República Mexicana, 21 de marzo de 2006

A la memoria del "Benemérito de las Américas", que hoy tanta falta nos hace.
A la memoria de los mineros caídos en pasta de Conchos.
A la dignidad que demuestra Lydia Cacho ante la alianza
empresarios-gobiernos para acallarla.
A las mujeres de nuestro pueblo.


Al pueblo de México.
A los pueblos del mundo.


Hace no mucho tiempo creímos que era necesario dejar en algún rincón de nuestra patria las palabras que portan nuestras ideas y sentimientos con respecto a lo que cotidianamente sucede, mientras dibujábamos nuestra imagen de futuro, nuestros sueños más encarecidos, y nos mantuvimos callados escuchando las voces de los otros.

Poco tiempo después juzgamos que debíamos depositar en quienes habitan las regiones que abarcan nuestros espacios de acción las voces que conducen los susurros de un oído a otro, para que viajaran por diferentes partes del territorio nuestros pensamientos e invitaran a participar en la materialización de la vieja aspiración que se ha mantenido a lo largo de la historia patria, mientras tanto guardamos silencio y escuchábamos atentos las palabras de nuestro pueblo.

Más tarde comenzamos a proferir algunos sonidos que se transformaron en conceptos para esparcir nuestra esperanza y nuestro modo de interpretar la realidad que, terca y necia, se empecinaba en mostrarnos que la función de los sueños e idea de un futuro mejor se hacían imprescindibles en la orientación de nuestros actos. Empezamos entonces a romper el silencio y hablamos.

Ya casi muy cerca de nuestro presente vivo nos dimos cuenta que hay palabras que nacieron y siguen vivas, hay otras que aún esperan el tiempo de su desarrollo y madurez y, finalmente, algunas más murieron en la senda de la acción. En ese momento íbamos del silencio a la palabra y de la palabra al silencio; hablábamos y escuchábamos a otros.

Ahora, en este momento crucial de nuestra historia, se hace imposible callar. Si para nacer tuvimos que hacerlo gritando ¿por qué ahora debíamos mantenernos callados?

Hoy parece sumamente necesario retomar el arma de las palabras y las voces para compartir nuestras reflexiones sobre aquello que cotidianamente nos mancilla, nos hiere, nos entristece, nos entusiasma y nos convoca a caminar y a no cejar en nuestros propósitos.

Ahora tomaremos con nuestras manos las palabras y las arrojaremos a los surcos del viento y regaremos con nuestro sudor y con nuestra sangre los campos fértiles y esperaremos el nacimiento, el crecimiento y el desarrollo de la organización que devuelva al pueblo, su propietario, el destino de nuestra nación.

Va pues, para regodeo de algunos, para ira de otros y para quienes busquen nuestras ideas, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros sueños, el mensaje siguiente:

I

"La silueta del maquinista con su traje de dril azul se destaca desde el amanecer hasta la noche en lo alto de la plataforma de la máquina. Su turno es de doce horas consecutivas. Los obreros que extraen de los ascensores los carros de carbón míranlo con envidia no exenta de encono. Envidia, porque mientras ellos abrasados por el sol en el verano y calados por las lluvias en el invierno forcejean sin tregua desde el brocal del pique hasta la cancha de depósito, empujando las pesadas vagonetas, él, bajo la techumbre de zinc no da un paso ni gasta más energía que la indispensable para manejar la rienda de la máquina. Y cuando, vaciado el mineral, los tumbadores corren y jadean con la vaga esperanza de obtener algunos segundos de respiro, a la envidia se añade el encono, viendo cómo el ascensor los aguarda ya con una nueva carga de repletas carretillas, mientras el maquinista, desde lo alto de su puesto, parece decirles con su severa mirada: -¡Más a prisa, holgazanes, más a prisa!"

El alma de la máquina
Baldomero Lillo

A partir del triunfo militar de los conquistadores españoles sobre los defensores de nuestra región Mesoamericana, a partir del comienzo de la era colonial de lo que denominaron La Nueva España, la minería se tornó en una de las actividades económicas que permitió a la Corona Española saquear las riqueza en minerales y metales que se encontraban en nuestra región y, a su vez, extraer tal riqueza a costa de la sangre y de la vida de quienes realizaron el trabajo esclavo; a saber: los mineros.

El desarrollo de las políticas de saqueo requirió, naturalmente, el impulso de otras actividades económicas que complementaran la primera de ellas; nos referimos en este caso a las actividades industriales de transformación de lo extraído y a las del transporte y, desde luego, las marítimas. No solamente se requería la actividad de extracción, asimismo era necesario transformar los "productos brutos" en la riqueza ya elaborada y, una vez realizadas tales tareas, era necesario trasladar desde las ciudades mineras hacia los puertos los frutos y transportarlos vía marítima hacia España.

Este saqueo es impensable sin la explotación más brutal de quienes se dedicaron a la labor extractiva, tan sólo esta actividad diezmó la cantidad de habitantes originarios en la Nueva España de modo tal que la Corona se vio precisada de otra "actividad económica" crucial: La "importación" de esclavos negros que pudieran realizar la labor que la economía de extinción eliminaba físicamente. De esta manera se legitimaba la "actividad económica" de la "guerra para cazar esclavos" en el Continente Africano.

La minería, desde sus orígenes, es la actividad económica que más claramente muestra que la riqueza de las naciones llamadas "altamente desarrolladas", así como su antítesis, la miseria de las naciones llamadas subdesarrolladas, son incomprensibles e inexplicables sin las políticas de saqueo, expoliación y explotación de los recursos naturales de nuestras naciones y de los trabajadores que desarrollan el trabajo esclavo o semi-esclavo. De la misma manera, esta actividad económica muestra nítidamente cómo los "propietarios" de las minas se enriquecen insultantemente mientras que quienes extraen la riqueza de éstas mueren en la miseria más espantosa.

El desarrollo de la minería favoreció, a su vez, el desarrollo de grandes ciudades que concentraban la actividad económica, el empleo, el comercio, la migración interna y la distribución poblacional. Entre estas ciudades, de norte a sur, encontramos Chihuahua, Coahuila, Zacatecas, Guanajuato, Pachuca, Potosí (Bolivia), etc.

El desarrollo de la minería creó, al mismo tiempo, a quienes iban a sublevarse permanentemente contra las condiciones miserables de existencia y de trabajo que les deparaba ese régimen de trabajo, pese a que ellos eran quienes producían la riqueza más codiciada. Ésta actividad económica, la cara más evidente de la explotación y del saqueo, fue dando origen a quienes irían, progresivamente, organizándose para exigir la mejora de sus condiciones de trabajo y de existencia. Bástenos recordar la vívida lucha de los mineros de la sal, en la película La Sal de la Tierra, o la voz de los negros mineros cantando:

"Y aunque mi amo me mate/ a la mina no voy/ yo no quiero morirme en un socavón/ En la mina brilla el oro/ al fondo del socavón/ el blanco se lleva todo/ y al negro deja el dolor/ Cuándo vuelvo de la mina/ cansado del carretón encuentro a mi negra triste/ abandonada de Dios/ y a mis negritos con hambre/ ¿por qué esto, pregunto yo?"

El surgimiento y el desarrollo de los sindicatos del ramo, como órganos propios de autodefensa, obedeció a la lucha de los propios mineros -tratándose de los sindicatos de la industria minera-por asegurarse un instrumento que les permitiera mantener un estado de alerta y de defensa organizada de un poder popular, el suyo propio, en pos de la destrucción de las condiciones de miseria y opresión que vivían.

Llegando al siglo XX, en nuestro México, y más particularmente a mediados del mismo, algunos sindicatos -sobre todo los que conformaron las Centrales del "sector" obrero del PRI--se tornaron, como consecuencia de un desclasamiento y corrupción de los líderes sindicales, en un instrumento al servicio de los patrones y propietarios de las minas, de modo tal que los trabajadores y los sindicatos se separaron, en cuanto a los intereses que representaban se refiere.

De esta manera, Patrón/propietario y sindicato confabularon para mantener las condiciones de trabajo y de vida más miserables de los propios trabajadores, mientras los primeros se enriquecían a costa de los segundos.

El Estado y gobierno mexicanos, por su parte, mantuvieron su papel de defensores de los intereses de los propietarios patrones –nacionales y extranjeros-y trataron de organizar las estructuras gubernamentales, jurídicas, administrativas y políticas para favorecer la explotación y la expoliación sin los obstáculos indeseables de las leyes y los sindicatos. Llámense del PRI o del PAN, los funcionarios de gobierno se han esmerado en mostrase como los mejores defensores de los intereses extranjeros y de los de arriba, los grandes ricos que detentan la riqueza y el poder nacional.

Desde sus orígenes hasta nuestros días -entiéndase marzo del 2006-esa ha sido la tónica de las políticas de los gobiernos de la nación, de los sindicatos que dicen defender los intereses de los trabajadores y de los patrones/empresarios/dueños; la confabulación, el saqueo, la explotación y la represión.

II

"Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar. -Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora. La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice: -Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera. El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta..."

Ante la ley
Franz Kafka


Las diversas actividades económicas, políticas y sociales que se desarrollan en nuestra nación deben sujetarse, según reza nuestra tantas veces operada y transformada Constitución Política –de tantas modificaciones ya no se parece en nada a la que surgió del Constituyente de Querétaro en el año de 1917-y las leyes que de ella derivan -la Ley Federal del Trabajo, Ley General de Educación, etc., etc., y otros etcéteras más--, al principio irrenunciable de La Ley -así, con mayúsculas--.

El conjunto de las actividades minero-metalúrgicas, las empresas en cuestión, los sindicatos y las propias instancias de gobierno, rezan en sus peroratas litúrgicas el cardenal primado de México, Carlos María Abascal Carranza, y su santidad, El gato con Botas, deben, ineludiblemente, sujetarse al principio neutro de la Ley. Sin embargo, como bien mostró en su tiempo y a través de su obra Franz Kafka, y como nuestro México contemporáneo evidencia, la Ley -así, con mayúsculas- y quienes deben resguardarla de los usos sucios que de ella se hacen -los funcionarios de gobierno en los tres poderes con conforman el Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial--es el instrumento que sirve de obstáculo perpetuo a quienes desean entrar en ella para resguardar sus derechos e intereses legítimos; la Ley -así, con mayúsculas- es algo menos que una entelequia que vaga de las manos de un fantasma tuerto, hemipléjico y tunco -no como Maclovio--, que sólo percibe la mitad derecha de la realidad. El resto no existe.

Mientras esto sucede, el presidente de la república, Norberto Rivera Carrera, y el Secretario de Gobernación, Onésimo Cepeda, determinan el rumbo de la nación; mientras esto sucede, se enfrascan en una lucha terrenal por engrandecer sus arcas terrenales con la riqueza producida terrenalmente para disfrutar terrenalmente los juegos de golf, las corridas en la Plaza de Toros México y protegerse con guardaespaldas terrenales, porque los arcángeles, ángeles y serafines no los pueden proteger.

Mientras esto sucede, los mineros, en tanto que no encuentran respaldo jurídico, ni económico, ni político en la Ley -así, con mayúsculas--, ni en el gobierno, ni en el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, sólo pueden decir para sí mismos:

"Querido Tío: En esta fotografía, captada en el interior de la mina, se destaca tu estatuilla de greda en medio de las ofrendas que te dejaron los mineros, quienes, sentados en los callapos de la galería, pijcharon en tu presencia, suplicándote que les concedas el filón más rico de estaño y les protejas de las enfermedades y los peligros. Las botellas de aguardiente son para aplacar tu sed y rendirte culto, pero también para ch'allar en honor a la Pachamama, la divinidad... que no se ve pero que guarda las riquezas en sus entrañas."

Cuentos de la Mina
Víctor Montoya

III

"La tragedia de Pasta de Conchos nos coloca frente a la historia cotidiana del capitalismo salvaje: leoninas explotaciones privadas de riquezas públicas, salarios minúsculos e indiferencia criminal hacia las condiciones de trabajo, contubernio estratégico entre el sindicato, los patrones y el gobierno para aumentar la productividad sin verdadera preocupación por la situación de los mineros, sus familias y la región donde laboran y padecen. Corrupción, impunidad. La explosión en la mina llevó a la muerte a 65 trabajadores, pero también hizo volar en pedazos la política laboral en curso; la hipocresía, si cabe la palabra, de los propietarios de las minas, siempre indiferentes a la salud y el bienestar de "sus" operarios; la miseria de un sindicalismo que ha perdido su primera razón de ser: defender el interés legal y profesional de los suyos; en fin, las lecciones negativas de esta tragedia no son fáciles de digerir.

La Jornada
Adolfo Sánchez Rebolledo


Así como se expresa Adolfo Sánchez Rebolledo, entre muchos otros personajes de la vida de los medios de información masiva, "La tragedia de Pasta de Conchos nos coloca frente a la historia cotidiana del capitalismo salvaje...". Como dijimos antes, estas condiciones de existencia han asegurado que nuestra nación, entre muchas otras del mal denominado "Tercer Mundo", "de los países emergentes", "del Sur", sean saqueadas, expoliadas y explotadas hasta su muerte por inanición, mientras las que forman parte del "primer mundo". "del norte", etc., se enriquecen y engrandecen.

"La tragedia de Pasta de Conchos nos coloca frente a la historia cotidiana del capitalismo salvaje...". Ello es así dado que nos arroja a la cara la evidencia de que mientras los mineros y sus familias enfrentan unas condiciones de trabajo y de vida miserables --cuando son ellos quienes extraen la riqueza de las minas--, los propietarios y los corruptos y charros líderes sindicales se enriquecían insultantemente, a costa de los primeros.

"La tragedia de Pasta de Conchos nos coloca frente a la historia cotidiana del capitalismo salvaje..." que se muestra nítidamente y sin eufemismos a través de la misma. La tragedia de Pasta de Conchos evidencia que el problema no sólo reside en que un gobierno en particular, de la factura partidaria o política que sea, mantenga como divisa de su estilo de gobierno, la corrupción, la hipocresía, la indiferencia y la connivencia con los patrones explotadores. ¡No!

La tragedia de Pasta de Conchos muestra el carácter mismo del capitalismo, en todas sus fases de desarrollo, y desnuda el verdadero rostro criminal de quienes se han apropiado de los recursos de la patria, de quienes utilizan la mano de obra de los mineros para saciar su sed inagotable de riqueza, de quienes se prestan, desde los órganos de gobierno, para facilitar la expoliación y explotación de la riqueza nacional y de la fuerza de trabajo barata y de quienes se venden, bajo el manto de liderazgo sindical, a los patrones y al mejor postor.

La tragedia de Pasta de Conchos muestra que el contubernio criminal entre el actual sindicato de mineros, las autoridades del gobierno en turno y los empresarios, condenan a los trabajadores a la muerte y al chantaje por parte de los mismos para acallar la justa protesta, los condena a la miseria y la desgracia y los condena a vagar, noche y día, como fantasmas muertos en vida de un lado a otro, sin perspectiva ni esperanza.

La tragedia de Pasta de Conchos muestra que con el firme propósito de ocultar el verdadero rostro del capitalismo y del gobierno y de los empresarios; el equipo de Vicente Fox -siguiendo las enseñanzas de Goebels-promueve un escándalo de fraude –objetivamente existente-y de persecución política-jurídica del corrupto heredero del sindicato minero, para ocultar el verdadero escándalo nacional, el del crimen de 65 mineros, la creación de 165 huérfanos y de muchas madres que perdieron a sus hijos o de esposas que perdieron a sus maridos. Esos crímenes de la Paz (léase Pax) que nos ofrecen son el escándalo que debieron enfrentar; se tardaron demasiado en "descubrir" la transa sindical.

La tragedia de Pasta de Conchos muestra con claridad que fuera de las manos de los propios trabajadores, fuera del ejercicio del poder efectivo de los trabajadores, como un poder popular sindical, no hay futuro ni porvenir.

La tragedia de Pasta de Conchos demuestra, una vez más, y como lo hicieron hace ya casi un siglo los mineros de Cananea, que la única manera existente para defender sus intereses laborales y de vida radica en la organización en manos propias de su vida política y sindical; fuera de ellas el destino parece inamovible.

La tragedia de Pasta de Conchos, en fin, nos coloca frente al único rostro que podemos encontrar tras las diversas máscaras que se pone el gobierno y con las cuales pretende cubrir al capitalismo en todas sus formas. Nos acomoda de frente ante la historia cotidiana del capitalismo salvaje. Nos confronta con una realidad lacerante que debemos suprimir y mandar al basurero de la historia.

IV

Ahora, quienes dicen que gobiernan, pretende aprovechar la coyuntura para con un escándalo intentar cubrir el escándalo verdadero y mayúsculo, la muerte de los mineros por negligencia y corrupción. El "gobierno del cambio, para el no cambio" se apresta, cual verdadero Cid campeador, a enfrentar a quienes lavan y han lavado desde tiempo atrás dineros sucios y mal habidos; ahora El "gobierno del cambio, para el no cambio" se prepara para denunciar al líder del Sindicato de Mineros por corrupto y ladrón y parece padecer de una amnesia que le hace olvidar que el problema de origen es otro. Ahora, al tiempo que desconocen a un pseudolíder sindical y nombran otro, a su modo; ahora, mientras vociferan que detienen al ladrón, padecen una amnesia con respecto a los hijos de Martha Sahagún de Fox; ahora, mientras se desgarran las vestidura de la honestidad, se niegan a castigar a los responsables de la Guerra Sucia que se ha denunciado ampliamente en diversos medios de información...

El "gobierno del cambio, para el no cambio" nos quiere hacer creer que el charro Napoleón Gómez Urrutia es un ladrón y hay que procesarlo judicialmente, mientras parece amnésico y olvida que los asesinos empresarios y los corruptos y negligentes funcionarios del mismo gobierno prohijaron a tales charros para controlar a los trabajadores e impedir su verdadero y auténtico deber de representar los intereses de los trabajadores para la lucha por la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de los obreros.

Mientras el "gobierno del cambio, para el no cambio" se embarca en su carrera loca tras el ladrón: "¡¡¡agarren al ladrón, se escapa el ladrón, ahí va el ladrón!!! Gritan a los cuatro vientos; mientras el "gobierno del cambio, para el no cambio" no respeta la autonomía sindical y se inmiscuye en decisiones que competen sólo a los trabajadores, otros líderes charros y trabajadores de otras empresas, defendiendo unos a Napoleón y los otros la autonomía sindical, se abocan a exigir la renuncia del Secretario Foxista del Trabajo y demandar mantener en la impunidad al charro heredero.

Antes de la tragedia de Pasta de Conchos, ni el gobierno en turno, ni la representación sindical, ni los empresarios, ni los otros sindicatos representados por otros charros del mismo talante, ni la PGR, ni los medios de información masiva, ni nadie se ocupaba o preocupaba por las condiciones de vida y de trabajo de los mineros. Tuvo que suceder la lamentable tragedia de Pasta de Conchos para que con sus lágrimas de cocodrilo las hienas del triángulo amoroso (empresarios, charros sindicales, gobierno corrupto) empezaran a gimotear esperando que muy pronto se olvide la tragedia.

¡¡¡Ni olvido, ni perdón!!!
¡¡¡A organizar la lucha por un sindicato que represente verdaderamente los intereses de los mineros!!!
¡¡¡A luchar por mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los mineros y sus familias!!!
¡¡¡Fuera charros de los sindicatos!!!
¡¡¡Por un sindicalismo independiente y democrático!!!
¡¡¡El poder sindical a los trabajadores!!!

V

Días antes de la tragedia de Pasta de Conchos la nación se conmocionó con -otra vez, qué casualidad-el contubernio amoroso entre los gobierno corruptos de los estados de Puebla y Chiapas, los empresarios de la Mezclilla y de la Pederastia denunciada ampliamente en diversos medios, y el Poder Judicial.

Esta vez se confabularon de una manera cómplice para perseguir, hostigar, reprimir y "castigar" a la periodista y defensora de los Derechos Humanos de las mujeres abusadas sexualmente, Lydia Cacho, haciendo uso del poder que les da la alianza con el Góber precioso de Puebla y héroe de los pederastas Kamel Nacif y Jean Sucar Kuri, así como con la solícita ayuda del góber de Chiapas, Pablo Salazar, para acceder a los medios de comunicación y tergiversar la información.

El pederasta Kamel Nacif Borge-de origen libanés y defensor de su paisano Jean Sucar Kuri--, el Gober precioso de Puebla Mario Marín, el Gober solícito de Chiapas Pablo Salazar y el Poder Judicial de Puebla, parecen ser la punta de un iceberg que promueve el desarrollo de la pornografía infantil, la prostitución infantil, la pederastia, la corrupción, el lavado de dinero y el tráfico de influencias y la impunidad.

Por su lado, el PAN y el PRI se desgarraban las vestiduras, unos para defender al indefendible Góber Precioso y los otros para aprovechar electoralmente la "desgracia" del PRI. Ni los unos ni los otros, sin embargo, tenían presente la necesidad de botar al bote de la basura el abuso del poder, la corrupción, la pederastia, el cinismo y la impunidad.

Lo mismo que la tragedia de Pasta de Conchos, el escandaloso suceso del ataque a la periodista Lydia Cacho nos mostró, una vez más a lo largo de la historia de nuestro país, la naturaleza de la vida cotidiana del capitalismo salvaje.

El escandaloso suceso del ataque a la periodista Lydia Cacho nos mostró que ningún gobierno emanado del PRI o del PAN, que los empresarios corruptos y defensores recalcitrantes del capitalismo salvaje, que el Poder Judicial de la Federación es un instrumento al servicio de la corrupción, la represión y la delincuencia de cuello blanco.

El escandaloso suceso del ataque a la periodista Lydia Cacho nos mostró que la impunidad es la divisa para los pederastas, los corruptos gobernadores de Puebla y Chiapas, los funcionarios foxistas como Yunes, los funcionarios del poder judicial y quienes ofrecen el trabajo esclavo de los presos en el sistema penitenciario para enriquecer aún más a los pederastas que dicen generar empleos y que explotan vilmente a sus trabajadores.

La tragedia de Pasta de Conchos y el escandaloso suceso del ataque a la periodista Lydia Cacho, son la muestra palmaria de las políticas a lo Goebels instrumentadas por el gobierno de Vicente Foz; para ocultar la transa que desde los entretelones de la Presidencia de la República enriquecieron a los hijos de Marta Sahagún, para cerrar el asunto de los "Amigos de Fox", para ensombrecer la cuestión de la Fundación ¡Vamos México!, de la Sra. Martha Sahagún, para tapar las estupideces que a diario propalan Vicente Foz y Rubén Aguilar, en fin, para desviar la atención, qué mejor que dos escándalos mayúsculos para pretender desaparecer los escándalos superlativos. Entre lo superlativo y lo mayúsculo, sin embargo, nuestro pueblo se harta de tanta propaganda y descubre la esencia misma del capitalismo salvaje en su fase neoliberal.

VI

En otra pista del gran circo nacional, mientras tanto, las campañas electorales corren su curso. Los candidatos, candiditos y candidotes recorren el país tratando de convencer a nuestro pueblo de que ellos se encargan de esparcir, como candidatos más visibles -que no viables-la peregrina idea de que si ellos, el que corresponda al discurso, ganan, el país cambiará, porque cada uno de ellos dispone de lo que el país necesita. Sólo se requiere que el pueblo se dé cuenta quién es quién en esta lucha y en consecuencia actúe.

Los partidos políticos, mientras tanto, se envían sus propias defecciones que buscan con ansia el partido y la candidatura que tenga el tamaño de sus ambiciones para llegar a la cámara de diputados, a la de senadores o a cualquier cargo de elección popular.

Fuera de tales intereses no hay opciones de actuación. Ni la tragedia de Pasta de Conchos ni el escandaloso suceso del ataque a la periodista Lydia Cacho recibieron de parte de ellos una profunda reflexión; era más importante convencer de que ellos y no otros son los mejores y nada más hay que hacer o decir.

Es esta y no otra la verdadera faz -o rostro-del capitalismo salvaje.


¡CONTRA EL NEOLIBERALISMO, EL PODER POPULAR!
¡POR EL SOCIALISMO: VIVIR, LUCHAR, VENCER!
¡SER PUEBLO, HACER PUEBLO, ESTAR CON EL PUEBLO!
¡¡DESPIERTA PROLETARIO!!

TENDENCIA DEMOCRÁTICA REVOLUCIONARIA-EJÉRCITO DEL PUEBLO
TDR-EP

República Mexicana, 21 de Marzo de 2005.