Desde la sombra la luz: Pasajes de mi vida, de William Morales Correa
[Reseña]
Autor
Michael González Cruz
“No quisiera que nuestra memoria sea borrada”.
William Morales Correa
(San Juan, 11:00 a.m.) Conocí a William Guillermo Morales Correa en la Habana en el verano de 1994, caminamos hasta Prensa Latina donde realicé una entrevista y conversamos sobre el movimiento estudiantil. Desde la sombra la luz: Pasajes de mi vida (La Casa Editora de Puerto Rico, Puerto Rico, 2015) es una película de acción con giros inesperados y enclaustramientos voluntarios e involuntarios como en la cárcel y hasta su exilio en la Habana. Sus seres queridos también son personajes en esta obra y sobre todo sus compañeros de armas. Cómo presentarles este libro sin contarles detalles es un gran reto pues detrás de cada acción, espacio y movimiento del autor-protagonista hay un mensaje de sombras y luces espectaculares. El autor militó en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), define la misma como “una organización armada y clandestina que luchó por la independencia de Puerto Rico en los EEUU y la Isla.”
“Las FALN fue la organización nacionalista puertorriqueña que más acciones selectivas ha realizado en contra de los intereses del régimen colonial en los EEUU. Por medio de sus primeros dos comunicados en el 1974 se establecen como el segundo frente de lucha en la metrópoli con el fin de minar el terreno de corporaciones, industrias y la banca que se beneficia de la condición colonial de la nación puertorriqueña. En su terreno, Chicago, New York City, Philadelphia, Camden, las FALN se concentraron en denunciar el discrimen racista y la brutalidad policíaca como parte de las reivindicaciones inmediatas de la comunidad puertorriqueña en los EEUU.” (González-Cruz, Nacionalismo revolucionario puertorriqueño (1956-2005): El papel de la lucha armada, los intelectuales y los prisioneros políticos y de guerra, Isla Negra Editores 2006).
Repasaré brevemente a modo de tráiler cinematográfico algunas –líneas, escenas, acciones y giros de cada pasaje. Con su permiso, en algunos momentos mencionaré como referencia otros textos académicos relacionados a la obra que el futuro me permitirá producir un análisis sociológico de la obra. Precisamente, para colaborar con el autor y que nuestra memoria no sea borrada.
El autor comienza a reflexionar desde la primera página si es la persona indicada para escribir su historia, una que va desde formación íntima pasando por las relaciones entre pueblos y Estados, hermanados y en conflicto. Ya alguno de ustedes nota una historia dialéctica. Yo voy a afirmar que una historia sublime desde la concepción de Kant. Lo sublime solo emerge, se produce y manifiesta entre lo atroz y la belleza. En un desastre natural vemos la destrucción de la naturaleza y la obra del humano, en la guerra el heroísmo, la cobardía y las víctimas colaterales directas o indirectas.
Antes de una obra convertirse en arte o en ciencia pasa por cruda realidad del individuo y las circunstancias colectivas que lo rodean. Les recuerdo que dentro de lo sublime está la violencia y la paz, el encarcelamiento y la libertad, los seres bien amados y el enemigo que acecha son parte de un complejo escenario. No se trata de ciencia ficción, las explosiones, tiros, arrestos, cárcel, juicios, fugas, hijos, compañeros de armas y enemigos son reales.
Esta obra de William Guillermo es más que un testimonio político individual porque en cada pasaje lo vemos orgánicamente relacionado con su madre, hermano, vecinos, compañeros de clase y de lucha estudiantil a la lucha armada, lo observamos transitar del clandestinaje al espacio público del tribunal, su notoriedad en los medios de comunicación tras la fuga, su vuelta al clandestinaje, nuevos combates, encarcelamiento y trabajo diplomático. Es el hombre que se descubre desde la intimidad a la notoriedad sin procurar esta última. Estoy seguro de que William Guillermo hubiese preferido permanecer como un militante clandestino de las FALN por mucho más tiempo. Como decirles, prefería ser el guionista, camarógrafo, fotógrafo y no el protagonista de la obra. Sin embargo, los accidentes de la vida, las contradicciones políticas y económicas de su lucha por la descolonización lo llevaron a la luz.
Podría comparar el tono de algunos pasajes del libro de William Guillermo con “Los pasajes de la guerra revolucionaria en el Congo” de Ernesto Guevara o el testimonio de Filiberto Ojeda “La luz desde la ventana”. Me refiero al poco estudiado diario del Che donde notamos su frustración, coraje y pesimismo en la vorágine de una misión internacionalista que contó con el apoyo logístico del Estado Cubano y sus supuestos aliados en la región. En ese momento sobran fusiles, artillería liviana, alimentos y medicamentos, pero faltaban líderes y hombres con disciplina para ganar la guerra. En ese momento el Che estuvo emboscado por una pobre inteligencia humana provista por “war lords” del Congo y la traición de unos comandantes sin ejército.
En ocasiones William Guillermo pasa por esas experiencias, las plantea como críticas constructivas para que no se borre nuestra historia y repitamos los mismos errores. Nos dice el autor “Cada acto, idea, lucha es diferente y su momento único” y “Nadie gana un desafío en solitario”. Comparo a nuestro autor con el guerrillero heroico pues William Guillermo además de luchar por la descolonización de Puerto Rico también fue un combatiente internacional en México, enfrentó grandes obstáculos y venció gracias a su capacidad de análisis, organización, planificación y ejecución. Esta es la historia de otro guerrillero, el guerrillero urbano –de selva de cemento- otro terreno para la guerra, una población distinta, medios de comunicación y aparatos de inteligencia diferentes a otras luchas por la descolonización y justicia social.
De hecho, este es el periodo donde comienza el colapso de la URSS y la solidaridad queda netamente en manos de los pueblos y no en partidos. En aquel 1994 discutíamos el libro “La utopía desarmada” de Jorge Castañeda”, obra que anunciaba el fin de los movimientos de liberación nacional sin darse cuenta que dos décadas más tarde la historia llevaría a los líderes Pepe Mujica y Dilma Rousseff de esos MLN al poder con el favor de sus pueblos o el proceso de Paz de la guerrilla más antigua de las Américas. A continuación, una serie de capítulos que relatan los tras bastidores de la historia.
El primer pasaje “El Barrio” nacimiento, nación, migración, el barrio nación, la familia obrera, pobreza, infancia y adolescencia, la escuela y la iglesia, los amigos y la calle…Descubrir la Marqueta, el Parque Central, los Museos… el cambio interior del niño al jovencito. (Las memorias de Bernardo Vega (Ediciones Huracán 1984); Ana Y. Ramos Zayas, National Performances (University of Chicago Press 2003); Mike Davis, “The Puerto Rican Tragedy” en Magical Urbanism (Verso 2000); y Jorge Duany, La nación en vaivén, (Ediciones Callejón 2010)).
“Mi otro yo” el joven universitario, su formación colectiva, histórica, ideológica y organizativa. Del yo a la afirmación de una identidad nacional y de clase social frente al colonialismo y la desigualdad. El impacto de los presos nacionalistas, la lucha por la igualdad de oportunidades y la defensa contra la represión. La contradicción de quedarse en el camino de la movilidad social y convertirse en un “blanquito” o invertir su educación y destrezas en el cambio colectivo es decir la liberación nacional. Este periodo de 1973-78 que va del universitario al cineasta, fotógrafo, documentalista y termina con su tesina sobre el Nacionalismo.
“Un sueño truncado” en 1978 es el momento en que William Guillermo confirma que el aparato de seguridad (NYPD-FBI) sospecha que es un militante de las FALN. Es William vs. William…Nos confiesa el autor que -Será la guerra del más inteligente –.
“La vida continúa” el joven de 28 años renace de los escombros de una explosión. Queda mutilado, enfrenta el juicio estatal y federal por explosivos, armas y conspiración sediciosa. Utiliza el proceso legal y médico para ganar tiempo, conocer la situación operativa de encarcelamiento, establecer una defensa política de su caso, coordinar con su organización su fuga que es un acto político colectivo donde se liberó el guerrillero urbano encarcelado y se gana el apoyo del pueblo. Nos dice el autor… que asume la posición de prisionero de guerra de acuerdo a los estatutos internacionales. Posición que más adelante asumieron otros miembros de las FALN y los llevó a recibir su libertad en 1999.
Malas jugadas…William Guillermo aprende que -las luchas no son todas como las pintan. Nada de idílico en ella- y a pesar de que convirtió la derrota del encarcelamiento en una victoria al interior de su organización afloran las contradicciones personales y a nivel nacional como el rechazo del liderato del PSP a reconocer a las FALN y sus prisioneros de guerra como se hizo con los nacionalistas liberados en 1979. En este duro momento de clandestinaje en fuga critica que se expusiera la seguridad de su hijo, que se le privara de alimentos y tareas mientras se preparaba su traslado a México.
Nueva Batalla…Siguen las injusticias. Con el apoyo de su organización ingresa clandestino a México, apoyado por rescatadores de tierra, diplomacia de los pueblos, su hijo y una nueva familia, la cooperación con EZLN se armoniza con su organización, cuando se produce el combate y arresto, fuga en caliente mientras es transportado por la policía federal hasta finalmente verse capturado en una cárcel surreal por la violencia y corrupción, el proceso judicial, una mayor correspondencia y complejas gestiones diplomáticas en las que intervienen Juan Antonio Corretjer, Carlos Gallisá, Rubén Berríos Martínez, Rafaelito Cancel Miranda y el Presidente de Colegio de Abogados de Puerto Rico, Graciany Miranda Marchand. Afloran en México sus diferencias con Luis Nieves Falcón y otros líderes en Puerto Rico y Chicago en el contexto de la campaña por la liberación de los presos políticos y prisioneros de guerra.
Negociaciones y Exilio… al final del libro expone la complejidad de la diplomacia y solidaridad de los pueblos vs las gestiones legales de Estados como Cuba, México y EE. UU. También, examina el papel de los medios (entrevista por ejemplo revista Semana) y como utilizar proceso judicial como puente al vuelo internacional. Su exilio se produce después que el gobierno mejicano reconociera al autor como un actor político y se produjera su exilio en el verano de 1988. Desde este País es como notamos con su libro que continúa luchando por la descolonización; incluso, en 1999 colaboró con la liberación de Rosa de la Cruz, una joven boricua secuestrada por el ELN en 1999.
William Guillermo Morales, siempre asumió responsabilidad por sus actos, mantuvo una posición crítica sobre la campaña de excarcelación porque se le excluyó de las negociaciones, pero con su disciplina y silencio siempre protegió a su hijo, la madre de su hijo y al compañero de armas.
Estamos acostumbrados a leer la historia de los mártires, de los presos y las víctimas. Ya es hora de que emerja una nueva historia y literatura, enfocada en las militantes y organizaciones que han ganado importantes batallas. Esta obra (Desde las sombras a luz…) junto a CAL: una historia clandestina (1968-1972) (Isla Negra Editores 2010) de Lucila Irizarry Cruz y Lustro de gloria: No hubo en la historia fuerza mayor para la revolución en Puerto Rico (Casa Editora de Puerto Rico 2014) de Ángel M. Agosto, contribuyen a que la lucha armada no sea borrada de la historia.
Les recuerdo que de acuerdo con Michael Addison (2002) y David Wilson (1963), la lucha armada es una manifestación política violenta que no pretende aterrorizar a toda la población sino debilitar las autoridades coloniales y reanimar las luchas populares para fortalecer la organización y la moral del movimiento nacionalista revolucionario.
Algunos estudiosos de la lucha armada sólo consideran las acciones político-militares más sobresalientes o la insurrección en su etapa de movilización final subestimando la importancia de la organización clandestina a largo plazo (González-Cruz, M. 2006). Tenemos que distinguir los conflictos por la descolonización de las guerras colonialistas como nos sugieren Ernest Gellner y Eric Hobsbawn (1967), pues estas últimas benefician una elite militar-industrial, mientras las organizaciones clandestinas necesitan del apoyo del pueblo para vencer al invasor.