Los “positivos” de la infamia

LOS POSITIVOS DE LA INFAMIA

Por: Iván Márquez / Integrante del secretariado de las FARC-EP

En ejecución de la nueva doctrina gringa de la “seguridad democrática” el gobierno Uribe está causando irreparables destrozos a Colombia, a sus perspectivas como colectividad.

Ya no es sólo la represión brutal y la adopción de leyes draconianas para humillar o disuadir la inconformidad social a favor de la política neoliberal; ahora las manos del Estado explotan bombas contra objetivos civiles y militares con la pérfida intención de inculpar a la insurgencia apuntando a su deslegitimación, y de mostrar resultados en busca de oxígeno para la desprestigiada seguridad democrática gubernamental.

La mentira y el engaño son consustanciales a esa política de lesa humanidad y lesa patria.

Con falso dolor de corazón el comandante del ejército reconoce que un coronel, un mayor y un capitán del B-2 del ejército están detrás de los atentados dinamiteros en Bogotá, pero el Presidente, consecuente con su torcida política, parece exculparlos ante la opinión.

No se puede olvidar que fue el mismo Uribe en persona quien incitó a los militares. Les exigió partes positivos y resultados en litros de sangre. Por eso la captura de más de 120 mil ciudadanos bajo la falsa imputación de guerrilleros. Por eso tantas muertes de inocentes. Esa indignante estratagema de asesinar civiles para luego uniformarlos y presentarlos en la televisión y en la prensa como “guerrilleros muertos en combate” no es una práctica aislada de la IV Brigada del ejército en Antioquia, sino la práctica cotidiana generalizada en todas las Brigadas militares de Colombia.

Los estímulos y recompensas económicas corren por cuenta de Uribe. ¿Quién alborotó los sapos en este país con ofertas de dinero? El mismo que incentivó esa emulación criminal de los “positivos”.

Varios generales y coroneles fueron echados de la institución por no presentar resultados, o porque se opusieron a la concepción gringa sobre el funcionamiento de los ejércitos. Para evitar ese albur, algunos se dedicaron a montar carros bombas y a desactivarlos, para ganarse un “positivo”. Y “platica”, como diría el Führer de Palacio. No importa que de vez en cuando estalle uno de ellos y mueran transeúntes y soldados.

Este es el gobierno de la mentira. Y para ello tiene al diario El Tiempo de los Santos en el bolsillo, con Vicepresidente y Ministro de Defensa.

Simón Trinidad, vocero de paz de las FARC, fue extraditado a los Estados Unidos con mentiras y argucias para burlar la expresa prohibición constitucional de extraditar nacionales por razones políticas. A Sonia, la guerrillera, se la llevaron estampándole su huella digital a la cédula de identidad de una narcotraficante. Montaje y farsa fue la “desmovilización” de 70 supuestos guerrilleros en el Tolima, orquestada por el señor Montoya, actual comandante del ejército. Montaje noticioso es el desmantelamiento de laboratorios de cocaína propagandizados torpemente por algunos generales, como “pertenecientes a la guerrilla”.

Lo raro, dice la gente, es que no aparezcan ni siquiera un soldado herido o un Black Hawk derribado. Mentira fue la muerte de 10 policías “por fuego amigo” en Jamundí, cuando en realidad fue una masacre perpetrada sin piedad por unos militares al servicio del narcotráfico.

Nos sumamos a la indignación del país y de los buenos soldados de la patria por tanta desinformación y estafa a la opinión proveniente del Estado y del gobierno, y por los crímenes y desafueros de los montajes y “positivos” de la infamia.

La alternativa antifascista clama concreción en Colombia.