Perdón, Chinita

PERDÓN, CHINITA

Compenetrados con el más profundo sentimiento de humanidad y de respeto, hemos venido a la Chinita, 22 años después de aquel triste 23 de enero, con el corazón compungido, a pedirles perdón con humildad por todo el dolor que hayamos podido ocasionar durante el transcurso de la guerra.

Jamás; jamás debió ocurrir lo sucedido en esa noche de alegría y de verbena popular. Nunca el mando de las FARC ordenó tal atrocidad. Nos duele en el alma recordar a tanta gente buena que partió sin poder materializar sus sueños. Los muertos de la Chinita son también nuestros muertos; porque así lo sentimos. Lo afirmamos de corazón. Por eso agradecemos la posibilidad que nos ha brindado la bondad de la gente de este barrio de poder expresar este sentimiento que laceraba nuestra conciencia.

Mientras van llegando uno a uno a esta plaza los recuerdos de nuestros muertos, queremos rendirles tributo reconociendo su inocencia y su amor por la vida. Nos hemos obligado a venir aquí, porque queremos restablecer las relaciones que nos dañó la violencia. Por eso hemos venido a hablarles a los corazones heridos.

Aspiramos a que este testimonio y reconocimiento de responsabilidades sirva para llenar de valor a ciertos espíritus endebles y titubeantes, que habiendo participado en el conflicto de una u otra forma, con uniforme o sin uniforme, con armas o sin ellas, y que azuzando a la guerra y al odio, hoy se agazapan para pasar de agache. "Quien esté sin pecado, que tire la primera piedra", nos dice Jesús el nazareno.

Todos en la vida hemos cometido errores, algunos con consecuencias más graves que otros. Nada perdemos con reconocerlo. Hablar con la verdad pura y limpia, sana las heridas del alma por muy profundas que estas sean. Y mucho más: genera el medio ambiente de sosiego espiritual que favorece la reconciliación de la familia colombiana y la construcción de la paz para las generaciones del futuro.

Cuando se cierran las puertas del perdón, el odio se recicla. No hay medicina ni analgésicos para contrarrestar el odio. La medicina está en el corazón. La paz está en el corazón. Si abrimos las puertas a la solidaridad, al sentimiento de humanidad que hoy toca afanosamente la conciencia, podremos construir futuro, podremos hacer renacer la esperanza.

Quisiéramos arrastrar por todo el territorio de la patria, como Melquiades por Macondo, un gran imán que atraiga a todos los corazones de los colombianos hacia la reconciliación, la inclusión, la justicia social y la no violencia.

Queremos que el pueblo entienda de dónde venimos y para dónde vamos. Al pueblo le han arrebatado tanto… que le han dejado sólo la vida; y mientras ésta exista y se respire dignidad, y haya sueños justicieros, podremos construir futuro.

Nuestro verbo es el de la esperanza y queremos llegar a las catacumbas del pueblo donde no llega nada, donde viven lo olvidados, los maltratados, los que no tienen voz, para decirles que hay que luchar por sus derechos, por los cambios y la transformación, contra la monotonía, contra lo mismo de siempre. Ninguna batalla será fácil, porque si no, no sería batalla. Debemos batallar con la fuerza de la unión y los pensamientos creadores. Hay que transformarlo todo: la politiquería, la corrupción, los viejos vicios. Y a eso invitamos a todos los colombianos desde barrio de La Chinita de Apartadó.

Los pobladores de La Chinita con quienes hemos venido hablando, piden que se construya en sus predios la Universidad de Paz, la casa de la memoria en homenaje a tres menores, y el centro de acopio de los productos de la región administrados por mujeres para generar ingreso digno para ellas y para los campesinos. Para el sueño de la universidad, hemos sido informados que la Alcaldía de Apartadó les adjudicó ya el terreno; ahora hace falta que el Gobierno Nacional le meta la mano a esta hermosa iniciativa.

Reconocimiento especial a Rufina y a las mujeres viudas que a pesar del dolor sacaron a sus hijos adelante.

El Acuerdo Especial de La Habana, colocó en el centro de sus deliberaciones a las víctimas del conflicto y acordó un Sistema de Verdad, Justicia, reparación y No repetición, con el que estamos comprometidos. La No Repetición de la violencia y de la guerra, debe sellarse con el alejamiento definitivo de las armas de la política.

De manera cordial queremos reiterarle al Gobierno Nacional nuestra persistente propuesta de que convengamos un día en el que todos los involucrados en el conflicto, los actores armados y no armados, los determinadores, la cúpula política, los partidos, los empresarios que financiaron la violencia paramilitar, los que azuzaron la guerra a través de poderosos medios de comunicación, desde todos los puntos cardinales de la patria, hagamos un reconocimiento de responsabilidades y nos comprometamos resueltamente con el NUNCA MÁS. Ese será el verdadero punto de partida de nuestra reconciliación.

Una guerra tan prolongada que nos ha herido a grandes tajos el alma, debe ser capaz de producir también muchísimos perdones mutuos.

Entre todos podemos construir un mundo mejor. Hagamos que nuestros niños se conviertan en la generación del amor, y del Acuerdo Final, un motivo para fundar en nuestras relaciones el amor, el servicio y el respeto mutuo.

Compañeros y compañeras de La Chinita, estamos seguros que ustedes serán la semilla, la memoria y el sol que ha de alumbrar la oscuridad.

Creemos que de esta hora de recogimiento no cabe un acto diferente al de la profunda contrición que debe nacer desde nuestros corazones y La Chinita tiene que ser al altar para el homenaje perenne a los mártires de una absurda confrontación que acabó con sus sueños y con sus vidas. Por ello, desde este rincón de la Colombia olvidada, con la fecha del 23 de enero de 1994 marcando en el calendario sagrado de la reconciliación un día de luto y arrepentimiento, les reiteramos nuestro absoluto compromiso con la Verdad, la Justicia, la reparación y la No Repetición, elevando las banderas de paz y nuestras plegarias al Dios de los pobres y desamparados para que llegue hasta las heridas del alma el alivio de la hermanación y la convivencia, sin más demoras.

Para todos y todas, un abrazo que les llegue hasta el alma.

Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP