La última campaña electoral ha puesto a los revolucionarios del Ecuador de frente a una realidad enmarañada, dura, que sin llegar a abatirnos en nuestras pociones e intencionamientos revolucionarios por capturar el poder, alienta la necesidad de profundizar en el análisis y la urgente toma de correctivos que reorienten el andar de las masas, entierren aquellas estructuras organizativas que consolidan su banca rota y se puedan fortalecer alianzas bajo fundamentes que pueden aproximar auténticos esfuerzos sobre todo aquellos que tratan de objetivizar una posición y lucha antiimperialista.
La realidad en la que vive nuestro pueblo está ahí, es una condición objetiva que se manifiesta en la cotidianidad de los actos, sobre todo cuando existe el requerimiento del estado de echar mano de la esencia del poder en las entrañas de la superestructura con los procesos electorales y la renovación administrativa del viejo Estado.
Las masas tienen todavía pleno convencimiento de que la vía electoral es la correcta, es el camino que puede sino otorgarles “el poder”, aproximarlos.
Y desde luego, los comunistas tenemos claro el rol de las elecciones y de cómo el revisionismo ha potenciado cada cuatro años el proceso electoral burgués como una “alternativa de gobernabilidad” en el seno de las masas. Si dirigentes sindicales, si partidos que se proclaman revolucionarios, comunistas, socialistas, populares, democráticos, bolivarianos, alfaristas, y en fin, una lista interminable le está diciendo a la masa al oído, en el contacto periódico, desde las entrañas mismas de su miseria y de sus luchas que hay que votar, que hay que ser participes de las elecciones, que “hay que combinar las formas de lucha”, pues sin lugar a dudas de una u otra manera van a encontrar oídos receptivos y comportamientos alentadores que en suma van haciendo un juego a la burguesía y un desaliento a la necesaria revolución popular.
¿Que nuestro pueblo tiene comportamientos servilitas? Pues sí, los tiene y el servilismo no es la ideología de los esclavos sino la ideología de la reacción, de la burguesía, de los terratenientes, de la iglesia utilizada para engañar, ridiculizar y mantener sumisa a las grandes mayorías.
Lenin sostenía que…”El esclavo que esta conciente de su condición de esclavo y lucha contra ella es un revolucionario. El esclavo que no esta conciente de su condición de esclavo y vegeta en silencio, sin despertar, y calla la esclavitud es solo un esclavo. El esclavo que se regocija al describir con presunción las delicias de la vida de esclavo y que entra en éxtasis cuando se trata de su buen y bondadoso amo es un patán servil”.
Definitivamente las masas permanentemente están en disputa. Por un lado está la burguesía y los terratenientes. Por otro los revolucionarios consecuentes que entienden que dirimir el tema de la lucha de clases pasa necesariamente por la capacidad que exista por fomentar la ideología, politizar a las masas y rescatar su espíritu revolucionario inherente al trasfondo de las contradicciones existentes entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Que la correlación de fuerzas está en este momento del lado del enemigo es una verdad que debemos asumirla no con una mentalidad derrotista o capituladota, sino objetivamente y en su seno buscar los mecanismos, las vías para lograr nuestro cometido, alinear las masas bajo la dirección proletaria en el camino de la Guerra Popular.
Hay que trabajar decididamente. Esa es otra realidad, y si la correlación de fuerzas esta a favor del enemigo no debe desalentarnos, por el contrario debe estimular nuestra vocación por trabajar más y mejor en función de eliminar las taras populares, sus falsos dirigentes y desbrozar caminos que allanen la lucha popular.
Hacer la revolución no es una empresa fácil. Por el contrario es compleja, difícil y en el quehacer de la misma cometeremos errores. Nosotros lo hicimos, los cometimos, nos alejamos de las masas y transitamos el camino del apartismo y nuestro error nos arrastró a la toma de decisiones que sin lugar a dudas le otorgaron al enemigo del pueblo una victoria. Pírrica, pero victoria. No es extraño en este camino cometer errores y eventualmente desviar el derrotero para hundir los pies en el lodo, en el pantano. “Las águilas pueden volar tan bajo como las gallinas. Sin embargo las gallinas jamás podrán volar tan alto como las águilas” Y a nosotros nos
tocó volar bajo. Lo asumimos, pero eso no ha determinado jamás arriar nuestras banderas, por el contrario bregar por por corregir nuestras deficiencias, nuestras taras propias de un Partido que incansablemente trata de desenvolver su propuesta en media de un marasmo ideológico plagado de enemigos por todas partes y que dificultan la tarea, a la final “No importa que el viento sople y la ola golpee, es mejor que dar vueltas ociosas en un patio”.
La burguesía también está ahí. Se consolida. Las elecciones las fortalecen porque vigorizan la naturaleza de clase que tiene el estado. Poco o nada puede alentar a las masas y su nivel de vida la presencia de Correa o de Noboa. Mucho menos dirimir en el camino el tema fundamental del Poder.
La burguesía se nutre permanentemente de los errores que cometemos los revolucionarios. Se nutre de las desesperanza de las masas, de su miseria, de su volatidad por orientarse con cierta facilidad por aquel que puede ofrecerle cualquier migaja que logre alentar en algo su nivel de vida. La burguesía ha empobrecido a las masas para luego en la campaña electoral ofertarle una limosna a cambio del voto.
Pero de quién más se nutre la burguesía y el imperialismo es del revisionismo, principal peligro de las revoluciones en el planeta.
Dicen hacer la revolución, pero indiscutiblemente cuenta de manera importante en su ideario el tema de las elecciones y se olvidan que “todas las luchas revolucionarias del mundo tienen por objetivo tomar el poder y consolidarlo”. Para la izquierda ecuatoriana lo fundamental no es el Poder, es el gobierno y la diferencia entre uno y otra es tremendamente sustancial y por su naturaleza resultan antagónicos en una sociedad de clases.
“La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del Poder por medio de la fuerza armada, es decir, la socuión del problema por medio de la guerra”. Este es un posicionamiento con el que comulgamos indeclinablemente pero que nada tiene con el posicionamiento de la izquierda ecuatoriana que definitivamente sigue el camino capitalista en cada uno de sus actos.
Ya Lenin a su tiempo repudió la línea o camino parlamentario cuando manifestaba que “Limitar la lucha de clases a la lucha parlamentaria, a considerar ésta como la forma suprema y decisiva de lucha, a la que deben supeditarse todas las demás, significa de hecho pasarse al campo de la burguesía contra el proletariado”….”Sólo los canallas o tontos pueden pensar que el proletariado tiene que empezar por conquistar la mayoría en las elecciones llevadas a cabo bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, para pasar luego a la conquista del Poder. Esto es el colmo de la estupidez o de la hipocresía, la suplantación de la lucha de clases y la revolución por una votación efectuada bajo el viejo régimen, bajo el viejo Poder.”.
No importa quién gane las elecciones burguesas el próximo domingo 26 de noviembre. Ese mismo diría el Estado dará continuidad a su proceso de renovación e incursión en la nueva división internacional del trabajo que estimulan los EEUU ha partir de propuestas como la globalización y el Tratado de Libre Comercio para sur América.
No importa quién gane las elecciones, la presencia del imperialismo en nuestro territorio se fortalecerá decididamente con el apoyo gubernamental.
No importan quién gane las elecciones, nuestro pueblo seguirá viviendo en la absoluta miseria, desempleo y desprotección social.
No importa quién gane las elecciones, el Poder seguirá en manos de la Gran Burguesía con el irrestricto apoyo estratégico de los vende obreros, de militares y policías sableadores, de falsos dirigentes indígenas que trafican con la miseria y la cultura de su pueblo, de falsos Partidos revolucionarios que pretenden esconder en su discurso revolucionario sus ambiciones de acondicionarse en el aparato burocrático del estado alimentando a la burguesía burocrática.
No importa quién gane las elecciones, lo que cuenta es que las condiciones de producción en el país ser recrean aún entre la semi feudalidad y el capitalismo ligado al imperialismo.
No importa quién gane las elecciones, la contradicción fundamental que enfrenta hoy el Ecuador es nación – imperialismo, y sobre la resolución de dicha contradicción proclamamos la urgente necesidad de construir un Frente Único con todos los actores revolucionarios que como premisa no abrasen la vía electoral parlamentaria y estén dispuestos a argumentar la organización y la movilización popular como instrumento decidor en la lucha contra el imperialismo norteamericano –fundamentalmente- y nos posibilite bregar por construir un tejido revolucionario sólido, unitario en su propuesta revolucionaria donde la ideología del proletariado sea la guía, el alma de aquello que inevitablemente se vendrá sobre nuestra historia, la Revolución Popular.