¿El fin de las insurgencias?

¿EL FIN DE LAS INSURGENCIAS?

La culminación del proceso de negociación con la insurgencia de las FARC-EP es un punto de inflexión en la política nacional. Las FARC-EP se han mantenido en lo pactado, es innegable. En tanto el gobierno ha incumplido todo lo que le es posible.

Los detentadores del poder, triunfalistas, soberbios, anuncian a los cuatro vientos los grandes negocios por venir con la posibilidad de la gobernabilidad gestionada, la regeneración y el control de territorios listos para la venta.

Declaran su victoria sobre las FARC-EP, llaman al ELN a rendirse so pena de ser una “guerrilla estúpida”, desconocen la existencia del EPL, negando de conjunto la insurgencia armada. Para sustentar y demostrar el discurso de una “nueva época” en la que habrá política sin armas.

Sin embargo, ese discurso se desvirtúa con el tratamiento que el gobierno les da a los reclamos de los colombianos pobres. Que se moviliza por necesidades propias en la exigencia de ciudadanía y participación en el poder político. El tratamiento militar a la protesta del pueblo niega en el discurso la insurgencia popular, pero en la práctica aplica el más duro criterio contrainsurgente (al que se le suma el racismo tradicional de las clases dominantes).

Una contrainsurgencia renovada que actúa sobre el conjunto de la población como objetivo enemigo o blanco legítimo, diseñada para anular política, militar, cultural, ideológicamente al pensamiento disidente y a las manifestaciones políticas de los abajos (que en todo lado le estorban, sometidos a la anomia funcional justificada en esa corriente ideológica fascistoide de súper humanos y soldados recargados. “Si eres así, serás bueno”).

Las clases dominantes se enorgullecen de esa nueva contrainsurgencia, parte de la revolución en asuntos militares (RAM), definida por el mando norteamericano para las FF.MM. colombianas, es la acreditación del ejército para su participación como títeres de la OTAN.

La doctrina Damasco es un nivel superior de contrainsurgencia que cobija todos los ámbitos de la vida social, de ahí que la consolidación del Acuerdo de Paz implica los aspectos fundamentales que la guían, a saber:

- Ninguna insurgencia desmovilizada o popular influye en la política de seguridad del Estado.
- Ninguna fuerza política alternativa al tradicional bloque de poder influye en la definición estratégica de la doctrina militar.
- Impunidad total para los crímenes de las FF.MM y la policía.
- Construir las FF.MM como referente político-militar de la región.
- Vinculación a la OTAN.

Así, la Doctrina de Acción Integral (DAI) se complementa perfectamente con el proyecto mafioso oligárquico de acumulación por despojo, que hoy se concreta y declara su victoria agitando la banderita del “fin de las insurgencias”. Por ello, el uso intensivo de los medios de comunicación para limpiar el nombre de los mafiosos de viejo cuño como el fiscal Martínez Neira que se rasga las vestiduras luego del destape del corrupto y narcotraficante fiscal anticorrupción, ¡como si no superan! Casi similar al de la tradicional Donbernabilidad en Medellín; los medios se prestan para el espectáculo del alcalde persiguiendo fleteros, cuando todo era un acuerdo entre la institucionalidad y las bandas.

Los mismos medios de comunicación serviles y funcionales a lavar proyectos y los nombres de negociadores tramposos y genocidas como Uribe y Santos, y del delfín ungido y próximo presidente, Vargas Lleras; el uso descarado del poder judicial por parte del Ejecutivo como en el caso del centro comercial Andino (un montaje vulgar para aleccionar, frenar y prevenir rebeldías).

Todos a una quieren demostrar que el único camino posible para Colombia es el del neoliberalismo en su nueva fase de consolidación.

Es lógica en este contexto la construcción de una izquierda culpable, disminuida o silenciada en sus planteamientos, sin iniciativa política más allá de la discusión sobre el proceso mismo de su desmovilización, más una izquierda parlamentaria marginada y otras fuerzas políticas sin independencia, atadas a la cola de uno u otro sector del bloque de poder contrainsurgente.

En un momento de crisis social y económica para las mayorías; un momento de crisis de ideas políticas, crisis de partidos en la que las diferencias programáticas e ideológicas se amasan en un discurso homogéneo y aplatanado; la tercera vía para Colombia no es otra cosa que unanimismo y dictadura.

Un panorama complejo para las luchas del pueblo colombiano. Pero es más vigente y urgente que nunca, la lucha por construir la paz que verdadera democracia. La lucha del pueblo colombiano no es un mueble en la esquina de un cuarto, estático y empolvado, sino que es la máxima expresión de la vida y la esperanza de la Nación.

Todos los revolucionarios, demócratas, progresistas, todos los rebeldes, insumisos, todas las expresiones de contracultura, todo el pueblo víctima de las decisiones y acciones del mal gobierno, debemos unirnos en la lucha por construir una vida digna y próspera para los colombianos.

¡NI SANTOS NI URIBE SON OPCIÓN PARA EL PUEBLO!
¡LA PAZ DE LOS RICOS NO ES LA PAZ DEL PUEBLO!

Movimiento Revolucionario del Pueblo
M.R.P.