52 años de lucha por la paz de Colombia

52 AÑOS DE LUCHA POR LA PAZ DE COLOMBIA

Camaradas:

Al conmemorarse el 52 aniversario de las FARC-EP, el 86 aniversario del natalicio del Camarada Manuel Marulanda Vélez, ocurrido el 13 de mayo de 1930, y el 32 aniversario de los acuerdos de paz de La Uribe, Meta, entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC-EP, saludamos fervorosamente a todas y a todos, a milicianos y milicianas, militantes del Partido Comunista Clandestino, del Movimiento Bolivariano, a los y las camaradas en condiciones de prisioneros del régimen y a amigos y amigas de nuestra causa. Vaya con este saludo, nuestra manifestación de firmeza y lealtad a los principios y objetivos estratégicos que abrazamos desde la heroica Marquetalia.

La intensa búsqueda de la Colombia de Bolívar, en estos 52 años de lucha, ha estado cruzada por no pocos sacrificios, sufrimientos, actos de heroísmo, invaluables pérdidas, inapreciables muestras de dignidad y en pruebas que hubiesen sido insuperables para cualquier fuerza que no estuviese cimentada en valores y principios revolucionarios. Cada vez fue más terrible la confabulación de la oligarquía y el imperialismo para exterminarnos y cada vez se convencieron más que nuestra lucha es insobornable e invencible.

Contra nosotros, revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen, desataron toda la ferocidad y la tecnología del imperio más poderoso de la Tierra. Nos golpearon sí, pero nunca las bases fundamentales, nunca mellaron nuestra capacidad de atravesar la adversidad que nos viene de la capacidad de rescilencia de un pueblo histórico, protagonista de memorables acciones emancipatorias.

Como marxistas leninistas nos hemos ido orientando, tratando de hallar la ruta más precisa para avanzar hacia las transformaciones democráticas y, finalmente, concretar la estrategia de la toma revolucionaria del poder. Nuestros orígenes son efecto de la desaforada opresión violenta a millones de hermanos y hermanas, sometidos a la más miserable depredación, al extremo de que millones de compatriotas han sido convertidos en desechos humanos por el capital nacional y transnacional.

Cómo se le puede llamar democrático a un país con más de 6 millones de habitantes víctimas del desplazamiento forzado; más de 5 millones de campesinos viviendo en la extrema pobreza; con más de 4 millones de personas en el exilio; con un poco más de 12 millones viviendo en la indigencia; más de 39 millones viviendo por debajo de la línea de pobreza; más de 500 mil mujeres víctimas de la violencia; con escuadrones paramilitares devastando territorios y expropiándolos; con un fenómeno criminal como el del narcotráfico y sus tentáculos en la política, la economía y en el resto de la vida nacional; con unos 15 mil propietarios que controlan más de la mitad del territorio nacional; con una terrible depredación ambiental por cuenta de la horrorosa explotación transnacional de los bienes comunes de la naturaleza; donde millones de niños no van a la escuela, están desnutridos y sistemáticamente mueren víctimas del hambre; en el que más de 120 mil presos padecen el más vil hacinamiento carcelario y el deterioro social y moral; en el que seres sin conciencia condenan a muerte a enfermos por el medio del criminal sistema de salud; y otros, de similar valía, que devoran los recursos con una corrupción sin escrúpulos en medio de la más reinante impunidad. Los mismos que ordenan el crimen de defensores de derechos humanos, líderes sociales y activistas políticos de oposición.

Cómo no se va a explicar este levantamiento armado revolucionario y nuestra exposición a los riesgos del combate más feroz, soñando un país mejor para los más, que son los más débiles económica y socialmente. Hemos resistido porque antes que nada encarnamos la esencia de nuestro pueblo: mujeres, trabajadores, indígenas, campesinos, estudiantes, negros, desempleados, pequeños y medianos propietarios, productores o comerciantes informales, intelectuales, empleados públicos, comunidades discriminadas, sectores populares, todos y todas víctimas de las política neoliberales, de la desidia, de la politiquería y de la concentración del poder político y de la riqueza. Todos y todas que han deseado un país mejor y viendo roídas por el tiempo y la incertidumbre sus añoranzas.

La agresión a Marquetalía es la chispa que incendió este conflicto que deseamos terminar muy pronto. Cuánto hicieron los camaradas marquetalianos por evitarlo y fue inútil. A criterio del imperio y sus cipayos había que exterminar ejemplarmente el reclamo de justicia social que palpitaba entre aquellos campesinos plenos de generosidad y de ejemplo inalterable. Cuando apenas se veía venir la guerra, ya nuestros maestros estaban persistiendo en soluciones políticas. Esa bandera no dejo de flamear en la combativa espiritualidad fariana y, precisamente, 20 años después, se ve hondear en la histórica Casa Verde, en los acuerdos de paz con el gobierno del Doctor Belisario Betancur.

Las jaurías de la guerra quisieron ahogar en sangre la esperanza de paz de Colombia con el genocidio de la Unión Patriótica. Lo intentaron después con el ataque a Casa Verde y con el desenlace de planes de guerra como el del plan patriota. Llegó a degradarse tanto el conflicto, que son monstruosas sus consecuencias. El Estado mafioso llegó a incomparables extremos de ilegalidad e ilegitimidad. Tanto, que haría nada fácil construir confianza y acuerdos de paz que hagan superables tanto daño y dolor causado a millones de víctimas.

Ha sido para las FARC-EP bastante difícil rodear nuestro sueño de reconciliación, de las condiciones necesarias para avanzar e ir consolidando la salida política. Lo primero, fue arrojar a nuestros pies el cadáver del camarada Alfonso Cano y, sucesivamente, plazos fatales, dificultades y crisis en la Mesa buscando someternos a la capitulación.

Todo aquello fue cambiando gracias a la perseverancia en la lucha por la paz, a la prudencia, a la generosidad de muchos que han incidido para evitar lo peor, y al apoyo decidido de los garantes Cuba y Noruega y a los acompañantes Chile y Venezuela. ¡Memoria eterna al comandante presidente Hugo Chávez y su constancia invariable por la paz de Colombia!

Decía en algún momento el camarada Timo que "una voz nos susurra desde lo profundo de nuestra historia, que nos dice, que el destino de Colombia no puede ser de contienda y pólvora, de desangre fratricida y víctimas, sobre las que se sostienen privilegios insoportables". En el sufrimiento de las víctimas nos inspiramos para evitar que nuevas réplicas de la violencia nos desangren más. Es una cuestión de principios y de humanidad.

Saludamos la prudencia y el empeño de nuestro Secretariado Nacional, que con tanta sabiduría ha dirigido este proceso de diálogo. Lo que estaba diseñado para la rendición de las FARC-EP, se transformó paso a paso en un diseño que va a conducir nuestra patria inevitablemente a una realidad sin antecedentes: a una movilización nacional por verdaderas transformaciones democráticas, a una senda para hallar verdadera paz con justicia social y a un fenómeno político excepcional.

Cuenten que nos estamos alistando para cruzar hacia donde nuestra voluntad y la de millones de compatriotas han de derribar los muros de la ignominia y sembrar en los fértiles surcos de la esperanza de un país mejor. Nuestras semillas son fértiles como la tierra que labraremos para cosechar el futuro de las próximas generaciones.

Gracias camaradas Manuel Marulanda, Alfonso Cano, Jorge Suarez Briceño, Raúl Reyes, Efraín Guzmán, Iván Ríos y gracias héroes y heroínas por habernos dado su vida enalteciendo la fuerza del amor a los ideales más bellos, su inquebrantable voluntad de lucha, su fe en la paz con justicia social, su confianza en el triunfo revolucionario, su inconfundible amor a los y las que sufren la desigualdad y la opresión, olvidados y desposeídos.

Gracias por enseñarnos el destino que visionara el Libertador Bolívar. Así pasan a la historia de nuestra patria y así recibirán de todos y todas la más absoluta fidelidad.

¡Juramos llevarles hasta el lugar de la historia de la victoria revolucionaria!

COMANDO COORDINADOR DEL ESTADO MAYOR DEL BLOQUE COMANDANTE JORGE BRICEÑO

Montañas del oriente colombiano, 27 de mayo de 2016.