Sobre el desarrollo de la revolución proletaria mundial

SOBRE EL DESARROLLO DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL

Vislumbro la preocupación y hasta desconcierto derivados de la situación del mundo actual, sobre todo de su perspectiva. Muy comprensible en un siglo tan trascendente, turbulento como complejo, de cambios extraordinarios, sorprendentes e incluso tan inesperados que a veces no atinamos a ver sus causas. Situación agravada por la inseguridad creciente del mundo, la novedad de procesos en ciernes, cuestionamiento a rajatabla de todo lo anterior en nombre de lo reciente, negación de las ideologías principalmente del marxismo, desenfreno de la agresión imperialista. . . que se acentúan en estos años finiseculares obnubilando la mente y hasta haciendo perder la perspectiva. Pienso sin embargo, que el optimismo es indispensable para poder ver con claridad el mundo real, conocer sus leyes y servir a transformarlo; y el optimismo se asienta, por ende a nuestro alcance, en la firme toma de posición por los intereses de la mayoría, del pueblo.

Cómo enjuiciar las interrogantes que planteas? A mi juicio una forma de hacerlo sería ésta. Recordando un poco la historia; siempre es bueno tenerla presente. La revolución burguesa demandó unos tres siglos para imponerse en las potencias avanzadas y consolidar el dominio de la burguesía. Así la segunda parte del s. XVI y la primera del siguiente enmarcó el desarrollo de la revolución de los Países Bajos, hoy Holanda, a través de un tormentoso proceso de triunfos y derrotas, y cruentas guerras inclusive la de Treinta Años que remeciendo Europa definió su mapa político por siglos. Mientras el XVII siglo extraordinario también en la ciencia, lo prueban Descartes y Newton, para no abundar, siguió promoviendo el derrumbe de la feudalidad en la primera revolución inglesa, la comandada por Cromwell en torno a la mitad de la centuria, que tras decapitar al rey y muerto su principal dirigente fue derrotada por su propia división interna, y los restos exhumados de aquél, flagelados en póstumo castigo. Mas la lucha reavivada triunfó en la llamada "gloriosa revolución" de 1688, Y es bien conocido, el "siglo de las luces" llevó este ciclo a su cúspide con las revoluciones burguesas de Estados Unidos y Francia; ésta, la Francesa de 1789, incuestionablemente la más avanzada de todas, fue conducida a su cénit por Robespierre y la "montaña" mal grado la reiterada campaña negra de sus recalcitrantes enemigos hasta hoy. Y resaltemos, la burguesía gala necesitó casi cien años para consolidarse en el poder tras la derrota de la Comuna (1871) y después de reiteradas luchas y revoluciones. En síntesis, la revolución burguesa abarca un largo proceso de conquista y pérdida del poder; de olas revolucionarias que se gestan, ascienden cumbres hasta una más alta para luego descender con picos saltantes hasta su terminación, mas dejando conquistas y experiencias que la incesante lucha de clases vuelve a desarrollar en nueva y más desarrollada ola. En pocas palabras, y como ha sido definido y probado, tras conquistar el poder atravesando éxitos y reveses, derrotas y triunfos, la consolidación del nuevo poder se desenvuelve en medio de restauración y contrarrestauración. Esa es lección histórica que bien merece tener en cuenta, hoy más que nunca.

Y cómo se ha presentado la cuestión al proletariado? De manera similar y más intensamente aún, pues su revolución es la primera auténticamente tal: va contra la propiedad privada de los medios de producción, subrayemos. Un recorderis, aunque sea enumerativo, de hitos directamente ligados al Estado y generalmente reconocidos valga aquí: Manifiesto y derrota de 1848; fundación de la Asociación Internacional de los Trabajadores, el 64; Comuna de París, primera toma transitoria del poder por la clase, 1871; ensayo general de 1905; el 17, Revolución de Octubre; el 19, Internacional Comunista; el 49, triunfo de la Revolución China; 53, muerte de Stalin y usurpación del poder por Jruschov; 66, inicio de Gran Revolución Cultural Proletaria; 76, muerte del Presidente Mao y golpe contrarrevolucionario de Teng en China. Pienso: una comprensión adecuada de este derrotero demanda tener presente el trasfondo histórico del mismo, y resaltar: los retrocesos y repliegues posteriores a I848 y 1870, la aparición en este siglo del imperialismo como fase última del capitalismo, las dos guerras mundiales, las derrotas de la revolución en Europa y Asia en década del 20, y el desarrollo de los movimientos obrero y de liberación nacional. Pues bien, a mi manera de ver, un análisis reflexivo de estos hechos prueba lo dicho: el proletariado en su proceso revolucionario, sin olvidar carácter de clase y metas diferentes, sigue una ley similar a la de la burguesía cuando ésta era combativa y avanzada, no la oligarquía financiera imperialista de hoy. Sólo resta precisar, sintéticamente, la primera gran ola que se inició en I917 ha terminado, una nueva se gesta por muy en ciernes que pudiera estar y, es evidente ha de tener características específicas. Pero, repárese bien, ha terminado la primera gran ola mas no la Era de la Revolución Proletaria Mundial que tendrá, a mi juicio, varias olas.

Visto lo anterior cabe plantearse, y es una de tus interrogantes cómo ver la nueva ola y su perspectiva? Parto de, sólo conforme se desarrolle podrá conocerse y la conoceremos en cuanto participemos en ella, y haciéndolo sabremos cómo actuar y qué hacer. Sin embargo, considero, ya muchas cuestiones pueden verse y, dentro de mis limitaciones, algo podría decir acerca de tres puntos.

Uno, el imperialismo desenvuelve la globalización que expande su dominio explotador y opresivo en beneficio de Estados Unidos principalmente, agudizando en consecuencia contradicciones antiimperialistas y más aún frente a la superpotencia hegemónica única. Pero, y es fundamental la globalización implica en esencia la mayor socialización de la producción, madurando así la necesidad de transformar la sociedad. Y la globalización ha generado su primera gran crisis económica mundial desde 1997, que aún no cesa, golpeando principalmente el sudeste asiático, Rusia y América Latina; esta crisis es ejemplo de otras más graves que el futuro vivirá.

Dos, el mundo registra una desocupación creciente como nunca antes, obvio producto de la globalización y del neoliberalismo que asuela el orbe. Estas cifras son sumamente expresivas en 15 años de 1979 a 1994, la desocupación en el Grupo de los Siete pasó de 13 a 24 millones de desocupados. En 1995 la desocupación en el mundo alcanzó a 120 millones de personas; de ellos 35 en los grandes países industrializados y de estos 18 millones en Europa; mas, destaquemos, el 71% del total de desocupados se da en las naciones oprimidas. Y resaltemos la situación de dos potencias económicas europeas: Francia en enero de 1998 registró 3'800,000 desocupados, esto es el 13% de su PEA, mas en junio del mismo año alcanzó 4 millones en desocupación. Alemania tampoco se rezaga: febrero de 1998 la cifra sin precedentes desde la II Guerra Mundial de 4'800,000 desocupados, un 12.6% de su PEA, pero con tendencia a los 5 millones. Mas resáltese, la desocupación y las siete plagas que la globalización desata sobre la clase y el pueblo engendra respuesta: la lucha de Parías en diciembre de 1995 es la más profunda de los últimos treinta años, a decir de Le Monde; y Francia ha demostrado el 98 grandes luchas de obreros y trabajadores contra la desocupación, por salarios, reducción de jornada, derechos sociales, servicios de salud; así como luchas estudiantiles por la educación y, a mi entender, verdaderos combates de jóvenes contra la represión policial que ante asesinato de sus compañeros de lucha, y con apoyo de sus padres, incendiaron decenas de automóviles en diversas ciudades principalmente en Estrasburgo al finalizar los años 1997 y 1998. En Alemania, de lo poco que sabemos, grandes luchas obreras se libraron asimismo el 98 como no se veían en años y, subrayamos, con olla común de sopa de col pues, decían, es la comida de quienes trabajan ya que para más no alcanzan los salarios miserables. Merecería considerar si estas luchas son económicas o políticas, más parecen lo segundo al enarbolar reivindicaciones generales, necesidades comunes, no de un grupo. En fin estas luchas, y debe haber similares en otras partes tal, por ejemplo, las de los mineros y ferroviarios en Rusia y nuevamente las de los mineros en Rumania, demandan esmerada atención; y vale señalar, la huelga sigue siendo escuela forjadora de la clase. Similarmente importantes son los cambios de opinión, según Le Monde Diplomatique encuesta sobre "Hoy la lucha de clases es cuestión del pasado. Empleadores y asalariados deben arreglárselas como socios" y "Es justo hablar de lucha de clases. Empleados y empleadores tienen en el fondo intereses totalmente incompatibles" arrojó los siguientes resultados entre ciudadanos de Alemania Federal en 1980: 58% optó por la primera y 25% por la segunda pero en 1997 los resultados se invirtieron: 41% y 44%. Mas en la ex-República Democrática Alemana, también el 97, los resultados fueron: 58% partidarios de la lucha de clases y sólo 20% opuestos a ella. Estos cambios de opinión pública bien merecen reflexionarse.

Tres, la agresión imperialista sobre todo norteamericana se descarga desenfrenada sobre las naciones oprimidas. Y si bien la rebatiña por el dominio mundial sigue librándose principalmente a través de la economía, imponiendo a rajatabla globalización y neoliberalismo mediante el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, más aún al reventar las crisis, como la crisis de la deuda del 82, la de México del 94 y la actual iniciada el 97 en el Sudeste asiático Lo demuestran, y nuestra América Latina es evidente prueba de los siniestros resultados que sobre el pueblo recaen con tal política. No es menos cierto que el imperialismo ahoga el espíritu nacional, trafica con el nacionalismo, atiza, promueve o deforma contiendas bélicas, y obviamente apunta siempre contra la liberación nacional; las complejas situaciones del Cáucaso, Africa del Sur y Central y los Balcanes ejemplifican lo dicho. Más aún, y es central, el imperialismo bajo bastón de mando norteamericano desata agresiones o libra contiendas entre potencias arrasando naciones oprimidas y perpetrando el genocidio de sus pueblos, mientras pregona con dichos y hechos la caducidad de la soberanía nacional, la integridad territorial y el derecho a la autodeterminación, y más que nada, claro está el derecho de los pueblos a transformar el mundo haciendo la revolución. En la década del 90 la guerra del Golfo, que pretendió sojuzgar Iraq sin lograrlo, la desmembración de Yugoslavia sin conseguir doblegar a Serbia ni desaparecer totalmente la federación yugoslava, el genocidio en Ruanda y Burundi dentro de la contienda franco-norteamericana por el dominio de Africa y cuya continuación es la lucha en Zaire y, hoy, la brutal y genocida agresión contra Yugoslavia, y medularmente contra Serbia, para citar algunos, demuestran palmariamente lo aquí dicho. Y destaquemos simplemente: el ataque aéreo de la OTAN conducida por EE.UU. es un estruendoso fracaso, pues no consiguió arrodillar a Yugoslavia (Serbia) en pocos días como planeó; el escalonamiento de la agresión imperialista maquina la extensión de la guerra a los Balcanes arriesgando una larga guerra regional en la propia Europa y en un ámbito tradicionalmente tan conflictivo cuan riesgoso; las contradicciones de la OTAN se acrecentarán, especialmente las divergencias de Francia y endurecerán las posiciones china y rusa demandando terminar la agresión, complicando más a Rusia de pasar a ataque terrestre y más aún, al ampliarse la guerra a diversos países balcánicos, entre los cuales además, Serbia es serio opositor al neoliberalismo. Sin embargo, las posiciones políticas yugoslava y serbia se fortalecen, incluida la de Milosevic; y si la base es su exitosa resistencia, clave es el apoyo que está logrando y se acrecentaría con la agresión terrestre; es sumamente expresivo ver cómo vuelven a desplegarse banderolas enarbolando de nuevo "Yankee go home!". Es que la agresión imperialista engendra la reacción nacional, y tantas y reiteradas agresiones recientes, sumadas a su negro historial que pronto será recordado, comienzan a desplegar una vez más: El imperialismo norteamericano es el enemigo de todos los pueblos del mundo.

En síntesis, estos tres puntos generan en mí un pensamiento; y el viejo topo sigue hozando.

1999

Presidente Gonzalo