Entrevista a Rebeca Palacios, comandante de las FPL y miembro de la CPD del FMLN

REBECA PALACIOS, DEL FMLN, DICE: "QUEREMOS PAZ"*

El arreglo en El Salvador, casi imposible; ambas partes exigen que el enemigo capitule

Por Carlos Fazio

La muerte siempre la ha rondado. Su nombre de guerra es Rebeca Palacios. Su nombre verdadero: Lorena Guadalupe Peña Palacios. Veterana comandante de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), es también miembro de la Comisión Política — Diplomática del FMLN.

Pertenece a una familia de revolucionarios. Su padre, el teniente José Belisario Peña, viejo militar— militante, acaba de morir. “Estuvo en el FMLN con nosotros hasta que lo sacamos de viejito”. Fue un conspirador nato contra las dictaduras. Participó en los golpes de estado contra el general Maximiliano Hernández Martínez, en 1944; contra el general José María Lemus, en el 60, y contra el general Fidel Sánchez Hernández en el 72. “Siempre andaba armando golpes— dice Rebeca Palacios— y cuando apreció la guerrilla se vino con nosotros. Ya estaba viejo, pero se decidió y nos lo llevamos”. Durante la ofensiva de 1981 fue jefe de operaciones del FMLN. Sin duda, una historia larga.

Como la de sus hijos. Todos miembros de la dirección de las FPL y muertos ya, con excepción de Rebeca. Felipe Peña Mendoza, fundador de la Organización murió en combate en San Salvador, en 1975, en una casa de seguridad y el frente de guerra de la zona central lleva su nombre. Ana Margarita era miembro del Comité Central y fue desaparecida en 1981. Virginia, jefa en el Cerro de Guazapa, era del mando militar de Chalatenango y cayó en combate el 12 de julio de 1986.

Entrevistada en el marco de las negociaciones entre el gobierno y el FMLN salvadoreños en San José de Costa Rica, Rebeca Palacios afirma: “No somos fanáticos de la guerra ni guerreristas Queremos que la guerra termine”. Pero la condición para alcanzar una paz justa y duradera es la desmilitarización de la sociedad. Y el jefe clave de la cuestión pasa por la desaparición del Ejército. Por eso, agrega, si la Fuerza Armada no se mueve en la mesa de negociaciones “habrá que moverla por otro lado”. La frase alude a la capacidad del FMLN para desencadenar nuevas ofensivas militares, hasta modificar la actual correlación de fuerzas.

En la anterior reunión de San José, en agosto de 1990, el FMLN presentó una propuesta de 18 puntos, finalista. Propuso la desaparición de los dos ejércitos. Fue a negociar desde una posición de fuerzas. Ello llevó a varios analistas a interpretar que la guerrilla quería romper las negociaciones o, al menos, empantanarlas.

La comandante Palacios no está deacuerdo con está visión. Responde: “La propuesta, de los 18 puntos, de San José tuvo un eje: la desmilitarización de la sociedad. Pero no fue una novedad. Ya en la reunión de Caracas el FMLN entregó un documento global, con propósitos estratégicos, donde se planteaba que para que el país salga adelante no alcanza con reformas, depurar y reestructurar la Fuerza Armada, sino que es necesario deshacerse del Ejército. Y no es un problema de cantidad. La dictadura militar tiene décadas, y antes, con 12,000 hombres, era tan cruenta y criminal como ahora y siempre ha predetenerminado al poder civil”.

Reconoce, no obstante, que antes de Caracas las propuestas del FMLN eran más limitadas en materia de desmilitarización. Por ejemplo, en Oaxtepec, a principios de 1990, la guerrilla planteó una depuración y reducción del Ejército y el juicio y castigo a los responsables de crímenes como el cometido contra monseñor Romero, pero esas propuestas provocaron el “endurecimiento” de los militares y la “falsa creencia de que eran propuestas limitadas por nuestras debilidades; cuando el propósito era viabilizar realmente la negociación”. El gobierno y el Ejército las descalificaron de plano. Inclusive, dice, en la reunión de San José, previa a la ofensiva de noviembre, la propuesta del FMLN se centró en la llamada “Tandona” — la promoción de coroneles que están al mandó de unidades estratégicas de la Fuerza Armada y también fue rechazada. “Por eso, no tiene lógica que ahora ellos digan que hemos ridiculizado nuestras posiciones”.

Pero añade que hay algo más profundo: “Desde que hicimos esas propuestas nos fuimos persuadiendo de que la cosa era más grave. Después de eso se asesinó a los jesuitas; de los bombardeos rurales se pasó a los urbanos; se asesinó a los sindicalistas de Fenastras; continuó la acción de los escuadrones de la muerte y no se ha procedido en ningún caso a enjuiciar o castigar a algún militar. Realmente, los niveles de corrupción y criminalidad de la Fuerza Armada nos han persuadido de que el problema era de fondo. Hay que desmilitarizar totalmente la sociedad. Esta es la lógica de fondo de la propuesta de agosto.

“En Oaxtepec logramos que se discutiera sobre la Fuerza Armada. Pero ellos se negaron a aceptar nada en materia de desmilitarización. Dijeron que la Fuerza Armada se autodepura, se reforma a sí misma, controla sus reformas. La depuración no es negociable, dijeron. No hay nada que negociar. Nuestro interés era negociar. Buscar aproximaciones. En San José, en agosto, los mandos castrenses presentaron una propuesta de 33 puntos en la que definían el papel de la Fuerza Armada en una sociedad democrática. La síntesis era: La Fuerza Armada no se negocia. La Fuerza Armada tiene sus propios mecanismos. Podemos trasladar la Policía Nacional a otro ministerio, la Guardia Nacional a otro. Nada de depuración. Nada de disolución de ningún cuerpo de seguridad. La solución es que el FMLN se desmovilice.

“O dicho de otra forma: “Ríndanse. Entreguen las armas y nosotros hacemos nuestros propios cambios”. Pero esa posición no responde a la realidad ni a la correlación de Fuerzas concreta ¿Además, si en el terreno no nos han quitado las armas ni aniquilado, a cuenta de qué esa postura? Si no nos han vencido en el terreno no nos pueden exigir en la mesa de negociaciones cuestiones que no obedecen a la realidad. Ahora, nuestra propuesta es para negociar. Por eso es concreta. Los principios no son negociables; las medidas sí”.

Rebeca palacios afirma que el FMLN está aplicando lo acordado en Ginebra. Es decir, tomar en cuenta la opinión de las fuerzas políticas y sociales de El Salvador. La llamada sociedad civil. Y las fuerzas sociales demandaron que las negociaciones no sólo sirvan para ventilar crímenes de personajes o grupos de élite. Que contemplen las matanzas de campesinos, por ejemplo. El FMLN lo entendió justo y lo incorporó. Ahora nos acusan de que hemos endurecido la propuesta pero la clave del problema es que el pueblo participe en la solución del problema”.

Medita un instante. Dice: “Nuestras propuestas no tienen un propósito de endurecimiento. Ni mucho menos entrampar las negociaciones. Creemos que las negociaciones van a caminar, por que objetivamente ni los militares, ni el gobierno, ni los gringos, pueden ya sostener la situación. Lo que está por verse es la profundidad de los acuerdos a que ellos están dispuestos a llegar. Hay una conciencia de todos los sectores nacionales y en la administración norteamericana de que hay que negociar. La gran diferencia está en si van a ser cambios cosméticos, de apariencia, o si van a establecerse bases reales para una paz justa y duradera.

“Creemos que hay que ir a fondo. Parece un endurecimiento; pero lo que está dura es la situación. Si el problema es complejo, es natural que las negociaciones sean complejas. No estamos provocando un empañamiento. Todos tenemos conciencia de que esto tiene que terminar, pero se necesita mucha más presión política y militar para llegar a acuerdos definitivos”.

¿Existe una contradicción aparente en que se negocie en medios de ofensivas militares de ambas partes? No, dice la comandante de las FPL. “La primera lógica es que no hay cese al fuego. En los días previos a la reunión de agosto, en San José, el Ejército lanzó y propagandizó una ofensiva general, que se llamó Héroes del 89, que combinó ataques masivos de artillería, fuerza aérea e infantería en todos los frentes de guerra del FMLN. Nosotros, naturalmente, también tenemos un plan permanente de acciones ofensivas y defensivas. Mientras no pare, las guerras tienen sus propias leyes y el que las viola pierde. Es natural que si hay una ofensiva general del Ejército, el FMLN tiene que activar no sólo las zonas atacadas por el enemigo sino abrir nuevos teatros para dispersarlos y golpearlo donde está descuidado. Por eso golpeamos en San Salvador, Santa Ana, Jucuapa, Chalatenango. No es para hacer un alarde de fuerzas de cara a las negociaciones, porque acciones como esas no van a mover por sí mismas las negociaciones. Obedecen a la lógica de que estamos en guerra. Y si el enemigo ataca, nosotros también. Estamos obligados a desgastar constantemente el aparato militar del enemigo y si no lo hacemos, él lo hace”.

Reivindica para el FMLN el haber puesto sobre la mesa de negociaciones un tema tabú: desmilitarización. El hombre corriente ya habla de eso y se va fortaleciendo un gran consenso de que el país debe desmilitarizase. Pero, dice, “ellos (el ejército) todavía abrigan la esperanza de que el FMLN es cuestión de tiempo, porque ya se cayó el socialismo. Y, entonces, siguen usando tácticas dilatorias. Pero la realidad de los hechos se va a imponer: se está imponiendo”.

Sobre las contradicciones en el Ejército, sostiene que son evidentes. La gente de D’Abuisson, Ochoa, Orlando Zepeda, Inocente Montando, todos coroneles ligados al “sector duro”, han tenido expresiones diferentes a las que tienen los coroneles encabezados por Mauricio Vargas, más ligados al alto mando y a los norteamericanos en los puntos de reducción y depuración, en los niveles que Estados Unidos lo plantea. Por eso, cuando la comisión negociadora en la que participa Vargas acuerda puntos de aproximación, los duros dicen “esto no se negocia”.

Pero habla también del “consenso” entre los militares. Un punto clave que los une a todos: la impunidad. Dice que al investigar la impunidad salen a la luz los hilos de conducción y mandos secretos de la Fuerza Armada. Sale a flor de piel la estructura de la impunidad castrense. “En lo demás ellos pueden sobrevivir, reducir, cambiar. Pero si se investiga a fondo, por ejemplo, el caso de los jesuitas aparentemente el alto mando no aparece en nada. Y sin embargo, hay toda una conspiración. Unos queman libros de registro. Otros amenazan jueces. Otros presentan libros falsos. Algunos cadetes salen con becas en el momento justo de declarar. Pareciera que no hay coherencia en todas estas órdenes. Pero si se investiga, hay alguien coordinando. Se trata de proteger el verdadero poder de la Fuerza Armada. No el que aparece formalmente, sino el de los hilos clandestinos, con los que ellos mantienen todo este aparato de corrupción, crimen y control”.

— Algunas declaraciones de comandantes del FMLN parecen marcar ciertas contradicciones internas ¿Hay una contradicción real entre negociación o guerra?

“La Comandancia General ha promovido el debate interno de las bases para reactualizar nuestros planteamientos políticos. Los cambios ocurridos en el país y en el mundo obligan a una redefinición de línea. En este debate es lógico que surjan determinadas opiniones particulares; pero en ningún momento las podemos considerar como una contraposición entre militaristas y políticos o entre negociadores y guerreristas. De hecho, hoy más que nunca el FMLN tiene unidad de propósitos, de planes, línea y táctica. No hay división. Hay debate. La Comandancia General piensa que en la medida en que más participe la base, seremos más sabios y sólidos ”

—¿Cuál es la experiencia de la ofensiva de noviembre? Parece que la experiencia insurreccional no prendió en la gente ¿Cuál sería el planteamiento militar ahora, en caso de fracasar las negociaciones? ¿Golpear objetivos militares del enemigo?

Dice Rebeca Palacios que las negociaciones no se van a agotar porque la guerra es la que las ha potenciado y la guerra se sigue desplegando. “Mientras vayamos bien en la correlación político militar, las negociaciones se van a potenciar No creo que se agoten; van a ser más expedidas. Las negociaciones expresan la correlación lograda por la ofensiva de noviembre y todo lo acumulado anteriormente. La unidad del pueblo, la concentración, están formando una solución política. Obligó a las negociaciones, a una agenda. Se obligó a la Fuerza Armada a debatir temas concretos. La misma negociación ha potenciado el debate nacional y la concentración. La negociación refleja un alcance de la correlación de fuerzas, que no es estática. Hoy la correlación no alcanza para que ellos acepten cambios profundos; pero se va a poner más “ágil” en la medida en que vean amenazado su poder”.

En el plano militar, afirma que el FMLN tiene que profundizar la guerra revolucionaria ¿Cuáles son las perspectivas para el FMLN y el Ejército en caso de una profundización de la guerra? Dice: “La correlación no se mide en cuánto hombres tienen cada quien, sino en la capacidad ofensiva de cada cual Su capacidad ofensiva estratégica. Hasta hora la Fuerza Armada no ha lanzado ofensivas de aniquilamiento porque no puede, no porque no quiera. La defensa de San Salvador les está costando muy cara; hay una gran inversión de tropas. Lo que ellos están haciendo no puede mover la correlación. No nos pone ya nerviosos lo que hacen. Porque el FMLN aprendió a desgastar, a derrotar, a empantanar ese tipo de planes y ellos saben que con eso no modifican el cuadro.

“Sin embargo, el FMLN sí puede hacer más. Sí puede plantearse esfuerzos estratégicos que desestabilicen de manera contundente al enemigo, aunque no digo que a corto plazo provoque su lapso. Pero el FMLN sí puede modificar estratégicamente la correlación de fuerzas. Sabemos que una nueva ofensiva traería un nuevo costo para el país. Pero también sabemos que si ellos no se mueven en la mesa de negociaciones, habrá que moverlos por otro lado. Estamos preparados no sólo para una sino para dos, tres, cuatro ofensivas. Las que sean necesarias. Y no como alternativa a la negociación o para romper con ella. Sino para lograr en la mesa acuerdos justos sobre democratización, desmilitarización y justicia social.

“¿Qué habrá que buscar un diseño apropiado? Correcto. El FMLN ha evaluado ya el resultado de la ofensiva de noviembre, que tiene aspectos positivos y negativos. Fundamentalmente, vemos el gran salto estratégico de haber abierto la mesa de negociación y espacios políticos al movimiento social y popular. De haber infligido un gran desgaste al enemigo. De haber movido la posición de los norteamericanos, que son los que están detrás del proyecto contrainsurgente. También vemos los defectos: en el caso del diseño insurreccional, más que falta de voluntad del pueblo hubo falta de previsión del FMLN. El pueblo se incorporó en los primeros días. Eso es claro. Sin el pueblo no habría sido posible que aparecieran sorpresivamente miles de hombres en la capital. Es materialmente imposible. Porque ¿cómo comían, dónde estaban metidos, quién los guiaba? Hubo participación popular antes y durante la ofensiva.

“Pero no previmos a profundidad la acción de la artillería y de la fuerza aérea en los barrios, sobre la población civil. El pueblo es sabio. Pero no es suicida. Por eso entendemos que se hayan evacuado las zonas conflictivas cuando arreció la aviación y el FMLN no estaba en condiciones de neutralizar el ataque aéreo.

“Ahora, nosotros no estamos amenazando con una nueva ofensiva para que haya diálogo. Tampoco es de buen militar plantear una guerra eterna y de desgaste. Pero si no hay diálogo la guerra tienen que seguir. Hay que ir buscando definiciones estratégicas, parciales o totales. Pero no vislumbramos que podamos aniquilar al Ejército, sacarlos corriendo y que renuncien a los postulados de la negociación ¿Qué pasaría si hubiera un FMLN débil y una Fuerza Armada tranquila, sin guerra? Nosotros queremos que termine la guerra. No somos fanáticos de la guerra, ni somos guerreristas. Pero sabemos que mientras la tiranía esté intacta no podemos cesar el fuego y dejarlos sueltos para que hagan lo que quieran con la población y acaben con la oposición política”.

—¿Cayeron en una trampa el gobierno y los militares al aceptar la mediación de la ONU?

“Ellos se oponían a la intermediación de la ONU, por el escenario de Naciones Unidas no les permite el juego sucio. Están de cara a la comunidad internacional y el Consejo de Seguridad. Pero tienen una serie de necesidades que los obligó a ello. Están negociando la ayuda con Estados Unidos y la Comunidad Europea. Pero tienen un problema de fondo: están negociando y no son negociadores. Esa es la trampa principal. Están jugando a una carta que es, en esencia, contrapuesta a la ideología, mentalidad y al plan con que llegaron al poder. Por eso son un mar de contradicciones. La situación los está llevando a actuar en contra de su plan original. El plan de Arena cuando llegó al poder era guerra total. Nada de baja intensidad. Partido único; control del Legislativo, Ejecutivo y Judicial; aplastar a la oposición y el FMLN. Y santa paz. Y ahora resulta que les ha tocado ir más afondo que al gobierno de Napoléon Duarte.

“¿Qué pasará? Depende de la actitud del gobierno y los norteamericanos. Si el gobierno de Estados Unidos insiste en darle ayuda, en no condicionarla, entonces van a seguir alentando a los sectores duros de la Fuerza Armada. Y la negociación se va a entrampar. Si Cristiani y los militares siguen con la posición de pedirnos que nos desmovilicemos y rindamos, entonces ellos serán los responsables de que la guerra se profundice. En manos de ellos está que arribemos pronto a la paz o que se profundice la guerra. Ellos han sido intransigentes. El FMLN ha mostrado flexibilidad. Estamos abiertos a todas las posibilidades. Ellos tienen la palabra”.
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* Proceso (México, 22 de septiembre de 1990).