Por la democracia, la justicia social y la soberanía nacional (Documento de trabajo)

UN DOCUMENTO DE LA IZQUIERDA
 
Nota de introducción
 
La producción intelectual de los diferentes grupos de la izquierda hondureña es muy pobre y poco conocida. Son raros los documentos de análisis, los ensayos de interpretación o evaluaciones de la coyuntura que son producidos por los diferentes grupos de la izquierda organizada del país.
 
Además, la circulación de tales trabajos es muy reducida. Reproducidos en las rarísimas publicaciones clandestinas o transferidos de mano en mano entre los amigos y militantes, esos documentos muy pocas veces trascienden al gran público o encuentran eco en las páginas de la prensa diaria. Generalmente su contenido se queda en el ambiente de las tertulias partidarias cuando no en los archivos de la policía. Por eso, cada vez que un documento de la izquierda, aunque sea un simple "documento de trabajo" como en esté caso, llega al conocimiento de un público más amplio, de inmediato despierta mucho interés y sirve para seguirle la pista al pensamiento de ese sector político de la sociedad hondureña, tan vilipendiado como desconocido.
 
En esta ocasión hemos decidido reproducir el "documento de trabajo" intitulado POR LA DEMOCRACIA,LA JUSTICIA SOCIAL Y LA SOBERANÍA NACIONAL, que, firmado por la llamada Dirección Nacional Unitaria de Honduras, expresa el pensamiento de varios grupos de la izquierda organizada del país entre los cuales están el Partido Comunista de Honduras, el Movimiento de Unidad Revolucionaria, el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (sección de Honduras) y, algunos otros grupos que han propugnado por la vía armada como fórmula de solución a los graves problemas que aquejan al país.
 
Este documento sirve para identificar las nuevas señales en el pensamiento político de la izquierda hondureña a la vez que refleja, de alguna manera, la forma en que han repercutido los cambios revolucionarios en Europa central y en la Unión Soviética, sobre la teoría y la práctica de muchos izquierdistas y comunistas hondureños.
 
POR LA DEMOCRACIA, LA JUSTICIA SOCIAL Y LA SOBERANÍA NACIONAL
 
(Documento de Trabajo)
 
La humanidad vive momentos estelares, con sus luces y sus sombras. Nos asomamos a los umbrales del siglo XXI en un mundo convulsionado por una de las mayores transformaciones sociales y políticas que marcará rumbo a la especie humana. Independientemente de las consecuencias negativas que hoy parece tener para la propia Europa y particularmente para el Tercer Mundo, el proceso renovador no se detendrá y debemos apreciarlo en su perspectiva histórica con ojo optimista y alentadora esperanza. Simultáneamente asistimos como testigos de una Revolución Científico Técnica que acelera, como nunca antes lo hicieron todos los inventos del hombre, el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad moderna. Ello explica, de cierto modo, el desplome de los modelos conocidos hasta hoy del Sistema Socialista que hablamos idealizado como alternativa social y que por su desarrollo, influyeron hasta mediados de los 80', en la relación de fuerzas económicas y políticas del mundo.
 
Los países que desde los anos 60 escogieron la llamada "Tercer Vía de Desarrollo" y en general, el Tercer Mundo, exhiben debilidades y falta de perspectiva para el progreso ulterior, acentuándose la brecha que le separa de las grandes metrópolis que les condena a una marginalidad creciente. Los grandes centros Imperialistas reordenan su economía y dinamizan sus métodos de acumulación y saqueo de sus periferias geopolíticas, incluyendo de manera decisiva en la vida social y política de nuestras naciones.
 
La ofensiva mundial del Imperialismo encaminada a revertir el avance logrado por los procesos de liberación nacional, sumada la crisis que hoy sacude a los modelos conocidos del sistema socialista, tiene su reflejo en nuestros países a través de corrientes de pensamiento político que fortalecen las posiciones derechizantes de grandes núcleos sociales que víctimas de la apatía o la desilusión, le "confieren validez y confianza a los viejos estereotipos maquillados ahora con el barniz del neoliberalismo.
 
Esta situación es la que permite a los responsables de la pobreza, la guerra y la antidemocracia, avanzar en el objetivo ideopolítico de que los pueblos asimilen como ejemplo "de democracia" los eventos puramente electorales que convierten la consulta popular, por la manipulación hábil de los medios de comunicación y el discurso populista, en una farsa que se repite cada 4 años para turnar en el poder a una u otra facción del bloque dominante; que confunden la "justicia social" con la redistribución de la miseria a través de mecanismos y medidas fondomonetaristas dictadas por los organismos de financiamiento internacional y "la paz" con la quietud impuesta con las armas y la resignada aceptación de las desigualdades sociales. Hay que admitir que en no pocas veces, esta corriente neoconservadora ha logrado su objetivo y los procesos electorales sólo han servido para convalidar, por la vía de un fraude computarizado, la legitimidad de regímenes "centristas" o simplemente reaccionarios que pretenden aprovecharse de la confusión ideológica reinante, para invalidar las grandes conquistas populares o alcanzar, por medio de negociaciones prolongadas, el desmantelamiento de movimientos o partidos que han recurrido .a las armas, como recurso obligado para solucionar primero la cuestión del poder político para enfrentar después la problemática social.
 
El hecho de que algunas vanguardias se desmonten de una metodología para incursionar en otras, sólo pone de relieve su impotencia aguzada por circunstancias adversas o su preocupación por salirle al encuentro a las tendencias señaladas y encauzarlas en beneficio de los intereses populares. Debemos decirlo y lo ratificamos aquí, en la perspectiva histórica, no existe otra alternativa social al régimen capitalista -con toda su carga de explotación, desigualdades sociales, miseria y saqueo- que no sea el socialismo. Empero, por el momento, no está a la orden del día como solución inmediata en ningún país de nuestro Continente y más bien las masas parecen orientarse por salidas más limitadas, pero "viables" y lo posible ahora resulta ser la profundización de la lucha por la DEMOCRACIA, pero no entendida como el esquema ineficaz y desautorizado de la llamada "democracia representativa", o "democracia restringida" que nos pretende imponer a rajatabla el dictado de Washington, ni mucho menos referida a la alternabilidad periódica, mediante procesos electorales fraudulentos, de unos u otros sectores de la clase dominante, sino la DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y AVANZADA, que implica necesariamente elegibilidad de las autoridades nacionales y locales, en el marco de la pluralidad política e ideológica y con la participación activa de las masas; el uso adecuado de mecanismos de control, desde abajo, que le.permitan al pueblo la fiscalización permanente de las mismas, así como la defensa, y ampliación de sus derechos sociales.
 
Ciertamente, ante la propuesta de la revolución política adelantada por la izquierda, nuestro pueblo parece haber reforzado más bien la institucionalidad política del sistema que pretendimos revolucionar, pero solo ratifica con su voto, en la medida que hemos sido incapaces para unificar nuestras fuerzas atomizadas por una dispersión ideológica traumatizante o ambiciones subalternas enfermizas, para darle una ALTERNATIVA POLÍTICA DE PODER diferente pero real, que vaya al encuentro de sus grandes problemas comenzando por devolverle su confianza en sus propias fuerzas y en sus propios líderes y desmitificando la política de aquellas "tradiciones" que parecen condenar al pueblo hondureno al suplicio de Sísifo de levantar cada 4 años la pena de sus mejores esperanzas, llevándola hasta la cima de unas elecciones amañadas, para verla caer después, cuando se estrellan sus más caras aspiraciones contra el pedestal de yeso de falsos líderes y demagogos de pacotilla. Los vertiginosos cambios que hoy se producen en el mundo y en la conciencia de nuestro pueblo, nos ponen ante los ojos la necesidad de renovar nuestra mentalidad política. La búsqueda de nuevos senderos. Si enfatizamos éstas circunstancias es porque son los problemas que tenemos que resolver, los retos que nos plantea el mundo de hoy.
 
I. ¿COMO IMPULSAR LOS CAMBIOS NECESARIOS?
 
Hoy más que nunca, para lograr los cambios tenemos que conseguir el consenso de las mayorías, muchas de las cuales, siguen siendo la obligada clientela de esa institucionalidad que hemos sometido a indiscriminado ataque y excluido de nuestras proyecciones políticas.
 
Esa pertenencia determina, o explica por qué sectores sociales considerables sólo se movilizan por objetivos inmediatos y aún se muestran renuentes a darle su apoyo a proyectos políticos más avanzados, pero que consideran de improbable factibilidad.
 
Por la fuerza de las circunstancias del mundo actual, los ritmos y los plazos de las revoluciones populares se han tornado más lentos o se alargan.
 
Se trata de luchar, en el marco concreto de nuestra realidad nacional por una DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y AVANZADA, POR LA JUSTICIA SOCIAL, POR UNA REESTRUCTURACIÓN DE NUESTRA ECONOMÍA QUE RESPONDA A LOS INTERESES DEL PUEBLO, POR EL RESCATE DE LA SOBERANÍA Y LA IDENTIDAD NACIONALES, Y POR HACER PREVALECER LA CONSTITUCIÓN SOBRE LA ARBITRARIEDAD. No podemos seguir activando con las conceptualizaciones esquemáticas, sino en torno a las tareas subrayadas arriba, que por las condiciones políticas que vive nuestro país, su sola aplicación constituiría ya un cambio radical.
 
Con esto no estamos decretando la invalidez o muerte de los procesos revolucionarios. Estos los impulsan los pueblos en el momento que quieren y en la forma que quieren, para decirlo libremente; siempre y cuando cuenten en loe momentos decisivos con una vanguardia política que asuma audazmente su liderato.
 
Simplemente estamos señalando tareas políticas que debemos cubrir.
 
Para conseguirlo es importante desbloquear las fuerzas sociales contenidas en las instituciones diversas.
 
Debemos abandonar aquellos criterios que sólo conceden veracidad filosófica, pureza ideológica, pristinidad política, autenticidad patriótica y legitimidad clasista a quienes pertenecen a encuadramientos afines.
 
Ello nos aísla de grandes sectores sociales y la vida sigue como la conocemos sin cambiar. Perseveremos en la unidad dentro de la diversidad.
 
El rigor del criterio científico debemos acompañarlo con una fuerte dosis de realismo y agilidad política. Trabajaremos en esa institucionalidad diversa no sólo para redimensionar las fuerzas sociales favorables al cambio radical, sino también para procurar los cambios de menor intensidad, para hacer política aquí y ahora; para cambios concretos, para objetivos inmediatos. Sólo porque quizás se alarguen los plazos de la revolución, nosotros no tenemos por qué renunciar a defender los intereses inmediatos de nuestro pueblo, lograrle beneficios, reducirle sufrimientos, enseñarle a luchar sin perder la perspectiva revolucionaria en el marco de la sociedad civil y del Estado actual. Vincularnos a la Institucionalidad en sus diversos componentes parece ser un rumbo acertado. En cada uno de ellos encontramos sectores que básicamente coinciden con los ideales que soñaron nuestros próceres, la nacionalidad por la que dieron su sangre y el imperio de las Leyes positivas que deberán de cobijar y proteger a todos, excepto a quienes vuelvan la espalda a la Patria y a la humanidad. Por ahora, allí donde es más posible impulsaremos y desarrollaremos un liderazgo nacional capaz de nuclear a su alrededor a sectores del movimiento popular; membresía institucional y corrientes ya organizadas. En el último caso, al menos por ahora, trataríamos de buscar alianzas, e incluso trabajar dentro de ellas.
 
II. NECESIDAD DE UNA PROPUESTA POLÍTICA NACIONAL
 
Por todo ello es imprescindible la elaboración de una PROPUESTA POLÍTICA NACIONAL y el ejercicio de una ética política que infunda confianza y dé solidez a los sujetos capaces de constituirse en la base social del proyecto.
 
Se impone un planteamiento unificado que tamice el programa y el discurso general de las instituciones reivindicativas del movimiento popular.
 
La elaboración de la PROPUESTA POLÍTICA NACIONAL, más las medidas de articulación, organicidad, difusión y demás providencias prácticas, son labores que debemos iniciar inmediatamente; orientaremos a nuestros partidos y organizaciones a fin de apoyar este rumbo, de manera que en pocos años no hayamos convertido en ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA DE PODER, con el importante apoyo del pueblo. Como consideración final, por ahora, diremos que aquí no estamos formulando juicios de valor sobre metodologías y líneas políticas de nadie. Dijimos claramente en el título que se trata de un documento de trabajo que busca abrir un debate y establecer un consenso; a lo sumo, lo que se nos puede señalar, como aprobación o acusación, es que intentemos viabllizar QUE EN LA REALIDAD DE LO POSIBLE SEA POSIBLE UNA REALIDAD MEJOR para el pueblo y nuestra nación.
 
DIRECCIÓN NACIONAL UNITARIA DE HONDURAS
 
Agosto de 1990
 
Fuente: Boletín del Centro de Documentación de Honduras no. 114, Octubre de 1990.