De TDR-EP al PDPR-EPR

A la Comisión Nacional.
A los Comités Estatales.
A los Comités Zonales.
A toda la militancia.

Compañeros:


En nuestro partido existen análisis y propuestas de solución a la problemática interna distintas e incluso diametralmente opuestas, situación que ha reavivado una lucha de posiciones sin que medie la discusión teórica, política e ideológica, predominando, por el contrario, formas de hacer política alejadas de los principios revolucionarios. En el contexto de esa lucha de posiciones se ha impuesto un modelo de conducción que más que garantizar la unidad y la disciplina partidaria pretende violentar, a cualquier costo, un proceso de reflexión y reelaboración colectiva de la línea política partidaria –aún no concluido- y revertir sus resultados con base en el pragmatismo, el maniqueismo y la seudoconcresión.

Desde nuestro punto de vista, una de las tareas de la militancia, en el terreno político e ideológico, es la de desactivar mecanismos y determinaciones concretas al interior del partido que pretenden seguir cerrando el paso a la crítica de la base a la dirigencia, el derecho de la militancia a la discrepancia y a la inevitable formación de tendencias, así como a la necesaria discusión teórica, política, ideológica, etc. Por ejemplo, dentro de los mecanismos político-ideológicos se encuentra activada la noción de homogenidad que implica la necesaria supresión de toda diferencia política. Otro mecanismo activado es la noción de inmadurez personal o política por medio de la cual se descalifica política o ideológicamente al militante. Una tercera noción activada no explícita y no dicha, por absurda, es de que la revolución inicia y termina con un determinado partido revolucionario, concretamente, con el nuestro. Bajo la primera noción no tiene lugar ninguna discrepancia. Bajo la segunda noción cualquier discrepancia se descalifica. Bajo la tercera se considera que toda discrepancia política sólo intenta justificar la claudicación y la traición al partido y, por tanto, a la revolución. Ahora bien, dentro de las determinaciones político-ideológicas que nos separan, oponen y confrontan tenemos, a título de ejemplo, las del pragmatismo, la intolerancia, la descalificación, el dogmatismo, el maniqueismo, la seudoconcreción, etc. Mecanismos y determinaciones político-ideológicas que son necesarias de desactivar urgentemente.

Por todo ello nos pronunciamos. Primero, por la unidad partidaria. Segundo, por el reconocimiento franco y abierto de nuestras diferencias políticas. Tercero, por la activación de la discusión teórica, política e ideológica abierta como determinación fundamental para superar la crisis partidaria. Cuarto, por el reconocimiento de la tendencia política que conformamos los abajo firmantes así como del derecho de hacer llegar nuestra posición a la par de la información oficial a toda la militancia.

Posteriormente haremos llegar a toda la militancia la historificación y la caracterización de la situación actual que fundamentan nuestra posición política y nuestras propuestas de solución a la problemática partidaria, por lo pronto les damos a conocer dichas propuestas en los términos siguientes:

1. Restitución de la legalidad partidaria con base en el resolutivo final que excluyó a los exCC de la CN (y ¡por supuesto! de cualquier otra instancia de dirección) o, en su defecto, establecimiento de nuevos acuerdos que preserven y garanticen la unidad interna y la disciplina partidaria.

2. Revisión de la representatividad partidaria dentro de la Comisión Nacional (representación equitativa) y priorización por parte de ésta de la solución a la problemática interna con base en la información, la consulta y la participación activa de toda la militancia.

3. Evaluación teórica y práctica, crítica y autocrítica, objetiva y subjetiva de los resultados de nuestra práctica política con base en el saber científico de la teoría revolucionaria y los intereses de toda la clase.

4. Deslindar y asumir las responsabilidades que como militantes nos correspondan tanto en el surgimiento de la crisis como en la evolución de la misma.

5. Reconocimiento de nuestros modos diferentes de interpretar la teoría revolucionaria, entre otros el que se refiere a la concepción leninista de partido, que reconoce la validez y legitimidad que tiene la inevitable formación -temporal e inorgánica- de diferentes tendencias político-ideológicas al interior de un partido revolucionario, así como su necesaria superación por medio del Congreso.

6. Reconocimiento de nuestros modos diferentes de interpretar la realidad así como las discrepancias estratégicas y tácticas que de ese hecho se derivan.

7. Discusión franca y abierta de nuestras diferencias política, apegada a la moral revolucionaria, tanto en el terreno de la teoría como en el de su inserción en la práctica revolucionaria.

8. Suspensión de las expulsiones y juicios sumarios que se llevaron a cabo hasta el esclarecimiento de los procesos políticos que condujeron a ello, sin menoscabo del ejercicio pleno de los derechos de quienes permanecen en las filas partidarias.

9. Desactivar de manera definitiva cada una de las determinaciones político-ideológicas que lejos de cohesionarnos nos separan, oponen y confrontan.


De la instancia del Valle de México: Tirso, Nora, Victor, Andrea, Omar, Compañera Tres, compañera Uno, Aline, Juan, el compañero Siete, el compañero Ocho, Carmen.
Del Comité Estatal de Guerrero: Alejandro, Enrique, Alberto, Hector, Jorge, Nico.
Del Comité Zonal de SLP: Hugo.
De una comisión especial: Compañera 21.


Agosto 14 de 1999.