La paz reclama grandeza

La Habana, Cuba, sede de los Diálogos de Paz, noviembre 8 de 2015

Hemos realizado el más productivo intercambio con los veedores del cese al fuego unilateral, que más que veedores son adalides incansables de la paz de Colombia, gente que al irradiar humanidad trabaja por el florecimiento de la reconciliación en nuestra patria.

El objetivo, por ahora, es salvar la tregua unilateral declarada por las FARC desde el pasado 20 de julio; gesto humanitario asediado por los operativos militares en todo el territorio nacional.

Ningún pretexto es válido para justificar los ataques y presiones contra una guerrilla en diálogo y cese al fuego, con la cual el gobierno ha firmado un acuerdo de desescalamiento del conflicto.

Las FARC-EP, en procura de generar el mejor ambiente para continuar unas conversaciones que anhelamos nos conduzcan a la firma del Acuerdo Final, no solo suspendimos los ataques a las unidades militares del Estado y contra la infraestructura pública y privada, sino que nos ha tocado evadir las acciones imprudentes que la fuerza pública ha lanzado a lo largo y ancho del país penetrando hasta los sitios donde se encuentran nuestros campamentos, con el infortunio de que no siempre nuestra paciencia y prudencia han logrado evitar desenlaces en los que ya se han producido lamentables resultados que cuentan muertos, heridos y capturados. El Cese al fuego unilateral no implica renunciar al derecho a la legítima defensa ante agresiones injustificadas.

Pareciera ser que cada gesto que la insurgencia hace para amainar los dolores de la confrontación, es interpretado como debilidad por la contraparte. Pareciera ser que no hay valoración de la evidente decisión que las FARC-EP han mostrado en cuanto a tomar el camino de la reconciliación, colocando a la mayor parte de su dirigencia en función de este propósito mayor. Pareciera ser, entonces, que persiste la equivocada idea, por parte del gobierno, de buscar ventajas militares y posicionamiento en el terreno, para luego obligar a la insurgencia a transitar un camino de sometimiento, cuando el compromiso que tenemos frente al país es el de alcanzar la paz.

Recientemente hemos explicado a un grupo de parlamentarios que visitó La Habana, entre los que se contaban los presidentes de las cámaras, la delicada situación por la que atraviesa el proceso a raíz del comportamiento hostil de la fuerza pública; y les hemos indicado, además, la inconveniencia y la desconfianza que entraña la preocupante y creciente reactivación del paramilitarismo, de las persecuciones y represión contra la dirigencia social y la actitud del gobierno de avanzar en el desarrollo de iniciativas unilaterales sobre aspectos que como la refrendación, la implementación de acuerdos, o los mecanismos de verificación de un posible cese bilateral de fuegos, deben ser consensuados en la Mesa de Conversaciones, tal y como establece el Acuerdo General de La Habana.

Sobre estos y otros asuntos, por nuestro compromiso con Colombia, a pesar de las adversidades, nos hemos dado a la tarea de hablar con los más diversos sectores sociales y políticos del país, como con personalidades del orden nacional e internacional, incluyendo los países garantes, tratando de buscar fórmulas que impidan desenlaces que pongan en riesgo las conversaciones o atenten contra la esperanza que las inmensas mayorías tienen de cesar la guerra, y es sobre ello que precisamente el Frente Amplio por la paz, Dipaz, la Iglesia Presbiteriana, Compaz, la Dirección de Pastoral Social de la iglesia católica, han asumido un papel protagónico que agradecemos con el corazón en la mano, deseando que sus esfuerzos logren concitar el respaldo y la fuerza que ponga freno al guerrerismo echando a andar la gran movilización del pueblo que haga irreversible la conquista del bien supremo de la paz, sobre todo ahora que hemos avanzado como nunca antes hacia esa soñada meta que debe redimir la patria.

Sin mezquindades ni cálculos políticos, ya deberíamos estar en el cese bilateral de fuegos. El pretexto vaporoso de la persecución a la extorsión, al paramilitarismo y la minería ilegal, no justifica las provocaciones en el terreno a una fuerza guerrillera con la que se está a punto de alcanzar un acuerdo de paz. Le proponemos al gobierno y al país entrar ya, sin condiciones que solo suscitan desconfianza, en una tregua bilateral previa, como paso gradual al Cese de fuegos bilateral y definitivo que ya estamos mirando en el horizonte próximo. Su logro solo depende de la voluntad de las partes. Nosotros la hemos demostrado. Ahora agregamos que queremos salvar el proceso, queremos desescalar el conflicto, queremos ver el inicio de las transformaciones sociales que permitan superar la miseria, la desigualdad, la carencia de democracia para que reverdezca la fraternidad; queremos alcanzar la paz.

Este es un mensaje sencillo y sincero que esperamos entienda el gobierno para que no se marchite el colectivo sueño de paz que nos convoca.

DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP