Tupac Amaru II, Simón Bolívar y Néstor Cerpa, tienen que hacer en América todavía

TUPAC AMARU II, SIMON BOLIVAR Y NESTOR CERPA, TIENEN QUE HACER EN AMERICA TODAVIA

“El problema del socialismo y la justicia social
no es una utopía, sino una realidad”.

Comandante Néstor Cerpa

Desde los trágicos sucesos de 1532, agitados, abrazados de presente, el pueblo desencadenó una interminable guerra de resistencia contra la opresión y la injusticia, una verdadera batalla por la vida que combinando todas las formas de lucha, implementó la defensa cultural, política, social, económica y militar por su existencia, creando con lo cotidiano de las acciones una autentica Doctrina de la Resistencia Popular.

Sin caer en el conformismo ni el derrotismo, sin aceptar que las derrotas sufridas en el campo militar, social y popular constituía los alcances de una causa perdida, mientras se preparaban nuevas acciones, pudimos contemplar la mutación sufrida en el seno de nuestra sociedad, y cuando decimos nuestra sociedad nos referimos aquel mundo originario por decir así, a la que fue nuestra génesis; ahogada por el capitalismo embrionario que iniciaba una nueva fase de acumulación de riquezas en lo que sería el periodo primitivo de la moderna globalización o mundialización del capital que es lo mismo.

La guerra sin fin, la confrontación de los mundos, se había iniciado y ofrecía nuevos escenarios de lucha: el Estado fue transformado en esencia, su carácter social fue reemplazado, nuestra economía principalmente agrícola fue sustituida por una economía extractivista - minera de explotación de metales preciosos, la división clasista se profundizó generando dos orillas irreconciliables, de hombres libres pretendieron bajarnos al peldaño de las bestias: la mita minera, Potosí, los obrajes entre otros, constituyen la certificación histórica y no hubo silencio: la confrontación incendió el hemisferio latinoamericano.

La invasión extranjera a la Patria Grande, dio nacimiento al coloniaje y la necesidad capitalista de acelerar su desarrollo en una guerra de posiciones de mercado inter - imperiales entre Francia e Inglaterra, obligó a la España Imperial, al traslado brutal, mecánico, de sus instituciones y sobre todo de una poderosa fuerza militar mercenaria de ocupación, responsable de la protección de sus intereses.

La administración colonial fue entregada a una corte de aventureros y ladrones, Nuestra América, fue convertida en un gigantesco potrero, donde éramos clasificados para el trabajo esclavo, con el concurso bautismal de la Iglesia.

El indio no tiene alma, dijeron, sentenciaron y lapidaron para hacer del dolor de un pueblo, el quejido sordo de las bestias. Entonces, desde entonces, tembló la tierra ante el empuje inhumano del trabajo, de la explotación esclava de hombres, mujeres, ancianos y niños que blanquearon la cobriza tierra americana con las miles de osamentas regadas, necesarias para sostener un mundo advenedizo y, enriquecer las coloniales arcas de un sistema capitalista que se imponía brutal y salvaje.

El Estado social, fue reemplazado por una moderna máquina legalizadora de las injusticias y sus recursos e instituciones fueron concebidas y sistematizadas para ejercer la dominación de unas cuantas familias empoderadas por los beneficios de la explotación colonial. Desde entonces la lucha por el poder político, se hizo para los articuladores sociales y revolucionarios comprometidos con su tiempo y la historia en una aspiración estratégica de liberación en lucha franca y objetiva. Las verdades debíamos pues, sin temor exponerlas al pueblo, los revolucionarios “no tienen porqué guardar encubiertas sus ideas e intenciones…sus objetivos solo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente”.

La revolución independentista que se impuso sobre las armas imperialistas con el triunfo militar en los campos de Junín y Ayacucho, de gran victoria social de los sectores progresistas y el pueblo, se constituyó posteriormente en una verdadera derrota política, con el triunfo de la otra América, aquella América que no es nuestra, la América colonialista, intervencionista y saqueadora.

La victoria de los pobres, fue entonces una verdadera hecatombe social, una desastrosa derrota política que se plasmó en una dura lucha ideológica, el destino libre y digno de la Patria Grande sintetizada en la visionaria Confederación de los Andes, proyecto integracionista del Libertador Simón Bolívar y, el Programa de Posicionamiento Capitalista oscuro, avasallador, inhumano, de continuismo colonial representado por Santander, Piar y Páez.

Se impuso entonces el modelo de Estado y Democracia de los nuevos representantes del poder, el Estado y Democracia burguesa hacían su aparición, innovando su existencia traían el Código Napoleón para el andamiaje jurídico de las tierras conquistadas por un lado y por el otro lado, el monroísmo, programa imperialista de colonialidad.

Había que repensar el futuro, no podíamos seguir arando en el mar, el problema de la justicia social y de integración continental que postulaba el Congreso de Panamá, avizoraba para el futuro, nuevas tareas que deberán construir la Plataforma de la Segunda y Definitiva Independencia: el socialismo latinoamericano, tamaña empresa solo será posible con el concurso de tres grandes raíces: Túpac Amaru II, Bolívar y Néstor Cerpa, la trilogía liberadora para el siglo XXI.

Invisibilizados por la necesidad estratégica del sistema capitalista, desde entonces fuimos testigos en perpetua confrontación del nacimiento de la República y, a casi 200 años de su existencia, somos testigos de cómo la mentira y la codicia se encuentran en sus plataformas electorales y programas de gobierno, totalmente contrapuestas una de la otra, constituyen la carnada que utilizan los ricos, para mantener el control del estado y la seguridad de sus intereses.

En 1979 la crisis política de representatividad en el Perú, fue resuelta con el cuento de la Asamblea Constituyente y, posteriormente la guerra interna abierta desde el sector de los oprimidos en los años ‘80, tuvo en el campo de la confrontación político - militar clasista la hegemonía del poderío militar capitalista, resuelta con el concurso del nuevo eje imperialista para profundizar un modelo de explotación más salvaje: el modelo neoliberal de explotación.

El veterano sistema capitalista, vencedor y mesa donde se sirve una minoría dominante, volvió a imponer sus reglas: a más explotación más guerra de manipulación mediática, a más organización social más ideología burguesa, a más intentos de libertades sociales y políticas para el pueblo más migajas de participación en su falsa democracia. La Marcha de los Cuatro Suyus, una suerte de entronque del Inkarry social por libertades conculcadas, ausente de liderazgo revolucionario, su fuerza y energía fue capitalizada por la derecha y sectores tradicionales que impulsaron al economista Alejandro Toledo quien desde la cresta de la ola insurgente peruana, utilizó para beneficio extranjero, la simbología de restauración cultural, social y política de nuestros pueblos. La memoria histórica del antiguo Tahuantinsuyo, fue humillada con el circo montado por la rosca Toledista en el Cuzco.

La década del 2000, constituyó el retorno fatal de los de siempre, los fulgores de la Venezuela Bolivariana y el caminar del ALBA – TCP, integrando, movilizando a las masas desposeídas, significo la inquietud, la pesadilla de las aguas imperiales; el Departamento de Estado Norteamericano buscó entonces crear una barrera de contención burguesa, capitalista y vende patria: el populismo como doctrina y el nacionalismo chato fueron medidas diseñadas al amparo del Pentágono.

Teniendo por biblia los postulados de la Doctrina de Seguridad Nacional, el cipayaje local comenzó a multiplicar los mecanismos de represión, la Constitución Política Neoliberal y las leyes anti - terroristas del Fujimontecinismo, se constituyeron en una cuestión de Estado.

Bajo los marcos de control impuesto por los defensores de la democracia burguesa, el discurso de transformación revolucionaria se torna clandestino. El Perú, de esta era se convierte por así decirlo en el Vilcabamba de la resistencia y lucha que impulsa el trabajo silencioso, al obligado ABC de las catacumbas. A la represión ejercida por los poderosos, la pedagogía revolucionaria de los pobres.

Ante la crisis del sistema capitalista, ante el desmoronamiento moral del modelo peruano de dominación, el Ideario Tupacamarista, el planteamiento de la revolución social, Marxista y Bolivariana, se constituye en la corriente revolucionaria, transformadora y educadora. El Perú como escenario de luchas debe ser convertida en una escuela de sostenida articulación del pueblo, no debe quedar un espacio sin organizar, no debe quedar un árbol, una piedra, un rio sin movilizar, si es preciso volver al viento corriente de conspiración, debemos hacerlo. ¿Es un decir? No, es la interpretación del grito movilizador de quienes hasta hoy, han escrito desde abajo, desde las filas de las mayorías nacionales. Es el germinar de la historia clandestina, la gestación social del alba.

En nuestras manos, se agita el destino de la patria, tenemos que luchar, estudiar y organizar, para combatir la mentira y la manipulación, en los últimos tiempos TODOS somos TESTIGOS de cómo Ollanta Humala Taso y quienes llegaron con los votos a la administración del Estado como actual Presidente de las castas conservadoras y representante de las empresas transnacionales y del capital extranjero, han enarbolado “las lacras de la convivencia y creando una esperanza en nuestro sufrido pueblo”.

EL PERIODO DE LA ENAJENACION Y EL PAPEL DEL REVOLUCIONARISMO PEQUEÑO - BURGUES

Para avanzar no basta con decir, es preciso comprender el cuadro que la realidad nos presenta, analizar la mentira y la traición a la que es sometida de manera sostenida y sistemática nuestro pueblo, para iniciar este análisis y comprensión que deben nutrir el arsenal del pueblo en la batalla de las ideas, desde la orilla insurgente recordaremos lo que todos conocemos pero, que vale la pena mencionar porque la memoria histórica no puede empolvarse, ni archivarse so pretexto de que eso pertenece al pasado, el conocer nuestra historia nos hace dignos de la Proyección Revolucionaria Tupacamarista.

El auto – golpe del 5 de abril de 1992, no fue una cuestión casual gestada por el triunvirato conformado por: Alberto Fujimori Fujimori – Vladimiro Montesinos Torres y el General Nicolás de Bari Hermoza Ríos, fue la plasmación de un compromiso político entre el candidato Alberto Fujimori y los Estados Unidos a través de los responsables del Proyecto Norteamericano de Intervención que financiaron la campaña electoral y proyectaron los alcances mediáticos de los medios de desinformación masiva: desde el uso nada inocente del tractorcito y, los efectos de blandir una yuca, en debate con otro representante imperial, actual vocero de la derecha local y agitador de intentonas fascistas, el escribidor Mario Vargas Llosa.

Eso muestra que la década del “fujimontecinismo” constituyó un gobierno al servicio de las transnacionales y la oligarquía criolla. Los intervencionistas y restauradores que llegaron al poder, no buscaron la estabilidad social ni la llamada pacificación, buscaron la estabilidad de sus empresas e intereses y la paz del mercado, así, implementaron y profundizaron el modelo neoliberal, desestructuraron las organizaciones sindicales aplicando en el terreno del trabajo la flexibilización laboral orientado a debilitar el impulso revolucionario de las masas, liberaron las fronteras nacionales paso fundamental para el saqueo de los recursos naturales y entrega de nuestro país a la voracidad de los monopolios norteamericanos. Decimos aquí, que la década de la dictadura tuvo un solo objetivo: hacer más ricos a los ricos y más pobres y miserables a las mayorías nacionales.

Como en 1965, los millonarios del Perú, los dueños de tierras y empresas junto a empresarios norteamericanos y japoneses, destinaron millones de dólares para desarrollar una Estrategia antisubversiva sucia y con ella, establecer: una dictadura corrupta, mantener un legislativo comprado, tener una Iglesia sobornada y articular como una estructura partidaria a una casta militar, victoriosa solo en la cuestión represiva cuando del pueblo se trata e impune respecto a la violación de los derechos humanos que a través de la instauración de los Comandos Político – Militares, se erigieron en jueces y verdugos en un país militarizado. Ante la desnudez de su condición de clase dirigente e impotencia ante el empuje de ola revolucionaria, la burguesía peruana con el concurso norteamericano fracturó el territorio nacional, en Frentes de Guerra, actuando los militares, como fuerza de ocupación.

El año 1996, con la ocupación política – militar de la Residencia del Embajador en Lima por combatientes del MRTA, se rompe el silencio comunicacional que la dictadura había impuesto a los peruanos y se desnuda las miserias de un régimen que hace de la fuerza, su arma de control y de la democracia pactada, su mecanismo de legitimación. Con estas bases, la apuesta del pueblo armado en esta histórica y audaz empresa, se vio ahogada y ametrallada.

La hazaña del Comando “Edgar Sánchez” y del Comandante de la Dignidad Tupacamarista Néstor Cerpa, que sucumbió en el intento de tomar por asalto el cielo, abría nuevas posibilidades en la lucha de clases y dejaba una enseñanza: las murallas burguesas no son inexpugnables.

El desenlace trágico para los revolucionarios del Perú en abril de 1997, no cerró las posibilidades sociales de movilización populares, con su ejemplo las calles empezaron a cobrar vida reivindicativa, el derecho a protestar fue el primer derecho restaurado por la acción guerrillera, Néstor Cerpa el obrero volvía hecho miles.

Con él, la Marcha de los Cuatro Suyus, el Inkarry social volvía desafiante, contestataria ante la agresión sistémica, gubernamental, cuyos cimientos carcomidos por la corrupción indicaban su pronto lugar en el basurero de la historia y desde entonces nada fue igual, las esperanzas renacieron y se hizo fuerza que materializó el derrumbe estrepitoso de la dictadura, pero otra vez, el campo social y popular devastado llegaba con masas pero sin dirigentes, entonces comprendimos en qué terminaría este periodo de lucha, cuál sería el resultado final de tanto sacrificio en un renovado auge de ofensiva social.

Con Néstor Cerpa, la lucha directa de masas, logró lo que los digitadores de la desinformación callaron: la caída de la dictadura.

En el 2000, luego de un breve interinato desde el terreno del conservadurismo de derecha, aparece Perú Posible de Alejandro Toledo, ficha de recambio capitalista para convertirse en el vocero de una oposición no desde el campo de las transformaciones estructurales, sino desde la oposición inter - burguesa desplazada por el “fujimontecinismo”. Nada nuevo bajo el sol.

Débiles aún, por los muertos entregados, la peruanidad insurgente tuvo que asistir a un nuevo ciclo de restauración burguesa, Alejandro Toledo llegaba, doctrinaria, política y moralmente castrado.

Para entonces, la dirección insurgente, en las cárceles sufría las sacudidas de un devastador desmoronamiento ideológico, que tuvo que asumir la derrota aceptando los postulados y exigencias de un instrumento de las armas vencedoras.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), dio nacimiento a una verdadera e insultante acta de capitulación de la juricidad insurgente, los planteamientos de lograr una solución política a las cuestiones derivadas de la guerra interna, cayeron abatidas y, la tesis de la Derrota Estratégica comenzó su trabajo de pretendido sepulturero de la vía revolucionaria, se empezó una prédica farisea de la existencia de nuevas vías que posibiliten los cambios dentro de los marcos democráticos, buscando cerrar la vía revolucionaria de la toma del poder, el revisionismo se hacía presente para plantear de manera abierta, la no necesidad de seguir el ejemplo de la revolución de Octubre, con semejante sentencia el leninismo pretendía ser desechado.

Los ideólogos del sistema junto a representantes progresistas de la pequeña burguesía, elaboraron el cuento de que era posible resolver la cuestión de la lucha de clases con medidas generales, puestas al servicio y beneficio de todos; como si la conciliación o reconciliación fuese posible.

En las calles, la izquierda, falto de una línea clara, abandonando principios doctrinarios, eligieron el camino de la transacción y la convivencia con las líneas enemigas; bajo cuerdas se transó con sectores neoliberales arropados de nacionalismo, y su irrupción en el terreno del electoralismo tuvo un mal parto, sin programa y carente de un discurso contra hegemónico, hizo el papel de las sabinas; ciertamente ese no era el camino del Tupacamarismo, la izquierda confusa pretendía confundir para utilizar a las masas; como recompensa los herederos del fujimorismo ofrecieron la comodidad del sirviente.

En el entramado del nacionalismo, el revolucionarismo pequeño – burgués era la otra cara del hijo negado, que en su necio trotar volvía portador de un “exótico discurso” solo eso, nada mas podía ofrecer.

Sólo así, podemos explicar el porqué adoptaron un discurso y una política de apoyo electoral en las pasadas elecciones generales, a quien persiguió, torturó y asesinó a gente desarmada desde la estratégica colina donde se halla ubicada la Base Antisubversiva de Madre Mía.

La restauración y convivencia nacida a la caída de la dictadura, para los revolucionarios herederos del ejemplo de Cromotex y Los Molinos, es y representa un régimen de los sectores oligárquicos – financieros, y del sector empresarial con la burguesía local, respaldados por intereses del imperialismo norteamericano y sus monopolios.

La manipulación mediática de la conciencia ciudadana por parte de sectores empresariales, orientó a que el clan Fujimori representante hoy en día del sector minero y del negocio de las drogas, obtuvieran escaños congresales, nadie habló sobre el origen de su fortuna ni cuestionó los horrores que a su paso dejó, el potro dictatorial sobre el que cabalgaron. El voto geisha avaló los males.

A esta manipulación no fue ajeno, Alan García Pérez, alfil del PAP, partido de las traiciones, quien para justificar el enriquecimiento ilícito de la clase política dirá: “la plata viene sola”, tamaño alegato tendría el silencio cómplice del Estado y su estructura judicial “autónoma”.

El Partido Nacionalista de Ollanta Humala, convertido hoy en abanderado de la cuestión burguesa, actuó en las elecciones pasadas como lo hizo el aprismo y los Cambio noventistas: "enganchadores" de votos, de rompehuelgas, mentirosos y de traidores.

Lo expresamos sabiendo que no debería sorprendernos, puesto que es la típica actitud de quienes por naturaleza han rematado nuestra patria y antepuesto a las aspiraciones de las grandes mayorías, el interés de los monopolios, de los intereses extranjeros y de las grandes empresas norteamericanas.

Por tanto, no es un error en las decisiones gubernamentales, la cuestión del MEGA PROYECTO CONGA y la posición respecto a los hermanos cajamarquinos, corresponde a una POLITICA DE ESTADO, de criminalización de la protesta popular, eso explica del porqué el interés de mantener intacta la Constitución Política y las leyes del Fujimontecinismo. Miremos nomás como la elección del Tribunal Constitucional, es una marrana repartija y el nombramiento del gerente general de la Fábrica de Armas y Municiones del Ejercito (FAME), un asqueroso pacto con los militares montesinistas.

El Estado del terror, que en su tiempo instalara Francisco Pizarro, es la piedra angular del Estado peruano, por eso su descomposición.

LA GENESIS DEL MODELO NEOLIBERAL

Para las elecciones presidenciales de 1990, el mensaje del candidato Alberto Fujimori, denunciando la crisis de los partidos tradicionales, la ineptitud del Congreso peruano, los efectos de una inflación galopante y la posibilidad de implantar un modelo económico humano, había penetrado en ciertos sectores del pueblo. Alberto Fujimori y su recién creado movimiento político, “Cambio 90”, representaba ideológicamente a la burguesía provinciana, tradicionalmente puestos en la cola de la burguesía costeña, presentaban hoy, un nuevo periodo de luchas por mejores posiciones en el manejo de la cosa pública; el tiempo se encargaría de explicarles el nuevo engaño, la amargura de San Román, el fugaz vicepresidente marcaría el retorno a sus cuarteles de invierno.

Desde mediados de la década de los años ’70, la burguesía peruana retomó la iniciativa política al destruir las medidas de corte progresista emprendidas por el General Juan Velasco Alvarado, y reencauzar el liberalismo económico así pues, la economía peruana fue puesta a disposición de las necesidades imperiales.

Ya en 1968, junto a militares que habían combatido a la guerrilla del MIR en 1965, el General Juan Velasco Alvarado, había impulsado el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas para con ellos impulsar un ambicioso proyecto nacionalista de construcción de una burguesía nativa, el “Plan Inca” como ideario plasmó la nacionalización de las empresas extranjeras, la estatización de sectores estratégicos y puso en marcha la Reforma Agraria que liquidó el latifundismo tradicional, llevando a su fin la contradicción burguesía – semi feudalidad.

En los años ‘80, el incipiente capitalismo peruano, se fue volviendo más agresivo conforme su necesidad crecía, Fernando Belaunde Terry figura clave de la burguesía junto a su partido Acción Popular, ganó las elecciones generales y conformando un gabinete empresarial emprendió medidas de restauración capitalista, la llamada “Carretera Marginal de la Selva” que atravesó la amazonia peruana, construida en su primer gobierno, inauguró nuevas formas de explotación y saqueo de recursos naturales.

Poco después, en el segundo quinquenio de los ’80, en medio de la guerra interna, Alan García, buscó ser considerado el abanderado de los intereses transnacionales y selló sus credenciales con paramilitarismo, matanzas y asesinatos selectivos: los Molinos, el Frontón, fueron su carta de presentación, pero el imperialismo no quería una, sino muchas muertes. Reeditaba así, la “táctica” vende patria de Haya de la Torre, para convencer a Washington de que el aprismo no era un obstáculo sino un insumo para las relaciones interamericanas, es decir, para el vasallaje.

LA CRISIS PERUANA TIENE UNA SALIDA: EL SOCIALISMO MARIATEGUIANO

“La misma palabra Revolución, en esta América de las pequeñas revoluciones, se presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa e intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La revolución latinoamericana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente, la revolución socialista. A esta palabra, agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: “antiimperialista”, “agrarista”, “nacionalista-revolucionaria”. El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos”

José Carlos Mariátegui.
(Editorial de la revista Amauta, 1928).

No es un invento nuestro, ni un titulo maquillado, la crisis peruana es una crisis del sistema capitalista, que se expresa no solo en la forma desordenada en que realiza el proceso productivo y ejecuta la distribución desigual de la riqueza creada, sino que tiene mucho que ver el proceso de transformación del capitalismo en imperialismo puesto que modificó la vida de nuestros países al concentrar y centralizar la producción y el capital

La crisis del capitalismo peruano lógicamente no es una cuestión casual, ni constituye la resultante de los errores de la clase dominante pretendida en dirigente, sino que es propio de su decadencia y descomposición, de su carácter dependiente y subdesarrollado, que sustenta el dominio de unas cuantas familias.

Esto lo podemos constatar cada día, la profundidad de la brecha social, se hace más profunda y aunque se pregone el crecimiento sostenido en la región y se muestre que los indicadores macroeconómicos son favorables al país, el porcentaje de pobreza y marginalidad no ha disminuido, mas de 3,6 millones de ciudadanos en extrema pobreza no existen para el Estado y, cerca de 8’330,000 pobres apenas tienen un pan para llevarse al estómago.

Con semejante aserto, casi la mitad de los peruanos, los condenados de la patria, saben que los “beneficios” del empresarial Acuerdo del Pacifico, es una ficción, que los índices del crecimiento económico no es más que el reflejo de las ganancias empresariales.

A esto se suman los programas asistencialistas, que busca maquillar la miseria y generar un ejército de pordioseros, de fácil manejo y movilidad permanente que actué como muralla de contención social.

Esto no puede seguir así, la tarea de decir la verdad al pueblo, parte por una premisa fundamental: generar su propia organización y elaborar su programa a la luz de la realidad, a partir de ella, se podrá con absoluta lealtad revolucionaria plantear que la transformación socialista de nuestra sociedad, es una necesidad y un objetivo a lograr.
Veamos como los procesos electorales donde dicen se expresa la democracia representativa, es en realidad el ejercicio monopólico de quienes han amasado oscuras fortunas ya sea a costa del trabajo esclavo o del robo descarado de las arcas fiscales, feria y circo de quienes tienen millones de soles y dólares; observemos como las instituciones estatales son hoy por hoy, instituciones al servicio de intereses extranjeros y agencias de la neocolonialidad.

La crisis del capitalismo no puede de ninguna manera, ser la crisis de los revolucionarios, la rearticulación orgánica debe venir acompañado de una intensa lucha política que eleve cualitativamente el nivel del movimiento, si a finales de los ’90 la caída del denominado socialismo real significo la contramarcha de la historia, la experiencia de la Venezuela Bolivariana fue el retorno de la esperanza, con ella la consigna de que Otra América es Posible, se hizo carne que aplastando la teoría del fin de la historia y convertida en motor revolucionario en la Patria Grande puso en marcha a todo un continente. El ALBA, la UNASUR y la CELAC, constituyen la creación heroica para nuevas batallas.

El ALBA – TCP, nos muestra una alternativa popular que debemos asumir para combinar con la vía revolucionaria de la toma del poder y la instauración del socialismo; nuestro mejor emblema: la Cuba de los revolucionarios de Sierra Maestra que resiste a una cruenta guerra económica impuesta por el imperio, ellos nos señalaron que las revoluciones necesarias se conquistan con mucho sacrificio y se defiende con un alto grado de sentido de patria, de independencia y de nacionalidad.

Recordando al apóstol José Martí, decimos: “lo que Túpac Amaru II, Simón Bolívar y Néstor Cerpa no hicieron, está todavía por hacer en América”

Montañas de la resistencia, abril insurgente de 2014.

Camilo Reyes
Fuerzas Armadas Revolucionarias
Ejército Popular Tupacamarista
FAR - EPT