La histórica votación conseguida por el Presidente Lula en las elecciones del 29 de octubre pasado, sobrepasando los 58 millones de votos, 11,6 millones de sufragios más que en la primera vuelta del primero de octubre, según datos oficiales del Tribunal Superior Electoral, es la demostración palpable del apoyo popular del pueblo brasilero a su obra de gobierno y al Partido de los Trabajadores.
Vilipendiado por la derecha y su candidato Gerardo Alckmin, Lula supo sobreponerse a las diversas contingencias políticas para lograr la más alta votación de cualquier ser humano sobre la tierra: cincuenta y ocho millones de votos. Esta formidable cifra da cuenta que de cada 3 brasileros y brasileras uno apoya la propuesta política del Presidente Lula y le dio su voto de confianza por cuatro años más.
Llama la atención que en el Nordeste pobre del Brasil el 80% de los votos hayan sido para Lula y el PT y que a nivel nacional el PT y sus aliados hayan alcanzado el apoyo de dos tercios de los 27 gobernadores, cinco de los cuales son del Partido de gobierno.
Este triunfo de Lula y del PT y sus aliados es una formidable victoria de los pueblos que refrendan a uno de los suyos, a un hombre que como Lula ha dedicado su vida entera a luchar por los intereses de los trabajadores desde que fundó el sindicato metalúrgico en Sao Paulo en el año 1979. Su obra política ha estado dedicada a la defensa permanente de los principios éticos de los humildes para lograr la felicidad social de los pobres del Brasil. Todo en Lula es la búsqueda del amor por la patria y la integración latinoamericana, política, económica y socialmente.
Es notorio que a pesar de la degradante campaña de los partidos políticos de la derecha, de los medios de comunicación como la red O´Globo y el diario Fuerza de Sao Paulo que sindicaron a lula y al PT de corrupción y de ejercer el poder ilegítimamente, las principales organizaciones sociales del país como el “Movimiento Sin Tierra”, la Central Unitaria de los Trabajadores, la Confederación de Estudiantes Universitarios, la Iglesia Popular, hayan respaldado al Presidente Lula, cosechando con sus votos un amplio caudal a favor del Presidente Lula. Prueba palpable que los viejos poderes mediáticos, políticos y económicos andan en franca decadencia y no deciden sobre la conciencia de los pobres, Bolivia, Venezuela Bolivariana, Nicaragua Sandinista teñida de rojo y negro con la victoria del Comandante Daniel Ortega en las elecciones del 4 de noviembre, son la muestra fehaciente de que a la derecha se le viene acabando su tiempo en nuestra América.
Lula, un gran hombre, una mezcla de político, estadista y sabio popular, ha vencido de nuevo a la derecha racista y clasista brasilera que lo odia por su origen humilde, por considerarlo iletrado, porque su pinta no esconde que procede de las favelas proletarias de Sao Paulo o cualquier ciudad brasilera.
El triunfo excepcional del PT y sus aliados deja sin argumentos políticos a los sectores más reaccionarios del Brasil ya que 21 millones de votos es una diferencia abismal que legitima el mandato popular para el Presidente Lula. Recordemos que Gerardo Alckmin, candidato de la derecha logró en la segunda vuelta 37,5 millones de votos.
Producto de las diferencias internas dentro del PT, se produce una división en el año 2003, conformándose el “Partido Socialismo y Libertad” que en alianzas con otras fuerzas de izquierda como el Partido Socialista Unificado de tendencia Trotskista, presentó a la senadora Eloísa Elena como candidata, logrando el 7% de la votación (7 millones de votos).
En estos debates internos Lula participa muy poco para no estimular las rencillas políticas en su contra. Prefiere ubicar una táctica confrontaciones contra la derecha y esperar una mejor ocasión para la búsqueda de una fuerte alianza con sus viejos camaradas del “Partido Socialismo y Libertad”
Es de anotar que a pesar de las críticas que desde sectores de izquierda se le hacen al PT y a Lula para su política económica en su primer mandato, Lula prometió en su campaña política para la reelección aplicar los principios de la justicia social, realizados en plena acción a favor de los pobres del Brasil en su segundo mandato. Esta promesa caló en las conciencias de las masas trabajadoras de manera radical y masiva.
Ante las criticas que desde la izquierda se le hacen a Lula, donde se le señala de ser aliado del Fondo Monetario Internacional y sus cómplices en lo interno, nosotros nos preguntamos: ¿por qué los partidos tradicionales brasileros y los principales grupos económicos enfilaron todas sus baterías para evitar su reelección? Si Lula es de derecha en lo económico, porque estos lo odian? ¿Por qué la candidatura de uno de los suyos, como Gerardo Alckmin?
El ideal político integracionista de Lula está hoy más vivo que nunca.
La reelección de Lula es un mandato de poder popular sin antecedentes en nuestra América en la lucha por la liberación nacional y el socialismo y es un cuchillo clavado en el corazón de las pretensiones imperialistas que venían agarrando un nuevo aire con el triunfo de sus candidatos en Colombia, en Perú, en México.
América toda avanza en la consolidación de diversos escenarios políticos, sociales, económicos y militares. El ideal Martiano y Bolivariano está hoy más vivo que nunca en la Venezuela Chavista, en la Bolivia Aymara de Evo, en la Cuba revolucionaria, en los procesos antiimperialistas de Argentina y Uruguay. En este afán por dignificar la historia y la conciencia de los pobres de nuestro continente, el triunfo de Lula en Brasil es un grato presente para todos.