En conmemoración del Natalicio de Don Pedro Albizu Campos
12 de septiembre de 2000
Compañeras y Compañeros:
Estos son días en los cuales la memoria de don Pedro tiene que reforzar nuestras convicciones patrióticas y revolucionarias. Son días en los cuales los valores ideológicos: el ejemplo, la valentía y el espíritu de sacrificio, tienen que servirnos como fuentes de inspiración, de orientación y guía que nos permita comprender y defender, con la vehemencia que el momento exige, el pensamiento albizuista. Algunos compañeros, ideólogos con pensamiento en buena medida influenciado por lo que es la enorme dificultad que nuestra lucha emancipadora nos presenta como reto, expresan que esos valores albizuistas no responden a la nueva realidad que obliga a parámetros de acción anti albizuistas al igual que anti betancinos. Los Macheteros diferimos firmemente de tales conceptos, que consideramos derrotistas y acomodaticios. Defendemos el pensamiento ideológico de Betances y, sobre todo, el de Albizu, como representativos de unas concepciones que, aunque no se deseen comprender o aceptar, son ineludibles. Ello, porque constituyen, objetivamente, los mecanismos de lucha libertaria que todo pueblo sometido a un colonialismo brutal, como el que sufrimos los puertorriqueños, se ve obligado a utilizar para liberarse y ser libres.
La violencia, sabemos, no es algo que persona alguna con un buen de grado cordura, pueda aceptar. Pero los patriotas que luchamos por nuestras libertades fundamentales -políticas, económicas y sociales-, no somos los responsables de la violencia. Los colonizados somos víctimas de la violencia, aunque ésta pueda pasar solapada en algunos momentos de nuestro desenvolvimiento histórico. Nuestros enemigos colonialistas -el gobierno de España en el siglo pasado y el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica en el presente siglo- han sido los únicos responsables de la violencia en nuestra patria. Eso lo sabía Betances, cuando organizaba al pueblo boricua para liberarnos del colonialismo español, y lo sabía don Pedro, al luchar contra el régimen imperialista yanqui. También lo sabemos Los Macheteros, que nos nutrimos del pensamiento albizuista y betancino y hacemos lo posible para constituir su continuidad histórica.
La enorme mayoría de nuestro pueblo puertorriqueño ha sido adiestrada y condicionada para aceptar lo que algunos entienden es la "vía pacífica" hacia la libertad e independencia. Eso es algo sumamente atractivo porque, a fin de cuentas, si podemos lograr nuestra libertad sin sacrificios supremos o menores, entonces utilicemos esas vías. Pero es un engaño. No existe ese camino pacífico en las condiciones particulares que vivimos los puertorriqueños. En última instancia, el continuar por esos caminos, eludiendo lo que es una responsabilidad vital para todo puertorriqueño conocedor de la historia no sólo de nuestro pueblo, sino de la humanidad en sus procesos reivindicativos, puede ser conducente hacia el suicidio y autodestrucción como pueblo.
Don Pedro decía que si las elecciones coloniales fueran buenas para Puerto Rico, en Puerto Rico jamás hubiera habido unas elecciones. Basta estudiar detenidamente todo lo que constituye las maniobras de los poderosos para continuar enajenando a nuestro pueblo (que es la base de su lógica colonialista), para comprender claramente la verdadera naturaleza del proceso electoral colonial. Se trata, en esencia, de jugar el juego del enemigo; de jugar en un territorio en el cual las reglas las establecen ellos, el escenario es de ellos, las instituciones y reglamentos son establecidos y controlados por ellos. Aun peor, ellos son los que controlan la totalidad del andamiaje infra y super estructural que define el escenario electoral, con unos medios de comunicación totalmente a su servicio y claramente en contra de cualquier cosa que signifique libertad real para los puertorriqueños. Existen algunos espejismos artificiales creados por ellos para consolidar la mentira. Pero las posibilidades reales de que nuestro pueblo pueda alcanzar victorias estratégicas en sus medios no constituye otra cosa que un engaño. Son las supuestas libertades y participación que les ayuda a consolidar su sistema.
Los Macheteros sabemos que nuestro pueblo es manipulado y condicionado hasta la saciedad para adorar la mentira del juego colonial. Estamos conscientes de que la gran mayoría de nuestro pueblo se cree esas mentiras y participa de ellas pensando honestamente que eso es preferible a verse sumido en luchas intensamente sacrificadas y en extremo dolorosas. Pero en el fondo, si en verdad queremos eliminar el sufrimiento y la inseguridad no sólo para nosotros, sino fundamentalmente para las generaciones futuras; si queremos merecernos esas libertades y derechos por mérito propio; si pretendemos sentirnos como seres humanos libres y legarles a nuestros hijos las más ansiadas reivindicaciones, esas que corresponden a cada ser humano por el mero hecho de serlo, no podemos utilizar el camino que el enemigo señala. Por el contrario, el camino no puede obviar o soslayar aquel legado por nuestros más intensos y dedicados luchadores históricos: por Betances, por don Pedro, por don Juan Antonio, y por todos los que han sabido ofrecer lo mejor de sí, para lograr alcanzar el control total de nuestro destino.
En ese sentido, rechazamos el proceso electoral, cuando se trata de lograr la independencia de nuestra patria. Si continuamos por ese proceso, nuestra lucha patria no pasará de ser otra cosa que una manifestación folclóricamente institucionalizada, pero encaminada hacia su fosilización histórica. No obstante, podemos admitir que aun en la patria subyugada existe un espacio en el cual ese proceso electoral para establecer mecanismos administrativos puede ser importante para conquistar algunos derechos correspondientes al pueblo, aun dentro de la colonia. El sistema económico que impera en nuestra patria, es profundamente explotador de los trabajadores. Existe un desempleo rampante y muy malos servicios de salud, de educación y de seguridad para el pueblo trabajador. Igualmente, la desigualdad y la decadencia moral que emana del sistema constituyen elementos que tienen que ser combatidos y denunciados constantemente. Vemos cómo el uso de drogas alucinantes afecta gravemente a nuestra juventud Esas reivindicaciones tienen que ser luchadas y logradas aún dentro del sistema pues no tenemos otra alternativa.
Hay que luchar para evitar que nuestro entorno ambiental sea dañado; hay que combatir la corrupción y la inmoralidad; hay que combatir la desigualdad que tantos males genera. Son los males sociales que tienen que ser combatidos a través de esos espacios. Pero la lucha por la independencia tiene que aprender del camino de don Pedro y de Betances. La violencia revolucionaria es el derecho inalienable de todo pueblo colonialmente esclavizado. Es la ley de sobrevivencia humana, reconocida por todos los pueblos del mundo, la que nos ampara. Los Macheteros respetamos y participamos del espacio en apoyo a todos los que luchan por reivindicaciones sociales. Pero no confundimos dichas luchas, que son vitales para la sanidad de nuestro pueblo, con las que, a fin de cuentas, nos habrán de proporcionar todos los mecanismos necesarios para imponer dichas metas: las luchas ejemplares que fueran iniciadas por Betances, continuadas por don Pedro y don Juan Antonio, y por aquellos quienes, como Los Macheteros, damos seguimiento a tales concepciones.