Por: Iván Márquez / Integrante del Secretariado de las FARC-EP
Para información y análisis de nuestros amables lectores damos a conocer el artículo “La Victoria Precaria” escrito por el camarada Iván Márquez, para nuestra revista Resistencia Internacional, edición 36.
La “V” de la victoria que levanta el uribismo, es la de una victoria precaria. Es la victoria de la abstención próxima al 60%. Uribe sólo obtuvo el 27,5% del universo del voto en Colombia. Es la victoria de la ilegitimidad que sólo puede ser cantada por la guerra y la Seguridad Democrática, nueva estrategia gringa para la recolonización neoliberal de Latinoamérica y el Caribe.
Fue también el triunfo de la maquinaria del Estado a favor de un candidato, del voto cautivo de la burocracia, de los fraudes y presiones del narcoparamilitarismo de Estado, del voto inducido por la cruzada de las encuestadoras y los grandes medios...
La euforia y la estridencia que borbotan de las toldas uribistas no son suficientes para apaciguar la sensación de inseguridad de la gran oligarquía colombiana. Las cifras no son aplauso, sino una verdadera silbatina para el gobierno de colonia y antipatria.
La estrategia de la Seguridad Democrática con su componente el Plan Patriota, no pudo derrotar a la insurgencia. La flama tricolor de la guerrilla que es el anhelo irreductible del pueblo por cambio de estructuras, justicia social, democracia, paz y libertad, ondea en lo más alto de la montaña colombiana.
Por la existencia de esa altiva bandera, temen el estallido de la inconformidad popular. Pueblo en la calle y ofensiva guerrillera, simultáneos, coincidentes, son fuerza demoledora contra cualquier tiranía. En ninguna otra parte de Nuestra América los planes de la opresión tienen en el horizonte los nubarrones liberadores de una tormenta popular, como en Colombia.
El South Command cree que el destino de Colombia puede ser conjurado con el desembarco de marines, pero también saben que esto podría detonar la insurrección y la guerra patria, la guerra de todo el pueblo, y desatar explosiones de solidaridad.
Basar tropas yanquis en Colombia es apuntar no sólo contra la inconformidad interna; sería apuntar también desde un flanco crítico, en términos militares, contra la Revolución Bolivariana de Venezuela, verdadero foco que irradia esperanzas de libertad para los pueblos de este hemisferio.
Ha sido reelegido el cipayo predilecto del imperio. El que se cree puente del sueño washingtoniano del “business” que ambiciona unir a Suramérica y a Centroamérica, no para la independencia y la dignidad, sino para que fluyan sin obstáculo, por autopistas, gasoductos, cableados y modernos puertos, las riquezas de Nuestra América hacia las metrópolis del norte, en el marco de ese miserable plan que los gringos han denominado “Panamá-Puebla”.
La estrategia de predominio de la Casa Blanca ha ganado una cabeza de playa con esta reelección. Uribe ha sido colocado como carga desintegradora de la América Latina y el Caribe para allanarle el camino al negocio y la ganancia de la política neoliberal a través de los TLC.
Las FARC, la inconformidad popular y el pensamiento de Bolívar, son el obstáculo inmediato. Saben ellos que el triunfo de las ideas y de las armas populares en Colombia puede marcar el comienzo de la definitiva independencia, de la caída como castillo de Naipes, de la odiosa opresión, preludio de la alborada de Patria Grande.