PRESENTACIÓN: En la historia de nuestra vida Republicana hemos vivido periodos de guerra y paz, siendo la paz mucho más duradera que las guerras, lo cual desmiente la noción generalizada de que en Colombia siempre hemos estado en guerra. Los primeros 114 años de vida independiente y republicana en Colombia, desde 1832 a 1946, tuvimos 8 guerras civiles que sumaron 14 años en total, intercaladas entre periodos de paz que sumaron 100 años.
Las siete primeras guerras civiles tuvieron su punto final en el campo de batalla dejando un vencedor y un vencido. No hubo negociación, hubo indultos o perdón sin condiciones, y reformas constitucionales. Por el contrario la Guerra de los Mil Días, la última del Siglo XIX, abrió un largo periodo de paz después las negociaciones y suscripción de los Tratados de Paz de Neerlandia, Wisconsin, y Chinácota.
En el Siglo XX, el periodo conocido como La Violencia, entre 1946 y 1957, abre un largo periodo de conflictos armados que se han cerrado mediante diálogos y negociaciones, creando en el país una saga de violencias asociadas a la política, entremezcladas por procesos de negociación con diferentes actores, hasta nuestros días, sin que podamos cerrar de manera definitiva lo que hemos caracterizado como conflicto armado interno.
En 1953 las Guerrillas Liberales del Llano hicieron dejación de armas, creando una pequeña ventana de paz, no exenta de violencia, paz que no logró consolidar la firma del Acuerdo político de Sietges y Benidorm con la creación del Frente Nacional. Solo fueron once años sin frentes de batalla abiertos, pero matizados por episodios de violencia protagonizados por lo que conocemos como grupos del Bandolerismo Tardío.
Luego en 1964, con la aparición de las guerrillas revolucionarias de las FARC y del ELN se da inicio al Conflicto Armado que aún no termina, pese a las negociaciones y acuerdos de paz con organizaciones revolucionarias guerrilleras como el Movimiento 19 de Abril – M-19, el Ejército Popular de Liberación – EPL, el Movimiento Manuel Quintín Lame – MMQL, el Partido Revolucionario de los Trabajadores – PRT, la Corriente de Renovación Socialista – CRS, el Movimiento Independiente Revolucionario – Comandos Armados Revolucionarios – MIR-COAR; los acuerdos de desmovilización con las fuerzas paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia – AUC, pactados durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez; y los acuerdos de paz logrados entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo – FARC-EP, en 2016; además de la extinción de numerosos grupos menores.
Así las cosas, desde 1946 a la fecha, llevamos 75 años en medio de guerra, con solo 7 años de paz, de tal modo que las tres últimas generaciones hemos nacido y crecido en medio de la guerra, y solo hemos conocido un estado de violencias sucesivas, paces parciales y un escenario de paz incompleta.
Solo a partir de la Guerra de Los Mil Días, se abre en Colombia una saga de soluciones o terminaciones de las guerras mediante diálogos de paz y negociaciones. Así los Acuerdos de Paz de Neerlandia, Wisconsin y Chinácota, fueron la apertura a un largo periodo de paz, interrumpido por el periodo de La Violencia que entre 1946 y 1957 azotó el país de punta a punta, con un saldo de muertos cercanos a los 250.000.
Este periodo de La Violencia fue superado mediante el otorgamiento de una amnistía general para los alzados en armas, principalmente para las guerrillas liberales del Llano y a acuerdos de paz, los de Benidorm y Stiges en España, que hicieron posible que la guerra se detuviera por unos pocos años más; hasta que en 1964 surgieron las guerrillas revolucionarias de las FARC y del ELN, dando apertura a un largo Conflicto Armado Interno, que aún no termina, a pesar que en su intermedio se han dado paces con grupos guerrilleros significativos, pero que solo han sido paces parciales, aunque debamos reconocer que han contribuido a la disminución de las muertes de compatriotas.
Los recientes acuerdos de paz con las FARC-EP, en 2016, acercaron el conflicto a su cierre, pero aún ha quedado abierto, toda vez que queda la guerrilla supérstite del ELN. Es claro que desde una perspectiva histórica el Conflicto Armado Interno está en su fase final, a la espera de que las partes decidan cerrar totalmente el conflicto mediante un acuerdo político, para obtener la paz completa. No significa que desaparezcan las violencias, pero en perspectiva las generadas por las disidencias y la resurgencia de FARC, terminarán por desaparecer, mediante acuerdo de avenencia y acogimiento de los acuerdos ya signados, de otorgamiento de garantías para el sometimiento a la justicia y garantías para la reintegración de excombatientes, de manera similar a como ha ocurrido en Centroamérica y en otras latitudes con fenómenos parecidos.
Así las cosas, queda demostrado que los tiempos de paz han sido mayores que los de las guerras, que en los últimos 120 años los conflictos se han resuelto mediante diálogos y negociaciones, y que esta tendencia inercial de solución se mantendrá hacia futuro.
CARLOS ARTURO VELANDIA JAGUA. Nació en Bucaramanga el 6 de octubre de 1952. Hijo de César, maestro de profesión y María, costurera. Octavo entre catorce hermanos. Realizó estudios universitarios en la UIS en Medicina y Administración de Empresas en la UNAB, sin concluir los estudios. Siendo estudiante de la UIS se vinculó orgánicamente al Ejército de Liberación Nacional al comienzo de la década de los 70, organización en la que fue miembro de su Dirección Nacional. Fue detenido por las fuerzas del Estado y llevado a prisión por 10 años; tiempo en el cual desarrolló la vocería política en nombre del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN) en los procesos de paz adelantados con los Gobiernos de los presidentes Ernesto Samper Pizano, Andrés Pastrana Arango y Álvaro Uribe Vélez (2002 -2004). Estuvo 7 años en el exilio, tiempo en que realizó estudios e investigación sobre Conflictos y paces en el mundo, en el Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada (1 año) y en la Escola de Cultura de Pau de la Universitat Autónoma de Barcelona (6 años), bajo la tutoría y dirección de Vicenç Fisas Armengol. Realizó la Diplomatura en Cultura de Paz en la ECP/UAB, espacio pedagógico donde también se desempeñó como docente. Ha participado en Seminarios internacionales sobre paz y conflictos en la Universidad de Deusto – Bilbao, Universidad Pompeu Fabra – Barcelona, Instituto para el Derecho Internacional Humanitario de la Cancillería Suiza – Ginebra; ha dictado numerosas conferencias en centros académicos nacionales y en Europa. Ha sido distinguido con un Honoris Causa en Administración Empresarial con Énfasis en Educación. Ha publicado, junto con el periodista Jaime Jaramillo Panesso (QEPD) el libro “Felipe Torres: la palabra sin rejas”, ed. ITM, 2004. “Costos y efectos del conflicto en Colombia”, ed. Asamblea Permanente por la Paz, 2011. “La paz es ahora ¡carajo!”, ed. Fica 2014. “La paz posible: entre la ilusión y la incertidumbre”. Digital, 2020. “Desatar un nudo ciego”. Digital, 2020”; y “La paz en un trino , cien mensajes de paz”. Digital, 2021. Ha realizado investigaciones y consultorías para importantes instituciones nacionales e internacionales. Hizo parte del Consejo Consultivo de Geneve Call. Fue Gestor de Paz designado por el presidente Juan Manuel Santos. Es Promotor de Paz designado por el presidente Iván Duque Márquez. Es miembro fundador de ABCPAZ. Es miembro fundador del Centro de Estudios de la Paz y la Convivencia – CEPC. Es miembro fundador del Centro de Pensamiento Punto de Encuentro por la Paz y la Democracia y el Medio Ambiente. Escribe artículos de opinión sobre temas de paz y conflictos para medios de comunicación. Es casado y padre de 2 hijos. Reside en Bogotá.