Si no es ahora, ¿cuándo el canje de prisioneros? La mayoría de colombianos, y la historia misma de éste país, lo reclaman.
Durante cuatro años el gobierno Uribe sólo ha interpuesto negativas y ultimátum, chantajes y maniobras; y en los últimos días, rodeos. Innecesarios rodeos. Pareciera tener miedo a agarrar el toro por los cuernos. Nadie entiende en las FARC de dónde saca el gobierno que los contactos para el canje avanzan por buen camino, si hasta el día de hoy no se ha producido el primer encuentro directo con las FARC.
La prensa está filtrando información sobre contactos sigilosos del gobierno con destacadas personalidades de la paz en Palacio y suites exclusivas, pero entre los interlocutores aún no hemos logrado identificar a ninguno de los tres voceros designados por las FARC.
En nada contribuye engañar a la opinión o ilusionar con fantasías a unos familiares que ya padecen el más duro de los calvarios con el prolongado cautiverio de los suyos.
Aquí lo más práctico es despejar de tropas el territorio propuesto para el diálogo, o “pre- diálogo”, si ese es el término que complace al gobierno. Lo importante es que se de el cara a cara gobierno-FARC para convenir el intercambio humanitario, el cual firmaremos con el alma. Lo decimos quienes en el pasado reciente liberamos de manera unilateral, 304 militares y policías capturados en combate, sin que tal gesto de magnanimidad produjera en el gobierno la más mínima reciprocidad.
Queremos que los prisioneros en la montaña y los guerrilleros presos en Colombia y en los Estados Unidos, regresen a la libertad.
Uribe no puede pretender que en los municipios despejados no haya presencia guerrillera, cuando es la única garantía de seguridad válida para los voceros insurgentes y de repliegue sin sobresaltos de los liberados.
El canje debe ser liberado de ese callejón sin salida de la frustración en que lo tiene recluido el Presidente. Es necesario que los familiares de los prisioneros de ambas partes, y las organizaciones político sociales de Colombia y el mundo, exijan el intercambio, ahora, y el fin de las vacilaciones en el Palacio de Nariño.