Autocrítica de Dirección

AUTOCRÍTICA DE DIRECCIÓN

Compañeros:

A partir de las últimas operaciones, GEL se ha incorporado en forma pública a las Fuerzas armadas revolucionarias que luchan por la liberación de nuestra Patria. Hoy hemos cumplido uno de los objetivos que nos habíamos planteado como prioritarios desde hacía mucho tiempo y que veíamos como necesidad imperiosa para nuestro desarrollo interno y externo: la nominación de nuestra Organización, y, por lo tanto, la posibilidad de explicitarnos políticamente ante el pueblo. La importancia de este paso nos permite hablar de una etapa culminada en nuestro desarrollo y de la iniciación de una nueva, necesariamente superadora de la anterior. Hoy más que nunca, se hace necesario un balance crítico del trabajo realizado, para sentar, a la luz de la experiencia concreta, normas superadoras que nos permitan dar un verdadero salto cualitativo en nuestro desarrollo.

El hecho de que nuestra salida nominada haya adquirido características diferentes a las previstas y de que este cambio se haya producido prácticamente sobre el momento mismo de la operación planificada, nos obliga a dar una clara explicación a nuestros compañeros y a asumir autocríticamente el comportamiento de Dirección ante este hecho. Sin embargo, estamos convencidos de que el error cometido no es un hecho aislado, sino que responde a fallas más profundas, que es la culminación de un proceso de mal funcionamiento de la Dirección. La suspensión de la “operación de salida” fue el sacudón que permitió que fallas que Dirección había hecho conscientes desde hacía tiempo, adquieran una presencia mucho más concreta, mucho más real. Y en este sentido, estamos convencidos de que fue un hecho muy positivo.

Hoy Dirección siente la obligación de llegar a los compañeros con un análisis autocrítico de toda su gestión. La suspensión de la “operación de salida” es una manifestación más, que debe incluirse necesariamente en él. Sin embargo, por las concomitancias que este hecho tuvo, creemos necesario darle un tratamiento especial y aislarlo a los efectos del análisis. Por lo tanto, trataremos en este documento de señalar las fallas más serias que creemos haber cometido respecto a la “operación de salida” de la Organización.

La Dirección reconoce haber sufrido una alienación concreta respecto al criterio adoptado para la salida nominada de la Organización. Decimos que ha estado alienada puesto que, partiendo de un criterio políticamente incorrecto –el planteamiento de la “gran salida”- dirigió fundamentalmente su accionar, y consecuentemente, el de toda la Organización, hacia él, y recién alcanzó plena conciencia de ello un día antes de la concreción del operativo. El criterio políticamente incorrecto está dado en el hecho de desconocer que la existencia concreta de una Organización armada está dada desde el momento mismo en que comienza a operar. El nivel operativo de cada Organización es un reflejo de su propio desarrollo como tal. Pretender dar una imagen distinta, planteando operativos que superan las fuerzas reales de una Organización, atenta contra la subsistencia de la misma y señala una deformación de la conciencia revolucionaria. Que significa la “gran salida”? Significa pretender “vender al imagen” de la “gran Organización”. Si una Organización como la nuestra, que siempre pretendió tener claro que no era LA ORGANIZACIÓN, sino simplemente un brazo más del futuro Ejército de Liberación cae en ese error, está claro que está dejando de lado uno de los principios fundamentales que han sustentado su existencia. La Dirección tomó conciencia de que ha caído en ese error, con todas las consecuencias que ello significa. Por un lado, la permanencia de ese criterio errado la ha llevado a un desgaste de fuerzas, planificando operativos de envergadura que no estaban al alcance de nuestra organización real (toma de pueblo, tren, correo, etc.). Y lo que quizás es más grave es que, consciente de este hecho cada vez que decidía postergar un objetivo de este tipo, reiteraba el error con el planteamiento de uno nuevo, del mismo tipo.

Finalmente, cuando decide descartar el gran objetivo, vuelve a alienarse, al considerar que la realización de un operativo combinado de objetivos “chicos” superaba al criterio anterior, puesto que respondía a nuestra propia realidad. Sin embargo, la realidad demostró que no había ninguna superación: el criterio seguía siendo el mismo, se seguía buscando la espectacularidad propagandística. La falta de visión política de la Dirección, manifestada en la permanencia de un criterio políticamente errado, podría haber llevado al suicidio de la organización.

Nos alegramos profundamente de haber comprendido la realidad, aún a último momento. Lo concreto es que habíamos dejado de lado criterios operativos no sólo correctos, sino indispensables para nuestra seguridad, guiados por un criterio meramente propagandístico. Creemos que este hecho es sumamente grave, como también es peligroso que la organización en su conjunto haya acompañado a la dirección en el error que estaba cometiendo.

Hubo entonces, por parte de Dirección, una falta de criterios políticos, y hubo también, una falta de criterios militares. Es evidente que Dirección no tuvo una apreciación correcta de la capacidad militar de nuestra organización. Nuestras fuerzas daban para realizar cualquiera de las operaciones en forma aislada y en las mejores condiciones de combatividad. Pero este hecho nos hizo perder de vista que la realización conjunta de todas las operaciones no estaba a nuestro alcance o, si lo estaba, era a riesgo de sufrir un duro golpe. Lanzar equipos operativos con debilidad manifiesta en armamento, en su número de combatientes, en sus contenciones, era jugar con el azar. Y este es un error gravísimo en una organización armada.

Creemos que esta experiencia deja, sin embargo, un saldo muy positivo, porque (…) criterios operativos correctos, (…) nuestro nivel combativo y modifica los criterios políticos manifiestamente errados.

La opinión actual de Dirección es que el criterio político válido que debe orientar nuestro accionar es la continuidad operativa, que es lo único que asegura la existencia real de la organización y su manifestación política.

Esta continuidad no debe dejar nunca de lado el criterio de eficiencia operativa, puesto que una organización revolucionaria tiene la obligación de dar golpes seguros, de triunfar en cada acción que desencadena. Para que continuidad y eficiencia marchen juntos es necesario tener una cierta imagen de nuestra realidad como organización.

Sólo podemos asegurar nuestra continuidad eficiente, planteándonos operaciones que respondan al desarrollo real de nuestras fuerzas, garantizando nuestra seguridad operacional, entendiendo por ella nuestra superioridad táctica en el enfrentamiento. Que podemos garantizar nuestra continuidad operativa, está demostrado en el hecho de que en un lapso de dos semanas GEL ha operado con éxito 5 veces. Creemos que es un nivel de combatividad muy apreciable, y aunque aún no estemos en condiciones –no nos volvamos a engañarnos- de mantener ese ritmo en lo inmediato, es nuestro deber acercarnos a él con vistas incluso a superarlo en un plazo no lejano. La cifra de 5 operaciones en 13 días no será representativa aún de nuestra capacidad operativa actual, pero muestra nuestras posibilidades operativas en un futuro cercano.

En principio, nos planteamos operativos “chicos”, pero esto no implica dejar de lado operaciones de mayor envergadura que ya están contempladas en nuestros proyectos operativos y que –estas sí- responden a nuestra capacidad real.

Creemos que las operaciones “chicas” no deben dejarse nunca de lado, sino que en un buen plan operativo deben estar necesariamente incluidas, como base de nuestro operar cotidiano. Por otra parte, es obligación de las organizaciones revolucionarias abrir la lucha, mostrar el camino de un nivel de lucha superior. Los operativos “chicos” están al alcance de cualquiera; encarándolos, estamos mostrando al pueblo que esto es una realidad.

A medida que nuestro desarrollo se acrecienta, se acrecentarán también nuestras posibilidades de crecer operativamente y los objetivos de mayor envergadura no serán una excepción en nuestro accionar, ni implicarán poner en juego a toda la organización. Serán, sí, un resultado lógico de nuestro propio desarrollo.

Otro aspecto en el que se manifestó el mal funcionamiento de la dirección, la alienación de sus integrantes en las tareas tácticas y la consiguiente postergación del cumplimiento del los deberes políticos inherentes a una conducción, radica en el trámite que tuvo el “comunicado de salida” o proclama. Hasta último momento Dirección no elaboró la proclama, pese a que estuvo desde meses atrás en sus planes de trabajo. Llegamos así a una situación en la que Dirección se vio en la necesidad de emitir la proclama inconsultamente, por carecer de tiempo material para ponerla a consideración del conjunto de la organización. Creemos que esto último no constituyó por sí mismo un abuso de las atribuciones propias de la dirección, ya que existiendo un acuerdo básico formalizado en torno a nuestro documento político, la dirección tiene que estar autorizada a emitir comunicados que no se aparten de ese acuerdo. Pero reconocemos que no es la mejor manera de elaborar la proclama, y que a ella se llegó por negligencia de la Dirección. El procedimiento correcto debió consistir en la elaboración por dirección con suficiente anticipación de la proclama y su puesta a discusión en toda la organización, para que posteriormente Dirección recogiere las opiniones de los compañeros, por tratarse de un comunicado inicial que definiría públicamente por primera vez nuestros objetivos y sentaría el precedente básico de la forma en que nos vamos a dirigir al pueblo.

La redacción de un comunicado de salida sobre el filo de la operación es una muestra más de un método de trabajo artesanal e irresponsable que la dirección manifestó en más de una de sus actividades en el terreno político, en el terreno operacional y en el terreno organizativo. Entendemos que es necesario hacer un esfuerzo serio y firme para erradicar de nuestras actividades la improvisación, la negligencia y la ligereza, imponiendo en todas nuestras tareas, desde las fundamentales hasta las más accesorias, el rigor propio de una verdadera organización político-militar.

DIRECCION

13/2/71.
───────────────────

Fuente: CAMPOS, Esteban: ROT, Gabriel. La Guerrilla del Ejército Libertador. Vicisitudes políticas de una guerrilla urbana. Buenos Aires, El Topo Blindado, 2010.