Artículo del PC de C (m-l) para la Revista Unidad y Lucha
Primer trimestre de 2005
Marzo de 2005
COLOMBIA: UNIDAD CONTRA LA REELECCIÓN Y POR EL CAMBIO
Colombia vive una gran dinámica de la lucha de clases. Los hechos políticos y sociales, así como los militares, aparecen con rapidez y, en algunos casos, tanto en las alturas del poder oligárquico como en el campo de la lucha opositora contra el gobierno autoritario de inspiración fascista, liderado por Uribe, sucede hasta lo inesperado que propicia nuevos reacomodos de las fuerzas y corrientes políticas.
A lo anterior se agrega que no pocos hechos nacionales están muy ligados a realidades internacionales y a las crecientes luchas populares que por la liberación social y nacional se libran en América Latina y constituyen un fuerte estímulo para impulsar la aspiración de poder popular y socialismo de los comunistas y demás revolucionarios.
Así a ocurrido con el respaldo amplio a la firme posición nacionalista del Presidente Chávez en la reciente crisis colombo-venezolana, a propósito de la utilización del títere Uribe para adelantar una provocadora acción militar encubierta de la inteligencia del imperialismo yanqui para detener en territorio venezolano a un guerrillero de las FARC-EP y fortalecer el agresivo Plan Colombia; los acuerdos de integración económica Cuba-Venezuela en desarrollo del ALBA son promisorios.
Otro hecho destacado que entusiasma a los luchadores del pueblo en Colombia es la persistente lucha de los pueblos de Bolivia. Se agrega la complacencia con la valiente postura del gobierno y el pueblo cubanos ante las amenazas militares de los imperialistas yanquis. No menos importante es el interés en los avances electorales de la izquierda ecuatoriana y los sacudones democráticos a la institucionalidad caduca y corrupta del Estado del país vecino, como también ocurre con el reconocimiento al triunfo electoral del Frente Amplio de Uruguay, que hoy tiene a Tabaré Vázquez en el gobierno, entre otros acaeceres en la abigarrada realidad política del continente que llenan de ánimo a los colombianos que luchan por la democracia y el cambio social.
Se debilita el presidente Uribe Vélez
Bien importante es confirmar que la política oficial y su jefe Álvaro Uribe, siguen debilitándose con los apetitos reeleccionistas del presidente y de los congresistas que avivan la corrupción, el clientelismo y otras formas de los viejos vicios politiqueros mientras el gobierno pregona combatirlos. Le abona al desprestigio de Uribe la grosera impunidad para los asesinos paramilitares presentados desde su cuartel, con protección oficial en San José del Ralito, como ángeles que debe juzgar "la justicia divina".
Las diferentes formas de rechazo de los obreros y demás sectores populares a las medidas económicas y antisociales se han incrementado como demostración del extendido malestar de las mayorías, que destaca la movilización de cerca de dos millones de personas el pasado 12 de Octubre, convocadas por la Gran Coalición Democrática, lo cual ha llevado a que medios de comunicación reconozcan la existencia de un movimiento opositor y la caída del prefabricado prestigio presidencial.
Los recientes duros golpes a las FFMM propinados por la insurgencia en Urabá, Nariño y Putumayo, poniendo en jaque el componente militar de la "seguridad democrática", el Plan Patriotas, cuyo guerrerismo ineficaz como solución al conflicto político, social y armado de Colombia, le abre paso a la importancia del tratamiento político a la insurgencia y socava severamente el piso movedizo que soporta al gobierno. Tanto es así, que asesores de seguridad del establecimiento tan prestigiosos como el columnista Alfredo Rangel Suárez (El Tiempo, 18-03-05), después de dos años de loas a la "seguridad democrática", recientemente han resaltado que los logros militares van disminuyendo y no hay las finanzas para duplicar fuerzas y equipos que, según Rangel, es una condición indispensable para derrotar militarmente a la insurgencia. En consecuencia, llegan a la conclusión de admitir que hay una guerra y no una "amenaza terrorista" y plantean la solución política ante la imposibilidad del triunfo militar del régimen.
El deterioro de la imagen presidencial crece con el desenmascaramiento creciente del autoritarismo fascista del proyecto político que ejecuta, con el fuerte clamor por el canje humanitario, con los claros privilegios para unos grupos de la oligarquía financiera en detrimento de otros sectores de la burguesía, que se han hecho más evidentes con la farsa de las negociaciones del colonialista TLC que agrede todo sentimiento patriótico y choca con cualquier visión interesada en el desarrollo del país.
Resalta en Colombia un aumento inusual de las contradicciones ínter burguesas, aparejadas de alejamientos de sectores medios de la población de algunas influencias de líderes prestigiosos de la oligarquía que posan de defensores de los excluidos. Estas contradicciones forman parte de las posibilidades que tienen el proletariado y el pueblo para volver realidad una mejor correlación de fuerzas, jugando con más audacia en la construcción de un liderazgo político amplio de masas, de oposición y por el cambio, para golpear fuerte el poder reaccionario y afianzar la visión de lucha por poder popular.
La economía del país en un pantano
Abundan los fraudes oficiales en el manejo de las cifras y contra toda evidencia hablan de crecimiento del empleo cuando se perdieron 400.000 empleos en diciembre, al hacer el paralelo con el mismo período del año 2003. En general el empleo no llegó al 1% anual en el último trienio, a pesar de haber reformado la ley laboral a favor de los empresarios con el falso argumento de generar cerca de 750.000 empleos anuales.
La verdad es que sólo se logró el incremento escandaloso de las utilidades de los grandes capitalistas, al punto de haber reducido sus solicitudes de crédito. De paso, estos contraproducentes resultados de la llamada flexibilización laboral le sirven al gobierno para presentar un falso dato sobre el Producto Interno Bruto, PIB, que crece por debajo del promedio latinoamericano, al mostrar las fabulosas ganancias producto de la sobre explotación de los trabajadores, de las alzas en precios y las exenciones tributarias como componente del magro 3.5% que denominan crecimiento económico, en el marco de una economía agropecuaria que no sale del estancamiento, como hecho demostrativo del gran freno de toda la economía y del incremento de la pobreza y la miseria del pueblo que no tiene capacidad de compra de los alimentos mínimos, hoy afectados con la extensión del impuesto indirecto a los compradores, el IVA.
Las multinacionales y ciertos conglomerados económicos nacionales están de pláceme, cada vez más sustituyen la producción nacional con importaciones que gozan de régimen arancelario favorable y un verdadero paraíso fiscal, al punto de haberse llegado a que la compra de mercancías extranjeras sean superiores al PIB y el aumento del valor agregado industrial nacional no alcaza a un dígito.
Al tiempo, la crisis económica se confirma con la muy limitada maniobra demagógica asistencialista de Uribe en los "consejos comunales de gobierno", que no soluciona los graves problemas de las regiones.
Lo indicado sobre la economía de Colombia, junto a las repercusiones negativas por el fracaso del modelo neoliberal para alcanzar la superación de la inestable situación mundial por efecto las crisis económica general del sistema imperialista-capitalista mundial y los sucesivos ciclos recesivos-depresivos, que en el país se expresan con mucho impacto, es avivado con las medidas económicas neoliberales del recetario imperialista de la Casa Blanca y el Fondo Monetario Internacional que, como uno de sus inevitables efectos, atizan los antagonismos de clase y se producen mayores situaciones que no unifican a la burguesía.
Paramilitarismo, "seguridad democrática" y fascismo
Uribe ha ofendido una vez más y en materia grave la mancillada dignidad nacional con sus fundamentales actos de gobierno, al extraditar a 260 colombianos acusados de narcotráfico, incluyendo guerrilleros que también serían juzgados por los tribunales norteamericanos como "terroristas"; entre tanto un tratamiento de sediciosos o delincuentes políticos a los a los criminales paramilitares y narco-paramilitares que protege en la zona de despeje o impunidad creada en Santa Fe del Ralito.
Ese tratamiento a tan despreciables delincuentes, legaliza el robo de tierras con destino a garantizar megaproyectos de las multinacionales y favorecer negocios particulares, incluidos los de Uribe y las grandes fortunas resultantes del negocio del narcotráfico con visto bueno del Estado. Así se le facilita ocultar a los autores intelectuales y auspiciadores de esa política criminal de Estado para eliminar la oposición al régimen, al tiempo que su política de impunidad, mentira y vejación (no de "verdad, justicia y reparación") se va convirtiendo en ley con la aprobación de su proyecto por la mayoría parlamentaria que tiene al servicio de él y la Casa Blanca e incluye decenas de parlamentarios paramilitares o a su servicio.
La recomposición del proyecto contrainsurgente implica destapar el, hasta hace pocos años oculto, propósito político fascista de convertir en fuerza político-militar, con autorización legal, a los hoy ilegales paramilitares, sin dejar de mantener alguna reserva que actúa de la forma tradicional. Así el estructural terrorismo de Estado no sólo no desaparecería, ni se menguaría. ¡Todo lo contrario! ...se fortalecería.
El plan de la extrema derecha colombo-americana necesita tener esos grupos de intimidación ciudadana con todo su odio al pueblo no sólo en el campo, se trata de lanzarlos con más fuerza a las ciudades para fortalecer el brazo terrorista de un Estado que hace décadas se enruta por el sendero del proyecto político fascista, hoy denominado "Estado comunitario".
El embajador estadounidense, William Wood, ha dado el visto bueno a cada paso de esas conversaciones de amigos con sede en Santa Fe del Ralito, pero cuidándose de aparentar desacuerdos con el proceso. La Secretaría de Estado de Washington desarrolla una mala pieza teatral al aparentar desconocer los principales responsables del proyecto paramilitar diseñado por ellos y el Pentágono, fingiendo diferencias con el gobierno de Uribe en el tratamiento a esas bestias.
Similar es el proceder de los jefes operativos de esos crímenes de Estado sentados en el Ralito, protegen a los cerebros del proyecto político fascista y a sus auspiciadores al tiempo que, con la ayuda de todos los medios de comunicación del sistema, piden "más" de la ley que les perdona todo para luego mostrar una inexistente sensatez acatando públicamente la ley que acordaron en privado con el Comisionado de Paz del Estado, Luis Carlos Restrepo.
Toda esa realidad ha puesto más claro que antes el importante significado y papel político de la insurgencia, la justeza y validez de su existencia. Así como la importancia de la lucha armada en la derrota de la política militarista del actual gobierno, que no es otra cosa que aplicación del imperialista Plan Colombia o Iniciativa Andina, que ya involucra a países vecinos como Ecuador y cuenta con el enérgico rechazo del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
De esta manera, los luchadores por la democracia y todo el pueblo colombiano afrontan mayores riesgos y el peligro de ver ampliado el holocausto sufrido en décadas de terrorismo de Estado y materializado en muchos miles de víctimas de masacres, asesinatos selectivos, amenazas, intimidaciones, imposiciones de reglas a los ciudadanos de veredas y barrios, secuestros, exilios, desplazamientos masivos y su principal daño, cual es la destrucción de organizaciones políticas, sindicales, campesinas y sociales populares de todo tipo, que forman el conjunto de las víctimas que claman por la justicia, la verdad y la reparación.
La unidad popular avanza
La unidad popular en Colombia vive sensibles avances que deben dar lugar a cambios cualitativos que generen nuevas condiciones para aumentar la popularidad de sus iniciativas y acciones. La izquierda ha sido la principal artífice e inspiradora de esos logros.
La existencia de partidos y organizaciones guiadas por el ideario socialdemócrata beneficia muy poco la lucha opositora. Incluso en muchos casos la apaciguan. Sin embargo, el movimiento de oposición no les ha convertido en enemigo ni las ha excluido del llamado al trabajo de oposición al régimen.
Mantener puentes de unidad con los líderes más serios de la socialdemocracia y nexos con los sectores populares que ven como izquierda a la socialdemocracia, está facilitando a los comunistas y demás revolucionarios la continuación de una oportuna y bien planificada lucha ideológica y política contra sus tesis y prácticas nocivas.
En el propósito de avanzar en la construcción de la alianza obrera-campesina y popular, ha sido determinante y acertada la ubicación de Uribe como blanco principal y los esfuerzos para diseñar banderas programáticas atractivas, unitarias y convergentes, de amplio espectro y contenido progresista y democrático que no quieren ni pueden hacer los partidos o agrupaciones políticas socialdemócratas, ni las facciones de los partidos tradicionales que desean diferenciarse del proyecto que encabeza Uribe desde la jefatura del Estado.
Hoy, resaltan varios hechos políticos que favorecen la oposición al régimen, que tienen o pueden conllevar a repercusiones de masas. La recién constituida Alternativa Democrática, "AD", que agrupa a diferentes organizaciones políticas de histórica tradición en el campo de la izquierda popular y organizaciones sociales que ellas dirigen, en estos momentos impulsa la pre-candidatura de Carlos Gaviria Díaz; pensando que su papel político ayude a ampliar caminos hacia una candidatura alternativa por el cambio y contra la reelección, se dispone a un trabajo unitario de corte político-electoral con el socialdemócrata Polo Democrático Independiente, "PDI", mediante acuerdo suscrito a mediados de febrero de 2005.
La Gran Coalición Democrática, "GCD", sigue afianzando su capacidad de movilización expresada con la derrota del referendo de Uribe en el 2003 y las multitudinarias protestas contra la política de Uribe y, en especial, contra el TLC, que se hicieron muy fuertes en la celebración del primero de mayo y la protesta del 12 de octubre en el 2004.
Esta capacidad opositora de la GCD se está fortaleciendo directa e indirectamente con los estremecimientos en los partidos tradicionales de la burguesía, que no salen de su crisis. Sectores del partido conservador se han apartado del presidente Uribe Vélez. El partido liberal tendrá su congreso en junio en medio de un gran debate ideológico que apunta a una derrota de los más reaccionarios líderes y a la pérdida de prestigio de Horacio Serpa Uribe, que en dos candidaturas presidenciales consecutivas ha pretendido desplazar el papel de la izquierda con un discurso y prácticas derechistas de corte socialdemócrata que le han hecho perder autoridad y seguidores.
Ahora, la iniciativa política de la oposición, especialmente de la izquierda, gira en asegurar la movilización de masas y ahondar el debate ideológico y político en la discusión de su programa alternativo con claro contenido antiimperialista, democrático y progresista, ubicando salidas concretas y viables, presentadas de manera ágil con lenguaje comprensible y atractivo para el pueblo.
La acción movilizadora de las masas y el programa, su discusión y definición, son la base para la confrontación con posiciones reformistas y conciliadoras que ejercen fuerte influencia entre el pueblo, como también para convencer a quienes tienden al izquierdismo y así le facilitan el trabajo a las anteriores.
La situación electoral hoy constituye un elemento muy importante para asegurar el impulso de la lucha por la unidad de las masas y los sectores progresistas y democráticos; esa particularidad y sus singularidades le dan un relieve que no ha tenido lo electoral en episodios políticos nacionales del pasado reciente en Colombia.
El tratamiento político correcto a lo electoral, está asociado a la construcción programática y de movilización de masas, para continuar avanzando en la consolidación y ampliación del Movimiento de Oposición al Régimen, como propuesta de masas con vocación de poder, en términos de proponerse un gobierno táctico y una acción política alternativa al modelo reaccionario de extrema derecha en todas las esferas de la vida del país, que impulsa la oligarquía bajo la batuta del imperialismo yanqui.
Ciertos sectores y personas sólo son opositores a la reelección del actual presidente; otros los son a la inclusión de Colombia en el ALCA o el TLC, o contra el autoritarismo fascista de Uribe en defensa de los derechos civiles y políticos contra el terrorismo de Estado. Algunos sólo están decididos a rechazar el militarismo y el guerrerismo, en lucha por la libertad contra la reforma política uribista, desenmascarando su falsa lucha contra la corrupción.
Todos esos sectores políticos y sociales hacen de la oposición al régimen un movimiento con muchos espacios y temas de trabajo, por tanto es un movimiento que ya está más allá de los linderos ideológicos y políticos de la izquierda, convirtiéndose un medio y forma de hacer política la izquierda sin colocarse a la cola de la iniciativa de la burguesía o de una de sus facciones, o de sus maniobras de tipo socialdemócrata.
Por otra parte, este movimiento opositor al régimen le dificulta mucho la actividad de las fuerzas políticas y sociales opuestas a la soberanía nacional y el progreso, así como a las corrientes defensoras de la conciliación de clases; decíamos, que este movimiento les dificulta más ganarse a los sectores democráticos o indecisos y su existencia ha ampliado los espacios políticos y sociales para los revolucionarios, tanto en el plano nacional como en el internacional, ganando amigos para las propuestas de gran organización política de masas, de convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente y por la conquista de un Gobierno de contenido y orientación Antiimperialista y Democrática.
Con la GCD se abre paso una política, amplia y abierta, de trabajo industrial hacia y con el pueblo, con banderas de lucha anti neoliberales y por la soberanía nacional. No menos destacado y previsible es el gran influjo de esta convergencia en importantes sectores de masas influenciados por los partidos tradicionales, en especial del Partido Liberal. Ellos empiezan a ser atraídos por el reverdecer unitario de masas al lado del marchitamiento del llamado "uribismo" y de las viejas castas que conducen los partidos tradicionales de la oligarquía.
Las elecciones del 2006
El propósito político-electoral de la oposición en el 2006, es lograr traducir en notables resultados electorales los alcances de la movilización contra las medidas del régimen, que destacan la derrota del referendo de Uribe en el 2003.
Contra este propósito conspira el incremento de los peligros del atentado criminal, las amenazas, la existencia de normas legales que favorecen la reelección, el control de los medios masivos de comunicación por parte del gobierno, la abierta intromisión imperialista de los yanquis, el manejo clientelista del presupuesto del Estado por parte de Uribe y los funcionarios afectos a su reelección, entre otras tantas alambradas para impedir la acción política abierta de la oposición.
La exigente y delicada situación política-electoral que está en marcha en medio de una durísima y compleja lucha contra la ofensiva económica del capital, que blindan con el proyecto de fascistización, obliga a los partidos políticos revolucionarios, democráticos y progresistas a esforzarse por sumar aliados de masas, así sean muy condicionales y transitorios, trabajando con habilidad las diferencias, esforzándose por construir un acuerdo programático y por diseñar convocatorias que canalicen el descontento creciente.
Es un deber político de la oposición al régimen actuar con mucha iniciativa unitaria y sagacidad política para evitar situaciones que objetivamente y de cara a las masas populares y el movimiento antiimperialista de Colombia, América y el mundo, den lugar a ser vistos como apoyo indirecto, por acción u omisión, de la reelección de Uribe o al candidato presidencial (o candidatos presidenciales) que garanticen el continuismo neoliberal y fascista.
Se hace un inmenso esfuerzo entre los sectores revolucionarios, progresistas y democráticos por mantener y desarrollar el espacio de convergencia amplio y unitario que representa la Gran Coalición Democrática, "GCD", como agrupación política que no tiene antecedentes cercanos en la historia de las luchas democráticas amplias en Colombia.
La GCD avanzará con vigor si se superan con éxito las dificultades generadas en el tratamiento al proceso electoral que tendrá su desenlace en las elecciones parlamentarias de marzo y las presidenciales de mayo de 2006. Se procura que las definiciones electorales de la GCD y sus integrantes estén guiadas por un comportamiento transparente y sin fisuras que termine en la proclamación de un candidato alternativo único y con listas únicas al Congreso de la República.
La lucha por la unidad obliga a imaginar y fortalecer sin pausas todos los pasos unitarios necesarios, incluido el llegar a un programa único y un candidato único; pero no necesariamente todo paso en el trabajo unitario exitoso debe concluir en algo "único".
Es así como en el proceso para definir candidato alternativo a la presidencia, ha sido inevitable y necesario dar el paso previo de lanzamiento de pre-candidaturas que abran el abanico de opciones al seno de los integrantes de la Gran Coalición Democrática, "GCD", sin exclusiones ni imposiciones.
Esto no descarta que, en determinadas condiciones y momento político, se lance una candidatura presidencial alternativa y unitaria desde la izquierda, que de nueva manera abra el camino para tratar con candidatos de otros sectores de luchadores por la democracia, y lograr un acuerdo político que plasme la importante meta de tener un candidato presidencial alternativo único, que represente a todo el movimiento de oposición al régimen y presente un programa para el cambio anhelado por el pueblo.
El decidido apoyo que hoy da la izquierda revolucionaria que hace parte de Alternativa Democrática da a la pre-candidatura del senador del Frente Social y Político y ex magistrado Carlos Gaviria, es un paso fundamental para avanzar con vocación de poder en dirección a definir en plazo cercano una candidatura alternativa de todo el movimiento de oposición al régimen.
La comprensión y aportes del movimiento revolucionario y antiimperialista al desarrollo del movimiento de oposición que avanza en Colombia, también es una condición necesaria para dinamizar y consolidar su avance, es una fuente de energías y alta moral para tan difícil y encarnizada lucha.