque desde lo más sentido de nuestra condición de insurgentes estamos comprometidos con ella.

Pensamos como ustedes, que hoy la paz marcha a consolidarse, porque la abrazan y se comprometen en ella las mayorías de la sociedad, y ello es garantía para alcanzarla.

Somos conscientes que nuestros esfuerzos son demasiado modestos, si las inmensas mayorías de la sociedad colombiana y el aporte de la Comunidad internacional, no es decidido y pleno, lo cual requiere amplia participación y organización, para acometer una empresa que tenga como meta la solución de las causas, que nos llevaron al conflicto social y armado que hoy padecemos.

Todo esfuerzo que no tenga ese objetivo, terminará en fracaso.

A los terribles costos que en estos últimos 54 años de conflicto, señala el Centro de Memoria Histórica, más los que añaden ustedes, deben agregarse los causados en los más de 10 años que le anteceden, porque desde entonces el horror no ha parado y cercenado la posibilidad de un camino democrático, que es lo que hoy se hace indispensable, para que las mayorías puedan transitarlo y no se necesite que nuevos contingentes juveniles se vean impelidos a levantarse en armas.

Además, debe tenerse en cuenta que las estadísticas del Centro de Memoria Histórica, apenas tiene en cuenta los casos documentados, pero esos datos son un porcentaje pequeño, de la barbarie real que ha cometido la oligarquía contra el pueblo colombiano.

Destacando todas las propuestas de su misiva dirigidas al gobierno y la insurgencia, por su importancia, trascendencia y porque las compartimos todas para avanzar en el logro de la paz, nos referimos a algunas de ellas:

* Ustedes y nosotros nos unimos al clamor por alcanzar un cese bilateral al fuego y las hostilidades, a lograrlo en el menor tiempo posible con las garantías que ustedes señalan, ello aliviará los rigores del conflicto que padece la población en las zonas de conflicto y daría confianza y credulidad a las partes y a todos los involucrados en el proceso, haciéndolo irreversible.

* Los diálogos gobierno insurgencia no pueden obstaculizar ni reemplazar, sino precisamente ser un estímulo a la participación protagónica de la sociedad en ello, como única posibilidad de construir democracia, para que la paz que se alcance sea auténtica y duradera. Es urgente seguir creando mecanismos específicos para ello y que los hagan suyos todas las organizaciones populares y sociales, como manera de llevarlos a cabo recogiendo las agendas, fruto de las luchas y movilizaciones de las diversas comunidades.

* Es indispensable que el gobierno sea consecuente con la expresa solicitud de ustedes, de descriminalizar la protesta y movilización social y que se retire el proyecto de ley orientado a agravar las penas.

* Nosotros como parte de la insurgencia colombiana, tenemos toda la disposición de tomar en cuenta sus iniciativas y propuestas, que vayan en el camino de la paz, ese es el compromiso y lo cumpliremos.

Sea oportuno reiterarles que este momento de la realidad colombiana, clama por la unidad de la lucha popular y revolucionaria, que ello nos exige deponer intereses de grupo, por objetivos comunes, como única manera de avanzar en las diferentes metas, que conduzcan a Colombia a la reconciliación, la paz con justicia y equidad social.

Sin embargo, graves peligros amenazan tal propósito y aquí debemos señalar algunos:

La extrema derecha que cuenta con el ex-presidente Uribe como uno de sus más claros exponentes y con una importante cuota de poder, busca de diversas formas, revertir los escasos logros que en materia de paz se han alcanzado.

Las profundas contradicciones de la política de paz del presidente Santos lo llevan a mantener la mesa de diálogo con las FARC y a plantarse otra con el ELN y eso es importante, pero es muy grave que pretenda la desmovilización de la insurgencia y el movimiento social y de masas, para que todo en Colombia siga igual y busque barnizar este propósito afirmando que primero hay que terminar el conflicto para luego de ello, encarar las causas que lo originaron, fórmula ya ha fracasado en Colombia y por eso no puede pretenderse su reedición.

Amenaza el proceso de solución política, la incertidumbre que deja la inexistencia de una política de Estado frente a la paz, pues lo que pueda acordar un gobierno con la guerrilla, no tiene garantía de cumplimiento, por los siguientes gobiernos. Inconsistencia que se debe a que las clases dominantes en Colombia, no cuentan con plena voluntad de paz. De nuestra parte, el compromiso por la paz tiene pleno compromiso de toda la comandancia del ELN.

Es muy grave que mientras se dialoga con una parte de la insurgencia y se expresa disposición de iniciar diálogos con otra parte de ella, se legisle en contra de la paz, como si ella fuera una colcha inconexa de retazos y al mismo tiempo se niega la participación protagónica del movimiento social y popular en el proceso de paz, pretendiendo acuerdos sólo con la insurgencia, lo que deja un sabor excluyente, que amenaza con hacer fracasar el incipiente proceso de paz.

Los altos niveles represivos del gobierno contra las movilizaciones, mientras se les incumplen los acuerdos alcanzados en arduas luchas, que dejan muertos por las balas oficiales, mutilados y judicializados, es otro precedente contradictorio, que hace prender las alarmas para que una profunda reingeniería se produzca y la paz que todos queremos, que no es otra que los cambios indispensables por los que todos luchamos, sean elementos inequívocos de un proceso y camino de paz verdadero.

El impacto causado a finales del año pasado con la destitución del alcalde de Bogotá, dejó en suspenso el futuro de paz de Colombia, por cuanto si el gobierno de la oligarquía le pasa cuentas de cobro a sus contradictores políticos disfrazándolas de violaciones a la ley, ¿qué puede esperarse del cumplimiento de acuerdos con la insurgencia o el cumplimiento de lo que ese gobierno acuerde con las organizaciones sociales y populares?

Es por todo lo anterior que reafirmamos, que es urgente la decidida lucha popular, social y protagónica, empuñando la bandera de paz, entendida como cambios sustanciales al estado de cosas que vive Colombia y que con ello se abran verdaderos cauces democráticos para las grandes mayorías.

Si no es así, cualquier intento por la paz terminará en fracaso.

Por el Comando Central del ELN

Nicolás Rodríguez Bautista