Nuestro corazón está de luto. Plomo y sangre tiñen el horizonte, pero el dolor de rabia se inunda, una vez más. Resuenan los tambores de guerra enemigos. Es la hora del terror para defender el modelo neoliberal. Es la guerra ya declarada del Estado mexicano contra el pueblo que dice representar.
La matanza de Chenalhó es una acción de guerra sucia planeada y dirigida por el gobierno mexicano, es una acción terrorista que busca atemorizar a las masas para aislar al movimiento insurgente de sus bases. Acción militar valorada en sus consecuencias políticas, pensando que era un momento ideal, vísperas de Navidad, para que hubiera menos respuesta política.
La matanza de Chenalhó es la expresión de un nuevo nivel en la guerra contra el pueblo. Es una acción de guerra para promover la violencia y a partir de ella continuar escalando nuevos niveles de violencia represiva.
El ejército federal organiza, entrena, arma y dirige a los grupos paramilitares y a los escuadrones de la muerte, como parte de su concepción de guerra de exterminio, de "limpieza necesaria" para lograr el control político militar de las zonas donde amplios sectores de la población han optado por la búsqueda de una vida mejor, de justicia, igualdad y democracia.
Después de la matanza el ejército federal está tomando nuevas posiciones militares, supuestamente para auxiliar y proteger a la población, aplicando el ingrediente contrainsurgente de la acción cívica militar, buscando intensificar la presencia militar, desplegar nuevas unidades en el territorio chiapaneco, ejercer mayor control de la población, tener una posición mas ventajosa para atacar, acorralar y presionar al EZLN.
A partir de la amenaza de guerra, de la escalada en la presión militar y del clima de terror creado por los paramilitares y el ejército mexicano, el Estado mexicano busca una mejor correlación de fuerzas en el diálogo con el EZLN. Por eso el llamado gubernamental a retomar inmediatamente el diálogo.
El gobierno financia y arma a los caciques con recursos presupuestales que deberían ser para obra pública de beneficio social. El poder caciquil, con todos sus resabios feudales y con los guardias blancas, pistoleros y paramilitares es el eslabón de control gubernamental en el campo mexicano.
El sistema premia a los caciques con cuotas de poder político y económico y permitiéndoles participar en el narcotráfico, negocio que subsiste y florece bajo el control oficial. Y después el gobierno se dice ajeno a la masacre e indignado por el odio entre grupos e intenta hacer creer al pueblo mexicano que lo que sucede es una guerra entre etnias, interreligiosa o cuando mucho, una disputa por la tierra.
Hablar de las apariencias para ocultar las causas. Hablar de los ejecutores materiales, efectivamente indígenas pertenecientes a grupos paramilitares dirigidos por caciques locales, para ocultar que los asesinos intelectuales están en el gobierno federal.
Los asesinos de Chenalhó están en Los Pinos, en Gobernación, en la Sedena; los caciques y paramilitares chiapanecos que realizan el trabajo sucio del sistema son, a fin de cuentas, peones sacrificables.
El Ejército mexicano entrena a sus mandos medios y altos en contrainsurgencia, es común que reciban cursos en la Escuela de las Américas (EU) y que tengan asesores militares argentinos, del Mossad y de los servicios secretos inglés y español.
Estas enseñanzas las aplican al organizar y dirigir a los grupos paramilitares y escuadrones de la muerte, para el ejército es muy sencillo, es la aplicación concreta de la teoría de la "limpieza necesaria" que incluye el aniquilamiento de comunidades y actos de barbarie contra la población buscando aterrorizar y escarmentar a los simpatizantes de los movimientos insurgentes.
Y luego se habla de transición democrática. Si, hay libertad para conformarse con la hambruna, con el desempleo, con la delincuencia, insalubridad y falta de oportunidades para los niños y jóvenes. Hay libertad para estar de acuerdo con el modelo neoliberal de subdesarrollo y explotación económica. Hay libertad para manifestar la inconformidad pero sin amenazar la seguridad del sistema ni la continuidad del modelo neoliberal en nuestro país.
La matanza ocurrió en una zona intensamente vigilada por el ejército, a 200 metros estaban policías de seguridad estatales y además ocurrió en una área donde las redes de inteligencia militar debieron enterarse de lo que desde el domingo, después de la reunión de varios caciques, empezó a ser un rumor: que los paramilitares atacarían Chenalhó.
Esta matanza es una acción contrainsurgente que forma parte de la misma estrategia militar terrorista que se ha manifestado en la matanza de Aguas Blancas, en el accionar de los escuadrones de la muerte en la colonia Buenos Aires, D.F. y en Ocotán, Jalisco, en la guerra de exterminio, tan silenciosa como cruel que se libra en los Loxicha, Oaxaca, el secuestro y desaparición de luchadores sociales e insurgentes. Y claro, entonces como ahora, para preservar la imagen del Estado de Derecho se encarceló a unos cuantos pistoleros y caciques mientras el gobierno federal se lavaba las manos.
La sangre de Chenalhó, el dolor de los niños huérfanos y de los mutilados nos recuerda que en nuestro país no hay Estado de Derecho, que la soberanía nacional ha sido usurpada por un gobierno de facto que defiende los enormes intereses de un grupo de oligarcas aliados al gran capital extranjero.
El ensañamiento contra la población civil tanto de Chenalhó como de otras partes del país donde se utilizan la mutilación, el descuartizamiento y la violación tumultuaria como métodos para aterrorizar a las masas e intentar aislar a los movimientos insurgentes nos recuerda que el gobierno ya está en guerra contra el pueblo. Y nos recuerda también que es la hora de la organización, de la autodefensa popular, de la organización y acumulación activa de las fuerzas revolucionarias y democráticas que transformarán este sistema en uno que responda a los intereses de nuestro pueblo y que por tanto sea realmente democrático. Solo entonces se restituirá el Estado de Derecho.
El Comité Central del PDPR y la comandancia general del EPR decretaron a partir del día 23 un estado de alerta general. y desde nuestras trincheras, con el fusil en alto, expresamos nuestro dolor y nuestra solidadaridad a los hermanos indígenas chiapanecos, al mismo tiempo les decimos, ¡No están solos!. ¡Ya llegará la hora de los de abajo, la hora de los sin tierra, la hora de los que nada tienen, la hora de la justicia, de la democracia, de la libertad, tan reclamada, tan esperada, tan buscada!
¡POR LA VIA DEMOCRATICA REVOLUCIONARIA,TODO ELPUEBLO AL PODER!
¡POR LA REPUBLICA DEMOCRATICA, EL PUEBLO UNIDO TRIUNFARA!
¡CON LA LUCHA POPULAR, EL EPR TRIUNFARA!
PARTIDO DEMOCRATICO POPULAR REVOLUCIONARIO-PDPR
COMANDANCIA MILITAR DE ZONA DEL EJERCITO POPULAR REVOLUCIONARIO-EPR