El gobierno táctico y las clases sociales

Las clases y su correlación en la lucha por democracia y el poder popular (Parte III)

EL GOBIERNO TÁCTICO Y LAS CLASES SOCIALES

Colombia, julio de 2005

Una de las grandes ventajas del impulso al Movimiento de Oposición al Régimen, es haber puesto el problema del poder como gran tema y propuesta política. Esta resultante de su accionar se ha guiado por los ejes definidos en la Primera Cumbre Política y Social de julio del 2004, los cuales enfrentan la reelección de Uribe y el neoliberalismo.

Este deseo de luchar por el gobierno alternativo ha sido reforzado por los derrocamientos de los gobiernos de Ecuador y Bolivia y los sucesivos triunfos electorales de candidatos con imagen alternativa, como ocurrió en los casos de Lucio Gutiérrez en Ecuador, Tabaré en Uruguay, Lula en Brasil y, especialmente, con Hugo Chávez Frías en Venezuela. Algunos analistas incluyen en ese proceso a Kirschner en Argentina y a Torrijos de Panamá. Hoy, en Latinoamérica no deja de impresionar la opción de triunfo de López Obrador quien con importante respaldo de masas que rechazan el neoliberalismo se enfrenta al presidente conservador Fox en Méjico.

Así la búsqueda del poder esté concentrada en el debate sobre la necesidad de un nuevo gobierno, tiene gran papel pues refleja el sentir popular y se ubica en el asunto esencial de la política: el problema del poder. Pero anotamos que siendo importante la consecución de un gobierno táctico se está sobredimensionado desde ciertas visiones políticas. Algunas fuerzas consideran suficiente un gobierno alternativo para lograr el cambio económico-social. Además, muchas están rubricadas con legalismo y mecanicismo para alcanzar la victoria.

Este ambiente político crea condiciones para presentar el gran objetivo de la lucha revolucionaria, el poder popular, así como las relaciones entre este objetivo estratégico y el objetivo táctico del gobierno alternativo.

El interés político más notorio de las masas es el cambio de gobierno, la elección de bancadas parlamentarias de oposición no es lo más atractivo para ellas. Entre las masas se está generalizando la idea de luchar por gobiernos locales y por el nacional, esto hace parte del sentido político práctico que tienen los obreros y el pueblo que han comprobado que la rama ejecutiva del Estado está por encima de las demás y decide lo más importante en su jurisdicción.

Con toda agudeza la línea política del PC de C (m-l) consigna: " 35. Desde el punto de vista de la táctica general trabajamos por un gobierno democrático y antiimperialista, de amplia convergencia a partir del programa táctico que levantamos. Esta propuesta no está supeditada tácticamente a romper completamente con los fundamentos del Estado burgués, mas sí implica infligirle una derrota al régimen político, que posibilite importantes reformas democráticas, abra paso a la participación popular y mejore las condiciones de lucha por el poder. Una conquista de este calado crea una nueva situación favorable al avance revolucionario; por eso es una propuesta táctica pero con repercusiones estratégicas. En su consecución deben aportar las diversas formas de la lucha de las masas, incluida la violencia revolucionaria." (Línea Nacional, XV Congreso, www.pcdec-ml.com)

Una tendencia actual

Los triunfos electorales alternativos en Latinoamérica constituyen referentes cercanos en la realidad colombiana y junto a las poderosas acciones de masas extra institucionales en Bolivia, Ecuador y Argentina, ratifican la aceptada tendencia al ascenso del movimiento de masas.

Es decir, la tendencia al ascenso de la lucha también está bordada por claras manifestaciones de las masas a favorecer electoralmente a las corrientes que ofrecen cambios al modelo y se disponen a la unidad amplia, democrática y de izquierda contra las oligarquías y la dominación neocolonialista, especialmente de la ejercida por el imperialismo yanqui.

Lo descrito es una nítida expresión de la tendencia a la reanimación del movimiento de masas, que en varios países de América Latina ya empieza a mostrar claras señales de flujo y empuje de masas. Lo dicho enlaza con la pérdida de popularidad que registra Bush en su país --pasados sólo unos meses de su segundo periodo-- y entre los pueblos latinoamericanos, así como el descenso de sus aduladores que iniciaron gobiernos con altos índices de aceptación, como es el caso de Álvaro Uribe, presidente de Colombia.

Esta situación objetiva en el continente va comprometiendo pensamientos y voluntades de líderes políticos reconocidos, entre los que se destacan más los provenientes de la pequeña burguesía urbana.

Sin embargo, los marxistas-leninistas polemizamos con quienes indican que el camino que hoy buscan los pueblos Latinoamericanos es institucional-electoral, pues las revueltas populares en Bolivia y Ecuador dejan claro -entre otros asuntos claves- el invaluable e insustituible papel de la lucha extra institucional, directa, de masas; la necesidad del partido revolucionario proletario y de la violencia revolucionaria para asaltar el poder.

También refutamos las tesis y prácticas políticas que ven posible la utilización de partidos tradicionales de la burguesía para, desde su interior, acometer las principales y decisivas acciones por los necesarios cambios estructurales al sistema dominante que beneficien al pueblo y defiendan la soberanía del país, así ellos no destruyan el sistema. Realmente, se necesitan fuerzas políticas renovadoras, las que no salen de los partidos controlados por las oligarquías. Esas fuerzas ya se dejan ver como corriente en ascenso en América Latina.

La tendencia y comportamientos referidos en América se han manifestado en la realidad política de Colombia, no sólo en las huelgas y protestas, también se han observado en la elección de personas con un historial que las masas identifican como de izquierda. Los casos más notables son los triunfos de Luis Eduardo Garzón en la alcaldía de la capital del país, que derrotó al candidato de la oligarquía y de Uribe Vélez, el periodista Juan Lozano, hoy asesor de política social del gobierno nacional y en la escogencia de Angelino Garzón para la gobernación del Valle, miembro del socialdemócrata Polo Democrático Independiente, PDI, ex ministro de trabajo del gobierno de Andrés Pastrana, que enfrentó a candidatos de los partidos tradicionales de la oligarquía. Los anteriores éxitos electorales de esos políticos socialdemócratas se dieron en medio de la lucha que derrotó el referendo que Uribe defendió recurriendo a todos lo medios a su alcance.

En Soacha, municipio ubicado en la vecindad sur de Bogotá, la elección del alcalde el 17 de abril del 2005 dio la victoria a un sacerdote con posiciones progresistas que apoyaron el PDI y Frente Social y Político, FSP. La elección rompió la hegemonía de corrientes clientelistas, derechistas y tradicionales en esa importante ciudad intermedia, de alta composición poblacional obrera e infestada de un paramilitarismo agresivo con presencia abierta, con lo cual se reafirma nuestra visión sobre la existencia de esta manifestación de la tendencia al ascenso, que también se expresa en la gran capacidad de convocatoria a jornadas de lucha que va ganando la Gran Coalición Democrática, GCD.

Vale aclarar que el ascenso de las masas no es lineal ni unilateral, que está sujeto a saltos y se da con expresiones en las distintas formas de la lucha y la organización en lo político, social y militar. De allí que resulte equivocado limitarse al esencial, importante y primordial registro de asistentes a marchas, paros, huelgas, mítines, etc., para seguir el curso de la tendencia del movimiento de masas.

La dinámica de las clases

La actual muy dinámica y móvil correlación de clases en Colombia está estrechamente ligada al anhelo popular de cambio por el hastío del continuismo, de la fatiga que producen los vergonzantes defensores de un modelo de dominación que en tres lustros los ha llevado a niveles increíbles de pobreza y miseria.

Ese estado de ánimo popular se manifestó en la derrota del referendo de Uribe y se ha fortalecido con la influencia de factores internacionales favorables en América Latina, entre los cuales destacamos la gran influencia que ejerce sobre Colombia el curso de la política en Venezuela, dada la vecindad fronteriza y los lazos históricos y económicos entre los dos países. Tambien se ha manifestado en el buen recibo de hechos políticos fuertes como los golpes militares de la guerrilla al Plan Patriota, que abren espacio al reconocimiento del papel político de la guerrilla y a la salida política al conflicto porque resquebrajan el guerrerismo de la "seguridad democrática" que ha utilizado Uribe para atraer opinión.

Esta dinámica realidad de la correlación entre clases incluye los enfrentamientos ínter burgueses (destacamos la crisis militar del 27 de abril del 2005) que pueden llevar a la mayor división de sus partidos y a la presentación de varios candidatos a la presidencia. Especialmente, llaman la atención las dilaciones en la conclusión de los acuerdos de TLC, ligado a la pérdida del ímpetu imperialita que baja el ritmo para poder maniobrar frente a incremento de las resistencias a sus planes en los países afectados, en hechos que incluyen la caída del gobierno ecuatoriano y la aparición de pasos y propuestas que intentan diseñar la materialización de lo esbozado en el proyecto Alternativo Bolivariano para las Américas, ALBA, proclamado por el Presidente Hugo Chávez Frías.

Por tales motivos, no es descartable de plano un salto en la fuerza del movimiento de masas que batalla en oposición al régimen y logre que un candidato presidencial alternativo, como resultado de una gran polarización política entre las masas, obtenga una importante votación en las presidenciales con la consiguiente elevación de la moral de la oposición y del liderazgo político de sus jefes. Con esto quedarían potenciadas las condiciones subjetivas que generen una crisis política que deberá enfrentar el nuevo gobierno.

Puede llegar a ocurrir que se haga propicio el ambiente político de choques ínter burgueses que dividan al enemigo y, al mantener una lucha opositora que polarice el pueblo contra esos candidatos reaccionarios, exista el lugar político de masas que dé el triunfo al candidato alternativo, como expresión electoral del acumulado de todo un esfuerzo de años de movilización opositora de masas, unitaria y amplia, revolucionaria y democrática, que ha combinado la lucha institucional y extra institucional, lo legal e ilegal, lo político y lo militar.

Es decir, cualquiera de los logros del Movimiento de Oposición al Régimen es resultado de la combinación de todas las formas de lucha, aunque ellas aún no estén centralizadas y dirigidas por un centro político (Frente, Coalición Política o Partido) capaz de asegurar su coordinación para asestar golpes muy contundentes al enemigo de clase.

Vías para conquistar el gobierno alternativo

Pero este objetivo de gobierno alternativo no es lograble sólo por el camino electoral vivido recientemente en Venezuela o en el pasado en Chile; también puede llegar por el tambaleo y caída del gobierno oligárquico producto de un levantamiento popular que no concluye en una crisis revolucionaria que facilite la toma revolucionaria del poder, o la instauración de un Gobierno Provisional Revolucionario, pero que al ser un hecho político de masas muy contundente abre las posibilidades para la conquista del gobierno alternativo que permita acelerar la crisis revolucionaria por la que los revolucionarios trabajamos sin descanso. Llamamos a mirar el curso de los episodios recientes en Bolivia y Ecuador, resultantes de todo un período de ascenso del empuje popular en esos países.

El reconocimiento de las posibles vías para alcanzar ese gobierno cuando la forma principal de lucha es la política; no pone en cuestión ni desecha nuestra lucha por la insurrección popular armada, no hace innecesaria la lucha armada revolucionaria de la guerrilla sino que la incluye, no significa un abandono o cuestionamiento a nuestro principio de la vía al poder, que no es otra que la violencia revolucionaria.

En esa diferenciación teórica reside el acierto táctico de la línea del PC de C (m-l) al ubicar la importancia de hacer la propuesta de este tipo de gobierno.

Para nosotros la violencia revolucionaria de las masas estará presente a lo largo de la lucha de clases y el movimiento guerrillero no será un convidado de piedra, ni algo incómodo o inconveniente para librar la lucha por un gobierno alternativo, como dicen los socialdemócratas y algunos derechistas mal disfrazados como izquierda democrática.

En consecuencia, el PC de C (m-l) viene tomando decisiones para que el Mando Nacional del Ejército Popular de Liberación, EPL, asegure su estrecha ligazón con el curso de la lucha política amplia de masas, como actual forma principal de lucha, sin perder su carácter de organización militar revolucionaria y que su ejemplo combativo facilite fortalecer el debate sobre el tema de gobierno y demás asuntos de la acumulación de fuerzas con el resto de las fuerzas guerrilleras. De esta manera, manteniendo su posición combativa, el EPL cumplirá mejor sus importantes e insustituibles tareas revolucionarias.

La conducta militar y política de la insurgencia, actuando dialécticamente, debe variar ante la eventual situación de un gobierno táctico, pero ello no implicaría su desmovilización o desaparición del escenario militar y político del país. Ella debe servir para impulsar conquistas de ese gobierno fortaleciendo su papel táctico y manteniendo su norte estratégico general, en función de acumular para la toma del poder revolucionario, solo baste mencionar su gran papel en la persecución al paramilitarismo que deja vivo la Ley de Justicia y Paz de junio de 2005.

Es decir, en cuanto a las vías para alcanzar el gobierno táctico no caben los esquemas, como ante nada en la vida. Guiados por la teoría revolucionaria, la experiencia de los pueblos y la línea política, los marxistas-leninistas de Colombia estaremos atizando la lucha de clases y alertas a su futuro desenvolvimiento. Está claro que en todas las posibles vías para alcanzar un gobierno táctico en la Colombia de hoy siempre estará jugando la combinación de todas las formas de lucha, sin menospreciar ni excluir ninguna, sin sobredimensionar una u otra; convencidos que sin la acción combativa y predominantemente extra institucional de las masas obreras, campesinas y populares es imposible avanzar. Reafirmando que el camino del legalismo burgués es la derrota de cualquier esfuerzo revolucionario.

La conquista del gobierno alternativo

La actual idea de los marxistas-leninistas de Colombia de luchar por un gobierno táctico no es sólo propagandística, hoy está en el terreno de la agitación y nos disponemos a participar en el diseño programático y en la ejecución de ese gobierno.

Nuestra idea de gobierno táctico demanda una visión y claridad en este sentido para poder jugar con acierto en el trabajo de consolidación del movimiento de oposición al régimen, que con su desarrollo entregará la base social frentista, amplia de masas y combativa necesaria para cristalizar esa consigna.

De allí el interés en incidir decididamente para acertar en la escogencia del mejor liderazgo de la oposición para que levante con fuerza sus banderas alternativas al modelo y el fascismo, desde las precandidaturas presidenciales alternativas hasta llegar a la definición de la candidatura presidencial unitaria y ojalá única, que signifique un salto de calidad en la cohesión de la oposición al régimen.

El proletariado, actuando con independencia de clase, debe vincularse activamente y no marginarse de la construcción de un propósito político de tanta significación en la lucha por la acumulación revolucionaria, como es la conquista de un gobierno táctico.

Esta visión ayuda enormemente a ligar el Partido Proletario con los obreros y todo el pueblo para organizarlo y movilizarlo a la batalla por sus intereses, contribuyendo a generar hechos que diferencien al proyecto de cambio gobierno alternativo del continuismo de la opresión, la explotación y la dependencia que históricamente han exhibido los gobiernos oligárquicos y el reformismo.

Los marxistas-leninistas se equivocarían si luchan por contribuir a llevar a las masas a esa conquista táctica de gran alcance y dejan que sólo otros partidos y clases diferentes al proletariado lo dirijan, sin aportar decidida y firmemente a mantener el rumbo de ese gobierno con todos los medios al alcance. Esta visión de la acción política de los marxistas-leninistas no tiene al centro la participación en puestos en el Estado y el gobierno; si bien no la descarta, tiene como eje esencial el aportar a la elaboración política, la vigilancia y el control que mantengan la lucha por el cambio.

Los marxistas-leninistas deben prever que es un ejercicio de gobierno amenazado de peligros, de inevitables errores, depuraciones y posibles traiciones que no sólo pueden provenir de la figura o figuras personales que lo encabecen.

Cuando en el futuro se presenten esos hechos, hay que partir de considerar que los revolucionarios y gentes honradas comprometidos con el proyecto de gobierno alternativo sabrán sortearlos con el esfuerzo unitario, la audacia y el vigor revolucionario, sin dejarse engolosinar por el beneficio inmediato de ciertos gajes que se deriven del gobierno.

Lo que no poden hacer los marxista-leninistas es dejar de comprometerse en la tarea de luchar por el gobierno alternativo por el temor a esos riesgos, más aún, deben invitar a todos los demócratas y revolucionarios consecuentes a conquistarlo. Los luchadores consecuentes siempre deben estar dispuestos a correr con todas las consecuencias del reto de arrebatar el poder -así sea parcialmente- a los opresores y explotadores. El gobierno táctico es una expresión de avance de la lucha por el poder popular.

Participación obrera en el gobierno alternativo

El proletariado como clase, sus organizaciones políticas y sociales, por ningún motivo, puede declararse espectador ante las realizaciones de un gobierno alternativo, o quedarse al margen del gobierno alternativo para no "untarse" de sus inevitables errores, o asumiendo la distancia política como precaución frente al peligro de las posibles traiciones.

Dudar frente a la importancia de la participación del Partido proletario y la de la clase obrera en un gobierno alternativo sería subvalorar el insustituible papel de los comunistas y el de la masa obrera.

Ante la eventualidad de un gobierno alternativo, los marxistas-leninistas deben actuar en función de que resulte una experiencia exitosa, un avance que estimule la lucha y la unidad proletaria, campesina y de todos los sectores populares. Que fortalezca la conformación del Frente Revolucionario que necesita la lucha contra el imperialismo y la oligarquía.

Esta decisión y actitud corresponde a no permitir que con la omisión de los marxistas-leninistas el proletariado deje de trabajar codo a codo con las capas medias, a que el proletariado no emule con los demás oprimidos por el liderazgo de la lucha por la democracia, contra el imperialismo y el fascismo. Tampoco el proletariado y sus organizaciones políticas y sociales deben dejar de luchar por un papel destacado en las tareas de oposición al régimen y las que se deriven del ejercicio de un gobierno alternativo. La presencia del proletariado en ese eventual gobierno es una condición para afianzar pasos hacia la solución a las actuales deficiencias del Movimiento de Oposición al Régimen, falto de un liderazgo político y social más sólido, que actúe con iniciativa táctica, sin vacilaciones, con meridiana claridad estratégica y firmeza de principios.

El proletariado y sus organizaciones políticas y sociales son la fuerza política que puede asegurar las diferencias o contrastes propios de lo alternativo frente a lo caduco y antipopular; sin olvidar que, de fondo, lo revolucionario proletario es lo más genuino y completamente alternativo al sistema de dominación y opresión que impera en Colombia y el mundo.

La burguesía, ayudada por políticos oportunistas de antecedentes de izquierda y hoy a su servicio, está pregonando que los revolucionarios no saben administrar, que es indispensable que los yupis egresados de los centros universitarios del imperialismo sean los que mantengan los cargos en un gobierno alternativo.

Lamentablemente, algunos intelectuales y corrientes políticas progresistas se han hecho eco de esta idea paralizante.

Los marxista-leninista declaramos que entre los luchadores democráticos y revolucionarios existen suficientes talentos administrativos y de todo tipo, que en el ejercicio del gobierno se aprende a administrar en función de debilitar las bases de la explotación del hombre por el hombre y hacer evidente la necesidad de un Estado al servicio del Pueblo y no se administra para pulir el desvencijado sistema capitalista, como sí lo hacen los falsos izquierdistas.

A los sectores democráticos y de izquierda les va mal en los gobiernos alternativos cuando se limitan a administrar los planes continuistas que les dejan los anteriores gobiernos, cuando no se esfuerzan por imponer un estilo de administración y de gobierno que contraste con el pasado y que apoyándose el papel del pueblo como constituyente primario, como hacedor de la historia, genere hechos políticos de masas contundentes que desequilibren la correlación de fuerzas que ha favorecido a quienes usurpan el poder político y ostentan el poder económico que le da base.

Los comunistas llamamos a repasar y ahondar en la experiencia del proceso venezolano. Pero también creemos útil examinar la vivencia de los revolucionarios ecuatorianos, los importantes resultados electorales del Movimiento Popular Democrático, MPD, del Ecuador en octubre de 2004, como expresión de su esfuerzo por mantener la acumulación de masas. Logro alcanzado luego de lanzarse a la oposición a un gobierno que ayudaron a elegir, conscientes del limitado alcance de su programa y de la crecida figura ante el pueblo que tenía el Gutiérrez-candidato, como efecto de las luchas por el derrocamiento del pelele Jamil Mahuad.

Los revolucionarios ecuatorianos, mostraron su audaz flexibilidad para lograr ligarse más al pueblo y mostrarle un camino, participaron en cargos de gobierno al inicio de la gestión Gutiérrez pero sin dejar de movilizar los pueblos del Ecuador por sus reivindicaciones y, más luego, a los cinco meses, no dudaron en renunciar a los cargos en el gobierno al momento de constatar la traición de Lucio-presidente. Esta coherente y dialéctica actuación del MPD le valió ganar más respeto y admiración entre la clase obrera y el pueblo, jamás lograble si se hubiesen quedado al margen de la participación en ese conjunto de esfuerzos para conquistar un gobierno alternativo.

Comité Central
Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)