Nuestro país atraviesa una situación difícil. Los sectores que se aferran al poder y que tanto perjuicio han causado a la nación durante los últimos años, han dado muestras de estar dispuestos por todos los medios a negarle al pueblo su libertad. El gobierno militar que encabeza Peralta Azurdia es la prolongación del régimen que se impuso por la fuerza desde años atrás. Y con la violencia es que la actual dictadura impide al pueblo ejercer sus derechos, inclusive el de elegir a sus gobernantes.
Son ridículas las declaraciones que se vio forzado a dar el gobierno el 31 de octubre pasado, proclamando sus "Intenciones" de restablecer la constitucionalidad y convocar a elecciones, pues están destinadas a darse largas la dictadura y preparar una maniobra para engañar al pueblo. A ninguno se le ha olvidado que el golpe del Ejército encabezado por Peralta Azurdia tuvo precisamente por objeto impedir las elecciones que debían realizarse este año. Lo principal por lo tanto es reforzar la lucha para derrocar a la dictadura militar y nosotros apoyaremos con las armas la exigencia del pueblo para que así sea.
Así fue como se estableció el gobierno del Ejército, una tiranía militarista, usurpadora, haciendo a un lado la Constitución y las leyes que hipócritamente decían defender; un gobierno de fuerza que sigue adelante al política ya insoportable de más impuestos, nuevos empréstitos al extranjeros y constante encarecimiento de la vida. Y que por todo velo, para encubrir las insaciables ambiciones de Peralta Azurdia y su grupo de quince coroneles, usa la demagogia de la "operación honestidad", comprometiendo definitivamente al Ejército, que ahora aparece ante los ojos del pueblo como el principal responsable de la situación.
Sobre las fuerzas retrógradas, que con el homenaje a los restos de Ubico se exhibieron como partidarias de la tiranía y de la opresión, recae la responsabilidad histórica de negar al país la solución pacífica de sus problemas y la tranquilidad de la ciudadanía. No comprenden esos sectores obcecados que a estas alturas el pueblo de Guatemala ya no se resigna a vivir agachado y que sabrá recurrir a todos los medios para defenderse. Detrás de ellos están naturalmente fuerzas poderosas, con sus tropas extranjeras metidas en nuestro país, con sus "instructores" y prestándole toda clase de ayuda a la tiranía; pero más poderosa será la fuerza del pueblo guatemalteco cuando decida dar la batalla final para manejar por su cuenta los destinos de nuestra patria.
La lucha de resistencia armada se ha iniciado ya. En las montañas organizanse los primeros focos de rebelión: los guerrilleros son la gran esperanza del pueblo oprimido. En distintos lugares se agrupan los que ya no quieren estar con los brazos cruzados y seguir siendo víctimas de la represión sangrienta. El Movimiento Rebelde surgió como una necesidad, como una respuesta a la violencia de los coroneles, de los esbirros, de los que han querido una vez más burlarse del pueblo. Auspiciadas por los Movimientos Alejandro de León-13 de Noviembre, 20 de Octubre y 12 de abril, se han constituido las FUERZAS ARMADAS REBELDES, en las que estarán todos los combatientes firmes, honestos, convencidos, disciplinados que con valor empuñen las armas contra la dictadura, hasta alcanzar un gobierno genuinamente democrático.
Los motivos que nos impulsan a la rebelión y a emprender una sacrificada lucha están claros. Somos combatientes rebeldes. No se nos puede llamar "facciosos", ni "terroristas", ni "bandoleros", porque la conciencia del pueblo sabe que tenemos suficientes motivos para rebelarnos. Son precisamente los mismos motivos que ya en otras oportunidades históricas tuvo el pueblo de Guatemala.
Es muy significativo que las razones que hoy nos impulsan a la resistencia armada sean las que justificaron, hace casi cien años, la Revolución de 1871. Existe un gobierno "oligárquico y tirano … intolerable a la Nación por sus repetidos actos arbitrarios y de crueldad"; Peralta Azurdia es un "usurpador, por cuanto se ha arrogado facultades que la ley de ninguna manera le concede"; sigue la misma política económica y fiscal que "ha arruinado la Hacienda Pública y comprometido en lo futuro la independencia del país"; en fin, se ha establecido una dictadura militar que de manera imperiosa exige combatirla pues "los ciudadanos tienen no sólo el derecho, sino también el deber de resistir la tiranía".
Esa es, con palabras textuales del Acta de Patzicía, firmada por los ciudadanos, jefes y oficiales que encabezaron el Ejército Libertador de Justo Rufino Barrios, la plena justificación de la lucha que ahora iniciamos para hacer realidad en nuestra sufrida Guatemala la libertad, la democracia, la justicia social y el decoro patrio. Esas son las razones que, con el mismo fervor de los reformadores del 71, nos hacen tomar las armas para combatir todo el tiempo que sea necesario, hasta que nuestras fuerzas victoriosas pongan fin a la tiranía.
Los propósitos de nuestra lucha deben ser igualmente claros. No queremos ni más ni menos que lo que la gran mayoría del pueblo ha hecho sentir que desea: el derrocamiento de la dictadura por medio de un verdadero cambio. No se quiere un golpe de Estado más. No se quiere una revuelta sino una limpia revolución. Lucharemos para que el régimen que ha padecido el país lo sustituya uno completamente nuevo, basado en la honestidad y sin lugar para ambiciones bastardas, que de manera intransigente defienda los intereses nacionales, que levante la economía con el concurso de todos los guatemaltecos dispuestos a hacerlo, que dé oportunidad de trabajo y de ganar lo necesario para que no haya hogares con hambre, sin techo, abandonados; que redistribuya la tierra sobre bases de justicia para que todo agricultor tenga la suya donde sembrar y la producción aumente, que invierta los recursos nacionales y los que al país le corresponda recuperar en el desarrollo económico y en procurar bienestar, seguridad, salud y educación para todos los habitantes.
No se trata de cambiar a unos gobernantes por otros, para seguir burlando al pueblo, como tantas veces ha ocurrido, sino de una renovación a fondo de la República. Nuestra lucha es para conseguir que se establezca un gobierno que verdaderamente respete los derechos y libertades, que conduzca al país democráticamente guiándose por la voluntad de las mayorías y que haga efectivas esas instituciones democráticas que sólo han figurado en el papel y que tantas veces han sido burladas desvergonzadamente. Un gobierno que devuelva a Guatemala su prestigio en el exterior, como pequeño país que sabe resguardar su soberanía, que colabora al mejoramiento de las relaciones internacionales para que sobre la base del respeto al derecho ajeno la paz mundial se mantenga y que conduzca con dignidad sus relaciones con todos los demás países.
Con palabras parecidas le han hablado y le han hecho promesas al pueblo de Guatemala muchos gobernantes, dictadores y demagogos; pero entre sus actos y lo que dicen no hay relación alguna. Por eso el pueblo desconfía de los idearios políticos, de los programas electorales y ya no digamos de los discursos oficiales, pero en el caso de las FUERZAS ARMADAS REBELDES no se trata de palabras vacías ni de ofrecimientos, porque son los mismos combatientes surgidos del pueblo la mejor garantía, porque con la decisión de ofrendar la vida por esta causa estamos demostrando la lealtad a esos ideales y, sobre todo, porque la revolución triunfará cuando todo el pueblo se movilice y consiga por sí mismo el cambio que tanto anhela.
Nuestro movimiento armado, a diferencia de los ejércitos reclutados por la fuerza, a diferencia de las conspiraciones plagadas de aventureros y ambiciosos, se está formando a base de decisión personal, de convicción, de voluntad de sacrificio. En las FUERZAS ARMADAS REBELDES se admitirá a quienes tengan los mismos propósito del movimiento, pero que estén dispuestos a sacrificarse sin ventajas personales, convencidos de que vale la pena dar la vida por nuestros ideales, y comprometidos a guardar una disciplina propia de combatientes populares. Los que no ajusten su conducta a normas de seguridad, para la organización, los que cometan faltas que pongan en peligro a otros compañeros o el prestigio del movimiento no tendrán lugar en sus filas.
De todos se exigirá una conducta moral guiada por el principio de actuar siempre en bien del pueblo y no se permitirá por ningún motivo que se cause daños a las personas del pueblo, sus viviendas y propiedades. Todo el mundo verá claro que las mentiras y las calumnias del enemigos se revierten contra él, porque comprenderá que los guerrilleros, los combatientes, los miembros de las FUERZAS ARMADAS REBELDES son el brazo armado del pueblo, organizados precisamente para defenderlo de los esbirros, los bandoleros, los asesinos que utiliza la tiranía.
El surgimiento de las FUERZAS ARMADAS REBELDES constituye una respuesta al implantamiento de la dictadura militar, que no permite al pueblo usar de medios legales y pacíficos. Sus orígenes están en los brotes de rebeldía de los años anteriores. En 1960 se produjo la Rebelión del 13 de Noviembre, como un intento de reivindicar el nombre el Ejército y cambiar el estado de cosas. Los que seguimos fieles a la sangre del Teniente Alejandro de León y otros de nuestros compañeros que han caído, estamos ahora más convencidos que nunca de la necesidad de combatir por la libertad de Guatemala. Hubo quienes no mantuvieron esa misma fe, ha habido después otros que por desorientación o cobardía se han apartado del movimiento o lo han traicionado. Habrá también quienes comprendan más adelante, aunque ahora duden de la eficacia de la lucha guerrillera, que su puesto está entre nosotros. En las FUERZAS ARMADAS REBELDES están viejos luchadores que vienen esforzándose porque Guatemala recobre lo que ganó con el movimiento libertador de 1944 y están muchos jóvenes que han peleado por las libertades en los últimos años frente a los gobiernos dictatoriales y que se destacaron en el movimiento de repudio contra Ydigoras y cloque.
En las FUERZAS ARMADAS REBELDES hay militares, trabajadores, estudiantes, gente del campo, etc., y es ya un hecho que identificados en la lucha, unidos por la lealtad de combatientes de una justa causa, no hay prejuicios ni predominios y las diferencias de ideas políticas, religiosas o de otra clase, podrán mantenerse dentro de la voluntad única de servir a Guatemala.
Las FUERZAS ARMADAS REBELDES se consideran responsables ante el pueblo, en cuyo apoyo confían y del que esperan todo. No están subordinados ni buscan depender de ningún grupo ni partido. Contribuirán a que el FRENTE UNIDO DE RESISTENCIA se reunan todas las fuerzas inspiradas en el propósito de sustituir a la dictadura por un régimen efectivamente democrático, para así ser la FAR la rama armada del movimiento renovador, en coordinación con todas esas fuerzas sociales y populares. Porque creemos firmemente que sólo reuniendo en un solo haz a todos los guatemaltecos patriotas, agrupados o no en partidos, podrá formarse un gran movimiento capaz de dar por tierra con la actual tiranía y despejar el camino de la reestructuración democrática del país.
La Proclama que hoy emite el Comando General de las F.A.R., desvirtúa de una vez por todas las tergiversaciones y las calumnias que contra nuestro movimiento ha lanzado el gobierno impopular de Peralta Azurdia. El grupo militar que en nombre del Ejército gobierna por la fuerza al país, no tiene la menor autoridad moral: está formado por los mismos ambicioso que rodearon y apoyaron a Ydígoras y comparten con él la responsabilidad de todos los crímenes, robos y arbitrariedades que su gobierno cometió. Es el grupo que se ha echado encima el baldón de haber exaltado al tirano de otra época, Ubico, y que en los meses que llevan detentando el poder a base de sangre, de cáncer, de torturas y de innumerables abusos se han ganado ya el odio del pueblo.
A través de los comunicados y publicaciones oficiales de las FUERZAS ARMADAS REBELDES, que serán la única expresión de nuestro movimiento armado, diremos la verdad al pueblo. Pero sobre todo con nuestras acciones, respondiendo cada vez con mayor fuerza a los golpes del enemigo, librando con fervor esta lucha que hoy es de resistencia y más adelante será ofensiva victoriosa, demostraremos que no hay ni habrá tiranía capaz de borrar de los pechos de los patriotas las palabras inmortalizadas en nuestro Himno Nacional:
"Libre al viento tu hermosa bandera,
a vencer o a morir llamará".
Guatemala, 30 de Noviembre de 1963.
Por el Comando General de las
FUERZAS ARMADAS REBELDES (FAR)