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Carta abierta a Simón Trinidad

Querido Simón:

Ayer conocimos la noticia de que no habías sido incluido en la lista de los reos indultados por Barack Obama. Abrigábamos la esperanza de que en el último momento de su mandato, el Presidente estadounidense mostrara un gesto de benevolencia para contigo y las FARC, que tantas pruebas hemos dado de nuestra vocación por la paz.

Queremos que sepas que aquí todos estamos decepcionados, doloridos, profundamente indignados con la omisión de tu nombre por Obama. Su gesto está cargado de significación, como cuando un emperador romano levantaba su mano en el circo con el pulgar hacia abajo. Tu caso, paradigma de todas las injusticias y bajezas, no logra conmover ni la razón ni el sentimiento de los amos del capital en el mundo, en verdad parecen carecer de las dos cosas.

Mal podríamos nosotros calificar con desagrado los beneficiarios o las conductas perdonadas por el Presidente norteamericano. Podríamos confesar que algunas, como las de López Rivera y Manning, nunca nos parecieron delictuosas, sino más bien persecuciones nacidas de la soberbia del poder. Nos alegramos por ellos, y por la misma razón sentimos como una afrenta directa tu exclusión. También merecías el indulto, negarlo demuestra una animadversión especial.

Sabes que desde la primera reunión para aprobar la Agenda de La Habana, la dirección de las FARC-EP incluyó tu nombre en la lista de voceros plenipotenciarios en la Mesa de Conversaciones. Iniciamos así una lucha paralela a la discusión de los puntos acordados, encaminada a obtener el reconocimiento de tu condición como perseguido político injustamente extraditado, y por tanto tu liberación como integrante de una fuerza en diálogos formales con el gobierno de Colombia.

Sabes que a la Mesa de Conversaciones terminó llegando el gobierno de los Estados Unidos, mediante la designación de un enviado especial, Bernie Aronson. Y que el Secretariado Nacional de las FARC se reunió con el Secretario de Estado John Kerry. Los dos manifestaron el apoyo decidido del Presidente Obama a las conversaciones de paz y a la consecución de un acuerdo definitivo. En cada oportunidad expusimos nuestro abierto interés por tu libertad.

También tocamos toda clase de puertas, empezando por las del gobierno de Colombia. Nunca cejamos de porfiar con los delegados oficiales al respecto y varias veces planteamos el asunto al Presidente Santos. Personalidades de todo el mundo, respetables organizaciones y entidades y un sin número de personas con mayor o menor influencia y relaciones estuvieron moviéndose a solicitud nuestra tras tu más que merecida libertad. Al parecer tanto esfuerzo resultó inútil.

Las contradictorias declaraciones que brotaron reiteradamente de los voceros del gobierno nacional e incluso del Presidente Santos en torno a una posible liberación tuya, se encargaban de anunciarnos que era poca o nula la disposición del poder ejecutivo para realizar gestiones conducentes a tu libertad. Nunca nos pareció extraño, su actitud fue la misma prácticamente en todos los puntos de discusión. Lo firmado finalmente fue pura ganancia nuestra.

Por ellos las cosas hubieran sido muy distintas. De no haber encontrado de por medio nuestra dignidad y el amplísimo movimiento por la paz generado en el país, lo acordado hubiera sido otra cosa muy distinta, su pretensión de imponer el Desarme, la Desmovilización y la Reincorporación a cambio de nada. Las cosas no se les dieron porque el país no es el mismo de 1964, menos el de la era Uribe. Contigo en cambio cobran todo cuanto no pudieron hacer por rendirnos.

Simón, pareces situado en medio de la pesadilla horrorosa de un poder incapaz de solucionar sus contradicciones internas. Es claro que fuiste la víctima precisa, el chivo expiatorio de las enfermizas mentes de George Bush y Álvaro Uribe, inventores malintencionados de los cargos contra ti y manipuladores de la justicia en su interés. Pero mira que Obama y Santos, supuestos adversarios de aquellos, no quisieron o no supieron deshacer sus sucias maquinaciones.

De todas formas existe un hilo conductor entre unos y otros, representantes del poder mundial del capital y de las oligarquías dominantes al interior de nuestros países, que no los hace en el fondo tan diferentes como quieren parecer. Coinciden en líneas políticas predominantes, como la de saquear los recursos y el trabajo de los pueblos más débiles, al tiempo que castigar de modo ejemplar la osadía de aquellos que se atreven a rebelarse contra ello.

Tu suerte no es el producto del capricho de un gobernante pusilánime sino el resultado de la lógica que prima en el mundo y que seres como tú, nosotros y muchos más en todas partes nos empeñamos en cambiar para hacerlo mucho mejor. Nuestra solidaridad, nuestro cariño y nuestra admiración están contigo. Qué importa lo que digan los de arriba ahora, si la humanidad marcha inevitablemente hacia su derrocamiento. Ya caerán, porque hombres como tú existen y luchan.

Porque somos humanos que no sólo administramos con razones la vida, sino también con sentimientos, sueños, pasiones y amores, no dejábamos de creer que podía ser inminente nuestro rencuentro. No ha sido así porque el poder no sabe de declinar odios, porque vive en los tiempos del Dios vengativo del antiguo testamento, porque ni siquiera conoce que hubo un Cristo que predicó el perdón. Seguiremos luchando, por ti y por nuestro pueblo, hasta siempre.

Recibe el abrazo de tus camaradas de las FARC-EP, te queremos mucho, Simón Dignidad. Pase lo que pase, sabemos que somos más libres y humanos que ellos.

¡Hemos jurado vencer, y venceremos!

Estado Mayor de las FARC-EP