Con excepción del Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR), las otras organizaciones político-militares mantienen un llamativo el silencio desde hace años. Es habitual, no obstante, que este tipo de agrupaciones recurran a esta táctica, y no sólo en México; pero no lo es cuando en la coyuntura nacional en la que operan tienen lugar sucesos y acontecimientos de relevancia. Exceptuando la indiferencia política -imposible considerarla aquí- se trata de una aproximación hasta algunos de los escenarios que hoy enfrentan.
Si el parámetro es el PDPR-EPR, que continuó la frecuencia comunicativa con la divulgación de su periódico y comunicados, no significa que el silencio del resto implique su desaparición, extinción, agotamiento ni siquiera inmovilidad organizativa; sólo amplifica su magnitud. El silencio siempre supuso uno entre otros de los recursos para permanecer cerrados sobre sí mismos o bien para que se los considere disueltos, dándole mayor seguridad a la continuidad de sus proyectos (como lo hizo el EZ años atrás), pero también implica una decisión de sumergir más sus estructuras en la clandestinidad. No siempre el silencio es definitivo.
La pérdida de la razón de ser primaria y fundacional pudo derivar en la descomposición de estas experiencias -al interior de cada organización- y/o que los tiempos políticos actuales los han vuelto impracticables; esto es, una lectura política sobre el agotamiento de la lucha armada. Sin embargo, hay dos aspectos que deben ser considerados de sus propias historias que vincula sus orígenes con el momento actual: (a) la hipótesis que sostiene que nunca existieron los desprendimientos, sino que fueron parte de una única organización y que se relaciona con la desmentida idea de unidad de catorce organizaciones armadas; y (b) la consideración que esta es una etapa de refundación en una misma sigla y que buscaría asegurar la continuidad de un proyecto político armado en el México actual. La dialéctica unidad-dispersión acompañó a la experiencia eperrista desde su irrupción en el vado de Aguas Blancas en 1996.
Desde otra lectura política se infiere la posibilidad o necesidad de una recomposición interna de sus fuerzas. Los tiempos institucionales, de superficie, han variado y se presenta un momento adecuado para desarrollar movimientos sottovoce, aunque la definición concurrente desde estos ámbitos siempre refiere a que “nada ha cambiado”. Aun así, existen distintos ejemplos de reagrupamientos y conformación de coordinadoras; no obstante, la falta de anuncios empuja hacia un abanico de posibilidades difícil de desentrañar y mantiene al PDPR-EPR como único protagonista de este espacio, posicionándose de forma habitual sobre la evolución de las distintas coyunturas.
Pero además es posible considerar que los grupos que hubiesen logrado asentarse zonal o territorialmente se hayan visto amenazados y/o sus espacios ocupados por otro tipo de organizaciones no insurgentes con mayor poder; y ante los riesgos para su estructura y base social hayan decidido desaparecer pública y enunciativamente. Pausar el trabajo político-militar para reordenamiento interno o, bajo asedio, preservar el cuerpo de las fuerzas propias y evitar un posible aniquilamiento es otro de los escenarios probables a los que se enfrentan. Nuevamente, la necesidad de una clandestinidad más profunda se vuelve una opción considerable.
En la clandestinidad los tiempos son más prolongados respecto a otros porque las estrategias y tácticas están severamente condicionadas por las coyunturas, sobre las cuales no alcanzan a tener mayor incidencia. La normalidad con la que el PDPR-EPR ha emitido sus comunicaciones le otorga mayor relieve a la ausencia de textos del resto porque, vale recordar, lo que se conoce sobre la mayoría ha sido a través de la emisión de escritos. Restará saber si el silencio que hoy impera es concertado -a pesar de posicionamientos divergentes que han manifestado a lo largo de su existencia- o resulta privativo de cada sigla. Cada silencio puede adquirir varias razones, pero en su conjunto y con una excepción como referencia, podría indicar algo distinto.