Documento de la Organización No. I (Cuaderno de educación política revolucionaria)

DOCUMENTO DE LA ORGANIZACIÓN Nº I
(CUADERNO DE EDUCACIÓN POLÍTICA REVOLUCIONARIA)


“La crítica no arranca de las cadenas las flores
imaginarias para que el hombre soporte las som-
brías y escuetas cadenas, sino para que se las
sacuda y puedan brotar las flores vivas”
Carlos Marx. La Sagrada Familia
Editorial Grijalvo,
Méx. pp. 9, 10, 11.


La revolución mexicana de 1910-17 fue la continuación de la lucha del pueblo mexicano por la conquista de su emancipación económica, política y social. Se caracterizó por la participación masiva del pueblo en la lucha armada, por la combinación de diversas fuerzas de combate popular y por la creación de verdaderas zonas liberadas en las que el propio pueblo levantado en armas ejercía el poder (como fueron los territorios dominados por los ejércitos revolucionarios); fue una guerra popular en contra del sistema dictatorial de Porfirio Díaz, quien mantenía al pueblo sujeto a condiciones de miseria, ignorancia y al margen totalmente de la dirección política del país.

Entre las causas que determinaron el movimiento armado de 1910 podemos destacar las siguientes:

La formación del latifundio que dejó a un 85% de campesinos sin tierras y los sometió a condiciones de explotación extenuantes; la fuerte presión fiscal sobre el pueblo ya que los impuestos recaían sobre él y sobre algunos grupos de comerciantes que controlaban el comercio interior; la existencia de una oligarquía formada por los hacendados; los industriales extranjeros y los políticos al servicio de la dictadura, los que constituían grupos de poderosos que controlaban la economía del país y tenían en sus manos la riqueza, esto hacia que los pequeños productores y comerciantes no tuvieran posibilidades de crecimiento, lo que provocó un gran descontento en dicho sector; por otro lado, la situación mundial producida por la crisis de 1907, provocó una disminución de exportaciones de productos agrícolas y mineros, lo que hizo más grave la situación económica del país.

Uno de los rasgos fundamentales del sistema de gobierno de Porfirio Díaz, fue la centralización absoluta del poder; las elecciones de gobernadores, legisladores, presidentes municipales y, en general todo puesto de tipo político, las hacía directamente el presidente, el pueblo no ejercía ningún tipo de participación; las grandes decisiones económicas y políticas eran tomadas al margen de las necesidades populares.

Los grupos descontentos con la política de Díaz, fueron apoyados por el capital norteamericano, ya que el dictador, en sus últimos años de gobierno, favoreció a los capitalistas ingleses y franceses.

Toda manifestación de descontento fue brutalmente reprimida por la policía y el ejército de la dictadura, ejemplo de ello fue la masacre de Río Blanco durante la huelga de los obreros que luchaban por mejores condiciones de trabajo y de vida y, que en ese entonces, junto con la huelga de Cananea, constituyeron las primeras luchas que anunciaban el gran movimiento social que se avecinaba.

Los campesinos, obreros y demás clases trabajadoras se sumaban espontáneamente al movimiento armado, dada la situación de explotación a que estaban sometidos por las clases dominantes: latifundistas, clérigos, comerciantes, militares y al frente de ellos el grupo de los intelectuales al servicio de la dictadura, conocido como “los científicos”.

El hecho de que la dictadura hubiera afectado los intereses de diferentes grupos, entre ellos terratenientes, pequeños propietarios, profesionistas, intereses extranjeros y de grandes masas campesinas y obreras, determinó que en la revolución intervinieran diferentes ideologías e intereses, pero lo que permitió vencer a la dictadura fue la participación de las masas del pueblo en la lucha.

Las masas populares se unían espontáneamente a la “bola” siguiendo a los caudillos, con la esperanza de que ellos resolvieran los problemas existentes, en lugar de comprender que era el propio pueblo el responsable del cambio en la situación, y el que debería dirigir el movimiento revolucionario si quería garantizar la solución de sus problemas vitales. Como no había ni se formó durante la lucha, una organización o partido representativo de los intereses de las masas populares que enarbolara un programa que uniera y reflejara los intereses de los campesinos y de los obreros, las dos principales clases que participaron en la lucha, la dirección política y militar de la revolución, quedó en manos de los representantes de la burguesía; en lugar de que fuera el propio pueblo, los pobres, el que determinara la forma de resolver los problemas; cuando la revolución triunfó, fueron los burgueses, los ricos, los que aprovecharon el movimiento revolucionario para enriquecerse, aunque para tomar la dirección de la revolución tuvieron que combatir y matar a los auténticos caudillos populares, como Villa y Zapata.

Al darse cuenta los campesinos de que sus intereses estaban siendo traicionados, se rebelaron contra el grupo de Carranza y Obregón que representaban los intereses de esos grupos de burgueses y formularon, en el Manifiesto a la Nación y en el Plan de Ayala de Emiliano Zapata; sus propias demandas, exigiendo con las armas en la mano su solución.

La lucha que emprendieron los constitucionalistas contra Villa y Zapata, fue el inicio de la lucha violenta de esos pequeños grupos contra el pueblo, representado en ese momento por los 2 caudillos, y que empezaba a ser consciente de que únicamente un gobierno de obreros y campesinos garantizaba el respeto de los intereses de las mayorías.

Inicialmente la revolución tuvo un carácter popular, democrático y antiimperialista -particularmente con Villa-. Cuando el constitucionalismo tomó la dirección de la revolución, cambió el carácter de la misma, tornándola antipopular, falsamente revolucionaria y proimperialista. El carácter antipopular del carrancismo se manifestó en las campañas de exterminio emprendidas contra las fuerzas populares; el carácter antirrevolucionario, con la aplicación mañosa y burocrática de los artículos 27 y 123 de la constitución de 1917, que se refiere a la reforma agraria y al derecho obrero, y con la creación de las grandes centrales obreras y campesinas, que más que representar a los trabajadores sirven para dominarlos.

Carranza y su grupo se caracterizaron, también, por su labor corruptora, combinaron el asesinato, el soborno, la traición y el engaño para imponer sus intereses sobre el pueblo.

La consolidación del poder reaccionario de este grupo, tiene lugar con el asesinato de Zapata, la dispersión de la División del Norte y el asesinato de Villa. Estos dos momentos marcaron la derrota momentánea del pueblo, ya que, como no había una organización que lo representara, ni existían líderes populares nacionales que pudieran defenderlo con las armas en la mano, la voluntad popular de combatir no encontró un cauce adecuado y sólo se manifestó, después, parcialmente. Esta derrota y desorganización momentánea estuvieron propiciadas por la falta de comprensión, por parte del pueblo, de que la única garantía de la victoria es que él mismo tome el poder, en lugar de entregarlo a sus enemigos.

Consolidado el poder, el sector carrancista se valió de sus puestos en el gobierno para apropiarse de las mejores tierras, convertirse en dueño de fábricas y empresas y acumular inmensas fortunas, aliándose con los anteriores propietarios que lograron subsistir e iniciaron una política de desarrollo económico para garantizar su dominio en contra de los trabajadores. El crecimiento que logró el país en los años siguientes al período de Cárdenas, se fincó en la cada vez mayor explotación de la clase trabajadora.

La clase explotadora, después de lograr el control político con Calles, inició un proceso de desarrollo capitalista frenado anteriormente por las luchas intestinas, alcanzó a crear ciertas condiciones para romper el atraso y las trabas al desarrollo de este sistema, garantizando, al mismo tiempo, su dominio de clase en el período cardenista. Aunque en esta etapa se realizaron acciones que beneficiaron a los trabajadores, sus objetivos no eran los de acabar con la dominación de los ricos, liberando a los trabajadores, sino los de garantizar la dominación económica, política y social del pueblo, por la burguesía. En lugar de cambiar la distribución de la riqueza y de los medios de producción y ponerlos en manos del pueblo, se pusieron en práctica medidas que hicieron más fácil y productiva la explotación de los trabajadores.

El reparto agrario que se hizo en esta época tenía tres finalidades: 1) Consolidar políticamente al gobierno, acallando mediante el reparto, las protestas de los campesinos, y permitir, de ese modo, la pacificación del país mediante el asesinato de los pocos que aún defendían los intereses del pueblo y pedían cambios revolucionarios reales. 2) Garantizar el suministro de alimentos y materias primas para la industria y las ciudades, con el objeto de hacer posible el desarrollo de los sectores industriales y comerciales de la actividad económica y permitir una mayor explotación de la agricultura, por estos sectores. 3) Garantizar una oferta de mano de obra para el sector capitalista de la agricultura y para la industria, haciendo posible una mayor explotación del trabajo asalariado, ya que como había más trabajadores que empleos, los salarios que se pagaban eran muy bajos; al mismo tiempo que se neutralizaba el poder político de los campesinos convirtiéndolos en propietarios ¡aunque su propiedad fuera tan pequeña y tan pobre que los mantuviera en situación de miseria y los obligara a vender su fuerza de trabajo por salarios ínfimos para poder subsistir!.

En materia agraria ya se manifestaban las tendencias a la concentración de las tierras, a la nueva acumulación y el despojo de los campesinos pobres, por lo que al final de este período presidencial se hicieron las primeras concesiones de inafectabilidad ganadera.

La política laboral y la creación de grandes centrales obreras y campesinas, tampoco tenían por objeto liberar a los trabajadores de la explotación, por el contrario, facilitó el dominio gubernamental de los sindicatos.

En cuanto a la posición antiimperialista del gobierno de Cárdenas fue parcial; la clase explotadora, o sea la burguesía, adoptó esa política porque fue obligada a ello por los trabajadores, en especial los petroleros, que junto con los ferrocarrileros, eran los mejores organizados y los más conscientes. Pero la expropiación sólo se hizo contra las compañías petroleras; fue el último de los actos reales contra el imperialismo y no benefició directamente a los trabajadores, sino a los empresarios, al proporcionarles petróleo, gas y gasolina a precios muy bajos y permitirles de esa manera elevar sus ganancias. A pesar de todo podemos considerar al gobierno del Gral. Cárdenas como progresista, ya que permitió cierta independencia al movimiento obrero y campesino, que en ese momento consiguió arrancar, mediante un gran movimiento huelguístico medidas como la expropiación petrolera, el reparto agrario y la creación de organizaciones para agrupar a los trabajadores (CTM) y a los campesinos (CNC). Es necesario señalar, también, que estas transformaciones sólo pudieron tener lugar en un momento en que la situación internacional era favorable; ya que la cercanía de la Segunda Guerra Mundial comprometió a todas las potencias imperialistas que no pudieron actuar en ese momento contra México.

Así mismo, hay que entender que todas estas medidas que en un momento determinado la burguesía pudo llevar a cabo, tomando en cuenta la situación internacional, la situación interna del país y apoyándose en el pueblo, las hizo para consolidarse económica y políticamente como clase en el poder.

Después del período cardenista la elevación de los precios de los productos agrícolas que México vendía en el extranjero, causada por la desorganización del comercio internacional, que produjeron la Segunda Guerra Mundial y la de Corea; el incremento de los préstamos internacionales a México, la entrada de capitales extranjeros al país y la gran inversión del gobierno en obras públicas, produjeron una relativa estabilidad política y el mejoramiento de la situación económica de algunos sectores de la población por lo que, formas menos violentas de dominación fueron las principales. Es necesario aclarar que la inversión pública en obras se hizo mediante el aumento de los precios de los artículos de consumo, los que se duplicaron entre 1941 y 1945, y aumentaron al más del doble, nuevamente, entre 1946 y 1953, mientras que los salarios aumentaron mucho menos o permanecieron constantes. Los que pagaron el crecimiento económico fueron los trabajadores a costa de vivir peor.

Se dio comienzo a un proceso de contra reforma que en líneas generales puede establecerse en los siguientes puntos:

1.- El ejido colectivo se sustituyó por la gran producción privada capitalista, dedicada a la exportación, subsidiada por el Estado y penetrada por el capital norteamericano.

2.- Se abrieron las puertas al capital norteamericano que invadió la industria, el comercio, la agricultura y las finanzas en contra de la política de nacionalización de empresas extranjeras.

3.- Apareció una industria privada financiada por el Estado, dedicada a la producción de alimentos, bebidas, vestidos, petróleo, electricidad, industria química, textiles, etc., y dominada por el capital extranjero (norteamericano), contra la anterior organización industrial en forma de cooperativa y en manos de los obreros como los ferrocarriles, el petróleo, la pesca, etc.

4.- Se incrementaron nuevamente, la deuda y la inversión extranjera, aumentando la dependencia económica del país.

5.- Las que fueron organizaciones clasistas de los trabajadores y campesinos, se convirtieron en grupos de presión manejados por el gobierno, no para defender los intereses de los obreros y los campesinos, sino para ejercer el control y mediatizar a dichas clases.

6.- La educación de carácter popular y laica, se convirtió en una educación para privilegiados, se impulsó la creación de escuelas confesionales.

7.- Finalmente, la concentración de la riqueza en pocas manos dio lugar al aumento de la pobreza de la mayoría.

La economía del país creció, pero ese desarrollo económico si bien significó el aumento de las ganancias de los ricos y una ligera mejoría para algunos sectores de la población, para los trabajadores, los obreros, los campesinos, los que tan sólo poseen su fuerza de trabajo para vivir, para los pobres, sólo significó mayor pobreza, mayor explotación y menor posibilidad de participar en la vida política del país. El desarrollo económico se hizo a espaldas y contra el pueblo, aunque, sin trabajadores no pueda haber producción, ni desarrollo económico, ni riqueza.

El proceso de contrarreforma se consolidó para dar lugar a un capitalismo dependiente del capital norteamericano y subdesarrollado, caracterizado por una política de represión cada vez mayor contra cualquier movimiento de tipo popular, ejemplos de ella fueron, en las últimas décadas, entre otros, los siguientes:

La ocupación del internado del Instituto Politécnico Nacional, por las tropas en 1956.

El encarcelamiento de los líderes del movimiento magisterial en 1958.

La brutal represión contra el movimiento ferrocarrilero, telegrafista y electricista, en 1959, que produjo más de 5,000 presos, entre ellos los dirigentes Demetrio Vallejo y Valentín campa, los que fueron acusados de disolución social. Delito con el que se trató de justificar el clima de terror impuesto por el gobierno.

La represión por el ejército de las manifestaciones en apoyo a la revolución cubana en contra de la invasión mercenaria propiciada por los Estados Unidos, en 1961.

El asesinato, en 1961, del líder de los campesinos ixtleros y candelilleros del norte, licenciado Ricardo Todd.

El acribillamiento del dirigente campesino Rubén Jaramillo, de su esposa y de sus hijos, en mayo de 1962.

El asesinato, en 1962, de otros dirigentes agrarios: Anacleto Carrera en Oaxaca; el Profr. Flores en Tepoztlán, Mor.; Antonio Silva en Chilchota, Mich. Y Antonio Herrera en Acatlán Pue.

A partir de 1965 la represión se ha extendido hacia cualquier grupo de trabajadores que luche por conseguir sus demandas, así fue el caso de los médicos, los choferes de algunas líneas de autobuses, camiones foráneos, y taxis, los trabajadores eventuales de petróleos mexicanos, los maestros de primaria, algunos sectores de cañeros y otros.

En 1966, la intervención militar en la Universidad Nicolaíta para sofocar el movimiento estudiantil popular contra el gobernador del estado. La represión contra los estudiantes se ha desatado, también en Mérida, Yuc., Tabasco y Hermosillo, Son.

En 1965, el exterminio del grupo de campesinos y estudiantes dirigidos por Arturo Gamíz, Pablo Gómez que atacó el cuartel de Ciudad Madera Chihuahua.

En 1967 el ejército cercó la Universidad de Puebla. Este caso de dio también, en Sonora, Tabasco, San Luis Potosí, Yucatán, Michoacán y Durango.

La historia de la represión registra, también, hechos violentos sucedidos en los estados donde se ha seguido el juego político impuesto por los grupos gobernantes, así es el caso de Sonora, Veracruz,, Chihuahua, Yucatán, Tabasco y Baja California.

El virtual estado de sitio que prevaleció en el estado de Guerrero desde 1960, que ha llevado al levantamiento armado de Genaro Vázquez Rojas y al de Lucio Cabañas y en contra de los cuales las fuerzas militares experimentan modernos métodos de represión, asesorados por instructores yanquis.

La matanza de un grupo de copreros que se reveló contra la corrupción sindical, en agosto de 1967.

La feroz represión del movimiento estudiantil popular de 1968 en la Ciudad de México, con un saldo de cientos de muertos y heridos, y el secuestro y encarcelamiento de todo aquel que al gobierno le parezca sospechoso, pretextando combatir una conjura comunista en contra del país.

El empleo rutinario del ejército, el virtual estado de sitio, la suspensión de garantías individuales que impera en el país desde esa fecha y que tiene una de sus más altas expresiones en la matanza de jóvenes, mujeres y niños el dos de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

Podemos resumir la situación actual de la siguiente manera:

a).- EN LO ECONOMICO

La agricultura sigue siendo la actividad económica más importante del país. Absorbe poco más de la mitad de la población trabajadora o sea, siete millones de personas, a pesar de lo cual, sólo cuenta con la décima parte de capital nacional y solamente recibe la quinta parte del total de los sueldos, salarios y ganancias que se producen en el país, o sea, el ingreso nacional.

Pero si la agricultura en su conjunto es pobre, existen muchas desigualdades dentro de ella, ya que las dos terceras partes de las gentes que trabajan no poseen tierras, o sea, unos cuatro y medio millones de campesinos. Entre los que poseen tierras, la mitad de los propietarios, o sea, un millón y cuarto de campesinos, tienen dos millones de hectáreas en parcelas de una hectárea y media aproximadamente y reciben un ingreso de sus parcelas de $750.00 al año aproximadamente, o sean, $62.50 al mes; mientras 12 mil propietarios tienen en sus manos más de las dos terceras partes de la tierra cultivada (70%) y casi las dos quintas partes de la tierra de riego (39%), reciben de sus parcelas un ingreso promedio de 385 mil pesos anuales, o sea, treinta y dos mil pesos al mes.

Noventa mil propietarios reciben más de las dos terceras partes de las ventas agrícolas (70%), en tanto que un millón y cuarto reciben menos de la veintava parte (4.2%) de esas ventas.

La producción está controlada por una minoría, los grandes propietarios tienen en sus manos la producción de trigo, más de la mitad de la de maíz, de arroz, de ajonjolí, jitomate, hortalizas y por medio de los ingenios la de azúcar; las compañías norteamericanas, muchas veces junto con los grandes propietarios, dominan la producción de algodón, café, tabaco, cacao y algunas legumbres.

Las desigualdades que existen en el campo, en lugar de desaparecer van aumentando. El gobierno en vez de favorecer a los pequeños agricultores, brinda su apoyo a los grandes, mediante los créditos, la construcción de caminos y las obras de riego; en tanto que los pequeños agricultores no reciben ninguna o escasa ayuda y por falta de recursos se dedican, fundamentalmente, a una producción de autoconsumo, que apenas les alcanza para subsistir, o en el mejor de los casos, caen en manos de agiotistas y prestamistas locales que les compran sus cosechas “en versa” o al tiempo y, de hecho, los convierten en peones de sus propias parcelas.

Junto a esta situación de desigualdades que se agudizan se opera, al amparo de algunas leyes antipopulares y del proteccionismo gubernamental, un proceso de contrarreforma agraria creciendo la concentración de la tierra, principalmente de las mejores tierras de riego mediante el despojo de núcleos ejidales o agricultores pobres.

La industria mexicana tienen un lento crecimiento, no genera gran cantidad de fuentes de trabajo, ocasionando que el desempleo aumente cuando el crecimiento de la población hace necesario 660 mil nuevos empleos que no son creados. Que tan sólo en la ciudad de México existen un millón de parados, no son más porque una parte de los empleados son absorbidos por la industria de la construcción mediante salarios bajísimos.

Como la industria, además, está concentrada en los alrededores de dos ciudades: México y Monterrey, se hace aún mayor la diferencia entre los niveles de vida de éstas y el campo; la separación entre las fábricas y las fuentes de recursos eleva los precios de la producción hecho que recae sobre el salario de los trabajadores y al mismo tiempo, la abundancia de trabajadores hace que éstos sean muy explotados mediante salarios bajos.

Mientras los burgueses sólo por ser dueños del capital, reciben casi las dos terceras partes de las ventas totales, los trabajadores que son los que producen, reciben solamente la tercera parte. En 1959 y1964 la tercera parte de los trabajadores, unos tres y medio millones, no obtuvieron ningún aumento de salarios, mientras el costo de la vida aumentó un tercio (34%), los precios de la vivienda aumentaron la mitad (53%), los de los alimentos, en un tercio (30%), los del vestido y el calzado, en dos quintas partes (44%).

La industria mexicana es extractiva o produce mercancías de consumo que requieren poca mano de obra, no existe industria pesada que produzca máquinas-herramienta, por lo que se mantiene una gran dependencia de los Estados Unidos, que nos venden la mayor parte de la maquinaria que se utiliza en el país, pero la penetración imperialista, también es muy importante en todas las ramas de la producción industrial y minera. La mitad de la industria privada del país y la mitad de la minería están dominadas por compañías extranjeras, en algunas ramas productivas el dominio completo lo tiene el capital norteamericanno. General Motors, Ford, Chrysler, Rambler, Datsun, Volkswagen, controlan la producción de automóviles; Good Year Oxo, Euzkadi, General Popo y U. S. Rubber la de las llantas; American Smelting, American Metal, Anaconda, Cananea Cons.; el Potosí Mining Co. Y otras la mineria; General Electric, RCA Victor, Philco, Phillips, Westinghouse, Admiral, Volvo y otras la de artículos eléctricos; Cyanamid, Monsanto, Dupont, Unión Caribe, Bayer y otras las de productos químicos industriales; Merc, Parke Davis, Smith Kleine and French, sidny Ross, Bayer y otras, las de productos químicos farmacéuticos; National Cash, Register, Guillet, H. Steal, Remington, Singer, etc. La maquinaria y `productos metálicos; Movil Oil, Texaco y Esso, la de lubricantes; Anderson Clayton, Coca cola, Pepsi cola, Kallog, Kraft, del Monte, Nabisco , Reakston Purina, General Food, Unit fruit, Co. Etc., la de alimentos y bebidas; controlan además otras ramas y tienen grandes intereses, como son: Procter y Gamble, Sears, Kimberly Clark, Woolworth, Aurrera, Gigante, Celanese, etc.

Las grandes desigualdades que se presentan en la agricultura también existen en las otras actividades productivas, en el comercio un poco más de la centésima parte de los establecimientos existentes (1.8%) poseen las tres cuartas partes del capital de ese sector y reciben las dos terceras partes de los ingresos totales en la industria y en los servicios, también la centésima parte de los establecimientos (1.5% en la industria y 1% en los servicios) poseen las cuatro quintas partes del capital y reciben entre tres y cuatro quintas partes de los ingresos totales.

En otras palabras, de los 45 millones de mexicanos entre los que 15 millones de trabajadores, sólo mil quinientos o dos mil familias son dueñas del capital y las que reciben la mayor parte del ingreso total.

Otro rasgo de la situación económica es la creciente hipoteca del país mediante los préstamos internacionales. Mientras en 1956 la deuda externa de México era de 3,350 millones de pesos, en 1965 ascendía a 22,925 millones de pesos y en 1969 a 32, 375 millones, es decir, casi diez veces mayor. Actualmente los pagos de esa deuda son de 6,250 millones anuales por amortizaciones, más 2,000 millones de pesos por pago de intereses. Si a las cifras anteriores agregamos las utilidades que el capital extranjero envía al exterior, 3,250 millones de pesos y 11,250 millones al servicio del capital extranjero, tenemos que sale del país la cantidad de casi 23,000 millones de pesos.

Desde finales de la década pasada el crecimiento económico a costa de los grupos mayoritarios se va debilitando; terminan los efectos benéficos causados en los precios de los productos de exportación por las guerras, los préstamos internacionales van llegando a sus niveles más altos y los pagos de esa deuda aumentan; los capitales extranjeros que cada vez dominan más la economía nacional, exportan mayores ganancias, saliendo por este concepto grandes cantidades de dinero del país; las inversiones públicas disminuyen. La situación económica se deteriora, al mismo tiempo que la penetración imperialista y la dependencia de México de otros países, principalmente Estados Unidos, son mayores. Pero a medida que las dificultades económicas aumentan, los que sufren este estancamiento, son los pobres, los trabajadores que ven aumentar los precios de los artículos que compran mientras sus ingresos no aumentan. Las diferencias entre los pobres y los ricos, entre poseedores y desposeídos, son mayores. Un reducido número de capitalistas son cada vez más ricos mientras la mayoría de la población es más pobre.

Cuando el estancamiento y el retroceso económico de la mayoría, las medidas demagógicas y la corrupción van siendo menos efectivas para someter a la población. Y cuando los trabajadores y el pueblo, en general, se atreven a protestar y exigir sus derechos, el asesinato y la masacre, vienen a convertirse en las armas principales de este gobierno antipopular y de esta burguesía reaccionaria y explotadora.

b) EN LO POLITICO:

La burguesía y el gobierno, para consolidar su poder en contra del pueblo y traicionando la revolución popular, crearon el llamado Partido Revolucionario Institucional (PRI), mediante el cual se ejerce un monopolio completo del poder, supeditado al presidente de la República. El poder legislativo, que debería estar compuesto por representantes del pueblo, es designado directamente por el presidente y se muestra sumiso a cualquier orden presidencial, lo mismo sucede con el poder judicial. De esta manera la lucha por el poder entre los diferentes grupos de la clase que monopoliza el gobierno del país se convierte en una farsa en la que gana el que mejor garantiza los intereses de la clase explotadora y del imperialismo, mientras las masas populares se contentan con desear que el próximo gobernante no sea más malo que el actual, sabedores de que cualquier intento democrático es imposible y que por medios pacíficos no puede obtener una participación real.

La imposibilidad de realizar movimientos de oposición se extiende hasta los sindicatos y se presenta por la represión constante y de diversas formas: Económica, ideológica, armada, etc.

El creciente agravamiento del descontento popular hace necesario que el gobierno acopie medios y cuerpos represivos, como son la compra de tanques antimotines, la fabricación y prueba de bombas de napalm, el desplazamiento continuo en la ciudad y el campo del ejército, los granaderos y la policía. Todo lo anterior es síntoma del debilitamiento político del régimen que se ha visto obligado a emprender una guerra psicológica para tratar de convencer al pueblo que es imposible vencer a ese cuerpo militar y policiaco y que, por lo tanto, nada se puede hacer.

La latente voluntad de oposición al gobierno se enfrenta a una crisis de dirección. La simpatía popular con movimientos de oposición, como el estudiantil, demuestra que el pueblo está descontento con la situación existente; pero las pocas manifestaciones abiertas y combativas de apoyo a núcleos organizados de trabajadores o de otros sectores de la población, demuestra que el pueblo no sabe como organizarse y que no hay organizaciones o partidos de vanguardia, que pueda en el momento preciso, ponerse a la cabeza del pueblo y dirigir sus acciones revolucionarias con el fin de que pueda arrebatar el poder de los que, traicionando a la revolución mexicana, han utilizado el poder contra el pueblo y para explotar a los trabajadores.

c) EN LO SOCIAL:

Grandes capas de la población permanecen al margen del desarrollo económico y social. La miseria, la insalubridad, analfabetismo y la muerte prematura atacan a la mayoría de la población.

En 1964 la mitad de las familias mexicanas recibieron un ingreso de 94.55 pesos al mes. De la población total, diez y medio millones de habitantes son analfabetas, millones no comen carne, pescado, leche o huevos; 21 millones no comen pan de trigo, cinco millones andan descalzos y ocho millones más usan huaraches.

La mitad de las casas del país están hechas de adobe, las dos terceras partes de ellas (67%), en donde viven 25 millones de habitantes no tienen agua dentro de la casa; cuatro quintas partes (79.2%), en donde viven 28 millones, no tienen baño con agua corriente; en las dos terceras partes (64.2%) en las que viven casi 23 millones, no tienen drenaje. La mitad de la población del país, viven en casas de un sólo cuarto que sirve de dormitorio, comedor y cocina.

Además se presentan otras características negativas, como son la creciente y continua corrupción de los valores y la cultura nacionales, formando una imagen falsa de México y lo mexicano y utilizando la propaganda para deformar los gustos populares, creando necesidades de consumo que permiten una mayor dominación política y una mayor explotación económica del pueblo; la creciente discriminación de los pobres y de lo nacional y la mayor penetración de lo extranjero.

D) DE LA SITUACION INTERNACIONAL:

Como puede verse la situación actual del pueblo hace necesario que nuevamente las masas trabajadoras se organicen y luchen contra los usurpadores y explotadores, sin embargo, con el fin de determinar lo más correctamente las perspectivas de la lucha es necesario considerar la situación internacional en la que se presentará para ver cómo influirán las fuerzas externas.

La experiencia durante este siglo, enseña que todos los movimientos populares contra los explotadores, donde quiera que se realicen, deben luchar, no sólo contra los propios explotadores del país y del pueblo que emprende la lucha, sino también, contra los explotadores extranjeros, socios de los explotadores nacionales.

En la medida en que la economía de los países pobres es dominada por compañías de los países ricos, en la medida en que las ligas económicas entre los capitalistas de un país y las de los países ricos, que dominan la economía de los atrasados, son mayores, en esa medida cualquier lucha de los trabajadores de un país contra sus explotadores, es también una lucha contra los explotadores extranjeros.

Lo anterior lo comprenden claramente los explotadores y por eso mismo cuando un pueblo lucha contra los explotadores de su propio país los gobiernos de otros países, que también son representantes de los explotadores, se apresuran a enviar armas, asesores militares y hasta tropas para apoyar a este gobierno antipopular.

En América Latina el país que dirige la lucha contra los movimientos populares es Estados Unidos porque es el principal explotador mundial.

Recientemente las intervenciones de Estados Unidos en los países latinoamericanos se han realizado de muchas formas; además de proveer armas y asesores militares a varios países, han intervenido directamente en varios otros, la última vez en la República Dominicana.

La intervención de Estados Unidos en los asuntos de México, ha sido frecuente desde mediados del siglo pasado y una de las consecuencias que ha tenido para el país ha sido la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio. Durante la revolución, su participación directa e indirecta se hizo patente en los momentos difíciles, como lo demuestran sus intervenciones en 1912, 1914 y 1916.

Puede decirse que a partir de la aparición de aquél país como nación independiente, su sombra ha estado proyectada sobre nosotros en todos los momentos importantes de nuestra historia.

En la actualidad, y como continuación del fenómeno iniciado a final del siglo pasado del imperialismo, los Estados Unidos, ejercen su dominio en nuestro país a través del mecanismo económico del neocolonialismo.

A medida que pasa el tiempo, a medida que las desigualdades en la distribución de la riqueza, son mayores, los Estados Unidos están dispuestos a intervenir en México para tratar de aplastar los esfuerzos del pueblo por derrocar a sus enemigos y liberarse de sus explotadores.

Por todo lo anterior decimos que la lucha del pueblo mexicano contra la burguesía contra los ricos nacionales, es una lucha contra los explotadores extranjeros norteamericanos; por eso mismo decimos que la lucha del pueblo mexicano contra sus opresores es parte de la lucha mundial de los pobres contra los ricos.

Por lo tanto el pueblo mexicano debe prepararse, también para luchar contra el imperialismo.

NECESIDAD DE LA REVOLUCION

Este recuento histórico, la evaluación económica, política y social que hemos hecho, nos lleva a establecer la necesidad de la revolución que debe dar soluciones a las tareas que la revolución de 1910 no cumplió y aquellas nuevas necesidades populares actuales que el grupo gobernante no tiene interés de resolver.

De lo expresado anteriormente podemos desprender las siguientes ideas fundamentales:

- La revolución de 1910-17 fue hecha por el pueblo mexicano en un intento de cambiar
la situación de explotación, miseria y falta de participación política a que se hallaba
sometido.

- Por falta de una ideología definida y de una unidad política al no haber un partido
que representara los intereses populares este pueblo fue engañado primero, y
vencido después.

- La clase que se adueñó de la revolución fue la clase explotadora.

- La burguesía se afianzó política y militarmente con Carranza, institucionalmente con Calles y económicamente con Cárdenas.

- El crecimiento económico que favorece a los grandes capitalistas y pequeños grupos de trabajadores ha sido menor cada vez, por lo que la burguesía trata de explotar más al pueblo para continuar en su posición ventajosa.

- La política económica que desarrolla la clase en el poder, la realiza sacrificando a los pobres del campo y sobre los hombros de los obreros industriales.

- A medida que la situación económica es más difícil y mayores los intentos de los estudiantes, campesinos, trabajadores, profesionales, por mejorar, el gobierno que representa a los ricos ha ejercido la violencia para dominarlos.

- La oposición no puede hacerse abiertamente porque la respuesta del gobierno es la represión y la matanza, como lo demuestran los últimos movimientos populares de nuestro país y en especial, al del año pasado (1968).

- La burguesía ha mantenido una estrategia económica y política de dependencia con respecto a los Estados Unidos.

- Lo anterior determina el carácter de la revolución.

- La revolución que nuestro pueblo debe realizar es en primer lugar popular por la participación de grandes sectores de obreros, campesinos, estudiantes y profesionales.

- La revolución debe luchar contra la burguesía nacional y contra los explotadores extranjeros.

- Debe ser una lucha de los pobres contra los grandes propietarios y capitalistas.

- El enemigo al que nos enfrentamos es fuerte económicamente, por lo que solamente una acción decidida y la participación de todo el pueblo puede garantizar la victoria.

Tomando en consideración lo anterior pensamos que la revolución debe emplear una estrategia de guerra popular en la que la acción simultánea en todos los frentes, empleando todas las formas de lucha que surjan del pueblo y dirigida por un partido de los trabajadores a partir de insurrecciones locales, sea la que se enfrente a un enemigo fuerte apoyado por las potencias imperialistas y las armas más poderosas.

TAREAS ESTRATEGICAS

Las tareas estratégicas que nuestro pueblo tiene que cumplir para llevar adelante esta revolución son las siguientes:

1.- Movilizar, unificar, organizar y dirigir la voluntad popular de combatir. Esta tarea estratégica es quizás la más importante, pues si logramos que nuestro pueblo se determine a emprender una guerra de liberación, la victoria estará segura.

2.- Construir el partido y el ejército del pueblo. Esta segunda tarea tendrá que cumplir ciertas etapas de pequeñas unidades de resistencia en todo el país, pequeñas en número pero basadas en el apoyo, la ayuda y la simpatía de todo el pueblo, hasta los comités estatales y nacionales del partido, así como las guerrillas rurales, urbanas y el ejército regular de liberación.

3.- Destruir el poder económico, político y militar, así como la ideología y la cultura de los enemigos nacionales y extranjeros.

4.- Construir una economía, una ideología y una nueva cultura que se irán conformando a lo largo de la guerra.

5.- Tomar el poder, formando un gobierno de obreros y campesinos.

Para llevar adelante esta estrategia y probar que es justa es necesario que nuestro pueblo cumpla ciertas tareas tácticas. No basta saber cuales son las tareas que la realidad nos exige (carácter social de la revolución), se necesita saber, además, cuales son los instrumentos que necesitamos para cumplirlas (carácter político de la revolución).

La correcta correspondencia entre tareas a cumplir y formas organizativas que la harán posible, a la vez que determinarán los métodos que debemos aplicar (estrategia y táctica) va a ser la guía fundamental para el nacimiento de un nuevo México.

La tarea de los revolucionarios que debemos asumir es gigantesca, por lo que la primera decisión que debemos madurar serenamente es la del grado de participación que voluntariamente estamos dispuestos a tener, de esto depende que seamos más o menos revolucionarios; los verdaderos revolucionarios, naturalmente, son los que viven para la revolución cada momento de su vida y por eso CONSTRUYEN. Los peores revolucionarios, son aquellos que creen serlo porque viven para la revolución cada vez que asisten a una reunión, pero al salir de ella, ya son otra vez “ellos”. Entre uno y otro tipo de revolucionarios hay infinidad de matices y casi siempre, sobre todo a los que se la dan de pensadores, les falta de recorrer parte de este camino; nuestra actitud debe de ser, en este sentido, la de observar pacientemente más que la velocidad conque un compañero atraviese de uno a otro extremo, la firmeza y uniformidad de sus avances. El segundo paso a dar, es el de saber en qué grado estamos realmente compenetrados de que “Bajo el cielo nada hay más poderoso que la unidad del pueblo” y de la necesidad de construirla activamente.

1ª.- Tarea estratégica: movilizar, unificar, organizar y dirigir la voluntad popular de combatir.

Tareas tácticas para cumplirla:

I.- Construir las nuevas fuerzas de la revolución popular. Históricamente el pueblo mexicano vive la etapa de construcción de las nuevas fuerzas de la revolución popular. El rasgo que caracteriza a este periodo es el del paso de la legalidad relativa a la lucha clandestina popular.

El tiempo que nos tardemos en dar este paso depende, en gran parte, de la capacidad de los diferentes y “abundantes” grupos de revolucionarios para orientar al pueblo a dar este paso vital para el futuro de la lucha, así, como del desarrollo de la disposición de lucha del pueblo en forma ascendente y continua.

Un síntoma de dicho avance es el creciente terror que trata de aplicar el enemigo.

II.- La fisonomía aparentemente caótica de la disposición de las diferentes fuerzas revolucionarias cada vez se irá definiendo con precisión, pues a la medida que la acción revolucionaria vaya siendo más eficaz, el temor y el desconcierto aumentarán en las filas enemigas que a su vez actuarán en una forma más astuta y sanguinaria, esto ayudará al pueblo a conocer verdaderamente quienes son sus amigos y quienes sus enemigos, a los revolucionarios les ayudará a identificarse al calor de la lucha contra el terror enemigo y la organización se volverá cada vez más unitaria y eficiente. Que las fuerzas revolucionarias aparezcan, al principio muy dispersas es natural, y no debemos de considerarlo como una cosa mala sino simplemente aceptar la realidad tal y como es: el punto de partida para la construcción de una futura unidad de todo el pueblo.

Debemos prever la proliferación de diferentes grupos de “vanguardia”, de “consecuentemente revolucionarios”, de “legítimos representantes”, etc. Esto quiere decir que nuestra literatura política de ficción se enriquecerá enormemente, pero que nosotros no debemos de enredarnos en discusiones inútiles ni en relaciones revolucionarias “de tipo intelectual”, nuestro camino será el de saber unirnos a la gente del pueblo, aprender de ella, luchar con ella. Formarnos con su impulso, el prever el surgimiento de muchas organizaciones locales y regionales es más importante. Nuestra actitud hacia ellas será la de actuar con iniciativa para coordinar con ellas nuestra acción, esforzarnos siempre por reforzar su acción cuando ésta esté claramente definida en su carácter de clase, basarnos siempre en dicho carácter de clase para poder ir creando relaciones CONSTRUCTIVAS y no CONSPIRATIVAS, basarnos en hechos concretos para no cometer errores de “crecer” y saber siempre prever la INFILTRACION que es el arma más eficaz que tiene el enemigo para poder golpearnos.

Durante este periodo debemos de aprender a diferenciar claramente entre las conductas verdaderamente revolucionarias y las seudorevolucionarias, investigar las diferentes formas de enmascaramiento de la provocación, el aventurerismo, el derrotismo, el espontaneismo, el oportunismo y la fanfarronería. El principio que guiará nuestro criterio de identificación de los verdaderos revolucionarios será el de conocer como viven nuestros militantes y como reaccionan en la práctica ante la crítica, así como su disposición de ir cambiando sus viejas costumbres para acercarse cada vez más al pueblo. El principio de desarrollo de nuestra organización será, entonces ¡APOYARNOS EN LA CALIDAD, TOMAR EN CUENTA LA ACTITUD ANTE LA VIDA Y NO SOLAMENTE ANTE EL ENEMIGO!, solo así podremos evitar que en las filas de la revolución se infiltren agentes enemigos o resentidos sociales y gente aventurera.

Los pasos o etapas, que consideremos que habrá de dar el pueblo durante el periodo de construcción de las fuerzas revolucionarias, son las siguientes:

1ª. Etapa. La definición concreta y científica fundamentada del enemigo, así como de las distintas fuerzas que habrán de enfrentársele en uno, varios o todos los aspectos. Esta realidad que siempre debemos comprobar en cada momento de la lucha, será la base de nuestra política de frente unido. La acción común contra el enemigo, el método de construcción de la unidad y la construcción por la base, nuestro principio rector.

2ª. Etapa. Definir las diferentes fuerzas contendientes, vendrá un periodo de HOMOGENIZACION que no será precisamente uniforme, sino precisamente se caracterizará por todo un complejo, de divergencias y entrelazamientos, tanto de un lado como del otro. Ahora será el proceso de homogenización y el aislamiento de las tendencias derrotistas, provocadoras y conspirativas, la base para ir transformando la clase social de los “intelectuales progresistas” y a la de “las personalidades democráticas” que si bien simpatizan con la lucha revolucionaria, no tienen fe en el pueblo y creen, además que merecen consideración pues serán según ellos, los ideólogos y los asesores en el momento oportuno, por lo que ahora basta con su actividad de gabinete y su conducta filantrópica. Una de nuestras tareas será ir estimulando a los más consecuentes de estos elementos para que vayan tomando cada vez actitudes prácticas de incorporar a todo el pueblo en la guerra, pero dedicarles tiempo especial en los primeros momentos de la lucha, es no comprender que ellos son en definitiva, producto de la formación intelectual burguesa ¡y no de la lucha revolucionaria popular!.

3ª. Etapa. El tercer paso de la construcción de la fuerzas populares, será el de la unidad. La mayor fuerza de unidad deberá ser la alianza de los trabajadores del campo con los de la ciudad, pero ésta deberá de ser sólidamente construida en base de principios.

El método de construcción de la unidad debe basarse en la lucha diaria, en el respeto y la ayuda mutua, en la crítica implacable pero justa y creadora, en eliminar la discusión que en vez de buscar la verdad del pueblo, solo trata de imponer un criterio premeditado, en aprender de la experiencia de lucha y crear sobre esta base un lenguaje sencillo, popular y con contenido para poder entendernos.

Es la búsqueda de la unidad de todo el pueblo lo que durante este primer período, determina el contenido fundamental de nuestra educación política e ideológica: saber identificar en cada lugar y momento a nuestros enemigos, aprender a “olfatearlos”, conocer las virtudes y defectos de nosotros y de nuestros amigos, saber siempre concentrar nuestra atención y acción en la dirección principal, ya que en esto, precisamente, consiste nuestra iniciativa; ideológicamente, lo fundamental es no confundir jamás lo que es el bienestar burgués, que es precisamente lo que vamos a destruir con nuestra acción y para siempre; es por esa razón que debemos de saber identificar claramente las manifestaciones culturales del enemigo y luego investigar que es lo que se propone. TEORICAMENTE nuestro objetivo es aprender a comprender el presente, investigando el pasado y planeando con realismo el porvenir; nuestra guía será la teoría marxista del conocimiento, según la cual “no puede haber conocimiento al margen de la práctica”.

No negamos que sea necesario una organización hegemónica al centro de la unidad de todo el pueblo, esta será precisamente la que sea capaz de llevar coordinadamente la acción revolucionaria al plano NACIONAL, en base al despliegue de la acción de cada una de las organizaciones regionales y locales que el mismo pueblo irá creando. Este hecho unido a nuestra capacidad y conocimiento limitado hace que no sea correcto, ni exacto, ni honrado, querer dar a estas alturas un esquema de desarrollo de la lucha; pues para que podamos determinar claramente sus rasgos fundamentales debemos primero que cumplir con la primera tarea estratégica.

2ª. Acelerar al máximo el estudio estratégico, armándonos de un método científico, de una concepción general sobre la guerra y sobre la estrategia y la táctica de la guerra popular y de una concepción de conjunto sobre el camino a seguir. La base fundamental es el estudio de las experiencias de lucha de nuestro pueblo, su historia y la realidad nacional.

3ª. Impulsar la formación teórica y técnica de los elementos de avanzada con los que establezcamos contactos, propiciando el desarrollo basado en los propios esfuerzos de los combatientes y de la organización.

4ª. Conocer en forma directa las disposiciones y las formas de conducta de nuestro pueblo, participando con él en todas y cada una de sus acciones políticas.

5ª. Mediante la mayor integración posible de las masas, especialmente obreras y campesinas, detectar a los elementos de avanzada del pueblo.

6ª. Investigar y estudiar los métodos de acción represiva del enemigo.

7ª. Combatir abierta y decididamente la corrupción.

NORMAS DE SEGURIDAD:

Las normas de seguridad son todas aquellas medidas que garantizan la supervivencia y la continuidad del trabajo político que se realiza. No son medidas técnicas únicamente, sino fundamentalmente políticas.

1. Comprensión de la situación actual, que hace necesaria la clandestinidad, y de nuestro grado de desarrollo, comprender que la militancia determina todas nuestras actividades, aún fuera de reuniones o de tareas revolucionarias, esta norma comprende dos aspectos: a) cumplimiento de las tareas asignadas y no de cualquier otra, aunque sea las de compañeros del grupo. b) no hacer alarde de militancia, desempeñar las tareas sin que gente extraña al grupo en que se milita sepa, y en el caso de que se den cuenta de alguna actividad, que no sepan exactamente de que se trata.

En relación con esta primera norma es necesario tener presente siempre, con que tipo de gente nos relacionamos, cual es su actividad política en general y en particular hacia el planteamiento de nuestro grupo, que confianza podemos depositar en ella. Hay que comprender que no se debe confiar completamente todo a nadie.

2.- Comprender que la seguridad que más nos interesa es la de la organización y después la
personal y actuar en consecuencia.

3.- En relación con personas ajenas a la organización es necesario, además de ser discretos sobre nuestras tareas y conocer a la gente con la que nos relacionamos, los siguientes factores:

a) Detectar a los vecinos, saber cuales son sus actitudes y su posición.

b) Mantenerse vigilante de lo que pasa a nuestro alrededor.

c) Desempeñar las labores profesionales o estudiantiles habituales y tener lista la
cuartada para el paso a la clandestinidad.

d) No ingerir bebidas alcohólicas en cantinas, restaurantes o reuniones amplias.

4.- En las relaciones del trabajo político:

a) Mantener una relación política adecuada entre los miembros, con una orientación política clara.

b) Hacer un uso adecuado de las casas, cuidar la red de locales para reuniones habituales (de un sólo grupo); como depósito; como refugio, en otra tarea específica. Hay que evitar “quemar” los lugares de reunión.

c) Hacer un uso adecuado de los seudónimos. Usarlos sólo en reuniones de trabajo o cuando en el desempeño de una tarea tengamos que referirnos a compañeros ausentes.

d) Hacer una utilización adecuada de los vehículos: no denunciar con ellos los lugares de reunión; cuidar las relaciones que proporcionan vehículos y tener cuartadas cuando se utilicen vehículos prestados.

e) Mantener la compartimentación en la organización, tener presente la diferente posición de simpatizantes, colaboradores o miembros de la organización.

La admisión de nuevos miembros debe ser tomada en conjunto por el grupo de trabajo al que se vaya a incorporar.

Mantener la desinformación y la reserva entre grupos, sobre el número de participantes y las tareas específicas, especialmente.

f) Realizar las tareas con discreción y eficacia.

g) Realizar contactos de trabajo en lugares públicos.

h) Ser puntual.

PUNTOS DE PARTIDA PARA LA UNIDAD REVOLUCIONARIA
(Agosto de 1971)


“Que las fuerzas revolucionarias aparezcan, al principio, muy dispersas, es
natural, y no debemos considerarlo como una cosa mala, sino simplemente
aceptar la realidad tal y como es: el punto de partida para la construcción de
una futura unidad de todo el pueblo”.
(Documento de la organización, pag. 31)


1.- ES NECESARIO QUE INICIEMOS LA LUCHA PARA CONSTRUIR LA UNIDAD DE LOS REVOLUCIONARIOS

Uno de los síntomas más importantes de maduración de la situación revolucionaria general en “México 1971”, es la tendencia espontánea entre las masas a agruparse y constituirse así por propia iniciativa, en supuestas “organizaciones de vanguardia”. Este síntoma es antes que nada una cosa buena, pero debido a su carácter espontáneo aún es un hecho político en el plano de las “grietas del enemigo” y de ahí que aunque las intenciones sean revolucionarias, los métodos y las concepciones aún están determinadas por la ideología burguesa.

La estrategia de la “Brecha Democrática, la táctica del “Dialogo y la tendencia de la pequeña burguesía a realizarse mientras llega el momento” en las “grietas del enemigo”. Vociferar, disparar al aire, y hasta inmolarse “heroicamente”. Estas son las dos caras de la misma moneda, porque hacer la revolución no es un problema de buenas intenciones, ni es tampoco una lucha desinteresada.

Hacer la revolución es luchar cada día, en todas las formas y en todos los lugares, para CREAR una sociedad cada vez más justa y capaz de crear en ella un hombre SIEMPRE nuevo.

Se trata, primero, de liberar las fuerzas productivas del pueblo obrero y campesino de México. ¿Qué sentido tiene entonces esa política de querer ¡rellenar las brechas del enemigo! Con las pocas fuerzas productivas revolucionarias que realmente existen? ¿A caso no la única forma de ir liberando cada vez más a las fuerzas productivas, es la de que éstas intensifiquen y orienten correctamente su propia lucha?

Existen contradicciones entre el gobierno burgués cuya función social es la de garantizar la existencia y la vitalidad del Estado Burgués, y la burguesía cuya naturaleza mercantilista y condición de clase dominante le exige cada día explotar más y más al pueblo trabajador al mismo tiempo que hace alarde y ostentación de su “prosperidad burguesa”. Pero estas contradicciones no son antagónicas y no se resuelven precisamente con la “Brecha Democrática”, se resuelven con ¡EL FASCISMO!

¡Es más! el Estado burgués mexicano, por su propia esencia capitalista, aún cuando depende ya del imperialismo yanqui, tiene también contradicciones con él. Pero estas contradicciones tampoco son ya antagónicas, y no se resuelven con la política independiente, sino mediante la COMPLICIDAD en la explotación y en la opresión en contra de otros pueblos. Vemos así, como la sombra siniestra de las barras y las estrellas que mantiene desde hace casi un siglo ensangrentada a Centro América, comienza a ocultarse detrás de nuestra bandera verde, blanco y rojo, que la burguesía usurpa a nuestro pueblo desde la traición carrancista.

La realidad nos exige pues, comprender la urgencia de organizar la lucha política revolucionaria, la lucha política popular clandestina EN TODO EL PAIS. La lucha “democrática” de masas, la denuncia pública y la propaganda escrita, formas tradicionales de la lucha política “legal” deben ceder lo antes posible su lugar a la lucha revolucionaria clandestina, al hostigamiento y a la propaganda armada. Esta es nuestra posición (actitud) política desde el momento mismo en que decidimos formar el primer núcleo de nuestra organización. En este sentido hemos venido luchando por construir nuestros puntos de partida desde hace ya tres años más o menos, y porque tenemos plena conciencia de esta necesidad urgente es que nos proponemos dar un salto de calidad, iniciando la lucha en la medida real de nuestras fuerzas para contribuir a la verdadera organización revolucionaria de la lucha política clandestina.

El principio rector de la política de unidad de los revolucionarios NO ES EL DE SUMAR FUERZAS, sino el de CONSTRUIR NUEVAS FUERZAS EN EL CURSO DE LA RELACION ENTRE LAS QUE YA EXISTEN. Los revolucionarios somos antes que nada CONSTRUCTORES, y no caben entre nosotros ni los negocios (aunque se les disfrace de “acuerdos”), ni las maniobras para ejercer la hegemonía política pues ésta solo la podrá tener la organización que encarne más fielmente el espíritu (pensamiento y acción), de los obreros y campesinos revolucionarios. Nuestra política de unidad, POR PRINCIPIO, no puede ser UNA POLITICA DE CAPITALIZACION. Nuestra política de unidad es una POLITICA DE CONSTRUCCION.

2.- LAS FUENTES DE NUESTRAS CONCEPCIONES Y LAS BASES DE NUESTRA ESTRATEGIA

De nuestra parte, siempre hemos considerado que nadie tiene con nosotros ningún compromiso, de manera que el único compromiso que hemos contraído “en principio” es con nuestro pueblo obrero y campesino en general, y concretamente con cada uno de nuestros compañeros, con los que conscientemente acordamos dedicar progresivamente nuestra vida a la lucha revolucionaria popular.

Y así hemos atravesado ya un periodo de depuración; y somos como consecuencia un poco más fuertes que cuando comenzamos. Fue la exigencia hacia cada uno de nosotros, para que dedicáramos cada día más tiempo y atención a las tareas revolucionarias, el hecho que nos permitió avanzar y dejar atrás a quienes en los cortos momentos de auge (como en 1968) consideran conveniente ser revolucionarios y hasta lo son verdaderamente, pero en los largos periodos de reflujo dejan de serlo, pues en el fondo la revolución para ellos sólo es el vehículo hacia la vida fácil. Esta experiencia es la que nos ha hecho comprender el principio de la consecuencia revolucionaria: ¿Qué relación hay entre lo que se dice y lo que se hace?, ¿Cómo se reacciona EN LA PRACTICA ante la crítica?, ¿Se lucha realmente por vivir como se dice que se piensa?

Es la práctica cotidiana y la confraternización en el método para determinar el verdadero grado de identificación entre los revolucionarios y no las pruebas. Nuestro principio de tratar muy en serio las cuestiones de la revolución, como que estas cuestiones son en primer lugar parte esencial de nuestra vida personal y no algo más de ella, es también el punto de partida para relacionarnos con cualquier grupo u organización revolucionaria. Y es sobre todo, la principal medida de seguridad contra la infiltración enemiga.

Quiere decir también, que aún cuando conscientemente cada militante de nuestra organización, debe de luchar por llegar a ser un revolucionario TODO EL TIEMPO y no solo cuando cumple una tarea específica de la organización, consideramos como un elemento de principio para la vigilancia revolucionaria el comprender que la revolución no ha sido ni será jamás un problema personal de nadie.

Mantenemos pues, la vigilancia revolucionaria. Y ésta se basa en dos principios que hemos aprendido también en la práctica revolucionaria: La acción consciente y responsable, esto es, tomar muy en serio las cuestiones de la revolución; y conocer y hacer uso, esto es, comprender el hecho de que la revolución no es un problema personal.

De manera que en cuanto a nuestra actitud hacia los otros grupos y organizaciones revolucionarias, creemos sinceramente en su interés y en su voluntad revolucionaria solamente en la medida que mediante los intercambios de opiniones y de experiencia vamos conociendo de sus actitudes prácticas en las que se expresan en definitiva, sus verdaderas posiciones políticas e ideológicas, no nos sorprende ni la fraseología, ni la falsa modestia, ni el entusiasmo practicista pasajero; pero al mismo tiempo es necesario saber apreciar correctamente ciertas actitudes son resultado de la falta de una verdadera formación revolucionaria, o bien de una DEFORMACION. En todo caso, el método para forjar a los revolucionarios es la PERSUASION mediante el análisis objetivo de los HECHOS. Debemos armarnos de PACIENCIA, esto es, debemos de PERSISTIR y no dejar un sólo día sin hacer algo que CONSTRUYA para nosotros ¡DESTRUYA! Para el enemigo. Esta es nuestra moral.

Hemos estudiado los principales aspectos de la lucha armada revolucionaria en América Latina, y ante la perspectiva de la necesidad de organizar la guerra popular en México, estamos seguros de que aún es tiempo de criticar los errores que hicieron posible la derrota de los movimientos armados revolucionarios en el continente.

Hemos comenzado a hacer uso de la teoría de la guerra popular durante varios años y los resultados son modestos pero satisfactorios en sus perspectivas, y lentamente pero sin detenernos, iremos cumpliendo con nuestro primer objetivo estratégico: forjar cuadros comunistas (conscientes, firmes, capaces, combativos); apoyarse en el método de elaborar la línea estratégica integrándose y ubicándose en el propio medio. Conocer la realidad local, formar núcleos locales, avanzar hasta concretar una táctica y un PROGRAMA, tal es el contenido actual de la lucha que nosotros llamamos CONSTRUCCION.

Guiados por la teoría de la guerra popular, determinamos los puntos de partida para concretar nuestra estrategia. Estos puntos de partida son:

a) Un análisis general del proceso de la revolución burguesa en nuestro país, desde el punto de vista del materialismo histórico a nuestro alcance en el momento de hacer el análisis. Así fue como llegamos a conocer nuestras propias debilidades como organización en lo que se refiere al desconocimiento de nuestra historia desde un punto de vista científico. Y si exigimos el estudio materialista dialéctico de nuestro desarrollo, lo hacemos con el objetivo de poder determinar en base a nuestra propia historia, las tendencias generales de desarrollo de nuestra sociedad.

b) Nos guiamos por un esbozo de la situación política, económica y social de nuestro pueblo obrero y campesino, para comprender la necesidad de la revolución y determinar las fuerzas fundamentales que han de enfrentarse. Vimos así como frente a una burguesía “National” aliada y al servicio del imperialismo yanqui, sólo puede enfrentársele victoriosa una sólida alianza obrero-campesina y vemos además, que esta lucha se plantea inevitablemente a dos niveles: a nivel local contra la burguesía y el imperialismo yanqui en México, y a nivel regional contra las burguesías centroamericanas y el imperialismo yanqui.

c) Y convencidos así de nuestra ignorancia y falta de experiencia, pero habiendo comprendido el carácter militar y el contenido político generales de nuestras tareas de construcción revolucionaria, vemos claramente la posibilidad de conquistar la victoria partiendo de cero en principio, pues es bien sabido que en la realidad no se parte nunca de cero. Nos lanzamos a la lucha revolucionaria entonces, consientes de la necesidad de aprender a apreciar los síntomas de la existencia de una situación revolucionaria general.

3.- NUESTRAS RELACIONES CON OTROS GRUPOS REVOLUCIONARIOS

El problema de la unidad de los revolucionarios sólo podrá resolverse en la medida que seamos capaces de plantearlo tal y como se presenta en la realidad, porque es una gran equivocación la de querer resolver un problema arrancando de enfoques subjetivos, IDEALES. También en este aspecto nos son especialmente útiles las experiencias de las continuas “divisiones” de los movimientos revolucionarios en América Latina, así como los poquísimos casos de esfuerzos por forjar a partir de una legítima unidad político-militar, una verdadera unidad revolucionaria.

Sostenemos que la base objetiva de la unidad revolucionaria es la UNIDAD DE LA VIDA DEL PUEBLO obrero y campesino, y de allí que la actitud unitaria de nuestra organización sólo podrá ir madurando y expresándose en formas cada vez más combativas en la medida que la FORMACION INTEGRAL de nuestros cuadros y militantes nos permita comprender la inagotable energía creadora de las masas populares, hacer uso político correcto de la técnica popular revolucionaria, y derrotar con nuestras acciones de hostigamiento las maniobras demagógicas con las que el enemigo trata de dominar a las grandes masas obreras y campesinas DIVIDIÉNDOLAS al crear intereses en unos, ilusiones en otros y esperanzas en la mayoría. La unidad revolucionaria debe basarse pues, en la CAPACIDAD CREADORA del pueblo que se expresa en la ACCION CONSIENTE de los revolucionarios y no en la “habilidad acaparadora” de los grandes políticos burgueses.

El primer paso hacia le unidad entre los revolucionarios debe ser inevitablemente: el intercambio de ideas y de experiencias. Pero admitimos eso sí, que sólo tiene sentido el intercambio de ideas que expresen posibles relaciones entre HECHOS REALES; así también, entendemos que las experiencias prácticas son la única fuente verdadera de las ideas.

El objetivo del intercambio de ideas es el de ir completando nuestro conocimiento de la realidad nacional o internacional, y el intercambio de experiencias es para ir comprobando no sólo la validez de dicho conocimiento, sino poder tener además una impresión del grado de consecuencia entre nuestras ideas y nuestros actos.

Nuestras conversaciones políticas, deben de cumplir siempre con dos objetivos fundamentales: el mejor conocimiento de nuestra realidad nacional y de la época, y la asimilación de nuestra lucha por transformar el presente. No debemos de apurarnos para expresar nuestros puntos de vista, sino más bien debemos de aprender a partir de los hechos para llegar luego a las ideas. Así también, debemos aprender a escuchar con mucha atención pues sólo así podremos comprobar como es que siempre detrás de las palabras hay una determinada tendencia fundamental de clase, así también en el grado de racionalización de una determinada ideología podemos apreciar el grado de madurez política.

No se trata pues de IMPONER a nadie una línea política ni una ideología determinada. Se trata de conocer en forma cada vez más profunda la realidad, así como de usar las experiencias pasadas para conquistar el futuro luchando en el presente.

Aunque muchas gentes no comprenden, y quizás no lo lleguen nunca a comprender, vivimos precisamente hoy esta etapa de intercambio de ideas y experiencias en el seno del movimiento revolucionario popular que anuncia su nacimiento a través de los múltiples y dispersos grupos revolucionarios.

Insistimos una vez más, que nos interesan únicamente aquellas relaciones que al establecerse se comienzan a desarrollar hasta iniciar su etapa constructiva, y rechazamos entonces por principio aquellas relaciones de tipo conspirativo. Sin embargo, hasta hoy, todavía continuamos tropezando con tendencias UTILITARISTAS, y es por ello que afirmamos como en muchos grupos “de vanguardia” aún decide la ideología burguesa, y tienden así a establecer relaciones COMERCIALES Y TECNICAS entre los revolucionarios.

Así por ejemplo, hay “ideologías” y “políticas”, que buscan en las fuerzas jóvenes de la revolución popular mexicana, un “brazo armado”. Y hay también “prácticos” o “militares” que pretenden merecer el apoyo social absoluto e incondicional. Estos son héroes que no tienen con quien o donde realizar sus hazañas. Y aunque parecen ser radicalmente distintos, no son sino las dos caras de la misma moneda, y de hecho su actitud responde a una misma ideología política: EL DESEO DE DIRIGIR Y LA INCAPACIDAD PARA ENTENDER EL PAPEL DE LAS MASAS Y DEL INDIVIDUO EN LA HISTORIA. Por eso esta clase de “revolucionarios” casi siempre dependen de las APARIENCIAS y luchan por rodearse o llegar a ser PERSONALIDADES. Al final, casi siempre estas gentes llegan a ahogarse en las grietas del enemigo.

Ante esta realidad, nuestra organización tiene una clara POSICION POLITICA: no es nuestro deber demostrarlo a ningún grupo u organización nuestra autenticidad revolucionaria haciendo méritos ni pasando pruebas; nuestra colaboración hacia otros grupos y organizaciones es una actitud consciente, y la medida de nuestro esfuerzo de colaboración lo determinan no sólo nuestra capacidad real, sino sobre todo el grado de coincidencia que haya en cuanto a nuestra política de CONSTRUCCION EN LA PRACTICA. Pensamos que ya es tiempo que los revolucionarios se despojen de las falsas ideas “morales” según las cuales lo fundamental para la unidad revolucionaria es la ACTITUD HACIA EL ENEMIGO, pues ésta es apenas una manifestación política de un conjunto que como conjunto, lo más importante es precisamente: LA ACTITUD HACIA LA VIDA.

Otra verdad que nos demuestra la realidad de la lucha revolucionaria, la lucha política popular clandestina, es la falta de contenido de la frase de “la unidad por la base”. En primer lugar, ¿Cuál base?, porque no sólo sería un gran error de seguridad como organización en las condiciones de lucha clandestina, sino que además una falta de responsabilidad hacia nuestros militantes. La frase de construir la unidad por la base es en este momento más bien un IDEAL porque la “relación por la base” sólo puede ser un hecho como RESULTADO de un elevado grado de MADUREZ POLITICA de las masas obreras y campesinas, y sólo será posible cuando “las bases” hayan madurado lo suficiente como para OPINAR Y COORDINARSE ENTRE SI, IMPONER con SU ACCION ORGANIZADA sus posiciones políticas a sus representantes políticos que eso serán precisamente los dirigentes revolucionarios.

Así también la UNIDAD DE ACCION sólo la comprendemos como resultado de un proceso de IDENTIFICACION POLITICA que puede darse en dos niveles esenciales: a nivel de ALIANZA cuando la unidad es TEMPORAL y tiene como objetivo algo muy concreto; y a nivel de UNIDAD cuando el resultado es el surgimiento de una NUEVA FUERZA que resulta no de la mezcla sino de la síntesis de dos o más elementos, lo que explica claramente que la UNIDAD DE ACCION sólo puede ser resultado de un proceso de transformación mutua en la que se va forjando algo cualitativamente nuevo. En otras palabras, podemos realizar alianzas como una cuestión TACTICA; pero CONSTRUIR LA UNIDAD REVOLUCIONARIA es un requerimiento ESTRATEGICO y por lo tanto es el único DEBER REVOLUCIONARIO INELUDIBLE.

Quiere decir, que estaremos plenamente dispuestos a iniciar cuanto antes un proceso de HOMOGENIZACIÓN con otros grupos y organizaciones revolucionarias que se esfuerzan por VIVIR y por actuar conscientemente, pero precisamente esta disposición nos obliga a elevar la vigilancia revolucionaria contra cualquier tendencia al liberalismo, a la provocación, o al terrorismo, pues éstas son las grietas de la revolución por donde puede infiltrarnos el enemigo y destruirnos. Nos arriesgamos, claro está, pero sabemos que solamente luchando día tras día, hombre con hombre y en el lugar en que con cada compañero o grupo nos corresponde, sólo confraternizando, podremos cumplir con el requerimiento esencial para conocer a los verdaderos revolucionarios: LA ACTITUD ANTE LA VIDA. En todo caso, no tenemos prisa en lo personal, pues luchamos para CONSTRUIR en base a la CALIDAD y no a la cantidad. Necesitamos una organización revolucionaria, no amontonamiento de gentes.

4.- LOS OBJETIVOS DE NUESTRA ACCION EN LA PRESENTE ETAPA DE LUCHA REVOLUCIONARIA

ESTRATEGICAMENTE los objetivos de nuestra acción son la construcción de los pilares que deciden el triunfo de la guerra popular en cualquier parte del mundo:

a) La elaboración de una línea política correcta; y

b) la construcción de una organización revolucionaria, capaz de ir forjando al mismo tiempo que elaborará la línea política, pues solamente una organización de tal naturaleza será capaz consecuentemente de realizar dicha línea política correcta.

Sabemos que hay otros pilares necesarios para el triunfo de la guerra popular como son el sistema de fuerzas armadas populares y la sólida alianza obrero-campesina, el ejército político y la organización de la unidad de todo el pueblo, la solidaridad internacional y la estrategia y la táctica (métodos) adecuados. Pero son la línea y la organización revolucionaria los pilares que contienen en sí el germen de las demás.

TACTICAMENTE consideramos que cualquier ACCION que se realice, debe cumplir con dos requerimientos obligatorios: a) la previa existencia o preparación POLITICA de las condiciones para realizar la acción; y b) la educación política de las masas obreras y campesinas fundamentalmente. Sólo así podemos garantizar la superioridad político-moral de nuestros combatientes, pues precisamente por no cumplir con estos dos requerimientos esenciales en la táctica revolucionaria es que el enemigo ha logrado hasta hoy mantener ocultos los grandes síntomas de la guerra popular que se vislumbra en el horizonte político mexicano. Y en gran medida también, el enemigo logra crear confusión entre las masas, confusión que por ahora adopta la forma de INDIFERENCIA , DE APATIA. Tácticamente pues, nuestro esfuerzo debe de concentrarse en CREAR nuevas formas y métodos de AGITACION POLITICA DE MASAS, y con ellas iniciar la primera etapa de nuestra guerra popular: la etapa del HOSTIGAMIENTO.

5.- EL PROBLEMA DE LOS RECURSOS PARA LA LUCHA REVOLUCIONARIA

Nuestra ideología en relación a la lucha revolucionaria consiste en el convencimiento de que esta es antes que nada CREACION DE UNA REALIDAD NUEVA Y DESTRUCCION DE VIEJOS MITOS. Subjetivamente y efectivamente, nos debemos esforzar por crear en nuestros militantes el espíritu de ver en la lucha revolucionaria la única fuente de satisfacciones dignas del hombre. Rechazamos la ideología del “espíritu de sacrificio” y la actitud de “hacer penitencia” y oponemos a ello el placer de saberse y sentirse capaz de hacer un ESFUERZO REVOLUCIONARIO.

Por eso en nuestro documento decimos que: “ideológicamente, lo fundamental es no confundir lo que es el bienestar que deberá de construir para sí mismo el pueblo, con lo que es el bienestar burgués, que es precisamente lo que vamos a destruir con nuestra acción y para siempre” (Pág. 34). Esta ideología expresa la naturaleza creadora de los obreros y campesinos, y se opone a la naturaleza explotadora de la burguesía. Los revolucionarios no debiéramos de concebir entonces el llamado “espíritu de sacrificio” como algo necesario para la lucha victoriosa, pues aún el mismo hecho de asimilar una derrota y disponerse así para luchar de nuevo, es una verdadera fuente de satisfacción y energía revolucionaria.

Ahora bien, la lucha revolucionaria exige que cada vez le vayamos dedicando más y más tiempo y esfuerzos. Y llega así el momento en el que tarde o temprano, se hace necesario resolver el problema de los recursos. ¿Cómo enfocar este problema?

Hay recursos humanos y recursos materiales, recursos que por la ACCION SOCIAL DEL HOMBRE alcanzan un nivel superior: recursos político-morales y recursos técnicos. ¿Cuál es la relación entre ellos?

Nos interesa en primer lugar, comprender la relación del uso que hace el hombre de los recursos materiales mediante métodos activos, creadores. La agricultura y la ganadería son los primeros resultados de la capacidad creadora del hombre en el uso de los recursos materiales.

Quiere decir entonces, que aún cuando no tiene ningún sentido el tratar de oponer el hombre a la técnica, el principio rector para resolver el problema de los recursos para la organización revolucionaria es el de los más importantes siempre ha sido, es, y será el hombre. Porque siempre el hombre es capaz de crear y desarrollar ciencia y técnica.

Pero es que además, el estudio de las experiencias de los recientes movimientos armados en América Latina, nos demuestran a lo que nos puede conducir el error de no ver con claridad que el punto de partida para el desarrollo de la lucha revolucionaria popular debe de ser siempre la solución del problema de los recursos humanos, ¡aunque sea para poder hacer uso de los recursos materiales!

El uso de esta ley del desarrollo social, es lo que nos ha guiado en nuestros primeros pasos para darle siempre prioridad a la solución del problema POLITICO, es decir, a la CONSTRUCCION, a la organización política.

Hemos podido así comprobar en la política, como sólo si vamos resolviendo correctamente el problema de la CONSTRUCCION, tiene sentido y proyección el desarrollo de los recursos materiales, el problema de la técnica.

Nos basamos pues en el principio científico de que es el hombre el que le da significado social al uso de las cosas, y avanzamos así de la lucha por construir la organización política a la organización de los “aparatos”. Creemos firmemente en el hombre, reconocemos la importancia de la técnica, y luchamos así para construir una organización de hombres técnicamente eficientes, pero sobre todo POLITICAMENTE CONSCIENTES.

Sabemos también de los problemas que en cuanto a las necesidades de vida revolucionaria se presentan a medida que vamos avanzando en la lucha, y observamos atentamente como por no querer reconocer la primacía de los recursos político-morales sobre los recursos técnicos, en México, varios grupos de revolucionarios se han creado prematuramente necesidades materiales que en definitiva sólo se pueden resolver ¡resolviendo el problema de los hombres!

Sostenemos intransigentemente por tanto, la prioridad de satisfacer las NECESIDADES POLITICAS: hombres capaces de crear y usar acertadamente las cosas, organizaciones capaces de garantizar la continuidad de la lucha revolucionaria.

Sostenemos también, pues lo hemos aprendido en la práctica revolucionaria en América Latina, que es la falta de una solución proletaria al problema de los recursos, una de las raíces de las diferencias y resentimientos mutuos entre los numerosos grupos armados que parecen destinados a irse dispersando hasta su extinción. Es la falta de un uso acertado de la relación entre lo político y lo técnico, lo que empuja a la acción desesperada a los revolucionarios jóvenes, acción desesperada que termina por deformar a los hombres que resultan ser así, el precio del proceso de maduración revolucionaria popular. Y el argumento para el fortalecimiento de las posiciones DERECHISTAS.

Somos firmes partidarios de la acción revolucionaria, pero sólo consideramos acción revolucionaria a la acción que tiene efectos creadores en primer lugar en los hombres y en segundo lugar en el mundo que habitan estos hombres.

¡NO ES LA ACCION DESESPERADA EL EJEMPLO REVOLUCIONARIO!

México
Agosto de 1971.



EL PROBLEMA DE LA PREPARACION POLITICO-MILITAR DE LOS REVOLUCIONARIOS

1.- OBSERVAR LOS HECHOS PARA COMPRENDER PORQUE SE PLANTEA EL PROBLEMA

Si tan sólo prestamos un poco de atención a los hechos políticos conocidos públicamente y a las medidas demagógicas que con grandes despliegues publicitarios pretende el “gobierno de la apertura democrática” usar para “serenar” al pueblo que cada día despierta de su conformismo, fácilmente nos daremos cuenta de que México, país capitalista subdesarrollado y socio menor (servil y “ejemplar” además) del imperialismo yanqui, vive una crisis política, económica y social. Como consecuencia, vive una situación REVOLUCIONARIA GENERAL que por cierto no debemos de confundir con la SITUACION REVOLUCIONARIA (DIRECTA), que es como se llama a los momentos decisivos de todo PERIODO DE REVOLUCION SOCIAL.

Observemos, para comprender mejor lo que es una situación revolucionaria general, un hecho sobresaliente del momento actual:

El gobierno de los comerciantes, los terratenientes, los industriales y las empresas monopolistas yanquis, decreta demagógicamente un aumento general de salarios, aumento que como veremos sólo ES NOMINAL. ¡Ah!, pero la prensa, la radio, la televisión y los líderes charros, todos ellos instrumentos de la oligarquía y el imperialismo yanqui, se deshacen en felicitaciones a su patriótico gobierno de “apertura democrática”.

A los pobrecitos comerciantes, terratenientes, industriales, empresas monopolistas extranjeras y funcionarios ejecutivos del gobierno, como deben de cumplir el decreto aumentando al mínimo los salarios, sólo les queda aumentar el precio de la harina para las tortillas, de los frijoles, del arroz, de los huevos, de la leche, de las frutas y de las verduras, a los pasajes, al combustible, a la ropa, al jabón, a las medicinas.

Y aumentan también los ingresos públicos, porque el gobierno debe de “mover al país”. ¿Y cómo puede hacer sí no es aumentando los impuestos, los “convenios” con el capital monopolista extranjero, las autopistas, las fuerzas represivas, las instituciones democráticas, las transacciones comerciales y políticas, los hospitales, ¡Y hasta cobrando por entrar en los excusados públicos, para aumentar las fuentes de ingresos !?

También aumentan otros índices sociales del progreso capitalista; las granjas residenciales y los desalojos campesinos, las colonias al aire libre y los pepenadores, las zonas residenciales los clubes popis y los superservicios, los peatones y los arrollados por “misteriosa dama” o por “jovencitos imprudentes” que siempre se logran fugar”, etc.

Pero un día aquí y otro día allá, la corrupción gubernamental y la explotación “patriótica” se hacen insoportables. Surgen entonces cada vez más frecuentes y vigorosos, movimientos populares con el único objeto de reivindicar su derecho a exigir que se cumplan las mismísimas leyes que los “grandes juristas” de los comerciantes, los terratenientes, los industriales y los monopolistas yanquis idearon para gobernar “pacíficamente” y explotar “humanamente” la capacidad creadora de las masas trabajadoras.

Y por eso, tan solo por eso, aumentan entonces los asesinatos, los encarcelamientos, y las agresiones “contundentes”, en contra de quienes laboran la tierra para producir alimentos que no consumen y materias primas cuyo uso y destino ignoran; de quienes producen ropa que no visten, artículos que no usan, maquinas que los mutilan y vehículos que los atropellan; de quienes construyen edificios en los que una vez terminados jamás se les permitirá la entrada; de quienes pagan impuestos para mantener esas legiones de gobernantes que los oprimen, de burócratas que los estafan, de matones que los humillan, de policías que los saquean y los amenazan impunemente, de jueces que los condenan, de doctorcillos que los envenenan y hospitales que los exprimen hasta el dinero que no tienen; y como si esto fuera poco, todavía deben sufrir el acosamiento de instituciones educativas que como la radio, la prensa y la televisión, el arte y la moda se esfuerzan por embrutecerlos.

Es de esta realidad, de donde luego de todo un período de sangrientas escaramuzas, surgen impetuosos pequeños grupos dispersos de combatientes revolucionarios. No nacen como propaga desesperadamente la oligarquía, en el extranjero. Las revoluciones no son mercancía que se exporta, ni los revolucionarios se producen en fábricas extranjeras.

...Y dadas las condiciones OBJETIVAS, lo fundamental pasa a ser: LA LUCHA REVOLUCIONARIA PARA CREAR LAS CONDICIONES SUBJETIVAS.

Son condiciones subjetivas, aquellas que mediante el combate deben de ir tomando forma para expresarse en: LA CONCIENCIA, LA ORGANIZACION, LA LINEA POLITICA CORRECTA; LAS FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS, LA ORGANIZACION DE LAS BASES REVOLUCIONARIAS DE APOYO POPULAR, son las formas superiores de organización popular revolucionaria, y el FRENTE PATRIOTICO REVOLUCIONARIO, LAS REDES DE INFORMACIÓN, ABASTECIMIENTO Y EVACUACION, su expresión en lo político y en lo militar respectivamente.

Capacitarse combatiendo para crear las condiciones subjetivas que la revolución popular requiere, es en principio, comenzar a prepararse en lo político-militar. Y es además la única forma revolucionaria.

Organizarse en pequeños grupos de militantes revolucionarios, avanzar hasta llegar a constituirse en una unidad de comando de RESISTENCIA POPULAR, y consolidarse como organización alcanzando el nivel de COMITE DE CONSTRUCCION REVOLUCIONARIA, es crear las condiciones fundamentales para una verdadera preparación político-militar.

2.- ALGUNAS EXPERIENCIAS SOBRE NUESTRA FORMACION POLITICO-MILITAR

Cuando a principio de 1969 se funda el primer grupo de nuestra organización, realmente ninguno de los compañeros tenía propiamente experiencia en Política Revolucionaria ni mucho menos en acciones armadas revolucionarias. La experiencia de la lucha estudiantil en 1968 sin embargo, nos había convencido de la vía de la revolución popular mexicana: LA VIA ARMADA REVOLUCIONARIA.

La primera actividad de este primer núcleo fue por cierto, la elaboración de un documento en el que se hacía un análisis de dicha jornada.

Casualmente se dio una coyuntura favorable para la maduración de una primera perspectiva de organización revolucionaria, pues dado el interés y la disposición a avanzar del primer núcleo se establece contacto con unos compañeros que aunque en condiciones bastante diferentes, habían tenido la oportunidad de participar en algunas acciones armadas revolucionarias y habiéndose además dedicado durante algún tiempo al estudio de dichas experiencias, tenían un conocimiento de conjunto sobre la teoría de la guerra popular que habían estudiado basados en sus propias experiencias prácticas.

Así fue como el germen comenzó a dar fruto: a finales de 1969 se consolida el primer comité de construcción revolucionaria en el sentido de que se arma con el estudio y la práctica de la teoría general de la guerra popular y de los rudimentos técnicos indispensables para todo revolucionario.

Condición inevitable de la consolidación y el desarrollo constante de toda verdadera organización revolucionaria, es la lucha interna. En nuestro caso, esta necesidad se refleja en el DOCUMENTO DE LA ORGANIZACION, en una forma revolucionaria al establecerse normas generales de conducta y apoyarse así en un principio fundamental que nos enseña la ciencia de la revolución: EL SER SOCIAL DETERMINA LA CONCIENCIA SOCIAL.

Planteamos por eso, que “la primera decisión que debemos madurar serenamente es la del grado de participación que voluntariamente estamos dispuestos a tener” (ver pág., 30). Y es que en principio, sólo debe de considerarse revolucionario consciente al que VOLUNTARIAMENTE lucha para hacer la revolución, pues por un lado, hay mucha gente que se ve O B L I G A D A por las circunstancias a luchar, sobre todo en los períodos de auge de la lucha revolucionaria, mientras que por otro lado, hay quienes sólo ven su relación con las fuerzas revolucionarias que nacen como un problema de su propio “futuro” y en la práctica sólo tratan de valerse de “sus relaciones” con nuestras incipientes organizaciones, para hacer “curriculum” y ganar así prestigio social (COTIZARSE BIEN).

Y he aquí entonces, nuestra primera experiencia en la formación político-militar de nuestros militantes: EL PASO DE LA INCONFORMIDAD O DE LA REBELDIA A LA MILITANCIA REVOLUCIONARIA, ABARCA TODO UN PERIODO DE ACTIVIDADES PRACTICAS CONCRETAS QUE SE HACEN CASI SIEMPRE EN UNA FORMA DESORDENADA E IRREGULAR.

Es esta realidad, la que por otro lado nos ha convencido aún más de la necesidad de cumplir con un requerimiento esencial para la organización revolucionaria: integrar y desarrollar núcleos de militantes, ya que la organización sólo puede ser, el instrumento político mediante el cual el poder social y la energía revolucionaria de las masas se concentren para construir la nueva sociedad DESTRUYENDO LA VIEJA.

Esto quiere decir, que si bien no podemos por una cuestión elemental de principio, obligar, presionar o comprometer a nadie en la acción revolucionaria, sí podemos con la acción política correcta de nuestros grupos de militantes, DARLE FORMA Y CONTENIDO A LA ACCION COTIDIANA ESPONTANEA Y DISPERSA DE CADA UNO DE LOS INDIVIDUOS Y DE LOS DIFERENTES SECTORES SOCIALES CON LOS QUE TENEMOS (o hemos tenido) UNA RELACION DE CUALQUIER TIPO.

Visto así, el problema primordial para la organización de los revolucionarios en este período no consiste en “hacer conciencia en las masas”, sino en que CADA REVOLUCIONARIO SEA CONSCIENTE de su responsabilidad como organización hacia las masas y como individuo hacia la organización a la que VOLUNTARIAMENTE PERTENECE. Tácticamente también, es la única forma de proteger nuestras filas en contra de posibles grietas causadas por debilidades de nuestros militantes.

Otra experiencia importante en cuanto a la formación político-militar de nuestros compañeros es que hay que tomar en cuanta otra realidad: la de “los acelerados”. Se trata de que hay individuos que sólo son revolucionarios en determinadas situaciones políticas o en aspectos de su vida personal, así como otros lo son solamente durante ciertos períodos y febrilmente por cierto, períodos que casi siempre corresponden a momentos de crisis vital del individuo.

Sobre esta realidad también se advierte en nuestro documento “nuestra actitud debe de ser, en este sentido, la de observar pacientemente más que la velocidad en que un compañero atraviese de un extremo a otro, la firmeza y uniformidad de sus avances” (pág. 30)

Y la experiencia también nos ha demostrado lo justo de esta recomendación al encontrarnos por todos los lugares a gente de este tipo. Unos quieren “¡Todo o nada!”, otros no quieren “precipitarse” y como ni nos podemos sentar a “esperar el momento”, ni podemos tampoco en virtud de un esfuerzo voluntarista creerlo al instante, ni unos ni otros son en la práctica verdaderos militantes revolucionarios, aunque también unos y otros se esfuerzan en “elaborar” justificaciones para su naturaleza pseudorevolucionaria, con lo que se suman a la confusión creada en principio por nuestras propias desviaciones.

Una organización revolucionaria sólo es aquella capaz de persistir (o sea actuar pacientemente) en la lucha. Su cualidad esencial es la CONSTANCIA.

En este sentido, nuestra experiencia en cuanto a la formación político-militar de nuestros militantes consiste en que vayamos comprendiendo que SOLAMENTE CUANDO SE AVANZA EN LA RELACION POLITICA CON SECTORES POPULARES -aunque sea a nivel de un sólo individuo- EL GRUPO SE CONSOLIDA, PUES NO HAY OTRA MANERA DE AVANZAR SOLIDAMENTE EN EL ESTUDIO POLITICO Y EN EL ENTRENAMIENTO MILITAR.

En el estudio político, por que la fuente principal de nuestros conocimientos políticos es la práctica política: estrechando nuestra relación con el pueblo. En el estudio militar, por que la única fuente verdadera de recursos revolucionarios, incluyendo como un recurso de especial importancia LA INFORMACION, es el pueblo.

Puede un grupo avanzar en sus conocimientos teóricos y en sus habilidades técnicas, pero como también la calidad de estos está determinada por su eficiencia, no hay otra salida: HAY QUE AVANZAR ACERCÁNDOSE AL PUEBLO. ¡CONTRA la charlatanería, una militancia de acción!

Ahora bien, en cuanto al desarrollo de la organización revolucionaria, también se ha comenzado a advertir que debemos de cumplir con un requerimiento ineludible: ATACAR AL ENEMIGO. Y en este punto, también han comenzado a manifestarse diferentes tendencias en torno a la línea estratégica.

A la línea ofensiva de la CONSTRUCCION Y COMBATE, se le ha venido oponiendo desde hace ya mucho tiempo, la línea pasiva de “LA ORGANIZACION Y LA PREPARACION”.

Por cierto que precisamente, los militantes que practican “la organización y la preparación” se han distinguido por su constancia y habilidad para mantener agrupada y activa a la gente, y hasta se vanaglorian de su populismo, más no comprenden en primer lugar que no sólo ellos existen como organización revolucionaria en México y que por lo mismo, las necesidades de desarrollo de la lucha revolucionaria son en una buena medida un factor objetivo que debe de tomar en cuenta quien pretenda ser un revolucionario consciente.

Políticamente, los compañeros de dicha tendencia, argumentan que incluso nuestra línea política escrita en el documento (pág. 32), es clara en cuanto a que “nuestro camino será el de saber unirnos a la gente del pueblo, aprender de ella, luchar con ella, formarnos con su impulso” y que en cuanto al método, también se preparan seriamente para la guerra: estudian, discuten y practican sobre cuestiones militares revolucionarias, “preparan a la base popular”...”pero todavía no es el momento”!!

La principal debilidad que sancionamos a la posición conservadora, es la de que envanecidos con el sobrecargo de tareas que la situación revolucionaria general que vivimos determina objetivamente, no sea capaz en la práctica de advertir el fondo oportunista que hay en dedicarse a “acumular fuerzas” a las que realmente no se les prepara en el espíritu de la ofensiva que debe de caracterizar a toda organización revolucionaria, ya que por mucho que nuestros militantes conozcan de armamento, explosivos, demoliciones, sanidad militar, espionaje, maniobras militares y simulacros, comunicaciones, etc., hace falta IR CONOCIENDO COMO ACTUA EL ENEMIGO EN LA PRACTICA.

Desde luego que sabemos de sobra del terror gubernamental, así como de que es necesario también asimilar la experiencia de los grupos de revolucionarios que han caído en manos del enemigo, pero ya basta de ingenuidades tales como la de que el terror del enemigo es consecuencia de la acción inoportuna de los combatientes revolucionarios y de que la acción no debe de rebasar a la organización. Ya demostraremos, ya hemos comenzado a hacerlo, que la consolidación de una organización revolucionaria, sólo tiene un camino para su desarrollo:

¡atacar resueltamente al enemigo para poner al descubierto sus puntos débiles ante la conciencia de las masas revolucionarias!

3.- REFERENCIAS PARA DETERMINAR EL GRADO DE NUESTRO DESARROLLO COMO ORGANIZACION REVOLUCIONARIA

a) ¿QUE ES CONSOLIDAR UN GRUPO DE REVOLUCIONARIOS?

Sí debemos de saber, de acuerdo a nuestra experiencia política, qué es consolidar un grupo de militantes revolucionarios.

Obviamente la primera condición es la existencia del grupo, pero para que éste sea un verdadero núcleo de militantes, debe de ser la expresión orgánica de la unidad de voluntades, capacidades, recursos al alcance de cada uno de sus miembros, así como también en lo político, debe de “aprender a diferenciar claramente entre las conductas verdaderamente revolucionarias y las pseudorrevolucionarias” (ver Pág. 32).

La segunda condición, para poder considerar que un núcleo de militantes revolucionarios está consolidado, es la de asegurar su RELACION POLITICA con la gente del pueblo trabajador, y con ello LA CONTINUIDAD DE LA LUCHA.

Esta relación política puede ser directa o indirecta. Es directa cuando independientemente del grado en que lo haga, la gente de la que cotidianamente nos rodeamos -como individuos y como grupo- colabora en forma consciente y organizada. Y es indirecta cuando lo hace en forma eventual y espontánea.

También puede ser una relación política POTENCIAL, que seguramente se hará efectiva en un momento de emergencia o de auge revolucionario, cuando existe una buena relación de amistad personal o de solidaridad familiar y hasta de simple simpatía.

Vemos una vez más, que todo depende de nuestras buenas relaciones con la gente del pueblo.

El principio rector de la consolidación de un núcleo de militantes revolucionarios es pues: “conocer cómo viven nuestros militantes y como reaccionan en la práctica ante la crítica, así como su disposición a ir cambiando sus viejas costumbres para acercarse cada vez más al pueblo (ver Pág. 33).

b) PORQUE TODO NUCLEO DE MILITANTES REVOLUCIONARIOS, NECESITA DESARROLLARSE EN CALIDAD HASTA CONSTITUIRSE EN UN COMANDO DE RESISTENCIA POPULAR?

Esta pregunta se la hacen sobre todo aquellos que tienden a “meditar serenamente” cada vez que se sienten obligados por los acontecimientos o por la acción represiva del enemigo a dar un paso al frente.

Para los revolucionarios sencillamente es una necesidad práctica de su propia política.

Mencionemos sin embargo los acontecimientos que dan respuesta a dicha pregunta: la lucha de las masas obreras para conquistar su derecho a la organización sindical independiente del gobierno y de la burguesía, si logra pasar sobre la corrupción, la demagogia, el chantaje, el escepticismo de la masa obrera, la intimidación y las mismas condiciones de miseria física y social, encontrará sin ninguna duda un obstáculo: LA REPRESION TERRORISTA DE LAS POLICIAS Y EL EJERCITO BURGUES ; las invasiones de tierra, medida extrema a la que el hambre y la enfermedad ha empujado a nuestros campesinos, ¿acaso son resueltas por el enemigo, mediante “la organización y la preparación”?; la lucha de los estudiantes en contra de los privilegios y de los obstáculos “institucionales” para la educación de las capas populares, ¿cómo se está resolviendo de parte de las autoridades?

Los hechos demuestran, que una organización que quiere desarrollarse revolucionariamente, sólo puede “organizarse y prepararse” si es capaz de sobrevivir a la acción represiva de la contrarrevolución y la única garantía para ello es aplastar a quienes van a reprimirla.

Pero sabemos también de las situaciones creadas en el curso, de nuestra historia: la impotencia, la amenaza y el desengaño que dentro de “las tradiciones populares” sufren nuestros obreros y campesinos, frente a la corrupción, el terror y la demagogia de la política.

Para ligarnos a las masas debemos de interpretar correctamente sus intereses futuros, los intereses reales de los que efectivamente la masa no será consciente mientras permanezca atenazada por la desconfianza en sus propias fuerzas para atacar al enemigo, intimidada por el terror reaccionario, debilitada por la miseria física.

La necesidad de desarrollarnos hasta constituirnos en un Comando de Resistencia Popular es por eso, la necesidad de desarrollar la política revolucionaria popular a su grado superior: LA GUERRA GUERRILLERA.

c) ¿QUE ES UN COMITE DE CONSTRUCCION REVOLUCIONARIA?

En general, un comité de construcción revolucionaria, es un núcleo de militantes consolidado, que actúa en una zona o región en dos sentidos fundamentales: uno, propicia por todos los medios a su alcance la organización y el desarrollo de los grupos de militantes revolucionarios CONCENTRANDO SUS ESFUERZOS EN CONSTRUIR Y EN ELEVAR ININTERRUMPIDAMENTE LA CALIDAD COMBATIVA DE NUESTRA ORGANIZACION; dos, coordina esfuerzos con otros grupos, comités u organizaciones revolucionarias, con el claro objetivo de ir sentando las bases para la organización de la DIRECCION NACIONAL UNICA de la Guerra Popular Mexicana que NOS PROPONEMOS DESPLEGAR.

El primer grupo de nuestra organización fue también al mismo tiempo el primer Comité de Construcción Revolucionaria, y localmente también lo es en la práctica cada grupo que se va formando, pero es necesario tener siempre presente la diferencia cualitativa entre un grado a otro de la organización de los revolucionarios.

La diferencia esencial está determinada por el hecho de que mientras que un grupo que se forma con militantes que aunque participen directamente en las tareas que se proponen nuestra organización, en cualquier forma o en cualquier frente, aún no han determinado con exactitud el grado de identidad entre su vida personal y familiar y la lucha revolucionaria; un Comité de Construcción Revolucionaria, sólo puede ser realmente aquel que se forma con militantes revolucionarios profesionales, considerando como tales a aquellos compañeros que han fundido en tal forma su vida personal y familiar a la lucha revolucionaria, que su misma existencia física depende en absoluto de la organización y de las condiciones de la lucha. Rechazamos en absoluto, el criterio de que los cuadros profesionales de la revolución son aquellos que “están de tiempo completo” y que por lo mismo reciben de la organización un salario; esto es una interpretación burguesa de la “profesión”.

Salta a la vista, naturalmente que de acuerdo a esta concepción del Comité de Construcción Revolucionaria, estos aún están en proceso de formación en nuestra organización ya que incluso, el que debiera de haber sido el principal Comité de Construcción Revolucionaria, Grupo Coordinador, se ha dispersado por el momento.

Fortalecernos es: ¡ATACAR AL ENEMIGO!