"La revolución va a estallar de un momento a otro. Los que por tantos años hemos estado atentos a todos los incidentes de la vida social y política del pueblo mexicano, no podemos engañarnos. Los síntomas del formidable cataclismo no dejan lugar a duda de que algo está por surgir y luego por derrumbarse, de que algo va a levantarse y algo está por caer."
Ricardo Flores Magón. Regeneración, 19 de noviembre de 1910.
Al pueblo de Oaxaca.
Al pueblo de México.
A los pueblos latinoamericanos y del mundo.
Resguardado por el cerco policiaco-militar que secuestró al Palacio Legislativo, Vicente Fox entregó su sexto y último informe de gobierno…y se fue, rabioso y humillado, hacia el estercolero de la historia.
Cual ave rapaz, el representante de la plutocracia mexicana se fue en desbandada, no sin antes posar su abyecta y rencorosa mirada en los cientos de miles de ciudadanos que, desde el pasado 30 de julio, tomaron la Plaza de la Constitución -y el centro histórico- de la capital de la República, sin atinar a comprender el indignado y, al propio tiempo, creciente y festivo movimiento de resistencia popular que se desarrolla y fortalece en todo el país contra el fraude de estado y la imposición de un gobierno espurio y antipopular.
La toma de la tribuna legislativa impidió al presidente rapaz leer el mensaje destinado a reproducir el ritual cortesano y, al mismo tiempo, evidenció y abortó la estrategia represiva que había preparado la ultraderecha yunquista contra un movimiento social cuyo contenido lo ha inscrito en las luchas de los pueblos latinoamericanos contra el neoliberalismo y por la soberanía nacional y popular.
Por primera vez en la historia más reciente de nuestro país, un conjunto de diputados y senadores (articulados en la Coalición Por el Bien de Todos) asumieron de manera compacta una actitud digna y decorosa frente al estado de excepción policiaco y militar decretado neciamente por el ejecutivo federal para tratar de simular estabilidad política y sostener de manera impúdica y prepotente un ritual ajeno a las formas republicanas.
Y aunque está a punto de concluir una gestión sexenal caracterizada por el cinismo, la incompetencia, el latrocinio y el fraude total -gestión que incumplió todas las promesas de campaña y echó mano de todas las triquiñuelas posibles para conservar la presidencia de la república y del congreso, y mantener y profundizar la estrategia neoliberal-, en adelante, nos espera una administración gubernamental falaz y represiva infinitamente peor, aunque sólo en la medida que decaiga la voluntad popular de combatir contra la imposición y la injusticia, y no contribuyamos a construir y fortalecer la unidad de todo el pueblo y la articulación de todas las organizaciones antineoliberales y democráticas, contra la Junta Neoliberal y Fascista que se ha apoderado de la Nación.
En efecto, la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en favor del candidato de la ultraderecha, anunciada este 5 de septiembre, ha convalidado la elección presidencial y, por consiguiente, el fraude de estado, mostrando -una vez más- el uso faccioso del poder y la subordinación de las instituciones republicanas a los intereses espurios de los señores del poder y del dinero, abriendo una nuevo periodo en la lucha del pueblo mexicano por la reapropiación y el desarrollo de sus fuerzas productivas, así como por el establecimiento de un vínculo verdaderamente democrático entre gobernantes y gobernados.
Se trata de un periodo de lucha verdaderamente escabroso, en virtud de la crisis en el orden político institucional y de la polarización social extrema a la que la ultraderecha yunquista empujó al país, al pretender seguir imponiendo, por la vía del engaño y la represión, el proyecto y la estrategia neoliberal y proimperialista.
De ahí la importancia de sostener y generalizar la lucha popular desde abajo y desde arriba, de establecer acuerdos programáticos y estratégicos entre organizaciones de izquierda antineoliberales y anticapitalistas, de sostener y generalizar el bloqueo político multitudinario de calles y centros neurálgicos del poder capitalista, de impulsar la organización de un nuevo constituyente del que emane un nuevo pacto social y un nuevo gobierno de carácter popular, a fin de impedir la instalación de un gobierno espurio el próximo primero de diciembre, liberar a la nación del estado opresor, transformar democráticamente las instituciones e iniciar la cristalización de un nuevo proyecto de nación digno y justo para todos.
Es deseable que este proceso pudiese ir avanzando de manera civil y pacífica, pero es necesario que las organizaciones mantengamos serias reservas al respecto y, sobre todo, instrumentemos medidas pertinentes, porque la actitud política asumida hasta hoy por la oligarquía neoliberal contra los diversos movimientos sociales (sindicales, campesinos, indígenas, estudiantiles, etc.,) ha sido francamente intimidatoria y represiva. Y no existen claras señales políticas que indiquen que el gobierno foxista no hará uso de la represión. Nos referimos a señales como el reconocimiento de los Acuerdos de San Andrés, la liberación de todos los presos políticos, el castigo a los culpables de la guerra sucia de los 60 y 70, el recuento de la elección presidencial voto por voto y casilla por casilla, la solución digna y justa al conflicto magisterial y popular oaxaqueño, etc., etc.
Antes al contrario, la brutal represión contra los obreros de Sicartsa, los comuneros de San Salvador Atenco y los maestros de Oaxaca, así como el entrenamiento y la capacitación que se está proporcionando en instalaciones militares a grupos de disuasión para detener a dirigentes y desarticular movimientos de resistencia popular, nos llevan a pensar que el gobierno foxista está preparando una escalada represiva de grandes dimensiones a fin de brindarle condiciones propicias al gobierno espurio para instalarse y profundizar la estrategia neoliberal, la entrega de nuestra soberanía y el saqueo de la nación.
De ahí que una coalición de seis organizaciones revolucionarias armadas hayamos decidido lanzar una seria advertencia a la oligarquía y al gobierno federal, el pasado 30 de agosto, mediante un acto de propaganda armada revolucionaria, en la Sierra Juárez, Oax., tratando de cerrar el paso a la imposición de una salida policíaca y militar por parte del gobierno federal al conflicto social y magisterial oaxaqueño. Acto que produjo diversas reacciones entre el pueblo y algunas de sus organizaciones, y que nos parecen perfectamente comprensibles desde cierta lógica y perspectiva, pero las cuales tendrán que reconstruirse a partir de los hechos y el reconocimiento de una realidad que incluye la existencia de diversas organizaciones armadas revolucionarias, en el estado de Oaxaca, por lo menos desde la década de los 70 del siglo pasado.
Pero eso es una cosa y otra la torcida descalificación que en contra nuestra endereza el actual PDPR-EPR a través de las FARP, quien nos acusa de "grupos paramilitares", cancelando toda posible salida política a la colisión que derivara de la fragmentación y éxodo eperrista; colisión azuzada por el actual PDPR-EPR, como lo dimos a conocer a principios de este año en la "Crónica de una colisión inevitable" publicada por el Centro de Documentación de los Movimientos Armados (cedema.org). En el fondo el actual PDPR-EPR pretende difundir la creencia de que es la única estructura armada verdaderamente revolucionaria y, por tanto, la única que posee el saber y la verdad, utilizando a las FARP para desacreditarnos y justificar el asesinato de nuestros compañeros, tratando de eludir la crítica radical y de encubrir la desaparición forzada en el estado de Oaxaca de dos exmilitantes del que fuese el proyecto original, por órdenes de la actual dirección eperrista, intentando mantener por medio del terror el control de cierto territorio y población que consideran patrimonio exclusivo de su estructura.
Nuestra acción no fue dirigida contra las fuerzas de seguridad, estatales o federales, sino que se limitó a la propaganda armada revolucionaria, deslindándonos del movimiento social y magisterial. No se trató de un acto de provocación para justificar la represión, sino de un acto de solidaridad con el movimiento social y magisterial. Acto de solidaridad que, sin embargo, cada actor político ha manejado de acuerdo a sus intereses y proyectos concretos, pero de cuyo manejo no somos ni podemos hacernos responsables.
No obstante, a partir de la validación de la elección presidencial y del fallo del Tribunal Electoral a favor del candidato de la derecha, nuestra estructura revolucionaria armada ha decidido poner fin a la tregua declarada en enero de este año, la cual prolongamos hasta el agotamiento de los tiempos de la contienda electoral, manteniéndonos a partir del reciente fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en estado de alerta ante la posible intervención de los cuerpos represivos federales en la represión y el aplastamiento de los diversos conflictos sociales en nuestro país, precisando que sólo actuaremos militarmente en respuesta a la acción represiva gubernamental.
Hacemos un llamado al pueblo de México y, en particular, al pueblo oaxaqueño a fortalecer la articulación política y la lucha de resistencia contra la ofensiva ultraderechista, la consumación del fraude de estado y la imposición de un gobierno espurio, fascista y neoliberal. Y, al mismo tiempo, alertamos al movimiento social y magisterial oaxaqueño de la maniobra del gobierno federal de aparentar interés por resolver el conflicto, cuando en realidad está preparando febrilmente un conjunto de acciones -en el contexto de una guerra sucia contrainsurgente- para golpear y tratar de derrotar al movimiento popular.
¡Contra el neoliberalismo, el poder popular!
Comando Magonista de Liberación
CML
de la Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo.
TDR-EP